Enseñanza religiosa en España: Derechos, diferencias y aportes a la cultura


1. Derechos y leyes que justifican la enseñanza de la religión

La enseñanza de la religión católica es necesaria para que el alumno adquiera una formación plena e integral, que es lo que pretende la escuela. Para que el alumno alcance esta formación integral, debe desarrollar todas sus capacidades. Entre ellas, la religiosa y moral aportarán sentido a su vida.

Los derechos y las leyes que justifican la presencia de la enseñanza de religión son el derecho de los padres a la formación religiosa y moral de sus hijos según sus convicciones, tal como se afirma en la Constitución española en el artículo 27.3. Por este motivo, el Estado está obligado a garantizar que se cumpla en todos sus términos.

Las leyes básicas que regulan la enseñanza religiosa derivan de este derecho. Son principalmente los Acuerdos o Convenios de carácter internacional firmados entre el Estado Español y la Santa Sede. Teniendo en cuenta estos Acuerdos o Convenios, el Estado debe garantizar la presencia de la enseñanza de religión en sus propias leyes de desarrollo sin discriminaciones y con un tratamiento equivalente al resto de enseñanzas. También la enseñanza de la religión católica está respaldada por los principios internacionales recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Por conclusión, se afirma que la enseñanza de religión es una asignatura más establecida en la Constitución española y que se ha de impartir en las escuelas para garantizar la formación plena de los alumnos.

2. Diferencias entre filosofía, religión, experiencia religiosa y praxis moral

La religión se asocia a la búsqueda de la verdad. Doctrinas filosófico-religiosas, como el pitagorismo o neoplatonismo, han unido prácticas religiosas con actitudes filosóficas. Religión y filosofía van más allá de los fenómenos de los que se tiene experiencia directa. Así pues, esta verdad buscada aparece en la religión como Misterio absoluto y en la filosofía como realidad absoluta.

Por una parte, la diferencia entre la filosofía y la religión es que la filosofía surge de un saber universal en el hombre y se trata de una explicación teórica que satisfaga sus ansias de verdad. Asimismo, la relación con el absoluto metafísico es solamente teórica y lo que más predomina es la razón humana. En cambio, la religión nace de un deseo de salvación en el que el hombre busca la liberación definitiva en el Misterio absoluto, que es el único capaz de dar sentido a su vida. Así pues, la relación del creyente con lo divino está unida por la oración y el culto, es decir, se trata de un encuentro entre ambos donde las emociones son fundamentales. Finalmente, para la religión la fuente de todo su conocimiento del mundo y del destino del hombre está en la revelación que la divinidad le ha otorgado. Por otra parte, la diferencia entre experiencia religiosa y praxis moral es que la experiencia religiosa explica que la piedad religiosa se une a la mística con la divinidad buscando la salvación, de manera que el hombre busca lo divino, lo ama y hace una reverencia ante lo que es superior a él. En cambio, la praxis moral afirma que la moralidad busca la promoción integral del ser humano, por lo que el hombre busca su realización en la práctica de los valores. En conclusión, la filosofía es únicamente la búsqueda de la verdad a través de teorías. Sin embargo, la religión busca la liberación a través de la unión con Dios por medio de oraciones.

3. Cristianismo y otras religiones: Exclusivismo, pluralismo e inclusivismo

La relación entre el cristianismo y las demás religiones ha de integrar dos verdades cristianas fundamentales: que Dios desea la salvación de toda la humanidad y que la salvación es únicamente a través de Jesús. En la moderna teología cristiana se observan tres tendencias que se van a explicar a continuación.

3.1. Tendencia exclusivista

La primera es la tendencia exclusivista, que defiende que solamente la fe cristiana es verdadera y todas las demás religiones son falsas. Hace hincapié en que toda salvación viene de Dios a través de Jesucristo. Distingue entre la fe cristiana, que está basada en la revelación que hace Dios de sí mismo en Jesucristo, y toda religión insignificante en la que se busca a través del hombre la verdad y el sentido últimos. Esta búsqueda está condenada al fracaso. A través de la religión, los hombres intentan justificarse a sí mismos por sus propios actos, su piedad y los intentos de descubrir a Dios sin la gracia divina.

