9. LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN
9.1. Crisis de 1808. Guerra de la Independencia y revolución política (Textos 0.1 a 0.6)
La crisis de 1808 se produce el 2 de mayo de 1808 a causa de la salida de la familia real española hacia Bayona. La sublevación de Madrid fue brutalmente sofocada por el mariscal Murat (Texto 1) pero se extendió con rapidez a otras ciudades españolas (Móstoles ) (Texto 2) entre los días 7 y 10 de mayo, a medida que se difundían las noticias de las abdicaciones.
Los sublevados no aceptaron como rey a José Bonaparte y ante la ausencia de un poder legítimo en pueblos y ciudades se constituyeron las Juntas Provinciales de Defensa (integradas por las personas más cultas de municipios, clero, instituciones, militares) que actuaron como un poder paralelo al de la monarquía Bonaparte. De forma simultánea, el ejército español se reorganizó y junto con civiles formaron partidas o guerrillas que actuaron como fuerza de resistencia hostigando a los invasores.
Fue el inicio de una larga guerra (1808-1813) que provocará en España más de 300.000 pérdidas humanas, destrucción y saqueo junto con una grave crisis económica y financiera.
La guerra tuvo tres vertientes:
–
Guerra nacional y popular, (no revolucionaria). Esta guerra acrecentó el sentimiento de los españoles de pertenencia a una comunidad y conformó una nueva mentalidad por encima de regiones y reinos.
El ideario partió de la defensa de la religión y de la monarquía (visión tradicional propio de una sociedad estamental). El bajo clero proporcionó un discurso ideológico que convenció al pueblo para colaborar contra la impiedad francesa. Sólo la Iglesia disponía de una organización nacional centralizada y fue el motor del alzamiento. Estos ideales no eran compartidos por la minoría liberal.
José I (Texto 4) recibió el apoyo de un pequeño grupo ilustrado, A los afrancesados @ (Texto 5), que confiaban en el cambio dinástico para completar las reformas y modernizar España. José I otorgó el Estatuto de Bayona (julio 1808), Carta Otorgada, texto legislativo reformista para intentar gobernar la Nación. Su acción de gobierno fue escasa, sometido a los virajes de la guerra.
–
Conflicto internacional, escenario de la guerra entre Francia y Gran Bretaña.
Fases del conflicto (Texto 6):
Las tropas francesas (hasta 170.000 hombres), dirigidas por el Mariscal Murat, fracasan en el intento de ocupar Zaragoza (general Palafox), Gerona y Valencia. Los españoles obtienen la victoria de Bailén (primera derrota del ejército francés en campo abierto) y el ejército francés evacuó Madrid. José I se retiró a Vitoria.
Los británicos expulsan a los franceses de Portugal y desembarcan en Galicia.
Napoleón dirige en persona las operaciones al frente de 250.000 soldados de la Grand Armée, realiza un avance contundente y recupera Madrid y ocupa Aragón, Cataluña, buena parte de Andalucía y los ingleses son obligados a volver a Portugal. Pero a pesar de sus éxitos, la mayor parte del territorio no estaba dominado por los franceses, el ejercito español no estaba deshecho, y se mantenía la voluntad de resistencia. La dispersión de los soldados españoles, decisiva para su derrota en campo abierto, era a partir de ahora una ventaja para combatir desde la resistencia.
Tras su retorno a Francia (guerra en Europa contra la coalición internacional) los ejércitos franceses sufrieron el desgaste provocado por la guerrilla (Texto 7) en zonas rurales (Díaz Porlier, Espoz y Mina, A El Empecinado @ , el cura Merino…).
El desgaste de Napoleón en Europa es patente en la primavera de 1812 (frente ruso, italiano, alemán, austriaco), pierde Holanda e Italia y el fracaso en Rusia marca su fin. Tras el desastre de Rusia, Napoleón dejó solo 100.000 hombres, frente a los 200.000 del ejercito hispano-inglés. El ejército anglo-portugués dirigido por el general Wellesley (duque de Wellington) obtiene las victorias de Arapiles (abre el camino hacia Madrid), Vitoria, San Marcial. El 21 de junio de 1813 José I abandona España y el 11 de diciembre de 1813, se firma el Tratado de Valençay, por el que Napoleón restituye la corona a Fernando VII. Las últimas tropas francesas abandonan la península, la guerra había terminado.
