El Régimen Franquista en España


El carácter del régimen franquista

De 1939 a 1975, España vivió bajo un régimen autoritario, de dictadura personal, encarnada por el general Franco que mantuvo un férreo control sobre la sociedad española. A pesar del monolitismo ideológico del régimen, Franco tuvo que apoyarse en distintos sectores sociales o familias que integraban el bloque dominante: falangistas, monárquicos, representantes de la Iglesia, militares, franquistas puros y tecnócratas, todos ellos procedentes de la derecha conservadora.

Características del régimen:

  • La concentración de los tres poderes en la persona de Franco, que adoptó el título de Caudillo. Franco era el jefe del Estado (y durante muchos años también presidente del Gobierno), generalísimo de los tres ejércitos y jefe nacional del partido único.
  • Un totalitarismo inspirado en los regímenes fascistas italiano y nacionalsocialista alemán. Se suprimió la Constitución de 1931, y con ella, las libertades y los derechos democráticos. Se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos y solo se permitió el partido y el sindicato oficial.
  • El carácter unitario y centralista del Estado. Se abolieron los estatutos de autonomía republicanos y se fomentó la marginación de las lenguas y culturas propias de Cataluña, País Vasco y Galicia.
  • La constante represión de los vencidos y de la oposición, que se ejerció de forma sistemática y planificada a través de los Tribunales Militares y Consejos de Guerra, que serán sustituidos en 1963 por el TOP.
  • El control de los medios de comunicación, que estaban sujetos a una rígida censura y eran utilizados como un aparato de propaganda del régimen. Igualmente todas las publicaciones y los espectáculos se sometieron al control de la censura oficial.

Las familias del régimen y sus ideologías:

  • El Nacional-Patriotismo del ejército: el 70% de los mandos del gobierno estaban ocupados por militares, siendo el apoyo más destacado del ejército. Tenían una visión unitaria y tradicionalista de España, eran firmemente anticomunistas y defensores a ultranza de la unidad nacional y del orden público.
  • Nacional-sindicalismo: tras la muerte del fundador de FET y de la JONS, Primo de Ribera (noviembre de 1936), Franco se adueña del partido en 1937 y este pasa a denominarse el Movimiento. Suyas son ideas como el hipernacionalismo, la idea de España como un Imperio, la exaltación del líder, la dirección paternalista de la sociedad, la organización sindical en un único y exclusivo sindicato vertical donde se integran patronos, obreros y representantes del Estado (la Central Nacional Sindicalista o Sindicato Único), el adoctrinamiento político de la juventud (Frente de Juventudes) y de las universidades (Sindicato Español Universitario) y la mujer (Sección Femenina)…
  • Nacional-catolicismo y la Iglesia. La defensa del Estado confesional católico llevó a que en 1939 se aprobara de nuevo el presupuesto del culto y el clero, además de recuperar su influencia en la enseñanza y en la moral social (puritana, tradicional y antiliberal). Además destaca la ACNP (Asociación Católica Nacional de Propagandistas), que entra en los gobiernos a partir de 1945. Negociaron el Concordato de 1953 pero su influencia se debilitó, a partir de 1956, cuando el Opus Dei apareció como apoyo católico al franquismo, con el respaldo del ministro de mayor confianza por parte de Franco: el almirante Carrero Blanco.
  • Dentro de la familia monárquica se dividió entre los partidarios carlistas de don Javier de Borbón y don Juan (hijo de Alfonso XIII); el cual fue rechazado por Franco por estar a favor de la restauración de la monarquía parlamentaria y constitucional. Será en 1969 cuando don Juan Carlos de Borbón (hijo de don Juan) jure fidelidad el régimen y se convierta en heredero al trono.
  • Los tecnócratas aparecerán en la década de 1960. Muchos de ellos eran monárquicos “franquistas’’ o miembros del Opus Dei. Son hombres especializados en un ámbito determinado, que se hacen cargo de la economía del país y para ellos el desarrollo económico contribuiría a modernizar y a legitimar al régimen.

Actitudes sociales y represión

La sociedad se vio dividida a la llegada del régimen franquista. Las clases altas (grandes propietarios, empresarios, banqueros, comerciantes, etc.) apoyaron a Franco, pues recuperaron su influencia económica, social y política perdida durante la Segunda República, al igual que los pequeños y medianos propietarios agrícolas del norte de España. Las clases medias se mostraron pasivas y en silencio ante la dictadura, pues tras la Guerra Civil se vieron desbordados por las revoluciones sociales, donde la represión era cada vez mayor. La mayor oposición (y aun así leve) contra el régimen fue por parte de las clases populares (derrotadas en la Guerra Civil), pero también acabaron por mostrarse pasivos ante la necesidad de supervivencia y la constante represión y vigilancia. En 1939 se aprobó la Ley de Responsabilidades Políticas por la cual se llevó a cabo la represión de todas aquellas personas que colaboraran con la ideología de la República. En 1940 se aprueba además la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería, quedando acusados todos aquellos contrarios a la religión, a la patria y sus instituciones. Con todo esto, durante la posguerra hubo 50.000 presos políticos y el aglutinamiento en las cárceles provocó pésimas condiciones higiénicas y alimenticias que aumentaron la mortalidad, además de crear campos de concentración para contener a tanta gente. En 1940 se crearon los Batallones Disciplinarios de soldados Trabajadores, integrados por reclutas considerados peligrosos para incorporar al ejército. Estos se encargaban de trabajar en las carreteras, puentes, líneas ferroviarias, obras hidráulicas, minas y en el Valle de los Caídos.

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