EL TEATRO RENOVADOR: TENDENCIAS. FEDERICO GARCÍA LORCA
En el siglo XX se produjeron diversos intentos de renovación del panorama teatral, dominado al final del siglo anterior por el drama realista y la obra de José Echegaray, un teatro colmado de conflictos extremos y con gran apasionamiento verbal y gestual. No todos los intentos de renovación teatral gustaron al público; otras líneas teatrales de la época sí gozaron del favor de los espectadores, como el caso de la comedia burguesa, el teatro cómico o el teatro poético o en verso. Hay otra línea teatral conocida como teatro renovador. Se trata de un teatro que pretende acabar con todas las tendencias anteriores y crear así un producto nuevo, diferente. Dentro de este teatro renovador o innovador son varias las tendencias que entroncan con los gustos de una minoría pequeño-burguesa que huye del teatro más comercial. Este teatro queda fuera de los escenarios en su gran mayoría. Entre los primeros intentos de renovación teatral destacan las aportaciones de Unamuno y Azorín. Además destaca la labor de Jacinto Grau, Miguel Hernández, así como de otros autores que la desarrollan en el exilio como Rafael Alberti y Max Aub.
– El teatro desnudo de Unamuno
Él pretende llevar un dramatismo esencial, abogando por un teatro desnudo, que entronca con el resto de su producción. Supone este teatro la reducción de los personajes al mínimo, las pasiones al núcleo de las mismas, la acción al mero esquema de la misma. Construye un teatro que consiste en un método de conocimiento, no de entretenimiento. Entre sus obras: Sombras de sueño o El otro.
– El antirrealismo de Azorín
El teatro de este autor es similar a su narrativa en el sentido de la experimentación y la búsqueda de una realidad más tenue y a la vez más perdurable. Luchó por un teatro antirrealista que incluyera lo subconsciente y maravilloso. Consideraba esencial la transformación de la técnica y de la estructura del espectáculo y destacó el diálogo y la iluminación. Destaca la trilogía Lo invisible.
– Otros autores
Jacinto Grau domina una amplia gama de recursos y estilos, pero triunfa más en el extranjero. Alberti unió el drama con un espectáculo lleno de modernidad, cargado de efectos visuales. Miguel Hernández destaca con su obra Teatro en la guerra y Max Aub, utiliza técnicas vanguardistas que llevan su teatro al escape de la realidad.
FEDERICO GARCÍA LORCA
Lorca, con su espectáculo total, en el que no solo la palabra tiene importancia, sino que todos los elementos escenográficos la cobran por igual. Su producción dramática expresa los problemas de la vida y de la historia a través de un lenguaje cargado de connotaciones. Son muchísimas las fuentes a las que acude Lorca, al igual que hizo en su poesía. Así, veremos influencias de numerosas tendencias y autores, desde Shakespeare al teatro clásico español, pasando por el teatro de títeres.
– Primeros dramas y farsas
Están emparentados con el teatro modernista, como ocurre en Mariana Pineda, que conecta con el drama histórico. Sus cuatro farsas abordan el conflicto derivado del matrimonio de conveniencia entre el viejo y la joven. Se sirve de las formas populares del teatro de títeres por medio de las farsas para guiñol en la Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita y en el Retablillo de don Cristóbal; en las farsas para personas trata el tema de la ilusión insatisfecha y del poder de la imaginación. Estas obras son La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín.
– Comedias “imposibles”
Se reúnen tres comedias en las que influye el surrealismo. Anticipa la ruptura de la lógica espacio-temporal, desdoblamiento de la personalidad, posibilidad de varias interpretaciones. En Así que pasen cinco años vemos un complejo simbolismo que ha generado diversas interpretaciones, centrándose en el drama existencial de un joven que siempre tiene que esperar a una chica a la que quiere; en El público, vemos el proceso mental de un director de escena. Esta obra es puramente surrealista, pues muestra un mundo onírico a través de muchos personajes simbólicos; en Comedia sin título, de solo un acto conocido, presenta las relaciones entre drama y realidad.
– Tragedias y dramas
Son las más conocidas y las que han marcado un antes y un después en el teatro español. Él mismo declaró que quería escribir una “trilogía dramática de la tierra española”, de la que contamos con Bodas de Sangre y Yerma. Algunos críticos consideran que la tercera es otra de las escritas por el autor, la mayoría prefiere considerar la tercera como La casa de Bernarda Alba. Las tres se desarrollan en un ambiente rural en el que la naturaleza y sus fuerzas imponen un destino trágico. El argumento tiene poca importancia, hay pocos personajes y a veces intervienen coros o elementos simbólicos.
Es esencial para entenderlas tener en cuenta las dos fuerzas opuestas que tienen cabida en estas obras: el principio de autoridad y el principio de libertad, puesto que siempre hay un instinto que lucha por ser fiel a sí mismo y quebrar las barreras impuestas por la autoridad.
– Bodas de sangre
Dramatiza el poder de la pasión, el sexo, la tierra. Enfatiza la fuerza imparable de los instintos. Incluye figuras alegóricas de la Luna y la Muerte, símbolos esenciales lorquianos. Se da una progresiva desrealización en la obra.
– Yerma
Presenta la esterilidad como una maldición para la protagonista. Todo a su alrededor es fecundo menos ella. Lorca elimina lo alegórico en beneficio de lo ritual. Concede importancia al coro de lavanderas, que comentan la acción, y a las canciones de Yerma, que marcan su recorrido emocional.
– La casa de Bernarda Alba
Muestra a la perfección el conflicto citado de autoridad frente a libertad. La acción transcurre en un espacio hermético y queda enmarcado por la palabra de Bernarda, “¡Silencio!”. Resulta realmente impactante el don que tiene Lorca para captar la psicología femenina.