El pensamiento político de Kant está fuertemente influenciado por dos hechos históricos propios de la época: la Revolución Francesa (1789) y la Independencia de los Estados Unidos (1776). Por ello ha sido calificado como el «filósofo de la Revolución Francesa». Hay cierta analogía entre ambas revoluciones y el pensamiento kantiano: la independencia del individuo frente a la autoridad y el problema de la libertad, que yacen en el centro de su pensamiento, guardan coherencia con la reivindicación de ambas revoluciones de la realización de los derechos del ser humano. Es posible considerar, con todo, que la Revolución Francesa lo estimuló a seguir escribiendo. Las ideas políticas de Kant se enfrentan a los clásicos como Hobbes y Rousseau, y al realismo político de Maquiavelo. Kant defendió la Ilustración como un proceso dinámico, como una negación a todo tipo de estancamiento. En este sentido, el pensamiento de Kant se suscribe a dicha Ilustración. Kant es su madurez, pero también su mejor crítica.
La Idea de Progreso y la «Insociable Sociabilidad»
Las ideas de Kant suponen una superación de los planteamientos tradicionales, tratando de encontrar una idea que dé sentido al devenir histórico: la idea de progreso como plan de la Naturaleza para la humanidad. Kant explica que la Naturaleza tiene como propósito para el ser humano, único ser racional, el desarrollo pleno de su propia naturaleza como ser racional y libre. Esto quiere decir que, más allá de los deseos y actuaciones particulares de las personas, hay un plan natural para toda la especie humana. En el marco de este plan general, cada ser humano tiene que realizar su vida autónomamente, defender sus intereses en un contexto social, y es aquí donde encontramos una de las ideas políticas más interesantes de Kant, la de la «insociable sociabilidad» del ser humano:
Todas las personas nos enfrentamos a una situación paradójica, un egoísmo, que nos lleva a defender nuestros propios intereses, enfrentándonos a los demás, pero, por otra parte, también tenemos la certeza, basada en nuestra razón, de que sólo en un contexto social de cooperación tendremos alguna posibilidad de realizar nuestros propios intereses. Esta «insociable sociabilidad» es la causa de todas las guerras y disputas sociales, pero han sido precisamente las guerras las que finalmente nos han hecho comprender que debemos basar nuestras acciones en la razón, y que esta nos ordena actuar por el deber. Para Kant, la última etapa de este antagonismo es la Ilustración. La Ilustración es, sobre todo, arriesgarse a pensar. De la Ilustración también se puede decir lo que se ha dicho de la Naturaleza, es decir, que constituye en sí misma un fin teleológico y una obligación ética.
El Fundamento de la Ley Universal
Para Kant, el problema consiste en considerar cuál debe ser el fundamento de una ley que tenga carácter universal. En este punto recurre a su ética y defiende que el fundamento de la ley no debe ser la felicidad sino la obediencia misma a la ley.
El Estado Civil y la Paz Perpetua
Para Kant, los principios a priori del estado civil son la libertad, la igualdad y la independencia. El Estado civil en mente de Kant es un «Estado patriótico» donde los hombres sean capaces de tener derechos, donde sean libres en la prosecución de su felicidad sin interferir con la de los demás. Tal Estado deberá tener en igualdad de coacción a todos sus súbditos, todos deberán estar ceñidos a la ley que limite los excesos de libertad. En resumen, para Kant, el derecho es la limitación de la libertad de cada uno a la condición de concordancia con la libertad de todos, en tanto que universalmente posible.
Kant, después de señalar que el estado de naturaleza del ser humano es un estado de guerra, dice que el estado de paz necesita ser instaurado, y propone tres artículos definitivos para la paz perpetua:
- La constitución de todo Estado debe ser republicana.
- No debe haber un Estado mundial, sino una «Federación de estados libres».
- El derecho cosmopolita debe ceñirse a las condiciones de hospitalidad universal, es decir, a colaborar con los pueblos vecinos en sus necesidades de supervivencia.
Posteriormente, añade dos suplementos para la paz perpetua, sumamente interesantes. En el primero de ellos trata sobre cómo la Naturaleza garantiza el hecho de que, en un momento dado, se instaure definitivamente la soñada paz perpetua. Hay tres mecanismos que dispone la Naturaleza para garantizar dicha paz:
- Primero, la necesidad surgida en el seno de la libertad humana de que prevalezca la ley sobre los intereses personales.
- Segundo, la división de pueblos en lenguas y creencias impedirá que haya un gobierno universal.
- Y tercero, la naturaleza dispone del espíritu comercial para unir a los demás pueblos que no eran protegidos en el derecho cosmopolita y, en caso de guerra, se deberá acudir a los tratados de paz para reintegrar las relaciones comerciales.