* Se calcula que hubo aproximadamente medio millón del de muertos, lo que supone una cifra considerable si tenemos en cuenta que el total de habitantes del país no sobrepasaba los 11 millones en 1807.
* A las bajas producidas en combate hay que añadir las debidas a las epidemias de tifus, cólera, disentería y fiebres pútridas, así como al hambre que asoló extensas regiones a causa de la falta de cereales como ocurrió con la terrible hambruna de Madrid de 1812. Por último, hay también que contar con los numerosos heridos de guerra que perpetuaron el recuerdo del conflicto.
* Por lo que se refiere a las pérdidas materiales, el daño fue también considerable. Los asedios dejaron su huella en ciudades completamente arrasadas, como Zaragoza, Gerona o San Sebastián. En otra como Salamanca, la ocupación ocasionó la destrucción de importantes edificios y monumentos artísticos a causa de los bombardeos o de obras de fortificación. Los franceses también realizaron un importante expolio de obras artísticas, sólo parcialmente devueltas tras la guerra.
* Entre los perjuicios económicos, destaca el grave deterioro de la industria textil catalana, que perdió no sólo el ritmo de progresión de los años de preguerra, sino también numerosas fábricas y, lo que más grave, el mercado colonial, cuyos beneficios cayeron en picado. Pero fueron los campesinos quienes soportaron el peso principal de la guerra: alistamientos masivos, requisas de grano, ruina de cosechas abandono de zonas de cultivo dejaron un país agotado en su principal fuente de riqueza.
* Además, la guerra arruinó definitivamente la Hacienda española, imponer el doble coste de la financiación de la resistencia y de las exacciones del enemigo. Paralelamente al vertiginoso aumento de los gastos, los ingresos cayeron no menos rápidamente, hasta situarse en 1812 en apenas 200 millones de reales. El reinado de Fernando VII transcurrirá con la constante angustia del problema de la quiebra de la Hacienda, si que pueda hallarse la solución hasta muy entrado el siglo XIX.
* Por último, consecuencia directa de la derrota francesa fue el exilio de los afrancesados, que en número aproximado de 15.000 debieron atravesar la frontera junto con las tropas francesas. La represión posterior por parte de Fernando VII supuso la continuación de su exilio hasta 1820, la expropiación de sus bienes y unas tensas relaciones entre el gobierno francés, obligado a su mantenimiento, y el español, que hasta 1818 no se avino a atenuar la represión.
(Texto 8)
Ante la situación creada por la abdicación borbónica, se produce un vacío de poder real, en el momento en que una parte considerable del país se rebela contra los franceses. Aunque la cesión de la soberanía por Carlos IV y Fernando VII a Napoleón es jurídicamente irreprochable, los españoles lo ven como una imposición, y reclaman a las instituciones del Antiguo Régimen que asuman la soberanía en ausencia del Rey. Pero el Consejo de Castilla y la Junta de Gobierno, que ejercían el poder tras la marcha de la familia real a Bayona, acataron la decisión de los soberanos y se pusieron bajo la autoridad de José Bonaparte.
Fue entonces, tras el levantamiento de mayo de 1808, cuando los españoles asumieron la soberanía nacional y formaron sus propios órganos de gobierno, rompiendo así con el Antiguo Régimen.
En algunos casos fueron las autoridades locales las que se hicieron con el poder y organizaron la resistencia. En otros casos, fue la propia población la que se organizó y nombró comités para armar a los ciudadanos y reclutar unidades.
Surgieron así por todo el país las Juntas Locales y, en pocas semanas, Provinciales, que gobernaron en nombre de Fernando VII, pero que en realidad estaban haciendo cristalizar la soberanía nacional.
La población eligió para formarlas a personajes de prestigio, procedentes en muchos casos de las clases dirigentes del Antiguo Régimen, aristócratas, clérigos, intendentes, regidores, generales, pero también a empresarios e intelectuales. De manera natural el pueblo español siguió confiando en las autoridades para dirigir la resistencia: Floridablanca, Jovellanos, Palafox, etc. En junio existían ya Juntas Provinciales por todo el país, y a finales del verano se decidió organizar una Junta Central que asumiera el papel de gobierno de la nación.
