Comentario del Manifiesto de Sandhurst (1874)
Contexto histórico
La Restauración borbónica en España comenzó en 1875 con la proclamación de Alfonso XII, impulsada por Cánovas del Castillo. Se logró la pacificación del país con el fin de las guerras carlista y de Cuba, y en 1876 se aprobó una Constitución conservadora que otorgaba amplios poderes al rey y establecía un Estado confesional católico. El sistema político, basado en el «turnismo«, garantizaba la alternancia pactada entre conservadores y liberales, aunque se manipulaban elecciones mediante el «encasillado» y el control de caciques. A pesar de ello, fue el sistema constitucional más estable de la historia contemporánea de España.
Tema
Se trata de una fuente primaria con un claro carácter político. Su autor formal es Alfonso de Borbón. Sin embargo, el verdadero autor intelectual del texto es Cánovas del Castillo, político de tendencia liberal moderada. Cánovas le pide a Alfonso que firme la carta con el fin de restaurar la monarquía y crear un nuevo régimen que permita superar el fracaso que supuso el Sexenio Democrático (1868-1874), la inestable situación de 1874 bajo la dictadura de Serrano, y los problemas derivados del conflicto carlista y las consecuencias del cantonalismo. El destinatario es el público en general, la nación española, con la intención de convencerla de las intenciones, siempre dentro del liberalismo, del nuevo aspirante al trono español.
Análisis
La idea principal es el ofrecimiento del joven Alfonso de encabezar la restauración borbónica en España. Además, aparecen otras ideas secundarias que tratan de afianzar esta idea principal.
En el primer párrafo, Alfonso destaca su legitimidad dinástica al trono. Alude a la generosidad de su madre, Isabel II, por abdicar en él. Parece claro que Isabel II, después de haber sido destronada por la Revolución Gloriosa de 1868 debido a su descrédito político, no era la mejor opción para encabezar la restauración borbónica. Por tanto, Cánovas la convence para que abdique en su hijo, tratando de ofrecer una nueva imagen de la Corona que represente las virtudes del liberalismo moderado.
En los dos siguientes párrafos, Alfonso defiende un sistema monárquico parlamentario, tratando de dar a entender que solo a través de las Cortes el pueblo puede ejercer su soberanía de forma ordenada, y solo de forma parlamentaria es posible solucionar los problemas que acarreaba España.
En el cuarto y quinto párrafo, hace alusión a “que nuestra patria lo sea de verdad” y desea que sea como “las naciones más grandes y prósperas”, haciendo clara alusión a Gran Bretaña, donde existía un sistema monárquico parlamentario consolidado. Hace patente la necesidad de erradicar de la política opciones consideradas radicales como el “carlismo” o el “federalismo”, a las que tilda de “sofismas pérfidos”, y volver a la tradición política española, respetando la propia historia de España: un estado monárquico y centralizado.
En el último párrafo, deja claras sus aspiraciones e intenciones políticas: se presenta como un rey monárquico, católico y liberal. Es importante la declaración religiosa, ya que España a finales del siglo XIX seguía siendo un país eminentemente católico.
Conclusión
A pesar de las intenciones de Cánovas y del marco establecido por el Manifiesto, el sistema de la Restauración no consiguió resolver la mayoría de los problemas estructurales de España. Tuvo que hacer frente a diferentes conflictos, como la persistencia del problema cubano y, posteriormente, la Guerra de Marruecos. Otros problemas, como las crisis económicas (incluida la posterior a la Primera Guerra Mundial) y la creciente conflictividad social, erosionaron el sistema. Finalmente, Alfonso XIII terminó cediendo el poder a Miguel Primo de Rivera en 1923, quien instauró una dictadura que dio fin al periodo constitucional conocido como la Restauración.
La Construcción del Ferrocarril en España
Contexto histórico
En primer lugar, el ferrocarril fue en el siglo XIX el principal medio de transporte revolucionario que, desde Inglaterra, se extendió rápidamente por Europa y otras partes del planeta. Su construcción era un síntoma de la industrialización y modernidad de un país. La invención se produjo en el Reino Unido por la necesidad de transportar grandes volúmenes de carbón a las ciudades, pero más tarde se convirtió en un medio de locomoción indispensable para transportar todo tipo de mercancías y personas. En el caso español, las líneas construidas fueron muy escasas en la primera mitad del siglo, en un momento en que, como en el resto de Europa, también se estaba construyendo el Estado liberal. De hecho, el texto se centra especialmente en el reinado de Isabel II, periodo en el que se establecieron las bases legales para la construcción masiva del ferrocarril y se llevó a cabo la primera gran fase de construcción de kilómetros de vías, en especial durante el Bienio Progresista (1854-1856) y, posteriormente, durante los gobiernos moderados de Narváez y, especialmente, el gobierno largo de la Unión Liberal de O’Donnell.
