El siglo XVII: Crisis, modernidad y el método cartesiano


Contexto histórico

Una época de crisis

Se trata de uno de esos periodos de la humanidad europea a los que resulta fácil conceptuar como época de «crisis». Un siglo caracterizado por la quiebra de los fundamentos de lo anterior y el anuncio de lo nuevo.

La estructura feudal estaba siendo amenazada por el desarrollo de la burguesía comercial en las ciudades. Como consecuencia de los descubrimientos geográficos y de la apertura de las rutas atlánticas, los países europeos habían comenzado a establecer imperios coloniales y convertido el comercio en una empresa mundial. El desarrollo comercial e industrial fue favorecido por el poder político para asegurar a los Estados un balance comercial favorable. La doctrina económica imperante se conoce con el nombre de mercantilismo, y la burguesía va adquiriendo así peso político en la sociedad, comenzando a disminuir la importancia del estatus heredado, desplazados por factores de orden personal. El desarrollo económico se veía dificultado por la inestabilidad de los precios, y esto hizo que se agudizasen los antagonismos sociales. La crisis política es inseparable de las crisis del feudalismo y religiosa. Lo que entra en crisis es la idea medieval del Estado; un instrumento subordinado al poder espiritual de la Iglesia, pues todo poder tendría un origen y carácter divino, y como tal, debía ser ejercido por los gobernantes y acatado por los súbditos.

El advenimiento de los Estados soberanos

Lo que el siglo XVII anunciaba, con la crisis del Imperio y del Papado, es el advenimiento de los Estados soberanos, independientes de la Iglesia, los cuales atienden con autonomía sus propios fines: garantizar la paz social y la convivencia estable entre sus ciudadanos entregados a sus negocios particulares. El concepto de modernidad en política va ligado, pues, al nacimiento y consolidación del Estado. Esta consolidación se fraguó bajo la forma del absolutismo.

Crisis cultural y religiosa

En el plano cultural, el siglo XVII es el siglo del Barroco, que conlleva una visión pesimista de la vida, donde las cosas aparecen azarosas, contingentes y fugaces.

El Imperio Germánico se vio devastado por la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Comienza por el no reconocimiento de un emperador católico, Fernando II, que ambicionaba la eliminación del protestantismo de sus tierras, así como la unificación del Imperio Germánico en un único y vasto Estado centralizado, alemán y católico, y que va a involucrar a toda Europa tomando posición entre el teocentrismo católico y la burguesía naciente protestante.

René Descartes

Vida y obra

Descartes nació en Turena en 1596, en el seno de una familia noble.

Descartes nos habla de su extremo deseo de adquirir conocimientos, y está claro que fue un estudiante entusiasta y un alumno bien dotado. Descartes se sometió más tarde, tal y como manifiesta en su obra «El Discurso del Método», a fuertes críticas adversas a la educación tradicional, y que, ya en sus años de escolar, estuvo tan insatisfecho con mucho de lo que le habían enseñado que, al dejar el colegio, renunció durante algún tiempo al estudio, siguiendo, según su propia expresión, «el aprendizaje del gran libro del mundo, buscando un conocimiento que fuese útil para la vida», alistándose en el ejército de Mauricio de Nassau, combinando su nueva profesión con los estudios matemáticos, militando en el bando protestante y más tarde, habiendo pasado a Alemania y tras ser testigo de la coronación del emperador Fernando en Frankfurt, se unió a las órdenes de Maximiliano de Baviera, donde comenzó a gestar su filosofía.

Pero en 1637 es publicado «El Discurso sobre el método y la recta conducción de la Razón y la búsqueda de la Verdad en las Ciencias», junto con ensayos dedicados a «Sobre los meteoros», «La Dióptrica» y «La Geometría».

En 1649 se traslada a Estocolmo para dar clases a la reina Cristina de Suecia y muere allí al año siguiente.

El método cartesiano y la teoría de la sustancia

Un nuevo modo de entender el saber

Descartes supone el comienzo de un nuevo modo de entender el saber. Aunque educado en la filosofía eclesiástica, desde temprano tuvo el convencimiento de que era necesaria una nueva forma de pensar. La tarea que se propuso fue la de reedificar el sistema entero del conocimiento desde sus fundamentos. Para alcanzar un conocimiento cierto de la realidad se propone alcanzar un método que evite la búsqueda desesperada y sin rigor, abocada al fracaso. Sólo a través de un método que evite el error de modo sistemático y riguroso, que garantice que los conocimientos alcanzados son de por sí verdaderos, será posible que la filosofía sea una ciencia que eluda el extravío.

El racionalismo

Debido a la preeminencia exclusiva de la razón, el sistema inaugurado por Descartes es denominado Racionalismo, caracterizándose por la aceptación de las matemáticas y el método deductivo como único modelo válido de saber. Todo proyecto cartesiano está dominado por un deseo fundamental: elaborar un sistema comprensivo de las ciencias que proporcione un método universal cuya aplicación lleve a la verdad. Esto se hace desde la unidad de razón y método.

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