Eros y Psique;
1787-1793, mármol, 155cm x 168cm; Canovas realizó la obra por encargo de un coronel inglés, fue comenzado en 1787 hasta que la terminó 1793; en 1800 fue adquirida por el marchante y coleccionista holandés Henry Hoppe; acabando finalmente en manos de Joaquín Murat, mariscal de Napoleón, quien la hizo transportar hasta su castillo, donde parece que fue admirada por el propio Napoleón, hecho que influirá posteriormente en la vida del artista. En esta obra Canova fue capaz de crear una composición verdaderamente expresiva del tema mitológico amoroso de Amor y Psique, representando el modelo culminante de la leyenda, para cuya representación sabemos, por el propio artista, se basó en la obra de Apuleyo El Asno de Oro, de esta forma el escultor una vez más se inspira en los temas y las tradiciones artísticas clásicas grecorromanas en busca de la perfección de formas, el gusto por el desnudo y la delicadeza de las superficies. Según el propio Canova, esta obra representa el momento en que Eros, dios del Amor, acude a despertar a Psique (Personificación del Alma), del eterno sueño en el que había quedado sumida tras la inhalación de los vapores de una poción encerrada en un jarrón que le había entregado Proserpina, diosa del Infierno. Al abrir el cántaro, una nube la envolvió y cayó profundamente dormida, no despertando hasta ser besada por su enamorado. Mediante esta representación efectista de la pasión, el amor y el deseo existente entre los amantes Canova hace apología del amor a la vez que hace referencia al alma inmortal del mito platónico. El artista representa a Psique recostada sobre su cadera derecha, la joven se vuelve hacia atrás hacia su amado, el dios Eros, que se aproxima para besarla y rodea su cuerpo con un brazo mientras que con el otro sostiene su cabeza a la vez que ella rodea el cuello de él con sus manos. Ambos amantes se encuentran en el momento justo y tenso que precede al beso. Al apreciar la obra podemos vislumbrar una percepción que podemos calificar de extraordinaria, pues los cuerpos están tratados de tal forma que componen un grupo de dos diagonales que a su vez forman una “X” definida ésta por las alas de Eros, su pierna derecha y el cuerpo de psique, encontrándose el centro de la composición en el breve espacio que separa las dos bocas que están a punto de unirse en un apasionado beso. La tensión contenida en la obra surge en los pies de ambas imágenes y se prolonga hacia el centro de la composición, donde ambas cabezas quedan enmarcadas por los brazos de la joven. El gusto por lo clásico queda evidenciado en esta obra por la forma que adquieren los pliegues de las telas, que evocan el mismo tratamiento que las esculturas clásicas. La maestría de Canova en el tratamiento del mármol le permite representar el calor de los cuerpos, la vitalidad y el sentimiento, algo casi imposible de conseguir de un material en apariencia frío y alejado de la naturaleza viva, consigue dotar de piel a sus esculturas.
El Juramento de los Horacios es considerada por muchos como la obra cumbre del pintor francés Jacques-Louis David, e incluso como la obra más importante de la Pintura Neoclásica. Fue realizada en 1784, antes de la Revolución Francesa.
El tema iconográfico elegido por el pintor francés narra una historia de la Antigüedad Clásica tomada de Livio: durante la época de guerras entre Roma y Alba, en el 669 a. C., se decidió que la disputa entre las dos ciudades debía resolverse mediante una forma un combate entre dos grupos de tres campeones cada uno. Los dos grupos elegidos fueron los tres hermanos Horacio y los tres Curiacios. El drama radica en el hecho de que una de las hermanas de los Curiacios, Sabina, está casada con uno de los Horacios, mientras que una de las hermanas de los Horacios, Camila, está prometida a uno de los Curiacios. A pesar de los lazos entre las dos familias, el padre Horacio exhorta a sus hijos a luchar contra los Curiacios, y ellos obedecen, a pesar de los lamentos de las mujeres. En esta obra, David hace una encendida defensa del honor frente al amor. Los tres hermanos se sitúan a la izquierda, y expresan su lealtad y solidaridad con Roma antes de la batalla, totalmente apoyados por su padre. Son hombres deseosos de entregar sus vidas por deber patriótico. El neoclasicismo es un período artístico que se desarrolló durante los siglos XVIII y XIX, y tuvo una especial importancia en Francia y en el norte de Europa. Había nacido como producto de la insatisfacción, por las tradiciones artísticas, que sentían los artistas y escritores; este movimiento hizo renacer los ideales y el gusto por las obras la Antigüedad Clásica.En su realización se usaban formas y colores sencillos y se rechazaban los colores brillantes habituales en las épocas precedentes del barroco y del rococó, usándose como modelos las antigüedades griegas y romanas. Emplea tecnicas de neocalsicismo: – El paisaje o fondo no está muy resaltado, mientras que las figuras en primer plano están remarcadas para acentuar su importancia. – El cuadro está claramente organizado, mostrando el simbolismo del número tres y del propio momento, estructurándose geométricamente. Las pinceladas son invisibles, para mostrar que el cuadro es más importante que el artista. – La única emoción que se muestra es la de las mujeres, a las que se permitía sentir, mientras que los hombres tenían que cumplir con el deber. – Predominio del dibujo sobre el color.