3.2. Tendencia pluralista

La segunda es la tendencia pluralista, también llamada relativista. Defiende que las otras religiones también conducen hasta Dios. Está compuesta por tres variantes:

  • El relativismo cultural, que afirma que cada religión representa a su cultura.
  • El relativismo epistemológico, que afirma que no se puede conocer la verdad absoluta, sino aquello que es verdadero para cada uno.
  • El relativismo teológico, que defiende que todas las religiones son caminos que conducen a la misma meta, por eso, el camino que se elige es personal.

Asimismo, puede estar formada también por el aspecto evolucionista, que se basa en que en el fondo de todas las religiones está la misma esencia.

3.3. Tendencia inclusivista

La tercera y última tendencia es la inclusivista, que es la que sigue la Iglesia católica. Explica que se puede encontrar algo de conocimiento y experiencia de Dios en otras religiones, pero que el verdadero conocimiento y experiencia se encuentra en el cristianismo.

Finalmente, el diálogo con las otras religiones y el anuncio del Evangelio deben estar unidos, ya que va a permitir que todos los hombres y mujeres salvados participen del mismo misterio de salvación de Cristo Jesús por medio del Espíritu.

En conclusión, la tendencia exclusivista explica que existe un único camino para llegar a la cima; la tendencia pluralista habla de que existen numerosos caminos que van todos a dar a la cumbre, y la tendencia inclusivista defiende que existen a la vez un camino principal y unos caminos secundarios que se juntan con él o le están subordinados.

La importancia del diálogo interreligioso y la evangelización, que no son dos actividades que se contrapongan, es muy importante. El diálogo interreligioso es fundamental, pero también el que conoce la verdad de Jesucristo no puede dejar de darla a los demás. Entonces, no porque respetes las otras religiones vas a dejar de anunciar la verdad de Jesucristo.

4. Aportación del cristianismo a la cultura occidental y a la formación de Europa

Para aclarar si el Cristianismo ha jugado un papel decisivo y deberá seguir jugándolo en la formación de Europa, se deben analizar a fondo las raíces de la cultura europea. Lo verdaderamente importante son las raíces culturales, más bien, las fuentes de la cultura.

4.1. Configuración de la vida social

Una de las fuentes es la configuración de la vida social. Esta explica que el cristianismo nace en Israel, en un pueblo de mentalidad oriental, pero crece en Roma a causa de la orientación que dio San Pablo a su labor apostólica. Allí reciben los cristianos una herencia griega y latina que es asumida principalmente por los monasterios, ya que refugiaron la cultura durante los siglos “bárbaros”. La cultura fue fomentada para propagar el Evangelio. Los monasterios realizaron un trabajo cultural admirable y enseñaron a las personas a estructurar la vida social. En la época carolingia, San Benito de Aniano consiguió que Europa se impregnara del espíritu cultural, laboral y religioso de San Benito.

4.2. Colaboración en la política expansiva de Europa

Otra de las fuentes es la colaboración constructiva en la política expansiva de Europa. La labor realizada por la Iglesia católica en las campañas de expansión territorial es muy importante. Los misioneros ayudaron a convertir la conquista en una colonización, ya que se esforzaron por estudiar las lenguas indígenas y otorgarles nivel cultural; los religiosos de la Escuela de Salamanca revisaron la conquista desde el punto de vista moral y jurídico, lo cual sometió a dictamen a la Santa Sede. Asimismo, se intentan oscurecer los logros de la Iglesia con la Inquisición, pero cabe decir que las personas condenadas a muerte fueron únicamente 776 en comparación a los millones de personas que dicen haber muerto. Además, la Iglesia no tenía poder para ejecutar, solamente dictaban si la persona condenada era católica o no.

4.3. Reivindicación y defensa de los derechos humanos

Otra fuente es la reivindicación y defensa de los derechos humanos. La Iglesia cristiana colaboró en la abolición de las prácticas inhumanas como la esclavitud. Asimismo, siete años después de terminar la Segunda Guerra Mundial, fueron tres gobernantes cristianos los que perdonaron y establecieron un nuevo comienzo. La doctrina cristiana ofrece igualdad de todos los seres humanos, por lo que ayudó a dignificar la figura de la mujer.

