El Teatro de Valle-Inclán: Modernismo, Farsa, Esperpento y Estructura de ‘Luces de Bohemia’


El Teatro de Valle-Inclán: Evolución y Estética

El teatro de Valle-Inclán arranca del Modernismo, pero pronto inicia un arte vanguardista. Se puede dividir su obra en etapas cronológicas y estilísticas a la vez. La primera etapa sería una etapa de marcado carácter modernista. Después, el teatro de Valle adopta dos direcciones fundamentales: la del mito y la de la farsa. Finalmente, desemboca en el esperpento.

a) Obras Modernistas

Dentro de las obras modernistas, la más significativa de este grupo es El Marqués de Bradomín (1906). Es una adaptación parcial de la Sonata de otoño y con ella inicia la técnica de los múltiples lugares de la acción. Los personajes se mueven en un ambiente irreal y hablan con un lenguaje aristocrático y refinado, característico de estas primeras obras.

b) Ciclo Mítico

En las obras pertenecientes a este ciclo, Valle parte de la Galicia real, con sus formas de vida y su estructura social, con sus paisajes y sus paisanos, y a partir de ella crea una imagen del hombre y del mundo. Esta imagen ya no es social, aunque parta de una estructura social, ni histórica, aunque parta de un momento de su historia, pues los elementos y fuerzas que la constituyen son mitificados por Valle-Inclán. Esta sociedad arcaica es el ambiente en el que actúan una serie de fuerzas primarias que rigen la existencia del hombre: el mal, la irracionalidad y la animalidad humanas, el sexo y la muerte. Este ciclo está constituido fundamentalmente por la trilogía Comedias bárbaras y por la obra Divinas palabras.

Las Comedias bárbaras constituyen una trilogía protagonizada por don Juan Manuel Montenegro y sus hijos. El pueblo gallego aparece como telón de fondo en estas tres obras y Valle crea para estos campesinos un lenguaje en el que arcaísmos castellanos se mezclan con una sintaxis gallega. Frente al pueblo están los Montenegro, personajes que encarnan los impulsos elementales de los seres humanos: la lujuria, la soberbia, la avaricia. Viven en un mundo de valores absolutos donde no hay término medio entre el bien y el mal. El diablo es el señor de este mundo en el que el hombre se mueve indefenso frente a fuerzas misteriosas y maléficas. Las Comedias bárbaras constituyen, en realidad, un solo drama perfectamente estructurado y del que cada obra sería un acto.

Divinas palabras es la última obra del ciclo mítico, aunque hay que señalar que en ella ya está presente la deformación esperpéntica. La acción se organiza en torno a un enano hidrocéfalo y se refleja la codicia que despierta su explotación y su grotesca y trágica muerte final. En esta obra apenas hay elementos positivos que se opongan a las fuerzas del mal, de las que se hace, en cambio, un amplio despliegue: lujuria, incesto, hipocresía, avaricia, crueldad… Los personajes son seres toscos y primitivos y de una total ignorancia moral. Están situados más allá de toda ética y de toda responsabilidad moral, lo que los relaciona con los héroes de la tragedia clásica.

c) Las Farsas

Distinto camino al de la mitificación de Galicia sigue la farsa. El ciclo de las farsas es uno de los caminos por los que Valle se acerca al esperpento, pues encontramos en este ciclo una caricatura maliciosa de ambientes y figuras. A este ciclo pertenecen cuatro obras:

  • Farsa infantil de la cabeza del dragón (1909)
  • La marquesa Rosalinda (1912)
  • Farsa italiana de la enamorada del rey (1920)
  • Farsa y licencia de la reina castiza (1922)

La primera tiene como núcleo de su trama argumental un cuento infantil. La segunda se desarrolla en un aristocrático marco dieciochesco, en el que no faltan ninguno de los tópicos galantes del Modernismo: la marquesa frívola, el paje enamorado, el cisne, la glorieta del jardín, el violonchelo… En Farsa italiana de la enamorada del rey se maneja un falso siglo XVIII. Los escenarios de la acción son una corte modernista y una venta cervantina como polos opuestos y simbólicos de la nobleza y del pueblo. Valle presenta una visión demoledora de la monarquía. Sobre el rey y sus ministros acumula una serie de elementos caricaturescos que reflejan valores negativos de la España contemporánea, dando una visión de la realidad que ya es casi esperpéntica. En Farsa y licencia de la reina castiza, los elementos sentimentales han desaparecido y la degradación de la realidad es completa. Valle nos presenta la corte isabelina poblada por una galería de mamarrachos carentes de escrúpulos y de dignidad que usan un lenguaje achabacanado. Este lenguaje refleja el mundo degradado de la corte de Isabel II.

d) Los Esperpentos

La definición y la teoría del esperpento la formuló Valle de forma un tanto fragmentaria en tres ocasiones: en la escena XII de Luces de bohemia, en el prólogo y en el epílogo de Los cuernos de don Friolera y en una conversación con el periodista Gregorio Martínez Sierra recogida en ABC en 1928. Valle aplica por primera vez el término esperpento a Luces de bohemia.

