Emociones, Identidad y Conocimiento: Un Viaje a Través de la Psicología y la Filosofía


Emociones y Cultura: Una Perspectiva Sociológica

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que experimentamos frente a personas, objetos o situaciones que nos afectan de manera positiva o negativa. Estas respuestas inmediatas tienen efectos fisiológicos en nuestro cuerpo y se derivan de seis emociones básicas: sorpresa, asco, tristeza, ira, miedo, alegría y amor. Estas emociones dan lugar a sentimientos más duraderos, que pueden ser expresados verbalmente.

Sin embargo, según la pensadora Sara Ahmed, las emociones no son estados psicológicos, sino prácticas culturales construidas que influyen en nuestras vidas. Lo que nos avergüenza, nos produce odio o nos genera orgullo varía en diferentes culturas, ya que se construye a través de prácticas culturales específicas que moldean nuestras identidades y crean políticas colectivas y alianzas sociales. Las emociones son, por tanto, constructos culturales que aprendemos y que tienen un poder afectivo en nuestra forma de vivir.

Tipos de Identidad: Un Mosaico Complejo

En cuanto a los tipos de identidad, se pueden destacar los siguientes:

  • Identidad cultural
  • Identidad religiosa
  • Identidad nacional
  • Identidad racial
  • Identidad socioeconómica
  • Identidad de género y sexual
  • Identidad profesional

Cada persona otorga mayor importancia a alguna de estas identidades en su proceso de construcción de la personalidad. La identidad cultural es una de las más importantes, ya que nacemos en un determinado contexto lingüístico y nos educamos en tradiciones morales y religiosas específicas, con las cuales nos identificamos a lo largo de nuestras vidas. La lengua materna, la religión de nuestra infancia y las tradiciones culturales en las que nos educamos son parte importante en este proceso complejo y dinámico de construcción de la identidad personal.

Sin embargo, la mezcla de elementos raciales, lingüísticos, morales y religiosos no se puede separar en compartimentos estancos en la vida de cada persona, lo que dificulta determinar cuál es la identidad preeminente de cualquier individuo. Por ejemplo, la raza puede haber definido de manera determinante los procesos de construcción de la identidad de personas como Martin Luther King o Nelson Mandela, pero eso no significa que la identidad socioeconómica no haya jugado un papel importante en sus vidas. Del mismo modo, las convicciones religiosas de Mahatma Gandhi jugaron un papel importante en su lucha por la independencia de la India, pero eso no le impidió identificarse plenamente con las reivindicaciones nacionales, sociales y políticas de los indios contra el Imperio británico.

El Racionalismo: La Primacía de la Razón

El racionalismo es la corriente filosófica que comienza en el siglo XVII con la filosofía cartesiana y supone el comienzo de la Modernidad. Se da en la Europa continental: en Francia, con René Descartes; en Holanda, con Baruch Spinoza; y en Alemania, con Gottfried Leibniz. Sus características generales son las siguientes:

  • Primacía de la razón sobre los sentidos.
  • Primacía del sujeto sobre la realidad.
  • Existencia de ideas innatas.
  • Uso del método deductivo propio de la geometría.

El Racionalismo Cartesiano

En el siglo XVII, René Descartes quiso crear un sistema filosófico que fuera capaz de descubrir con absoluta certeza todas las verdades. Para ello, tomó como modelo el método deductivo de la geometría, la ciencia más rigurosa y exacta. La filosofía debía encontrar sus propios axiomas y sus propias reglas y someterse a ellas.

Tras varios intentos fallidos, por fin creyó encontrar las reglas del método: la evidencia, el análisis, la síntesis y la enumeración.

Los conocimientos evidentes son «claros» y «distintos», y se conocen por intuición. La primera regla (la evidencia) se concreta en la duda metódica, esto es, en utilizar la duda como método para averiguar la verdad: únicamente admitir como verdadero lo absolutamente indudable. Tras dudar tanto del conocimiento sensible como del racional, surge la primera certeza indudable: soy una cosa que piensa; pienso, luego existo. Eso es lo único que por ahora sabe con absoluta certeza, que es una cosa pensante. Partiendo de esa verdad indudable deduce todas las demás verdades: el «yo pensante», la idea de «infinito perfecto» (que corresponde a Dios) y la idea de «finito imperfecto» (que corresponde al mundo material, a lo extenso); deduce además que Dios no solo existe como idea, sino también como realidad; y, por último, deduce igualmente que existe el mundo extenso. La realidad queda demostrada a partir de las ideas del yo pensante.

Conocimiento Sensible: Sensación y Percepción

Conocimiento sensible: En psicología y filosofía, se suele hacer una distinción entre sensación y percepción, aunque en el lenguaje cotidiano se utilizan indistintamente. Ambas forman parte del conocimiento sensible.

La sensación es un proceso fisiológico en el que una energía o estímulo produce una alteración en un órgano sensorial. Sin embargo, la sensación en sí misma no es conocimiento. Los seres humanos entran en contacto con el mundo exterior a través de los sentidos, como la vista, el oído y el tacto. Estos sentidos se activan cuando los órganos sensoriales se alteran por ciertos estímulos, como la luz o las ondas sonoras. Estas alteraciones generan impulsos eléctricos que se transmiten al cerebro a través del sistema nervioso. Es importante destacar que, aunque los ojos, por ejemplo, captan la luz, es el cerebro el que decodifica y da sentido a la información sensorial.

Por lo tanto, la percepción es un proceso en el que las sensaciones se organizan y se les da un sentido. En la percepción, las sensaciones se convierten en conocimiento, ya que se reconocen los objetos y se les atribuye significado. La percepción no es un proceso aislado, sino que está influenciada por factores como los intereses, las expectativas, las experiencias pasadas, las actitudes, la cultura y el entorno en el que se desarrolla la vida del individuo. Además, la formación de percepciones está sujeta a leyes que rigen la organización y agrupación de los estímulos perceptivos, como las estudiadas por los psicólogos de la Gestalt. Es importante tener en cuenta que la percepción no se limita solo a las sensaciones, sino que también involucra otros factores cognitivos, emocionales y evaluativos.

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