4.4. Apertura de un campo de libertad investigadora

Otra fuente es la apertura de un campo de libertad investigadora, que se basa en que la ciencia de Europa se hizo posible gracias a la idea transmitida por el cristianismo de que el mundo fue creado por un Dios personal y trascendente. El mundo finito está vinculado a él y se rige por leyes propias. El hombre tiene, por encargo del Creador, que poblar el mundo e investigar las leyes que lo rigen, así podrá convertirlo en un lugar de habitación y encuentro. El conocimiento de las leyes del universo viene por la creencia de que el mundo fue creado como un todo ordenado, sometido a leyes y expresable en lenguaje matemático. La Iglesia no se opone a la ciencia, solamente si algún dato se opone a los bienes de la fe.

En conclusión, para descubrir el centro del Cristianismo y la constitución del espíritu europeo se debe penetrar en los estratos en los que se construyen las grandes corrientes culturales.

5. La dignidad humana a la luz del Evangelio

El hombre únicamente puede explicarse con relación a Dios. Sólo como criatura de Dios, creada a su imagen y semejanza, con el espíritu de Dios en su interior, llamada a una unión con su Creador, el hombre puede plenamente comprender su altísima dignidad. El hombre ha sido creado a imagen de Dios con un alma espiritual y de ahí deriva su alta dignidad de persona. El mensaje fundamental de la Sagrada Escritura anuncia que la persona humana es criatura de Dios y especifica el elemento que la caracteriza y la distingue en su ser a imagen de Dios. De ahí que, por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona; no es solamente algo, sino alguien. La persona humana es un ser personal creado por Dios para la relación con Él, que sólo en esta relación puede vivir y expresarse, y que tiende naturalmente hacia Él.

6. La Biblia como Palabra de Dios: La Revelación divina

La revelación natural está inscrita en el orden de las cosas porque existe por el mero hecho de la creación. Su punto de partida son las criaturas; su luz, la de la razón. Por ella se conoce a Dios como autor del mundo, en su relación causal. Se le conoce en lo creado, por lo creado y como fundamento de lo creado. Y por ella se descubre su voluntad implicada en el orden establecido; y, aunque es verdad que descubre al Dios presente y personal, le escapa el misterio de su persona. Podríamos decir que nos lleva el umbral del misterio, pero no entramos en él. Su presencia es pálida e indeterminada en muchos aspectos. Y al hombre, limitado por su pecado, le resulta oscura, difícil y llena de enigmas.

Además, el hombre que contempla la creación no se siente interpelado por Dios, simplemente nos manifiesta a Dios como su causa, su presencia y sus perfecciones; habla de Dios, pero Dios no habla, no dialoga, está presente, pero callado. Y como consecuencia la respuesta del hombre no termina en un asentimiento de confianza, de fe, sino en una actitud existencial de reverencia y adoración. Sin embargo, como veremos seguidamente en la revelación sobrenatural, Dios interviene como persona en un punto y lugar determinado de la historia y del espacio; inicia con el hombre un diálogo de amistad; le descubre el misterio de su vida íntima y su plenitud de realización; y le invita a una comunión de vida y de bienes. Y el hombre, así directamente interpelado por Dios, responde libremente por la fe a la llamada de Dios y se alía con él. Es decir, contamos además, con una revelación positiva de Dios, recogida en la Sagrada Escritura y que nos da un acceso nuevo a Dios.

Y explicitamos aquí un poco más en qué consiste esta revelación de Dios, desde lo que se nos ha revelado y sus características: La iniciativa de esta revelación, como adelantábamos antes, es Dios: el Padre tiene la iniciativa; Jesús, el hijo por su encarnación es el mediador y el Espíritu hace comprensible la Palabra de Cristo y mueve el corazón del hombre hacia Dios.

7. La Biblia como palabra humana y los géneros literarios

La Biblia no fue escrita por los ángeles ni cayó acabada del cielo tal y como la conocemos hoy. Al contrario, fue compuesta y escrita poco a poco, a lo largo de toda la historia de Israel y de Jesús. La Biblia en su estado actual es el producto de un largo proceso de formación que ha durado unos 1100 años.