El esperpento es básicamente una deformación de la realidad. Los rasgos más característicos del esperpento son los siguientes:

  • Adopta lo grotesco como forma de expresión. Este rasgo se identifica, por ejemplo, en la mezcla del mundo real y el de la pesadilla, etc.
  • Lo grotesco se expresa a través de un humor que puede desembocar en el sarcasmo.
  • Código doble. En la base de los esperpentos parece haber un doble código: por un lado, el aparente de burla y caricatura de la realidad y, por otro lado, el significado profundo, cargado de crítica e intención satírica.
  • Contrastes violentos, que se logran acercando situaciones vitales esencialmente distantes.
  • Presencia de la muerte como elemento fundamental.
  • Humanización de los animales y de las cosas.
  • Muñequización, animalización y cosificación de los seres humanos.
  • Desgarro lingüístico. Se deforma el idioma y se hace uso del habla popular desgarrada, que estaba de moda en el ambiente de la bohemia.

Dentro de los esperpentos teatrales destacan Luces de bohemia y la trilogía Martes de carnaval.

Luces de bohemia (1920) se centra en la última noche de la vida de Max Estrella, poeta miserable y ciego. Pero la obra supera la anécdota del fracaso y muerte de un escritor mediocre y se convierte en una parábola trágica y grotesca de la imposibilidad de vivir en una España deforme, injusta, opresiva y absurda, donde no tienen sitio la honestidad o el arte noble. En Luces de bohemia, Valle entierra la literatura que va desde el Romanticismo al Modernismo. El nacimiento de una estética lleva aparejada la muerte de otra. Valle acomete ahora los esperpentos y abandona esos mundos irreales construidos sobre modelos literarios.

También pertenece al ciclo esperpéntico la trilogía Martes de carnaval. Las tres obras coinciden en ofrecernos el retrato degradante de individuos que pertenecen al estamento militar. Su sistema de valores (el heroísmo, el honor…) aparece total y absolutamente degradado. En Martes de carnaval el dramaturgo lleva aún más lejos que en Luces de bohemia el proceso esperpentizador. No encontramos ni un solo personaje digno. Solo hay fantoches ridículos y deshumanizados. Los cuernos de don Friolera es una parodia de los dramas de honor calderoniano y una sátira antimilitarista. En Las galas del difunto se esperpentiza el mito literario de don Juan Tenorio. La parodia literaria se mezcla con una dura crítica de la guerra de Cuba. Por último, La hija del capitán es una denuncia violenta, grotesca y esperpéntica de la dictadura militar.

e) Última Etapa

La última etapa de Valle está configurada por cinco piezas que incluye en el Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte. Estas obras no son propiamente esperpentos, aunque tengan aspectos relacionados con él. Son obras en las que Valle vuelve a su obsesión por el mal en el mundo.

Estructura de ‘Luces de Bohemia’

Luces de bohemia prescinde de la división en actos y se compone de 15 escenas. Se puede separar, ante todo, las tres últimas escenas que constituyen, con toda evidencia, un epílogo (tras la muerte del protagonista). Las escenas I-XI se reparten del siguiente modo:

  • Un «preludio»: la escena I (Max en su casa: deseo de morir).
  • El «cuerpo central» de la obra o la peregrinación de Max por la noche madrileña. Son las escenas II-XI, que, a su vez, se repartirían en dos etapas iguales y simétricas:
    • 1ª. Escenas II-VI: hasta la estancia de Max en el calabozo con el obrero catalán.
    • 2ª. Escenas VII-XI: desde su salida de la cárcel hasta la muerte del obrero catalán.

Obsérvese el paralelismo: ambas «etapas», compuestas por un mismo número de escenas (cinco), terminan con un momento «fuerte» y con la presencia del mismo personaje; el tono claramente trágico.

  • El final de la peregrinación: Escena XII (Max vuelve a su casa; su muerte. Nótese el paralelismo con la escena I). Por otra parte, es la escena en que se expone la conocida «teoría del esperpento», como recapitulación, como para dar sentido a todo lo que antecede.
  • Y quedaría, en fin, el aludido epílogo (escenas XIII-XV). Un nuevo paralelismo se establece entre la última escena y la I: se lleva a cabo aquel suicidio «anunciado» al principio de la obra.