Tema
El tema es historiográfico. Se trata de una investigación con carácter económico, realizada por Gabriel Tortella, pues el texto pertenece a su obra titulada Historia económica de los siglos XIX y XX, publicada en 1994. El autor, economista y catedrático en la Universidad de Alcalá de Henares, es especialista en la historia económica contemporánea. En cuanto al destinatario, no tiene vocación de ser un texto de difusión generalista, sino más bien dirigido a especialistas o estudiosos de la materia. El texto trata sobre la construcción del ferrocarril en España. El autor pretende señalar las causas del retraso inicial en la construcción del ferrocarril, así como la forma en que se construyó y los problemas que se derivaron del modo en que se realizó.
Análisis
El ferrocarril era fundamental para España debido a su complicada orografía, que dificultaba las comunicaciones terrestres y la creación de un mercado nacional unificado. Sin embargo, su desarrollo fue tardío en comparación con otros países europeos.
Causas del Retraso
Esto se debió principalmente a tres factores interrelacionados:
- El subdesarrollo económico relativo del país.
- La falta de iniciativa decidida por parte de los primeros gobiernos liberales.
- La escasez de capital nacional disponible para inversiones de gran envergadura.
España parecía atrapada en un círculo vicioso: sin ferrocarril no podía desarrollarse plenamente la industria ni articularse el mercado, pero sin una base industrial y financiera más sólida no había capital suficiente ni incentivos claros para construirlo. Además, la burguesía española a menudo prefirió invertir en tierras desamortizadas o especular con la deuda del Estado en lugar de arriesgar en proyectos industriales o de infraestructuras. Por otro lado, los gobiernos, en su mayoría conservadores durante las primeras décadas, no impulsaron suficientemente el ferrocarril. La inestabilidad política crónica y las guerras carlistas desviaron recursos. La primera ley ferroviaria de 1844 resultó ineficaz, generando más especulación financiera que construcción real de vías.
Desarrollo e Inversión (Ley de 1855)
Fue durante el Bienio Progresista (1854-1856), con la promulgación de la Ley General de Caminos de Hierro de 1855, cuando se impulsó definitivamente la construcción ferroviaria. Se tomaron medidas clave:
- Se permitió la entrada masiva de capital y tecnología extranjera, eliminando aranceles a la importación de material ferroviario.
- El Estado ofreció subvenciones a las compañías ferroviarias por kilómetro construido.
- Se garantizó un rendimiento mínimo a las inversiones extranjeras para atraer capital ante posibles riesgos.
Entre 1856 y 1866 se vivió la gran «fiebre constructora»: se construyeron más de 4.300 km de vías, en su mayoría con capital francés, a través de grandes compañías como la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España, la compañía Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA) y los Ferrocarriles Andaluces.
Problemas y Consecuencias
Sin embargo, este rápido desarrollo trajo consigo errores de planificación y graves problemas financieros. Se optó por una red radial con Madrid como centro geométrico, lo que dificultó la conexión eficiente entre las zonas industriales periféricas (Cataluña, País Vasco) y los centros mineros o los puertos más activos. Además, se adoptó un ancho de vía diferente (1.672 mm, conocido como «ancho ibérico») al estándar europeo (1.435 mm), lo que dificultó (y aún dificulta) las conexiones internacionales directas por ferrocarril, obligando a transbordos en la frontera.
La financiación, basada en gran medida en la emisión de acciones y obligaciones y la especulación bursátil, generó una burbuja especulativa. El escaso tráfico inicial de muchas líneas no generó los beneficios esperados, lo que provocó la crisis financiera de 1866, con la quiebra de numerosas compañías ferroviarias y entidades de crédito. Esta crisis económica contribuyó significativamente al desprestigio y caída del régimen isabelino en 1868.
Balance Final
Pese a estos problemas iniciales (retraso, dependencia exterior, errores de planificación, crisis financiera), la red ferroviaria establecida sentó las bases para la modernización del transporte en España. Mejoró sustancialmente la movilidad interna de personas y mercancías y contribuyó decisivamente a la articulación de un mercado nacional, aunque fuera de forma imperfecta y con un alto coste. Aunque su desarrollo inicial fue complejo y con consecuencias económicas adversas a corto plazo, la construcción del ferrocarril resultó fundamental para la modernización de las comunicaciones y la economía en la España contemporánea.