El Pensamiento de Wittgenstein: De la Lógica a la Filosofía del Lenguaje


Wittgenstein: Introducción

Ludwig Wittgenstein nació en Viena en 1889 en una familia judía de ocho hermanos. Su padre era un industrial del acero. Sus estudios lo llevaron a Manchester a estudiar ingeniería aeronáutica, donde patentó un motor a reacción. Estando en Inglaterra, se interesó por la filosofía de los matemáticos y entró en contacto con Bertrand Russell. Escribió el Tractatus Logico-Philosophicus en 1918, aunque lo publicó cuatro años más tarde. Este libro pertenece a la primera etapa de su pensamiento, continúa la línea del atomismo lógico de Russell (quien realizó el prólogo) en la que intenta desentrañar la estructura del mundo, tomando como modelo la lógica matemática y su riguroso lenguaje simbólico.

Conocimiento en el Tractatus

Lo fundamental del Tractatus consiste en la afirmación de que el mundo es el conjunto de los hechos atómicos o conjunto de sucesos y acaeceres, no de las cosas. Los hechos no son cosas ni sustancias ni atributos, son las relaciones más simples que puedan darse entre ellas, relaciones que no pueden reducirse a nada más elemental. Por ejemplo, ‘esto es verde’ (hecho atómico más simple) o ‘el papel está sobre la mesa’. Los hechos atómicos son isomórficos respecto a las proposiciones lingüísticas-atómicas que construimos sobre ellos. Esto es, podemos hacernos una imagen, una figura de la realidad de cada hecho. Por lo tanto, el lenguaje es el mapa de un territorio constituido por hechos atómicos, siendo el instrumento a través del cual conocemos y expresamos el mundo.

Ahora bien, todas las proposiciones tienen un sentido (si expresan la realidad o posibilidad de un hecho) y poseen un valor de verdad, es decir, es verdadera o falsa, que puede ser inferido gracias a las leyes de la lógica y al método de las tablas de verdad. Sin embargo, y a consecuencia de que sólo poseen sentido aquellas proposiciones que se adecúan a las figuras de hechos del mundo, las proposiciones de la metafísica, de la teología, de la ética y de la psicología, carecen de sentido porque no representan hechos atómicos, siendo imposible decir algo sobre estas cuestiones sin caer en el absurdo. Todo el significado del Tractatus puede resumirse en la siguiente frase: “todo aquello que puede ser dicho, puede decirse con claridad, y de lo que no se puede hablar, mejor es callarse”.

Wittgenstein reduce la filosofía a una actividad que ha de limitarse a esclarecer y acotar los pensamientos: la filosofía es la aclaración lógica del proceder de la mente. Lo que luego dirá Popper: la filosofía sirve para marcar los límites de la ciencia, la demarcación científica. Wittgenstein dice que la filosofía es como una pértiga, se utiliza para saltar y luego ya se tira. La lógica establece cuál es el límite del lenguaje, del pensamiento y del mundo, de ese modo se muestra el propio límite, que obviamente ya no pertenece al mundo, ya queda fuera de lo pensable y expresable: “Hay ciertamente lo inexpresable, se muestra en lo místico”. Entra en juego la polémica entre decir y mostrar, que el propio Wittgenstein considera el núcleo de la filosofía. La lógica está presente en todas las proposiciones, pero no es dicha por ninguna de ellos, en este sentido la lógica es trascendental.

El Tractatus dio lugar a una nueva corriente filosófica que se denomina filosofía analítica o escuela de Cambridge, en Inglaterra. Los neopositivistas la tomaron como el paradigma. En cierta medida podemos ver a Wittgenstein como un lógico que se convierte en místico, como un Pascal contemporáneo que después de escribir el Tractatus abandona la especulación filosófica y la universidad y se dedica a dar clase en una escuela rural en Austria. Luego se hace jardinero en un convento de monjes, y finalmente se encierra en una cabaña en Noruega, donde empieza a escribir. En 1933 y 1934 publica los cuadernos Azul y Marrón, y en 1953 publica Investigaciones Filosóficas, una obra póstuma la cual supone una radical ruptura con el pensamiento de su primera época.

Investigaciones Filosóficas y el Giro Lingüístico

Wittgenstein critica ahora la teoría referencialista del lenguaje, es decir, la afirmación de que el significado de un término será siempre por referencia al objeto o hecho al que se refiere. El lenguaje no es concebido como un conjunto de nombres que se refieren a objetos, sino que los términos de una proposición adquieren su significado a través de múltiples caminos: el conjunto, los gestos, la intención, la entonación, etc. Las palabras no tienen significados dados de antemano, por lo que no es posible esa investigación sobre el significado real de cada palabra. Es más, existen multitud de palabras que se utilizan de mil modos diferentes.

Lo que decide el significado de un término es el uso que se hace de él en el habla, como conocer el significado de una palabra solo es posible cuando accedemos al universo pragmático de posibilidades de utilización. Los lenguajes funcionan como juegos que nacen de las distintas formas de vida, en tanto que juegos se hallan en contante modificación, y hay tantos diferentes como actividades u operaciones que puedan llevar a cabo los hombres. Si esto es así, ¿cuál es ahora la tarea de la filosofía? Su función, diría Wittgenstein, es terapéutica, de curación de anomalías que desvíen al lenguaje de su uso normal. Se trata, en definitiva, de defender el sentido común. Muere en Cambridge en 1951.

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