Crisis de la Monarquía Borbónica y el Inicio de la Revolución Liberal en España
Introducción
La crisis de la monarquía absoluta durante el reinado de Carlos IV y el inicio de la revolución liberal en el contexto de la Guerra de la Independencia marcaron el fin del Antiguo Régimen en España y el comienzo de la Edad Contemporánea. El liberalismo español surgió en el marco de las Cortes de Cádiz y plasmó sus ideas en la Constitución de 1812.
Crisis de la Monarquía: El Reinado de Carlos IV
El reinado de Carlos IV presenció el inicio de la crisis del Antiguo Régimen en España. Las bases de este sistema, como la monarquía absoluta, la sociedad estamental y la economía agraria tradicional, fueron objeto de críticas por parte de los ilustrados. Estos proponían una mayor libertad política, reformas económicas para impulsar la agricultura y el comercio, la eliminación de los privilegios y el pago de impuestos por parte de la nobleza y el clero. Sin embargo, la mayoría de estas reformas fracasaron debido a la oposición de estos grupos poderosos.
El inicio del reinado coincidió con la Revolución Francesa (1789). Para evitar su influencia en España, se estableció un «cordón sanitario». Durante el reinado de Carlos IV, España se dividió entre absolutistas y partidarios de las reformas ilustradas. Tras la ejecución de Luis XVI en Francia, España se alió con las monarquías absolutas contra los revolucionarios franceses en la Guerra contra la Convención.
Manuel Godoy, el ministro más importante, intentó impulsar reformas económicas, pero la deuda y los problemas comerciales persistieron. Godoy cambió la política exterior, firmando la Paz de Basilea con Francia y apoyando a Napoleón en la lucha contra Gran Bretaña. España conquistó territorios a Portugal, pero sufrió la derrota en Trafalgar, perdiendo el control del Atlántico. Napoleón estableció un bloqueo continental, afectando el comercio español.
En 1807, Napoleón y Godoy firmaron un tratado para invadir Portugal, lo que resultó en la presencia de tropas francesas en España y críticas contra Godoy. Esto marcó un periodo de conflictos y problemas económicos en España durante el reinado de Carlos IV.
Los políticos absolutistas, opuestos a las reformas de Godoy, formaron el llamado «partido fernandino», apoyando al príncipe Fernando para que sustituyera a su padre, el rey Carlos IV, y destituyera a Godoy. En marzo de 1808, provocaron el Motín de Aranjuez, una revuelta popular contra Godoy. Carlos IV destituyó a Godoy y abdicó en su hijo Fernando.
Sin embargo, Carlos IV, una vez a salvo, rechazó la abdicación y pidió apoyo a Napoleón para recuperar el trono. El emperador francés reunió a ambos reyes españoles en Bayona, les presionó para que abdicaran y decidió nombrar rey de España a su hermano José, convirtiendo a Carlos y Fernando en prisioneros. Este episodio se conoce como las Abdicaciones de Bayona.
La Guerra de la Independencia (1808-1813)
La Guerra de la Independencia española fue un conflicto complejo con diversas dimensiones. Fue una respuesta a la invasión francesa y parte de las guerras napoleónicas en Europa occidental. Se convirtió en un conflicto civil al dividir a la población española entre afrancesados (partidarios de José I) y patriotas (partidarios de Fernando VII). También tuvo un carácter revolucionario, ya que algunos patriotas liberales aprovecharon la situación para impulsar un cambio político y establecer una constitución basada en la soberanía nacional.
La guerra comenzó en Madrid en mayo de 1808 y se desarrolló en tres fases. Destacó la resistencia de ciudades como Bailén, Gerona y Zaragoza, así como la formación de guerrillas que debilitaron a las fuerzas francesas. La Guerra de la Independencia fue un punto de inflexión en la historia de España y dejó un legado de valentía y determinación en la lucha por la libertad.