En suma, se trata de una estructura perfectamente medida. Ha de destacarse, por ejemplo, con qué maestría se establecen violentos contrastes entre escenas trágicas y escenas grotescas; pero, sobre todo, debe ponerse muy de relieve cómo tal estructura permite a Valle una progresión agobiante en la tragedia grotesca de Max Estrella.

Temas en ‘Luces de Bohemia’

La obra presenta varias líneas temáticas:

La Evocación de la Bohemia

Es uno de los temas centrales de la obra. Valle nos presenta tanto los aspectos heroicos como las facetas más sórdidas de la bohemia. La bohemia es, ante todo, una forma de vida. Los artistas bohemios se marginan voluntariamente del medio social burgués con la intención de formar una sociedad aparte en la que pueda vivirse colectivamente la pasión por el arte. La bohemia se vincula originariamente a la sociedad romántica francesa y se desarrolla en París. Así, en numerosos pasajes de la obra se alude a París. La miseria es un mal que el bohemio combate desempeñando los más diversos trabajos que son siempre mal retribuidos y que constituyen una traición a sus propios principios. Como consecuencia de esa miseria, el bohemio frecuenta el mundo de la marginalidad social. Así, en su vagabundeo por la noche madrileña Max se relaciona con prostitutas y delincuentes. El bohemio busca la consagración literaria, pero lo hace rechazando ser asimilado por el mundo literario oficial. Esta reacción contra el mundo literario establecido se traduce en el rechazo del realismo literario finisecular. Además, la bohemia reacciona contra el poder establecido y contra todo lo que suponga una forma de autoridad. Esta actitud antiautoritaria se manifiesta en la crítica hacia los políticos contemporáneos o en la denuncia de la corrupción política.

El Esperpento

Con Luces de bohemia, Valle inaugura una nueva estética literaria, la del esperpento, que queda definida en las propias páginas del libro. La estética seguida en la obra se convierte así en uno de sus temas. Además, debe recordarse que la obra se subtitula precisamente Esperpento. Según señala Max, España es una deformación grotesca de la civilización europea. Por eso, para reflejar una realidad deformada debe utilizarse también una estética distorsionada como es el esperpento. El esperpento intenta deformar la imagen en el espejo cóncavo para que coincida con su aspecto original. No se trataría, pues, de un procedimiento grotesco, sino de una recomposición de la imagen original, de la realidad auténtica.

El Tema Social y el Tema de España

La obra contiene una contundente protesta social. Valle opta por una literatura que denuncie los males del país. La romántica rebeldía del bohemio se dirige contra el sistema capitalista y la sociedad burguesa. Max adopta una actitud de desacato a la autoridad, a las fuerzas del orden establecido. Valle acusa a una serie de figuras de la política del momento, relacionadas con el poder corrupto. Maura, Castelar, Romanones o el mismísimo Alfonso XIII sufren en la obra, en diferentes grados, insultos, ironías y burlas que provienen de distintos personajes. En el fondo no es más que la denuncia valleinclanesca de la corrupción política y del mal gobierno. Caciquismo y nepotismo son muestras de un mal social endémico, el abuso de poder de la aristocracia y de la alta burguesía.

El Tema Religioso

El tema religioso se plantea en la obra de dos maneras diferentes. Por un lado, se habla de ello abiertamente en la escena II y en la escena IX. Y, por otro lado, aparece de forma sutil a lo largo de toda la obra.

La Muerte

Es la miseria en la que vive el escritor Max Estrella lo que lo lleva a proponer el suicidio familiar ya al principio de la obra. También al final de la obra, poco antes de morir, Max le vuelve a insistir a don Latino con el tema del suicidio. Las premoniciones y presagios sobre la muerte son constantes a lo largo de toda la obra y se ven confirmadas al final de la misma no solo cuando muere Max sino también cuando nos enteramos del suicidio de Madama Collet y de Claudinita. La propuesta inicial de Max Estrella, el suicidio colectivo, se cumple fatalmente. En la escena XIII la muerte es uno de los temas principales pues, ya fallecido Max, se produce la pintoresca intervención de Basilio Soulinake, que argumenta la supuesta catalepsia de Max, y la portera y el cochero constatan la muerte real del protagonista. Pueden contemplarse dos actitudes diferentes ante el cadáver de Max. Ante lo presuntuoso y falsamente científico de la propuesta de Soulinake, se opone la visión popular y realista de la portera.

