El Reinado de Isabel II (1833-1868): Una Época de Transformación en España
En las primeras décadas del siglo XIX, España, al igual que el resto de Europa occidental, experimentó la implantación del liberalismo. Fue durante el reinado de Isabel II (1833-1868) cuando se originaron una serie de cambios políticos que permitieron esta evolución. Todo ello tras superar una sangrienta guerra civil que fortaleció la tendencia a la participación de los militares en la política.
Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868): El Liberalismo Moderado
Se trata de la versión más conservadora, restringida y antidemocrática del liberalismo. La reina se apoyó principalmente en el partido moderado, liderado por Ramón María Narváez. Se estableció un sistema político estable y autoritario, caracterizado por el continuo fraude electoral y el importante papel del ejército. Se distinguen las siguientes fases:
Década Moderada (1844-1854)
- Creación de los cargos de Gobernador Civil y Gobernador Militar.
- Fundación de la Guardia Civil en 1844.
- Ley de Ayuntamientos de 1845, que imponía el nombramiento gubernativo de los alcaldes.
- Reforma fiscal de Alejandro Mon, distinguiendo entre impuestos directos e indirectos.
- Constitución de 1845: soberanía compartida entre las Cortes y el rey, sufragio censitario y supresión de la Milicia Nacional. Amplias competencias para la monarquía, recorte de derechos y libertades individuales y exclusividad de la religión católica. Sistema bicameral con un Senado aristocrático (nombramiento real) y un Congreso con sufragio restringido (Ley Electoral de 1846).
- II Guerra Carlista (1846-1849), también llamada «Guerra de los Madrugadores», principalmente en Cataluña, por el intento de instaurar la mili y el posible enlace entre el pretendiente carlista e Isabel II.
- Concordato de 1851: compensación a la Iglesia por la desamortización y financiación para el culto y el clero.
Bienio Progresista (1854-1856)
O’Donnell, Serrano y otros se pronunciaron y avanzaron hacia Vicálvaro, pero inicialmente sin apoyo popular. Los sublevados suscribieron el Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo (1854).
El movimiento revolucionario se extendió por España y Espartero asumió el poder, compartido con O’Donnell como ministro de la Guerra. Espartero intentó restaurar los principios progresistas y se elaboró la Constitución de 1856 (no promulgada). Además, se emprendió un plan de reformas económicas: desamortización municipal de Madoz, Ley General de Ferrocarriles y Ley de Sociedades Bancarias y Crediticias.
La Alternancia entre Moderados y la Unión Liberal (1856-1868)
Durante el gobierno moderado de Narváez (1856-1858), se volvió a la Constitución de 1845 y se publicó la Ley Moyano (obligatoriedad de la enseñanza primaria). Hubo intervenciones en el extranjero para obtener prestigio internacional, destacando la guerra con Marruecos (1859), que culminó con la victoria española de los Castillejos y la paz de Wad-Ras, y la ocupación de Tetuán. El general Prim se convirtió en un mito.
Durante la crisis final del liberalismo moderado (1863-1868), se sucedieron gobiernos cada vez más conservadores, incapaces de afrontar las crisis. Hechos destacados:
- Noche de San Daniel (1865): protestas estudiantiles contra el gobierno y la reina, reprimidas violentamente por la Guardia Civil.
- Sublevación del Cuartel de San Gil (1866): pronunciamiento de sargentos apoyado por el pueblo de Madrid, duramente reprimido por Serrano y O’Donnell.
- Pacto de Ostende (1866): acuerdo entre progresistas y demócratas para derrocar a Isabel II, al que se sumaron los unionistas tras la muerte de O’Donnell (1867).
Conclusión: El Fin del Reinado de Isabel II
La lucha por la democratización del sistema continuó, provocando el fin del reinado de Isabel II y la proclamación de la Primera República Española en 1873, durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874).
El Concepto de Reconquista
La Reconquista es el proceso (siglos VIII-XV) por el cual los reinos cristianos del norte de la Península Ibérica se expandieron hacia el sur a costa de Al-Ándalus. Alfonso II de Asturias (791-842) definió el concepto, justificando la expansión como herencia de la monarquía visigoda. La expansión cristiana se centró en territorios musulmanes, especialmente a partir del siglo XI. Desde el siglo XIII hasta finales del XV, el único territorio musulmán que sobrevivió fue el reino de Granada, conquistado en 1492.
El Califato de Córdoba: Esplendor de Al-Ándalus
En el año 929, Abderramán III (912-961) se proclamó califa, uniendo la autoridad política y religiosa. Se inició el Califato de Córdoba, el período más brillante del Islam hispano. Córdoba se convirtió en la ciudad más importante del Mediterráneo occidental.
Abderramán III pacificó Al-Ándalus, contuvo a los cristianos del norte y ordenó la construcción de Madinat al-Zahra, una ciudad-palacio en las afueras de Córdoba.
Su hijo, Al-Hakam II (961-976), mantuvo la paz con los cristianos. Sin embargo, a finales del siglo X, el poder fue controlado por Al-Mansur (Almanzor), quien suplantó al califa Hisham II y lanzó campañas militares (razias) contra los cristianos. Tras la muerte de Almanzor en 1002, el califato entró en declive y se fragmentó, desapareciendo finalmente en 1031. Al-Ándalus se dividió en los reinos de Taifas.