Tendencias y Escuelas Literarias del Siglo de Oro
Escuelas Literarias
- Escuela Madrileña: Lope de Vega, Quevedo o Calderón de la Barca.
- Escuela Sevillana: Francisco de Rioja, Andrés Fernández de Andrada o Rodrigo Caro.
- Escuela Antequerano-Granadina: Pedro de Espinosa y Cristobalina Fernández de Alarcón.
- Escuela Aragonesa: Hermanos Lupercio y Leonardo de Argensola.
Corrientes Literarias
Con criterios más literarios, puede distinguirse entre:
- Una corriente culterana, con la figura señera de Góngora.
- Una línea clasicista, cuyos defensores más explícitos son los hermanos de Argensola, pero a la que no sería ajeno ni Quevedo.
Góngora tendrá numerosos seguidores que llevarán al extremo la exageración culterana y la veta clásica. Conviene indicar que las últimas décadas del siglo XVII son de clara decadencia y no hay autores de verdadero relieve, abriéndose con ello un largo periodo de atonía en la literatura española. Ello puede obedecer tanto al declive del país en todos los órdenes como al agotamiento de los recursos expresivos que, habiendo sido exprimidos hasta el límite, se utilizan de forma meramente reiterativa.
Los poetas de la escuela sevillana forjan una poesía de contenidos éticos y fundamentos horacianos. Si en la poesía del siglo XVI se percibe la huella del beatus ille horaciano, este motivo se convierte en la base de la reflexión existencial de muchos poetas. El tránsito fugaz del hombre de la cuna a la sepultura hace añorar el pasado feliz, la edad de oro y el idílico retiro campestre. A ellos se les suma una actitud neoestoica influida por el pensamiento senequista.
Los hermanos Argensola son los continuadores más relevantes de la poética clásica del siglo XVI. Leonardo refleja en sus versos la huella de Horacio; similar presencia hay en los textos de su hermano. Destacan sus poemas de temas amorosos.
La Prosa Didáctica en el Siglo de Oro
Los escritos de carácter didáctico son muy numerosos en el siglo XVII y con ellos alcanza en algunos momentos la prosa barroca altas cimas, como ocurre con los casos de Quevedo y Baltasar Gracián. Muy diversos son los asuntos que abordan estos prosistas: históricos, políticos, religiosos, filosóficos, morales, estéticos, económicos, etc.
Literatura Emblemática
Muy peculiar es un tipo de literatura que se pone de moda desde la segunda mitad del siglo XVI: la literatura emblemática. Un emblema o empresa consistía en una representación gráfica de carácter alegórico, seguida de un comentario o glosa del grabado. El uso del emblema era muy del gusto de una época admiradora del simbolismo y del poder de la imagen, utilizada para hacer más atrayente el enunciado moral y para producir una impresión más duradera en el lector. La colección más importante son las Empresas políticas o Idea de un príncipe político cristiano representada en cien empresas (1640) de Diego Saavedra Fajardo. Su prosa evita los abusos estilísticos y excesos barrocos. También ideológicamente expresa su voluntad de equilibrio: presenta las virtudes del príncipe ideal siempre al servicio de su pueblo, y rechaza la concepción maquiavélica del poder, en línea con el pensamiento político cristiano-español de la época.
Baltasar Gracián y el Conceptismo
Junto a Quevedo, el prosista español más importante es el jesuita aragonés Baltasar Gracián (1601-1658). Con él llega el conceptismo. El conceptismo se basa en las asociaciones ingeniosas de palabras o ideas. Gracián define así el concepto: «Es un acto del entendimiento que expresa la correspondencia que se halla entre los objetos». Se tiende a un lenguaje conciso, lleno de contenido. Para ello se juega con los significados de las palabras y con sus relaciones más insospechadas. Los recursos formales más utilizados son la antítesis, la paradoja, las hipérboles, los equívocos y disemias, la combinación de diversas acepciones de un mismo vocablo, etc. Pero ahora esta tendencia estilística es llevada al extremo. Ello no puede desligarse de la mentalidad aristocrática general que se extiende por la sociedad española barroca y que lleva a los escritores a ser voluntariamente difíciles y solo accesibles para iniciados, para un lector que debe esforzarse en descifrar el concepto.
Vida y Obra de Gracián
La vida de Gracián transcurrió íntegramente en los territorios de la Corona de Aragón, donde fue profesor en diversos centros de su orden religiosa. Muy significativa es su estancia en Huesca, donde cuenta con la protección y amistad del mecenas Juan de Lastanosa, quien costeó la publicación de sus obras. Su actividad de escritor le acarreó numerosos problemas dentro de la Compañía de Jesús. Sufrió diversas sanciones y, en el último año de su vida, se le castigó con reprensión pública, ayuno a pan y agua, prohibición de escribir y encierro. Gracián pretende entonces abandonar la Compañía e ingresar en otra orden mendicante. Pero le sorprende la muerte en diciembre de 1658.
Obras Principales
Todos los libros de Gracián están escritos en prosa y tienen una intención didáctica y moral.
- El héroe (1637): expone mediante aforismos las virtudes que debe tener un gobernante.
- El discreto (1646) y Oráculo manual y arte de prudencia (1647): proponen las normas de conducta que deben guiar a un individuo.
- Agudeza y arte de ingenio (1648): es un tratado sobre los artificios literarios, indispensable para entender las ideas conceptistas.
- El Criticón (tres partes: 1651, 1653 y 1657): es su obra maestra. Se trata de un extraño y extenso relato que anticipa la novela filosófica del siglo XVII. Contiene rasgos propios de las narraciones alegóricas, de los tratados morales, de los libros de aforismos y, sobre todo, de las novelas bizantinas. En ella, dos personajes peregrinan por diversos lugares y aprenden a desconfiar de las apariencias en su búsqueda de la sabiduría y de la virtud.
El Estilo de Gracián
La prosa de Gracián es muy densa y concentrada. Está construida a partir de oraciones breves, en las que dominan la antítesis y el juego de palabras: el pensamiento se condensa en fórmulas epigramáticas, en incisivos aforismos. Las palabras suelen contener diversos significados. El estilo de Gracián es una acabada muestra de la estética conceptista. El lenguaje es la herramienta básica de las reflexiones gracianescas, a la vez que el objeto central de su meditación. El pensamiento de Gracián es hondamente pesimista y, también por ello, muy barroco. El mundo es engañoso, el hombre es un ser débil, miserable y, a menudo, malicioso.