El Románico: Un Viaje al Arte de la Edad Media


El Arte Románico

El románico fue el primer estilo artístico internacional de la Edad Media. Representó la expresión de una época más que de un lugar específico. Se trató de un arte esencialmente religioso, promovido por la Iglesia y dirigido a los fieles cristianos. En aquel entonces, las obras se valoraban por su significado trascendente, sin interés por la estética, considerándolas símbolos de fe, ilustraciones para los iletrados o ejemplos de vida cristiana.

Los artistas eran vistos como simples artesanos, sin mecenas que los apoyaran directamente, por lo que muchos eran itinerantes. Sin embargo, algunos comenzaron a firmar sus obras, lo que indica un inicio de reconocimiento.

Contexto Histórico del Románico

El románico se enmarca en cuatro grandes procesos históricos:

  • El terror del año mil: En el siglo X, Europa vivió un clima de miedo por las invasiones (normandas, musulmanas, magiares) y la creencia en la profecía del Apocalipsis, que anunciaba el fin del mundo en el año 1000. Al ver que no se cumplía ni en 1033 (milenario de la muerte de Cristo), hubo un gran movimiento de acción de gracias que llevó a una renovación del arte religioso. Prueba de ello es la iconografía románica, llena de monstruos, visiones infernales y escenas del Juicio Final, especialmente en las portadas de los templos.
  • El feudalismo: Sistema jerárquico que consolidó el poder de la nobleza y el clero, quienes fueron los principales mecenas del arte hasta el siglo XIII. La Iglesia, con su enorme riqueza, construyó monasterios en zonas rurales y catedrales en ciudades, mientras que la nobleza patrocinó castillos y edificios religiosos para exhibir su poder.
  • La expansión monástica: Las órdenes religiosas crecieron en poder económico y político, lo que les permitió extenderse por toda Europa. Destacó la abadía de Cluny (Francia), epicentro de la orden benedictina, que impuso el estilo del románico pleno en sus monasterios.
  • Las peregrinaciones: Fueron un fenómeno clave para la difusión del arte románico, ligado al dominio de la Iglesia. La veneración de reliquias y tumbas de mártires atrajo a peregrinos, favorecida por la estabilidad política y económica de la época. Surgieron caminos de peregrinación, canales de transmisión artística y cultural.

El Camino de Santiago, promovido por los cluniacenses, se convirtió en un gran centro de actividad comercial y difusión cultural. Se construyeron iglesias siguiendo un modelo unificado, y los monasterios, al albergar reliquias de santos, se transformaron en destinos de masas. Las poblaciones competían por atraer peregrinos con sus propias reliquias, lo que generó incluso robos y disputas por su posesión. Un caso célebre fue el del arzobispo Diego Xelmírez, quien robó reliquias de la diócesis de Braga.

Otros factores que reforzaron la unidad religiosa fueron la reforma gregoriana, que estandarizó la liturgia en Occidente, y las Cruzadas (siglos XI-XIII), que también influyeron en la expansión del arte románico.

El Arte Gótico

El arte gótico nace en la región francesa de Île-de-France, en el entorno de París, hacia mediados del siglo XII. El punto de partida fue la remodelación de la abadía de Saint Denis, panteón de los reyes de Francia, según el proyecto del abad Suger («Dios es luz»). Desde allí se difundiría por todo el reino, y luego por toda Europa occidental y central.

En el ámbito cultural, se constata el ascenso de los centros urbanos; las ciudades se convierten en los nuevos centros de producción material e intelectual. Su edificio más característico será la catedral, obra de toda la comunidad, la cual contribuye con una gran movilización de recursos materiales, humanos y espirituales, a su construcción. Las escuelas catedralicias y urbanas arrebatarán a los monasterios la primacía como focos de cultura.

Es un período de prosperidad económica, los oficios se organizan corporativamente (gremios) y la pujante clase burguesa obtiene el control de los gobiernos municipales.

La espiritualidad también se ve condicionada en gran medida por el hecho urbano al aparecer las órdenes mendicantes: franciscanos y dominicos. Estas nuevas órdenes ejercerán una gran influencia en las clases populares, en la cultura y en el arte.

Las universidades se convierten en centros de enseñanza y de actividad intelectual, y a través de ellas se defiende una línea de pensamiento: la tomista, el aristotelismo de Santo Tomás de Aquino; domina el pensamiento escolástico (fundamentado en una síntesis de las ideas de Aristóteles interpretadas desde una perspectiva cristiana).

Por lo general, la consideración social del artista durante los siglos del gótico es análoga a la de los demás artesanos. Lo que la sociedad valora de su trabajo no es tanto la capacidad de creación propiamente dicha, como un mayor o mejor dominio de la técnica de su oficio. Hasta muy avanzada la época gótica no comenzará a considerarse cometido propio del artista la concepción teórica e iconográfica de sus obras. Conforme avanza el tiempo es cada vez más frecuente que los artistas firmen sus obras, acreditándose.

Como los demás estamentos artesanales, los artistas se organizan corporativamente en cofradías y gremios, aunque en muchos casos estos no se correspondan exactamente con los de arquitectos, pintores, escultores, etc. (p. ej.: los pintores florentinos del s. XIV estaban agrupados en el gremio de médicos, boticarios y comerciantes de especias).

El progresivo desarrollo de las comunidades urbanas implica la concentración en las ciudades del mercado artístico; sin embargo, aún no son artistas sedentarios, sino itinerantes, obligados a una constante movilidad.

Los encargos reales o cortesanos determinan las obras de mayor calidad (afán de autoafirmación y espíritu de lujo y ostentación); burgueses (lonjas, sedes de gobiernos municipales, palacios, etc.); eclesiásticos (aunque muchas de las obras de carácter religioso o vinculadas a usos religiosos tenían el patrocinio real, nobiliario o burgués).

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