El Tiempo en ‘Luces de Bohemia’

El Tiempo Dramático

Luces de bohemia respeta la unidad de tiempo, porque su acción se desarrolla en menos de veinticuatro horas, tal como fijaba la preceptiva clásica. La acción se inicia en la hora crepuscular y sobre todo se desarrolla durante la noche; la muerte del protagonista se produce cuando remotos albores de amanecido anuncian la llegada de un nuevo día y cuando el reloj de la iglesia da cinco campanadas bajo el gallo de veleta y la obra finaliza en la tarde siguiente. Las escenas I-XII ocupan casi exactamente doce horas: desde el crepúsculo al alba. Entre las escenas XII y XIII hay un lapso temporal de once horas, ya que la escena XIII empieza antes de las cuatro de la tarde, hora en que debe llegar la funeraria a recoger a Max. El tiempo dramático es lineal, aunque ofrece una pequeña y apenas importante simultaneidad entre las escenas VI y VII, ya que mientras Max Estrella se encuentra en la cárcel (VI), se supone que en ese mismo momento Don Latino y los modernistas protestan en la redacción de El Popular (VII). También pudieran ser simultáneas las escenas XIV y XV, ya que en la primera se produce el diálogo entre Rubén Darío y Bradomín, y en la segunda encontramos a Don Latino en la taberna de Pica Lagartos.

El Tiempo Histórico

Se recrea una época caracterizada por su inestabilidad política y social y por la ausencia de soluciones viables para los problemas nacionales.

El Espacio en ‘Luces de Bohemia’

Luces de bohemia carece de unidad espacial. Ninguna escena transcurre en el mismo lugar que la anterior (lo que dificulta su escenificación) y únicamente se desarrollan en un mismo espacio las escenas tercera y última (en la taberna de Pica Lagartos) y las escenas primera y decimotercera (en casa de Max Estrella). La obra transcurre en un Madrid absurdo, brillante y hambriento. Max Estrella y Latino de Hispalis realizan un peregrinaje por la noche madrileña, en la cual van recorriendo diferentes ambientes. La calle cobra especial importancia en la obra. En la calle se desarrollan los disturbios y enfrentamientos entre el pueblo y la policía, que constituyen el telón de fondo de la acción principal. En la calle es detenido Max por escándalo público. En la calle transcurre la desgarradora escena de las lamentaciones de la madre del niño muerto. En la calle, en fin, termina sus días Máximo Estrella de forma patética. Max y Latino recorren la calle de la Montera, donde se ubica la taberna de Pica Lagartos. También se alude a la Puerta del Sol, donde se encuentra la «Delegación» cuyos calabozos visita Max; a la plaza Cibeles, donde se producen los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía; al Viaducto desde el que Max quiere suicidarse. Pero sobre estos lugares cobra especial relevancia el Callejón del Gato. En una ferretería allí situada es donde se encuentran los espejos que deforman la imagen de quien se mira en ellos. A este callejón han ido a pasearse los héroes clásicos, cuya imagen deformada origina el esperpento. Frente a este Madrid absurdo, brillante y hambriento se alza el recuerdo de París, el escenario de los tiempos gloriosos de la bohemia.

Arte y Lenguaje del Esperpento

La deformación, la distorsión de la realidad, está en la base del esperpento. La degradación de los personajes se manifiesta, entre otras cosas, por los frecuentes rasgos de animalización, cosificación o muñequización. Los hombres se transforman en perros, camellos, cerdos, etc.; o en fantoches o peleles. Fundamental es el empleo de contrastes, especialmente entre lo doloroso y lo grotesco. En este sentido, la cima sería el velatorio de Max (escena XIII). Contraste sangrante es el que se establece, en la escena XI, entre el dolor de la madre y la rebeldía de algunos personajes, por un lado, y el conformismo de los «defensores del orden establecido», por otro. No menos característico es el tipo de humor: la mordacidad, la risa agria. Risa que, según un personaje, sirva a los españoles de consuelo del hambre y de los malos gobernantes. Pero, para Valle, es más bien una forma de ataque demoledor. En cuanto al lenguaje, asombra su riqueza y la variedad de registros empleados. Los más diversos tonos aparecen con el fin de caracterizar a los personajes o al servicio de la parodia o de la intención crítica: el lenguaje pedante o cursi, el uso paródico de frases literarias, el empleo con semejante intención de expresiones formularias o administrativas (en funcionarios y policías), el desgarro coloquial y los vulgarismos sabiamente manejados, incluidos los exabruptos violentos y el léxico y los giros del habla madrileña castiza. Todo ello nos conduce al arte del diálogo. Señalemos solo la oportunidad y exactitud con que se suceden las réplicas, combinando ágilmente los tonos y rasgos aludidos. Y junto a ello, su marcha nerviosa, rápida: dominan claramente las réplicas de una, dos o tres líneas. Paralelamente, debe destacarse el arte de las acotaciones. Tienen un carácter marcadamente literario. Cuando se trata de dibujar un escenario, un ambiente, es asombrosa la calidad pictórica conseguida con rápidos brochazos, a base de un empleo deslumbrante de la frase nominal. Las mismas calidades ofrecen los bocetos de personajes y la descripción de actitudes.

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