Y antes de que las tradiciones de Israel y de las comunidades cristianas quedasen definitivamente recogidas en los libros de la Biblia, fueron comunicadas oralmente durante mucho tiempo, algo habitual en el ambiente cultural semita en el que la memoria y la tradición oral ocupan un lugar fundamental en la transmisión y conservación del patrimonio cultural y religioso.

Poco a poco y de manera fragmentaria estas tradiciones fueron puestas por escrito, seleccionando, ordenando y a veces retocándolas al aplicarlas a nuevas situaciones. De esta forma nos encontramos en la Biblia con los libros que son obra de un solo autor que, de un tirón, le ha dado forma; pero lo más normal es que sean fruto de varios autores en tiempos diferentes, cada uno de los cuales ha recogido y asumido tradiciones diversas, según su intención.

Muy relacionado con la autoría humana de la Biblia está la cuestión de los géneros literarios.

Hay distintas formas de contar una misma cosa y que corresponden a distintas necesidades de la vida de un grupo. Y es que toda sociedad necesita, para existir, crear una literatura. Toda nación tiene sus leyes, sus discursos, sus celebraciones, sus crónicas del pasado, sus epopeyas, sus poemas y sus canciones; del mismo modo la existencia de Israel como pueblo ha hecho que aparezca una literatura con sus diferentes géneros.

Si mencionamos este hecho es porque distinguir los géneros literarios nos ayudará a comprender el tipo de verdad que el autor ha querido transmitirnos. Aquí radica precisamente la importancia de esta cuestión, pues cada autor selecciona entre muchas posibilidades a su alcance aquel género literario que mejor sirve para que el lector comprenda lo que él pretende transmitirle. Y el sentido del texto depende del género literario empleado.

Los géneros literarios son: mito, narrativo o histórico, legislativo, profético, poético, sapiencial, epistolar, apocalíptico.

8. Relación entre la Antigua y la Nueva Alianza en Jesucristo

Llamamos Alianza al pacto de amistad que Dios establece con los hombres. En esta Alianza es Dios el primero en tomar la iniciativa, cuya finalidad es encontrarse con el hombre. Dios, por medio de la Alianza, se compromete con el hombre a ser fiel hasta el final y propone a los hombres que respondan libremente a su amor cumpliendo los mandamientos que serán para el hombre camino seguro de salvación, vida y felicidad.

En la Biblia encontramos las referencias a los distintos pactos o alianzas. Sin embargo, tendríamos que hablar de una única Alianza, que se resume en el Amor que Dios siente por los hombres, pero desgraciadamente, el hombre se aleja constantemente de los mandamientos divinos y se marcha con otros ídolos, esperando que ellos le den la vida que sólo Dios le puede dar. Cuando los hombres desobedezcan al pacto y se alejen de Dios, será el mismo Dios el que renueve la Alianza y se comprometa con el género humano: pues el amor de Dios es misericordioso y justo.

La Alianza con Noé expresa el principio de la economía divina con las “naciones”, es decir con los hombres agrupados “según sus países, cada uno según su lengua, y según sus clanes”. El Tiempo de la Naciones es el periodo comprendido entra la Creación y el anuncio del Evangelio a los hombres. Hasta que no sea proclamado el Evangelio a todos los pueblos de la tierra, los gentiles, que no pertenecen al pueblo elegido (Israel), siguen su curso amparándose en la ley moral natural. Asimismo, para reunir a la humanidad dispersa por el pecado, Dios elige a Abraham para que sea el padre de una multitud de naciones. En el pueblo nacido de Abraham se depositarán las promesas hechas a los patriarcas, es decir, será el pueblo de la elección. Así pues, ese pueblo será la raíz en la que serán injertados los gentiles hechos creyentes. Por tanto, Dios promete a Abraham una tierra que será el signo de la Alianza. Después de la etapa de los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob y José), Dios nombró a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio, a través de Moisés, su Ley. La Alianza que Dios estableció con el pueblo judío quedó escrita en las tablas de la Ley. Será por medio del profeta Jeremías, donde Dios apunte la Alianza definitiva que se dará en su Hijo Jesucristo, en el que, el cumplimiento de la ley sea superada por la caridad y no en un mero ritual externo. Cristo sella la Nueva y definitiva Alianza prefigurada por los antiguos pactos y ha hecho entrar en ella a los cristianos, herederos de Abraham por la fe. Cristo, el hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En él, el Padre lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. En el N.T. se nos muestra cómo este pacto se basa en la sangre derramada por Jesús como expiación por los pecados de todos los hombres.