El Reinado de José I y los Afrancesados
En la zona dominada por José I, se estableció un sistema político similar al de Francia, con leyes y reformas que se asemejaban a las propuestas por los ilustrados españoles, como la supresión de los señoríos, la Inquisición y los gremios, y la libertad económica y de imprenta. El Estatuto de Bayona, promulgado el 6 de junio de 1808, era una carta otorgada que establecía una monarquía parlamentaria con soberanía compartida entre el rey y las Cortes, pero con gran poder para el rey. Las Cortes tenían un poder limitado. El Estatuto reconocía algunos derechos como la libertad, la igualdad y la libertad de imprenta, pero solo se aplicó en la zona controlada por el ejército francés.
José I consiguió el apoyo de los afrancesados. Muchos eran ilustrados que rechazaban el absolutismo de Carlos IV y Fernando VII, y creían que José I podría implementar las reformas necesarias en España y establecer un sistema político liberal similar al francés. Entre ellos destacaron Moratín, Urquijo, Cabarrús, Marchena, Lista y Goya. Otros eran oportunistas que buscaban cargos y beneficios en la administración. La mayoría se exilió a Francia tras la guerra.
Fin de la Guerra
La debilidad del ejército francés debido a las guerrillas y a la campaña de Rusia permitió al general inglés Wellington lanzar el contraataque. Los ejércitos inglés y portugués atacaron desde Lisboa y derrotaron a los franceses en Arapiles y Vitoria. El ejército español atacó desde Cádiz, liberó Andalucía y el Levante. El ejército francés se retiró a Francia. Napoleón firmó con Fernando VII el Tratado de Valençay en diciembre de 1813, poniendo fin a la guerra y reconociendo a Fernando VII como rey de España.
Las Cortes de Cádiz
Tras la invasión de España, la Junta Central se refugió en Cádiz, cedió su poder a una Regencia que ejercería el poder en nombre de Fernando VII y mantuvo la convocatoria de las Cortes que había hecho Fernando VII. Las Cortes estaban formadas por diputados que representaban a todas las regiones españolas. Se habían convocado por el sistema tradicional de tres estamentos (nobleza, clero y Tercer Estado). Los representantes del Tercer Estado eran burgueses, abogados y comerciantes, de ideas liberales.
Los integrantes de las Cortes se dividían en tres grupos ideológicos:
- Absolutistas: Querían mantener el sistema del Antiguo Régimen, los privilegios y la monarquía absoluta. La mayoría eran eclesiásticos y nobles.
- Ilustrados o jovellanistas: Defendían la libertad y los derechos, querían realizar reformas económicas y sociales, y establecer una monarquía moderada con soberanía compartida entre el rey y las Cortes.
- Liberales: Querían transformar el sistema político y establecer un Estado liberal con una Constitución que reconociera la soberanía nacional, la división de poderes, la libertad y la igualdad, y eliminar las estructuras del Antiguo Régimen. Constituían la mayoría en las Cortes, casi todos eran burgueses, pero también había algunos clérigos y nobles liberales. Entre ellos destacaron Muñoz Torrero, Argüelles y el conde de Toreno.
La labor legislativa de las Cortes se puede dividir en dos bloques: la legislación ordinaria y la Constitución, que diseñó un nuevo Estado liberal. La legislación ordinaria consistió en un conjunto de leyes que suprimieron estructuras del Antiguo Régimen. En aplicación del principio de igualdad, se abolieron los privilegios de la nobleza y se suprimieron los señoríos jurisdiccionales; por el principio de libertad religiosa, se suprimió la Inquisición; y aplicando la libertad económica, se eliminaron la Mesta y los gremios.
La Constitución de 1812
La Constitución de Cádiz combinaba la tradición religiosa y monárquica con el espíritu liberal y democrático de los nuevos tiempos. Se basaba en las ideas ilustradas de Rousseau (soberanía popular), Montesquieu (división de poderes) y Voltaire (libertad), y mantenía elementos tradicionales como la monarquía, la dinastía Borbón y la religión católica. Establecía un Estado liberal basado en la libertad, los derechos de los ciudadanos, la igualdad jurídica y la soberanía nacional.