La arquitectura barroca transita hacia una nueva formulación basada principalmente en tres condeptos básicos: la movilidad visual de los elementos constructivos; el concepto escenográfico que adquiere el espacio interior de los edificios; y una densidad ornamental caacterística al exterior. Con ello se activa un principio esencial de todo el arte barroco, que es la integración del espectador en la tensión emocional que transmite la obra. También en el caso de la arquitectura, convertida habitualmente en escenario grandilocuente del entorno espacial, y a la que no le faltan para conseguir ese efecto todos los recursos habituales en este estilo, desde la monumentalidad y la exageración ornamental, a las tensiones visuales que provocan la utilización de paredes ondulantes. Su autor Gian Lorenzo Bernini (Nápoles 1598-Roma 1680), es uno de los nombres propios del arte barroco y por extensión de toda la Historia del arte. Su figura destaca por supuesto en el campo de la escultura por ser autor de obras universales como el Apolo y Dafne o el Rapto de Proserpina entre otras muchas. Pero también fue un reconocido arquitecto, que trabajó en dura pugna con su rival, Francesco Borromini, y que refrendó su labor en construcciones como la iglesia de San Andrés del Quirinal en Roma. En ella marca la impronta de una arquitectura móvil de efectos escénicos, en la que el recurso visual de las decoraciones escultóricas y pictóricas se complementa a la perfección con la luminosidad cenital de una cúpula centralizada. La participación de Bernini en la Basílica de San Pedro del Vaticano encuentra su aportación más conocida y espectacular en la urbanización de la plaza de acceso a la basílica, en la que se integran los conceptos de arquitectura y urbanismo. Se utiliza en su diseño la planta elíptica, que ya había utilizado en San Andrés del Qurinal, que a su efecto centralizador une el dinamismo de sus muros curvos. En este caso no obstante, la plaza añade su imponente monumentalidad, dadas sus grandes dimensiones (340 x 240 m.). El proyecto definitivo consiste en la traza de una plaza ovalada delimitada por un pórtico arquitrabado, con un alineamiento de columnas toscanas. Dicha columnata se ve rematada por una balaustrada sobre la que se asientan ciento cuarenta santos. La plaza cuenta con dos ejes claramente delimitados: por un lado, un eje transversal, formado por el obelisco central y las dos fuentes laterales. Y por otro, un eje longitudinal, dibujado por las dos alas oblicuas de la columnata. Este efecto crea una considerable amplitud visual, y además una gran capacidad espacial, que permite la congregación de numerosos fieles. Crea además un espacio típicamente barroco, en tensión, aportada en este caso por el juego de líneas en contraste, combinando la forma ovalada de la columnata, la verticalidad de las columnas y la horizontalidad de su arquitrabe. Se consigue también completar un sentido simbólico de religiosidad en la plaza, ya que así trazada emula un gigantesco abrazo que la Iglesia como comunidad abre hacia quienes quieran acogerse en su seno. Y Es además símbolo del cosmos, referido en esta ocasión a la Universalidad de la Iglesia. Entre sus elementos más sobresalientes por su importancia decorativa y simbólica se encuentra el obelisco, que proviene al parecer de Alejandría donde fuera levantado por Augusto. De allí viajaría Roma, donde Calígula lo utilizaría para decorar la spina del Circo de Nerón. Sería en 1586, cuando el papa Sixto V decidió colocarlo frente a la Basílica del Vaticano. En lo alto estaba coronado por una esfera de bronce (que según la leyenda contenía los restos de Julio César), y que sería reemplazada por una cruz que lo remata. |