En conclusión, la Alianza “Nueva y Eterna” queda manifestada por Jesús en la entrega de su vida por amor a todo el género humano, por lo que, ya no será lo que el hombre pueda o no cumplir, sino la entrega sin límites por amor.

9. Ocho dimensiones de la persona humana según la antropología cristiana

La persona humana se define como el individuo de naturaleza espiritual, es decir, persona es todo ser con alma. El alma espiritual es creación directa de Dios, por eso nuestro ser personal nos viene dado por Dios. Si somos personas es porque hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza como seres corporales y espirituales. La persona humana está formada por ocho dimensiones:

  1. Es una unidad corpórea y espiritual que ha sido creada por Dios. Por esta unión, la persona es responsable de sus actos morales. A través de su cuerpo el hombre forma parte de lo material y busca a Dios. Así pues, el alma debe considerarse la forma del cuerpo, ya que permite integrar el cuerpo en un cuerpo humano y viviente.
  2. La persona está abierta a la trascendencia porque se abre al infinito y a todos los seres creados, sobre todo a Dios, buscando algo superior que la eleve por encima de todo lo creado y de sí mismo. También quiere entrar en comunión con los demás.
  3. La persona es única e irrepetible, capaz de reflexionar sobre sí misma y ser consciente de sus actos. No obstante, es la persona la base sobre la cual se funda la inteligencia, la conciencia y la libertad. Asimismo, la persona debe ser comprendida por ser ella misma y cuya historia es única e irrepetible, lo cual implica que debe ser respetada por todos. Además, las instituciones políticas y sociales deben promover el desarrollo integral de las personas.
  4. La persona es un ser libre, creado por Dios, que se construye a sí mismo a través de sus actos y busca libremente a Dios. La dignidad humana consiste en que el hombre actúe consciente y libremente, dejando de lado los impulsos y sabiendo lo que va a realizar. Realizar la libertad requiere orden social, judicial, político y cultural.
  5. La persona tiene conciencia moral que expresa la espiritualidad del ser humano. El hombre percibe el bien y el mal y sabe que está llamado a hacer el bien.
  6. La persona es un ser social por naturaleza que necesita a los demás, tanto a nivel corporal como espiritual, para desarrollarse. Esto es así debido a que la persona necesita darse y entregarse al otro, comunicarse y amar a los demás, lo cual se refleja en la Trinidad. Toda persona debe realizar el bien común y la sociedad debe realizar el bien para cada persona. Asimismo, el hombre y la mujer son igual de dignos; ya que el formar la pareja es imagen de Dios.
  7. La persona está herida por el pecado y redimida por Cristo. El pecado implica la separación de Dios que afecta a la naturaleza humana y viola su dignidad. Las estructuras de pecado son estructuras formadas por las acciones contrarias a la voluntad de Dios que persiguen el afán de ganancia y de poder: el pecado original es todo lo que envuelve a la persona a lo largo de su vida y le impulsa a realizar malos actos; el pecado personal es el acto libre de desobediencia y el pecado social es todo lo que atenta contra el prójimo. Jesús ha destruido el pecado a través de su Pasión, muerte y Resurrección.
  8. La persona está llamada a la vida eterna que le permitirá encontrar su verdadera realización y felicidad, por eso, el estado debe respetar la libertad religiosa y de la iglesia que anuncia que la vida eterna la trae Jesucristo.

En conclusión, la persona creada por Dios y en unión de cuerpo y alma debe comportarse siguiendo lo que anuncia Jesús, haciendo el bien y respetando al prójimo para poder llegar a la salvación eterna.

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