9.1. Crisis de 1808. Guerra de la Independencia y revolución política (Textos 0.1 a 0.6)
La crisis de 1808 se produce el 2 de mayo de 1808 a causa de la salida de la familia real española hacia Bayona. La sublevación de Madrid fue brutalmente sofocada por el mariscal Murat (Texto 1) pero se extendió con rapidez a otras ciudades españolas (Móstoles ) (Texto 2) entre los días 7 y 10 de mayo, a medida que se difundían las noticias de las abdicaciones.
Los sublevados no aceptaron como rey a José Bonaparte y ante la ausencia de un poder legítimo en pueblos y ciudades se constituyeron las Juntas Provinciales de Defensa (integradas por las personas más cultas de municipios, clero, instituciones, militares) que actuaron como un poder paralelo al de la monarquía Bonaparte. De forma simultánea, el ejército español se reorganizó y junto con civiles formaron partidas o guerrillas que actuaron como fuerza de resistencia hostigando a los invasores.
Fue el inicio de una larga guerra (1808-1813) que provocará en España más de 300.000 pérdidas humanas, destrucción y saqueo junto con una grave crisis económica y financiera.
La guerra tuvo tres vertientes:
–
Guerra nacional y popular, (no revolucionaria). Esta guerra acrecentó el sentimiento de los españoles de pertenencia a una comunidad y conformó una nueva mentalidad por encima de regiones y reinos.
El ideario partió de la defensa de la religión y de la monarquía (visión tradicional propio de una sociedad estamental). El bajo clero proporcionó un discurso ideológico que convenció al pueblo para colaborar contra la impiedad francesa. Sólo la Iglesia disponía de una organización nacional centralizada y fue el motor del alzamiento. Estos ideales no eran compartidos por la minoría liberal.
– Guerra civil
La mayoría de la población (tradicionalistas, liberales, ilustrados) se opusieron a la ocupación, apoyados por el clero (Texto 3).José I (Texto 4) recibió el apoyo de un pequeño grupo ilustrado, A los afrancesados @ (Texto 5), que confiaban en el cambio dinástico para completar las reformas y modernizar España. José I otorgó el Estatuto de Bayona (julio 1808), Carta Otorgada, texto legislativo reformista para intentar gobernar la Nación. Su acción de gobierno fue escasa, sometido a los virajes de la guerra.
–
Conflicto internacional, escenario de la guerra entre Francia y Gran Bretaña.
Fases del conflicto (Texto 6):
1. Desde mayo de 1808 hasta el final del mismo año
Las tropas francesas (hasta 170.000 hombres), dirigidas por el Mariscal Murat, fracasan en el intento de ocupar Zaragoza (general Palafox), Gerona y Valencia. Los españoles obtienen la victoria de Bailén (primera derrota del ejército francés en campo abierto) y el ejército francés evacuó Madrid. José I se retiró a Vitoria.
Los británicos expulsan a los franceses de Portugal y desembarcan en Galicia.
2. 1809-1811
Napoleón dirige en persona las operaciones al frente de 250.000 soldados de la Grand Armée, realiza un avance contundente y recupera Madrid y ocupa Aragón, Cataluña, buena parte de Andalucía y los ingleses son obligados a volver a Portugal. Pero a pesar de sus éxitos, la mayor parte del territorio no estaba dominado por los franceses, el ejercito español no estaba deshecho, y se mantenía la voluntad de resistencia. La dispersión de los soldados españoles, decisiva para su derrota en campo abierto, era a partir de ahora una ventaja para combatir desde la resistencia.
Tras su retorno a Francia (guerra en Europa contra la coalición internacional) los ejércitos franceses sufrieron el desgaste provocado por la guerrilla (Texto 7) en zonas rurales (Díaz Porlier, Espoz y Mina, A El Empecinado @ , el cura Merino…).
3. 1812-1813
El desgaste de Napoleón en Europa es patente en la primavera de 1812 (frente ruso, italiano, alemán, austriaco), pierde Holanda e Italia y el fracaso en Rusia marca su fin. Tras el desastre de Rusia, Napoleón dejó solo 100.000 hombres, frente a los 200.000 del ejercito hispano-inglés. El ejército anglo-portugués dirigido por el general Wellesley (duque de Wellington) obtiene las victorias de Arapiles (abre el camino hacia Madrid), Vitoria, San Marcial. El 21 de junio de 1813 José I abandona España y el 11 de diciembre de 1813, se firma el Tratado de Valençay, por el que Napoleón restituye la corona a Fernando VII. Las últimas tropas francesas abandonan la península, la guerra había terminado.
