El Teatro Español Posterior a la Guerra Civil


El Teatro Cómico

Tuvieron gran éxito los sainetes y las comedias costumbristas. Lo cultivaron los hermanos Álvarez Quintero, que en sus sainetes llevaron a escena una Andalucía superficial y falsa. Destaca Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, una comedia descabellada cuyo único objetivo era alcanzar la carcajada. Su obra más conocida es La venganza de Don Mendo. También destaca Carlos Arniches, autor de sainetes de ambiente madrileño, en los que creó un lenguaje que el pueblo de Madrid acabó imitando. Cultivó la tragedia grotesca, una modalidad teatral que mezcla lo cómico y lo patético, como en su obra La señorita de Trevélez.

Alfonso Sastre

Formó parte del teatro de agitación social. En los años 40, escribe un teatro metafísico, de inquietud existencial. Desde 1950, practica un teatro de crítica social que se irá radicalizando con el tiempo, como se ve en Escuadra hacia la muerte. La tercera etapa corresponde a la tragedia compleja, en la que une la caricatura grotesca al estilo de Valle-Inclán con el distanciamiento objetivista propuesto por Bertolt Brecht. Un asunto controvertido fue el posibilismo, que Sastre criticó por considerarlo una postura cómoda.

El Teatro Español Posterior al 39

1. El Teatro de los Años 40

Comparado con la riqueza del teatro extranjero, el teatro español posterior a la guerra presenta evidentes limitaciones. El teatro de la primera posguerra cumplió básicamente dos funciones: entretener, pues el público prefería el esparcimiento a la evocación de la tragedia reciente, y transmitir la ideología del régimen.

En toda esta producción, cabe señalar las siguientes tendencias:

  • La comedia burguesa, en la línea del teatro benaventino. Cumplió la función de entretener y educar mediante el elogio de la virtud. Se caracteriza por la perfecta construcción y por su intrascendencia. Sobresalen los temas del amor y la exaltación de la familia, el matrimonio y el hogar, con personajes mayoritariamente burgueses, como su público. Autores y obras son, además del propio Jacinto Benavente: José María Pemán (Los tres etcéteras de Don Simón).
  • El teatro humorístico, en el que destacan dos autores:
    • Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor inverosímil.
    • Miguel Mihura, cuyas comedias denuncian lo absurdo de la vida cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales.

2. El Realismo Social de los Años Cincuenta

Antonio Buero Vallejo

Se suelen observar tres etapas en su producción dramática:

  1. Obras de enfoque existencial y una técnica teatral realista: Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad, Hoy es fiesta.
  2. Enfoque social y ético, con una técnica teatral más compleja. Escribe dramas simbólicos, en los que se vale del pasado para reflexionar sobre el presente: Un soñador para un pueblo, Las Meninas.
  3. Obras de contenidos sociales y políticos más explícitos, con incorporación de experimentos escénicos: La doble historia del doctor Valmy.

Alfonso Sastre

En los años cuarenta escribe un teatro metafísico, de inquietud existencial: Uranio 235.

Desde 1950 practica un teatro de crítica social que se irá radicalizando con el tiempo.

La tercera etapa corresponde a la tragedia compleja, en la que se aúnan la caricatura grotesca al estilo de Valle-Inclán y el distanciamiento objetivista propuesto por Bertolt Brecht.

3. El Teatro desde los Años Sesenta y Setenta hasta la Actualidad

Un grupo de autores jóvenes, siguiendo los planteamientos realistas iniciados por Buero Vallejo y Sastre, ofrecen a lo largo de la década siguiente una propuesta teatral con una clara actitud de denuncia de las injusticias sociales y de la alienación del individuo, con las limitaciones de la censura. Se vale de un realismo directo y crítico. Pero, a la vez, otros dramaturgos se han lanzado a una renovación de la expresión dramática. En este teatro experimental predominan los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo, con una influencia notable de Valle-Inclán.

Entre los autores de esta corriente, podemos señalar a los vanguardistas, los simbolistas y el teatro independiente. Entre los primeros encontramos a Fernando Arrabal y Francisco Nieva.

  • Las obras de Arrabal podrían situarse entre el esperpento, el surrealismo y el teatro del absurdo.
  • Francisco Nieva, según él mismo, escribió tres tipos de teatro: teatro furioso (Pelo de tormenta, 1973), teatro de farsa y calamidad (Malditas sean Coronada y sus hijas), y teatro de crónica y estampa (Sombra y quimera de Larra).

Los simbolistas se caracterizan por un marcado pesimismo y el frecuente uso de la simbología animal. Es recurrente el tema del poder opresor y emplean elementos provocadores como la sexualidad, un lenguaje escatológico y agresivo, y la violencia física y verbal.

Surge, por último, un teatro que aborda realidades muy actuales y traza vivos retratos sociales con un nuevo costumbrismo, con un matiz irónico revitalizando antiguos géneros populares.

Dejar un Comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *