España en el siglo XIX: La Guerra de la Independencia y la Constitución de Cádiz


En España, a comienzos del siglo XIX, reinaba Carlos IV, con la ayuda de su favorito Godoy. Su política exterior estaba muy influida por los acontecimientos que sucedían en la vecina Francia. En el siglo XVIII, los Pactos de Familia habían mantenido unidos a ambos países frente al enemigo inglés, pero la Revolución Francesa cambió la situación.

Si bien al principio España intentó ayudar al rey de Francia Luis XVI, el dilema entre pactar con la Francia revolucionaria o con Gran Bretaña se resolvió con la ejecución del rey francés. Posteriormente, con la llegada de Napoleón al poder y la declaración del Bloqueo Continental contra los ingleses, España firmó el Tratado de Fontainebleau en 1807, que autorizaba a los ejércitos napoleónicos a entrar en España para atacar a Portugal, aliada de Gran Bretaña.

La invasión francesa y el levantamiento popular

Los franceses atravesaron los Pirineos, situándose en puntos estratégicos. El 18 de marzo de 1808 estalló un motín en Aranjuez, con participación popular, que consiguió la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Fernando VII y Carlos IV fueron llamados a Bayona por Napoleón, donde abdicaron en favor de Bonaparte, quien nombró a su hermano José I rey de España.

El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se alzó espontáneamente contra la presencia francesa. La revuelta fue duramente reprimida, pero su ejemplo cundió en todo el país. Ante el vacío de poder, surgieron las Juntas de Armamento y Defensa, primero locales y luego provinciales, que asumieron la soberanía, declararon la guerra a Napoleón y buscaron el apoyo de Gran Bretaña.

En septiembre de 1808, se formó la Junta Suprema Central para coordinar la lucha. Ante el avance francés, la Junta huyó a Sevilla y luego a Cádiz (1810), la única ciudad que, ayudada por los británicos, resistía al asedio.

La Guerra de la Independencia

La resistencia de ciudades como Girona, Zaragoza o Tarragona inmovilizó parte del ejército francés. La derrota de los invasores en Bailén forzó a José I a abandonar Madrid. Napoleón se desplazó a España para dirigir la contraofensiva. En 1809, el dominio francés se extendió, y solo Cádiz quedó libre.

La resistencia se realizó mediante las guerrillas, pequeños grupos que hostigaban al ejército francés. En 1812, la campaña de Napoleón en Rusia obligó a retirar tropas de España. Las tropas españolas, apoyadas por la guerrilla y el ejército británico al mando del general Wellington, consiguieron la victoria de Arapiles (1812). Las batallas de Vitoria y San Marcial (1813) completaron la derrota francesa. El tratado de Valençay (1813) permitió el retorno de Fernando VII.

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

En Cádiz, la Junta Suprema Central convocó a las Cortes para decidir sobre la organización del país. Se formó una Junta de Regencia. Las Cortes se abrieron en 1810 en la Isla de León. La división entre los diputados se hizo evidente: los que deseaban el mantenimiento del Antiguo Régimen y los liberales.

Las Cortes aprobaron el principio de soberanía nacional. La obra de las Cortes de Cádiz presentó dos dimensiones:

  1. Liquidación del Antiguo Régimen: supresión de los señoríos jurisdiccionales, eliminación de los mayorazgos, desamortización de las tierras comunales, abolición de la Inquisición, libertad de imprenta y de trabajo, anulación de los gremios y unificación del mercado.
  2. Elaboración de la Constitución de 1812: promulgada el 19 de marzo de 1812 («La Pepa»). Establecía la declaración de derechos del ciudadano, una monarquía limitada con división de poderes. El poder legislativo residía en las Cortes unicamerales. El monarca era la cabeza del poder ejecutivo. La administración de justicia era competencia exclusiva de los tribunales. Se planteaba la reforma de impuestos, la creación de un ejército nacional, el servicio militar obligatorio y la implantación de una enseñanza primaria gratuita y obligatoria.

El retorno de Fernando VII y la derogación de la Constitución

En 1814, Fernando VII regresó a España y derogó la Constitución mediante el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, restaurando el absolutismo. A pesar de su corta vigencia, la Constitución de 1812 se convirtió en un símbolo para los liberales españoles e influyó en los movimientos liberales de otros países.

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