El Siglo de las Revoluciones: Impacto y Legado


El siglo de las revoluciones se inició con la independencia de Estados Unidos (1773-1783).

Independencia de Estados Unidos (1773-1783)

Gran Bretaña poseía 13 colonias en América del Norte. Debido a la distancia, los colonos se sentían más americanos que británicos. Las políticas británicas, que controlaban su comercio y les impedían exportar o importar sin permiso, generaron un creciente descontento. Desde 1773, los incidentes entre colonos y británicos aumentaron. En 1775, estalló el conflicto, con el apoyo de Francia y España. En 1776, los americanos aprobaron la Declaración de Virginia y la primera Declaración de Independencia. Finalmente, en 1783, Gran Bretaña reconoció la independencia de Estados Unidos.

La Revolución Francesa (1789-1815)

La Revolución Francesa enfrentó a los privilegiados con los comerciantes y burgueses. Sus causas fueron:

  • La pérdida de las colonias americanas por parte de Francia (Guerra de los Siete Años, 1765), que generó pérdidas económicas al perder fuentes de materias primas y mercados.
  • La participación de Francia en la Guerra de Independencia de Estados Unidos, buscando recuperar lo perdido en las colonias, resultó en pérdidas económicas al costear un ejército al otro lado del Atlántico.
  • La mala administración del Estado por la Corte, que gastaba grandes sumas en fiestas mientras el pueblo sufría hambre.
  • Las malas cosechas, que se repitieron desde 1784, provocaron hambre y migraciones del campo a la ciudad, disminuyendo los salarios y aumentando la miseria. La nobleza y el clero escondían sus cosechas, lo que generó los primeros conatos de rebelión.
  • La negativa de los privilegiados a contribuir con impuestos para superar la crisis, como propuso Luis XVI, llevó a la convocatoria de los Estados Generales el 5 de mayo de 1789.

Durante este tiempo, los tres estamentos eligieron a sus representantes y redactaron sus Cuadernos de Quejas. Se discutió la forma de reunión y de voto. La nobleza y el clero querían reuniones separadas y voto por estamento, mientras que el Tercer Estado exigía reuniones conjuntas y voto por cabeza. Esto desencadenó la revolución. El Tercer Estado se encerró en la Sala de los Estados Generales, constituyéndose en la Asamblea Nacional y asumiendo la Soberanía Nacional. La nobleza intentó disolver la Asamblea con el ejército, lo que llevó a la toma de la Bastilla por el pueblo el 14 de julio de 1789, marcando el inicio de la Edad Contemporánea. La Asamblea Nacional se trasladó a la Sala del Juego de la Pelota, donde se constituyó la Asamblea Nacional Constituyente, redactando una Constitución que Luis XVI tuvo que aceptar (1789-1791).

Entre las leyes de desarrollo, se destacan la afirmación de la Soberanía Nacional, la abolición de los privilegios feudales, la organización de un estado con división de poderes, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la división de Francia en Departamentos.

Se estableció el Sufragio Censatario, favoreciendo a la burguesía, pero dejando al pueblo en la misma situación.

La Asamblea, controlada por girondinos, jacobinos y termidorianos, derivó en la etapa de la Convención (1792-1795). La primera Convención, la girondina (1792-1793), enfrentó tres problemas principales:

  1. La decisión de declarar o no la guerra a las monarquías absolutas europeas. Los girondinos eran favorables a la guerra para extender la revolución, el rey para recuperar su poder absoluto, los generales para obtener méritos de guerra, y los jacobinos se oponían por considerar que la revolución en Francia no estaba consolidada. Finalmente, se declaró la guerra, con resultados desfavorables para Francia.
  2. La ejecución de Luis XVI el 23 de febrero de 1793. El rey había facilitado información a los ejércitos absolutistas e intentó huir. La Convención decidió ejecutarlo y dos días después se proclamó la Primera República.
  3. El levantamiento contrarrevolucionario de la región de Vendée, que temía que las novedades acabaran con su vida acomodada. La Convención tuvo que usar la fuerza para sofocarlo.

Debido a estos problemas, el poder de la Convención pasó a los jacobinos, liderados por Robespierre (1793-1794). El Comité de Salvación Pública instauró el período del Terror, con el objetivo de asegurar la Revolución, lo que provocó numerosas víctimas, no todas contrarrevolucionarias. Este período terminó cuando el 27 de abril de 1794, Robespierre propuso la continuidad del Comité de Salvación Pública y se le negó. Al día siguiente, él y sus partidarios fueron guillotinados.

Se inició la Convención Termidoriana (1794-1795), una etapa de retroceso y desgobierno. Esta Convención terminó con un golpe de Estado que dio paso al Directorio (1795-1799). El poder quedó en manos de cinco directores que gobernaban el país, pero necesitaban la aprobación de la Asamblea. Los directores no dudaron en anular los resultados de las elecciones en distritos donde no habían ganado, creando mayorías a su favor. Esto terminó con otro golpe de Estado de Napoleón, dando paso al Consulado (1799-1814). Tres cónsules gobernaban, entre ellos Bonaparte, quien desplazó a los otros dos y se quedó con el poder absoluto en 1804, dando inicio al Primer Imperio Napoleónico (1804-1815).

El Imperio Napoleónico y su Legado

Napoleón deseaba extender la revolución por toda Europa, lo que dio lugar a las Guerras Napoleónicas y a la aparición de ideales liberales y nacionalistas en Prusia, Rusia, Austria, Polonia y España. En España, esto se tradujo en la Guerra de la Independencia contra los franceses (1808-1814). Una coalición de monarquías derrotó a Napoleón en 1814 y lo desterró a la isla de Elba, de donde escapó para protagonizar los Cien Días. Napoleón fue derrotado definitivamente en la Batalla de Waterloo en 1815. Con los tratados posteriores, Francia volvió a la monarquía, marcando el fin de la Revolución con un sabor a fracaso.

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