El Problema del Conocimiento en David Hume: Impresiones, Ideas y el Escepticismo


El Problema del Conocimiento en David Hume

Hume se basa en que la observación y la experiencia serán los principios del conocimiento. Para él, conocer es tener percepciones. Hume denomina percepción a todo lo que puede estar presente en la mente, ya sean sensaciones, reflexiones o pasiones. Divide las percepciones en dos clases: impresiones e ideas.

Las impresiones preceden a las ideas. Son percepciones más fuertes y más vivas que las ideas. La idea es una imagen o copia de la impresión. No existen ideas innatas.

Tipos de Conocimiento

Todos los conocimientos humanos pueden dividirse en dos clases:

  1. Relaciones de ideas: se elaboran conectando entre sí ideas que guardan una determinada relación, cuyas proposiciones pueden ser deducidas a priori.
  2. Cuestiones de hecho: se elaboran a partir de los datos obtenidos de la experiencia y se refieren siempre a hechos empíricos. Su verdad solo puede ser conocida mediante la comprobación experimental. La verdad o falsedad de un conocimiento de hechos depende siempre de las impresiones.

La Causalidad y el Problema de la Inducción

Todos nuestros razonamientos acerca de cuestiones de hecho se fundamentan en la relación causa-efecto. Según Hume, la relación causal es como una conexión necesaria entre la causa y el efecto, de tal modo que, conocida la causa, la razón puede deducir el efecto que se seguirá, y viceversa. El principio de causalidad solo tiene valor aplicado a la experiencia, aplicado a objetos de los que tenemos impresiones y, por lo tanto, solo tiene valor aplicado al pasado, dado que de los fenómenos que puedan ocurrir en el futuro no tenemos impresión ninguna.

El Emotivismo Moral y la Crítica a la Metafísica

El Emotivismo Moral

Hume considera la moral como independiente de toda religión y unida a un sentimiento natural de justicia y responsabilidad. Un sentimiento que rige nuestra conducta moral al indicarnos lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y nos acerca a nuestro deber moral. Un sentimiento natural que nos empuja a sentir simpatía hacia el bienestar de las personas de nuestra sociedad, y rechazo a las conductas negativas. En conclusión, nuestros sentimientos son por naturaleza buenos.

Además, la ética es utilitarista, porque relaciona como bien lo que nos da placer y es útil. Hume también estudia la voluntad y la libertad. Entiende que la voluntad no es una facultad, sino sólo un modo de la pasión. La voluntad está considerada como una impresión interna e involuntaria. Hume defiende que la necesidad que está en el mundo material también lo está en el mundo de las acciones humanas.

La libertad es una falsa sensación de la indiferencia que tenemos frente a nuestras acciones, que nos lleva a imaginar que nuestra voluntad no está unida a ninguna otra cosa. También, aunque pensemos que somos libres, no podemos liberarnos nunca de la necesidad.

Leyes de Asociación de Ideas

Hume propone tres leyes de asociación de ideas presentes en la naturaleza humana:

  1. Ley de semejanza: la imaginación pasa de una idea a otra que se le parece. Así, cuando vemos una persona que se parece a otra que conocemos, nuestra mente nos hace pensar en esta persona conocida.
  2. Ley de contigüidad: se pasa de una idea a otra que generalmente experimentamos como anterior o posterior en el espacio o en el tiempo. Por ejemplo, cuando pensamos en una habitación de nuestra casa, tendemos a “ver” el resto de habitaciones.
  3. Ley de causalidad: nuestra mente pasa de la idea de efecto a la de causa. Cuando olemos a quemado pensamos en el fuego.

Crítica a la Metafísica

Hume aplica su planteamiento de la realidad al análisis de los problemas tradicionales de la metafísica. Comienza por la crítica a la idea de sustancia. Para Hume, la sustancia, como cualquier otra idea, tiene que derivar de su impresión y, como no es el caso, debemos pensar que tal idea carece de fundamento, porque no podemos tener impresión alguna de la sustancia, entendida como realidad en sí, distinta de nuestras percepciones. Nadie tiene ni ha tenido nunca impresión alguna de sustancia.

La Crítica de la Idea de «Yo»

En Descartes la idea de «yo» aparece en nosotros por una evidencia intuitiva: un yo que piensa, quiere, ama y que, por lo tanto, existe. Para Hume, la mente está formada por distintas percepciones que están unidas entre sí mediante una falsa identidad. Entiende que la existencia de una sustancia no aparece en nosotros como tal idea, porque no se deriva de ninguna impresión. El «yo» no es una impresión. Representan aquello a lo que se refieren a nuestras diferentes impresiones e ideas. En realidad, no tenemos ninguna impresión constante. Por tanto, la idea de «yo» no puede derivarse de ninguna de estas impresiones y tampoco de ninguna otra. En consecuencia, el referente de tal idea no existe.

Fenomenismo

reduce la realidad a un conjunto de fenómenos , negándose la existencia de sustancias. Lo único real, de lo que es imposible dudar es de las percepciones que percibimos cuando las percibimos y mientras las percibimos, pero no es posible afirmar que las percepciones sean causadas por fenómenos u objetos que tengan consistencia real, que existan de manera independiente de ellas. 

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