El modelo de Estado durante la monarquía constitucional se caracterizaba por una estructura que respetaba la división de poderes, aunque no de forma completa. El rey era el representante del Estado y ejercía el poder ejecutivo, nombrando al Gobierno y teniendo influencia en la elaboración de leyes. Las Cortes tenían el poder legislativo y se encargaban de elaborar leyes, controlar el presupuesto y proteger los derechos de los ciudadanos. Los diputados eran elegidos por sufragio universal masculino, aunque debían tener cierta renta. Se reconocían derechos individuales como la igualdad jurídica, la libertad de imprenta y el sufragio, pero la Constitución establecía la religión católica como la oficial. Su aplicación fue limitada, pero influyó en las constituciones de las repúblicas hispanoamericanas independientes.
Consecuencias de la Guerra de la Independencia
Las consecuencias más graves fueron las demográficas, con medio millón de muertos y heridos, y una profunda crisis económica por el abandono del cultivo de muchas tierras, la destrucción de fábricas, el desabastecimiento de alimentos, la subida de precios y la crisis del comercio, especialmente con las colonias americanas, que aprovecharon la debilidad de España para lograr la independencia. El imperio español quedó reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas. El patrimonio artístico sufrió la destrucción de edificios y el saqueo de obras de arte.
La guerra marcó la crisis del Antiguo Régimen. La Constitución de 1812 supuso el inicio de la revolución liberal en España, que se apoyaba en las reformas ilustradas. Aunque la Constitución fue suprimida, sus ideas se extendieron entre los liberales, que continuaron su actuación para establecer un régimen liberal en España, se rebelaron contra Fernando VII en varias ocasiones y apoyaron a su hija Isabel contra los absolutistas para establecer un Estado liberal en España.
El Reinado de Fernando VII (1814-1833)
Restablecimiento del Absolutismo (1814-1820)
De acuerdo con la Constitución, para que las Cortes aceptaran como rey a Fernando VII, este debía jurar la Constitución. Fernando, denominado «el Deseado», era el símbolo de los seis años de resistencia y encarnaba grandes expectativas de cambio. Tras su llegada al país y antes de arribar a Madrid, recibió en Valencia el denominado Manifiesto de los Persas, un escrito de sesenta y nueve diputados instándole a que implantara de nuevo la monarquía absoluta. Se preparó un golpe de Estado y, mediante un decreto, el 4 de mayo de 1814, se restauraba el poder absoluto del monarca y se abolía toda la labor legislativa de las Cortes de Cádiz. El retorno al absolutismo se inscribe en un contexto favorable a la vuelta al Antiguo Régimen en Europa tras la caída de Napoleón.
Trienio Liberal (1820-1823)
Durante el Trienio Liberal, las Cortes aprobaron reformas para acabar con el Antiguo Régimen, como la supresión de mayorazgos y señoríos, la abolición de los conventos y la eliminación del Tribunal de la Inquisición. A pesar de las dificultades, la Milicia Nacional defendió la Constitución. Sin embargo, un golpe militar absolutista liderado por el rey en 1822 intentó acabar con el gobierno liberal, aunque fue sofocado. La intervención de la Santa Alianza, con Francia enviando el ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, restauró el poder real y puso fin al Trienio Liberal.
Década Absolutista (1823-1833)
La Década Absolutista se caracterizó por la represión de los liberales, con ejecuciones como la de Rafael del Riego. La restauración de 1814 encontró obstáculos debido a ministros con ideas reformistas y el deseo de mantener el absolutismo. La cuestión sucesoria se convirtió en un tema dominante al final del reinado de Fernando VII, con la promulgación de la Pragmática Sanción en 1830 para excluir a su sobrino, don Carlos, de la sucesión a favor de su hija, Isabel II.
El nacimiento de Isabel II en octubre de 1830 fue seguido por los sucesos de La Granja en septiembre de 1832, donde partidarios de don Carlos intentaron derrocar a Fernando VII. Tras la muerte de Fernando VII en septiembre de 1833, se inició la regencia de María Cristina y estallaron las guerras carlistas en apoyo a don Carlos.
Independencia de las Colonias Americanas
En América, la independencia de las colonias españolas se debió a varios factores, incluyendo cambios culturales, la debilidad de la monarquía y el ejemplo de la independencia de Estados Unidos. La mayoría de las colonias se independizaron para 1824, dejando a España como una potencia de segundo orden económicamente afectada por la pérdida de recursos y mercados.