El Superhombre de Nietzsche y la Muerte de Dios en Kant


El Superhombre de Nietzsche

Ansia de Vivir, Superación y Superioridad

El superhombre es un ser que se preocupa por la vida en general y valora la mayoría de las cosas. No se somete a ningún precepto moral, ya que está por encima del bien y del mal. Es consciente de la naturaleza (bueno y malo) y es un ser superior que dice sí a las jerarquías entre los hombres.

Valores y Tierra

El superhombre cambia no solo los valores sino también la forma de valorar (forma de vivir). Es fiel a lo terreno, olvidando las elucubraciones espirituales.

Poder y Retorno

Vive la voluntad de poder, consecuencia de las ansias de vivir. Se deja llevar por el deseo de dominar y es un ser que vive el eterno retorno. Querer el futuro es volver a querer el pasado: todo ya existió.

La Voluntad de Poder

Es la exaltación de la fuerza y la agresividad. El superhombre es el que debe fundar una sociedad de nobles y tiranos dominadores. La voluntad de poder es la fuerza en el interior del ser humano para obtener que lo que el deseo quiere se convierta en realidad. El que quiere puede. Esta voluntad de poder no es reconocida como tal por el hombre hasta que no ha llegado el final del nihilismo.

El Eterno Retorno

Es la repetición de los mismos acontecimientos en los mismos individuos. Sentir deseos que retornan eternamente. Pretender aplacar los deseos satisfaciéndolos significa ser un ignorante porque el deseo, la voluntad, retornan eternamente.

La Muerte de Dios en Kant

La»*Muerte de Dios» es una idea reguladora de todo el proceso de limpieza y destrucción de la cultura occidental que realiza Nietzsche. Representa el afán de destruir todo lo creado por la cultura occidental, desde la época de los primeros filósofos griegos.

Dios representa la concreción máxima de los valores de la cultura judeo-cristiana. La demostración de la vaciedad de tal concepto, del engaño al que nos somete y la infravaloración de lo humano a que impulsa. Pero tras su muerte no puede ser sustituido por otros elementos que desempeñen las mismas funciones.

Si Dios ha muerto, la moral occidental no tiene sentido: hay que transmutar todos los valores sostenidos por el resentimiento de la moral de los esclavos, por los valores de la vitalidad y la fuerza de la moral de señores o nobles.

Desterrado el concepto de verdad, sustentado en la existencia de Dios, la voluntad es aquello que comprende y empuja el auge de la vida: acepta la voluntad de poder y su repetición. El sentido de la vida ya no es conocer una verdad muerta con Dios, sino reconocer que la vida por sí misma es su sentido, la fuerza del deseo, de la voluntad hace que lo que ella quiere se torne en realidad. La voluntad es un sentimiento vital que en vez de crear verdades crea algo de más valor: realidades.

La conclusión de la muerte de Dios es el nihilismo. El nihilismo no se puede entender como una teoría filosófica, sino como un movimiento histórico y como un proceso psicológico. Como movimiento histórico representa toda la evolución cultural de occidente, sustentada en la metafísica platónica y la moral cristiana que despreció la ingenuidad del devenir y el valor telúrico de la vida. Como proceso psicológico es el estado de desasosiego y desorientación en el que el individuo cae al darse cuenta de la ficción en la que cree.

Kant y la Metafísica

Kant pensaba que la metafísica viene de un impulso o disposición natural del espíritu humano. Esta arranca de la facultad de razonar (razón) que se distingue de la facultad de juzgar (entendimiento). La razón produce las ideas trascendentales (objetos necesarios de la razón de los que no puede darse en los sentidos). Las tres ideas trascendentales: alma, mundo y Dios (sustancias de la metafísica).

Según Kant, no podemos tener un concepto válido de estas ideas, sino un concepto problemático derivadas a contradicciones lógicas: paralogismos, antinomias y contradicciones racionales en torno a Dios. Dice que Dios pertenece a la metafísica, la cual debemos considerar como un límite del conocimiento (no accesible a la ciencia), la idea de Dios debe ser justificada en otro ámbito (la razón práctica).

Kant los denomina postulados ya que son supuestos como condiciones necesarias de la moralidad. Así, la exigencia moral supone la existencia de la libertad. Además, la razón nos ordena aspirar a la concordancia perfecta entre nuestra voluntad y la ley moral, que es inalcanzable en una existencia limitada y pone la inmortalidad como una condición necesaria. Por último, la ley moral tiene como objeto necesario la unión de virtud y felicidad. Sin embargo, la vida virtuosa no tiene como resultado la felicidad. Debe existir un Ser Supremo (Dios) que garantice la unión de virtud y felicidad.

La libertad, apunta a conseguir el mayor bien posible, pero no nos dice en qué consiste. (religión)

• La religión es voluntad moralmente perfecta, sana y todopoderosa. Los deberes impuestos deben ser entendidos como mandatos de forma libre, de la que podemos esperar el bien supremo y la felicidad.

• Esto lleva a rechazar toda religión positiva, sólo vale la esperanza última que encontramos en toda religión.

• La religión queda así racionalizada: la religión no va más allá de la razón. Kant se queda en un concepto de religión natural o moral. Es una «religión dentro de los límites de la mera razón».

• No niega la validez de una religión revelada; pero esta permanece como algo que rebasa los límites de la razón. Muestra ideas de su época -la Ilustración- y también la supera en profundidad y riqueza de matices sobre el sentido del hombre, de la historia y de la religión.

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