El Reinado de Isabel II y la Guerra de la Independencia Española


La Guerra de la Independencia Española (1808-1814)

Invasión Francesa y Abdicaciones

Napoleón Bonaparte decidió invadir España, aprovechando la debilidad de Carlos IV (1788-1808), un rey dominado por su esposa, María Luisa de Parma, y por el primer ministro, Manuel Godoy. La excusa fue la negativa de Portugal a secundar el bloqueo continental contra Inglaterra decretado por Napoleón. El emperador prometió a Godoy un reino en el sur de Portugal y a Carlos IV el título de «emperador de las Américas» a cambio de permitir el paso de sus tropas por territorio español.

Los franceses invadieron Portugal y se instalaron en varias ciudades españolas. El temor a una toma de control total por parte de los franceses provocó que en marzo de 1808, los seguidores del príncipe Fernando organizaran el Motín de Aranjuez. Godoy fue destituido y Carlos IV abdicó en su hijo, Fernando VII.

En abril de 1808, se produjeron las Abdicaciones de Bayona: Napoleón requirió la presencia de la familia real española y obligó a ambos, Fernando y Carlos, a abdicar.

El Levantamiento del 2 de Mayo y la Guerra

El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se sublevó contra la presencia de las tropas francesas. Tras la represión, el alcalde de Móstoles declaró la guerra a Napoleón, y pronto se extendieron por todo el país las Juntas de Gobierno para organizar la resistencia. De esta forma, comenzó la Guerra de la Independencia.

El Manifiesto de Sandhurst

Contexto y Significado

El Manifiesto de Sandhurst es una carta privada del príncipe Alfonso a Antonio Cánovas del Castillo, con la petición de que se hiciera pública. Si bien el firmante es el príncipe Alfonso, el redactor fue, con toda seguridad, el propio Cánovas, encargado de los intereses políticos del príncipe. Por tanto, se trata de una fuente primaria, de contenido político y carácter público.

La idea principal de este manifiesto es el compromiso explícito del príncipe con una monarquía liberal y constitucional. Como ideas secundarias, se menciona la larga tradición histórica de las Cortes españolas y su papel en el gobierno del país, junto con una mención especial a la experiencia política parlamentaria del siglo XIX.

El Manifiesto de Sandhurst representó la presentación formal de la candidatura del príncipe Alfonso para la restauración monárquica, en un momento en que la república autoritaria de Serrano carecía de apoyo suficiente y no lograba resolver los graves problemas del país (guerras carlista y cubana, principalmente).

El Reinado de Isabel II (1833-1868)

Minoría de Edad y Regencias

El reinado de Isabel II se divide en dos etapas: la minoría de edad (1833-1843) con las regencias de María Cristina (1833-1840) y Espartero (1840-1843); y el reinado efectivo (1843-1868).

La minoría de edad de Isabel II comenzó con el estallido de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) durante la regencia de María Cristina. Las causas fueron:

  • La cuestión sucesoria: los carlistas apoyaban a Carlos María Isidro y la Ley Sálica, frente a Isabel II y la Pragmática Sanción.
  • El enfrentamiento ideológico: el carlismo defendía el Antiguo Régimen (“Dios, Patria y Rey”) y el mantenimiento de los fueros, mientras que el liberalismo defendía la política centralizadora, la soberanía nacional y la división de poderes.

La Primera Guerra Carlista se desarrolló en tres fases:

  • Avance carlista (1833-1835): Se fortalecieron en Navarra y País Vasco, dirigidos por Zumalacárregui.
  • Repliegue carlista (1835-1837): Fracasaron las Expediciones Gómez y Real; y fueron derrotados en Luchana (1836).
  • Triunfo isabelino (1837-1839): La división del carlismo facilitó el Convenio de Vergara (1839) entre Maroto y Espartero, pactando admitir militares carlistas en el ejército isabelino y mantener los fueros.

El carlismo provocó la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), ante el fracaso de la boda entre Isabel II y Carlos VI.

Las Regencias y el Desmantelamiento del Antiguo Régimen

Durante las regencias (1833-1843), los gobiernos liberales desmantelaron el Antiguo Régimen gradualmente. Los liberales se dividieron en dos partidos:

  • Partido Moderado: continuistas doceañistas, defendían la soberanía compartida (Rey-Cortes), otorgaban amplios poderes al rey y limitaban los derechos individuales.
  • Partido Progresista: seguidores de los exaltados, defendían la soberanía nacional y limitaban el poder del rey.

La regencia de María Cristina (1833-1840) se inicia con la fase moderada (1833-1835), una transición entre el Estado absolutista de Fernando VII y el liberal de Isabel II, con reformistas como Cea Bermúdez. Ante la necesidad de apoyos, llamó a Martínez de la Rosa, liberal moderado. Se elaboró el Estatuto Real (1834), una Carta otorgada que reconocía Cortes bicamerales (Estamento de Próceres y Estamento de Procuradores), pero no reconocía la soberanía nacional, la división de poderes ni los derechos individuales, dejando el poder legislativo en el Rey.

La insurrección de 1835 llevó a la revolución liberal (1835-1840). Mendizábal implementó medidas para desmantelar el Antiguo Régimen: libertad de imprenta, Ley de supresión de conventos y Decreto de Desamortización de los bienes del clero regular. Estas medidas provocaron su destitución. La regente intentó volver al moderantismo, lo que provocó el pronunciamiento en La Granja, entregando el gobierno a los progresistas y restableciendo la Constitución de 1812.

El gobierno progresista de Calatrava eliminó el régimen señorial, el mayorazgo y el diezmo, y restableció la Ley Municipal.

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