Las consecuencias internas de la guerra
El final de las hostilidades dejó tras de sí un país arrasado tras cinco años de guerra.* Se calcula que hubo aproximadamente medio millón del de muertos, lo que supone una cifra considerable si tenemos en cuenta que el total de habitantes del país no sobrepasaba los 11 millones en 1807.
* A las bajas producidas en combate hay que añadir las debidas a las epidemias de tifus, cólera, disentería y fiebres pútridas, así como al hambre que asoló extensas regiones a causa de la falta de cereales como ocurrió con la terrible hambruna de Madrid de 1812. Por último, hay también que contar con los numerosos heridos de guerra que perpetuaron el recuerdo del conflicto.
* Por lo que se refiere a las pérdidas materiales, el daño fue también considerable. Los asedios dejaron su huella en ciudades completamente arrasadas, como Zaragoza, Gerona o San Sebastián. En otra como Salamanca, la ocupación ocasionó la destrucción de importantes edificios y monumentos artísticos a causa de los bombardeos o de obras de fortificación. Los franceses también realizaron un importante expolio de obras artísticas, sólo parcialmente devueltas tras la guerra.
* Entre los perjuicios económicos, destaca el grave deterioro de la industria textil catalana, que perdió no sólo el ritmo de progresión de los años de preguerra, sino también numerosas fábricas y, lo que más grave, el mercado colonial, cuyos beneficios cayeron en picado. Pero fueron los campesinos quienes soportaron el peso principal de la guerra: alistamientos masivos, requisas de grano, ruina de cosechas abandono de zonas de cultivo dejaron un país agotado en su principal fuente de riqueza.
* Además, la guerra arruinó definitivamente la Hacienda española, imponer el doble coste de la financiación de la resistencia y de las exacciones del enemigo. Paralelamente al vertiginoso aumento de los gastos, los ingresos cayeron no menos rápidamente, hasta situarse en 1812 en apenas 200 millones de reales. El reinado de Fernando VII transcurrirá con la constante angustia del problema de la quiebra de la Hacienda, si que pueda hallarse la solución hasta muy entrado el siglo XIX.
* Por último, consecuencia directa de la derrota francesa fue el exilio de los afrancesados, que en número aproximado de 15.000 debieron atravesar la frontera junto con las tropas francesas. La represión posterior por parte de Fernando VII supuso la continuación de su exilio hasta 1820, la expropiación de sus bienes y unas tensas relaciones entre el gobierno francés, obligado a su mantenimiento, y el español, que hasta 1818 no se avino a atenuar la represión.
(Texto 8)
La organización de la resistencia. Guerra y revolución
Ante la situación creada por la abdicación borbónica, se produce un vacío de poder real, en el momento en que una parte considerable del país se rebela contra los franceses. Aunque la cesión de la soberanía por Carlos IV y Fernando VII a Napoleón es jurídicamente irreprochable, los españoles lo ven como una imposición, y reclaman a las instituciones del Antiguo Régimen que asuman la soberanía en ausencia del Rey. Pero el Consejo de Castilla y la Junta de Gobierno, que ejercían el poder tras la marcha de la familia real a Bayona, acataron la decisión de los soberanos y se pusieron bajo la autoridad de José Bonaparte.
Fue entonces, tras el levantamiento de mayo de 1808, cuando los españoles asumieron la soberanía nacional y formaron sus propios órganos de gobierno, rompiendo así con el Antiguo Régimen.
En algunos casos fueron las autoridades locales las que se hicieron con el poder y organizaron la resistencia. En otros casos, fue la propia población la que se organizó y nombró comités para armar a los ciudadanos y reclutar unidades.
Surgieron así por todo el país las Juntas Locales y, en pocas semanas, Provinciales, que gobernaron en nombre de Fernando VII, pero que en realidad estaban haciendo cristalizar la soberanía nacional.
La población eligió para formarlas a personajes de prestigio, procedentes en muchos casos de las clases dirigentes del Antiguo Régimen, aristócratas, clérigos, intendentes, regidores, generales, pero también a empresarios e intelectuales. De manera natural el pueblo español siguió confiando en las autoridades para dirigir la resistencia: Floridablanca, Jovellanos, Palafox, etc. En junio existían ya Juntas Provinciales por todo el país, y a finales del verano se decidió organizar una Junta Central que asumiera el papel de gobierno de la nación.