Estructura y Crisis del Antiguo Régimen en Europa


El Antiguo Régimen: Economía, Sociedad y Política

La Economía del Antiguo Régimen

La economía del Antiguo Régimen era básicamente rural. Entre el 80 y el 90 % de la población se dedicaba a la agricultura. La tierra estaba concentrada en manos de la nobleza y el clero. La agricultura era principalmente de autoconsumo. También existían otras actividades de tipo artesanal e industrial, que se vieron fuertemente estimuladas por el desarrollo del comercio ultramarino.

La Propiedad de la Tierra

La tierra era la principal fuente de riqueza. Estas estaban vinculadas a un título nobiliario, a la Iglesia, a un municipio o a la Corona. La propiedad vinculada permitía a su titular sacar provecho de ellas, pero no podía venderlas.

El conjunto de tierras en manos de un señor recibía el nombre de señorío territorial. Este incluía una reserva señorial, las tierras más productivas que el señor reservaba para su explotación directa.

Los Derechos Señoriales

Se definen como el conjunto de beneficios y rentas que recibía el señor, derivados de la explotación económica de sus propiedades.

El señor gozaba de jurisdicción sobre su territorio, incluyendo las tierras de propietarios libres (señorío jurisdiccional). Tenía la facultad de dictar órdenes y reglamentos en su dominio. El derecho de hacer justicia le permitía juzgar a los hombres de su territorio y a los transeúntes. Además, el derecho de inmunidad le otorgaba autonomía. El señor sacaba provecho del señorío jurisdiccional a través de las multas aplicadas en función de su poder judicial, peajes de puentes y caminos, derechos de circulación de mercancías y permisos de mercado.

Los campesinos entregaban la décima parte de sus cosechas al clero para asegurar el mantenimiento de la Iglesia, a este acto se le llama diezmo.

El Estancamiento Agrícola

La agricultura era esencialmente de subsistencia, dedicada al policultivo, básicamente cerealístico.

Para el aprovechamiento de la tierra coexistían dos tipos de explotaciones: los campos abiertos (openfields), donde se cultivaban cereales y se practicaba el barbecho, y las tierras comunales, dedicadas a bosques y pastos, de las que se beneficiaban los campesinos.

La producción ganadera era insuficiente, ya que no se producían los alimentos necesarios para aumentar la cabaña.

Las cosechas eran azotadas por las crisis de subsistencia, caracterizadas por la carencia o el encarecimiento de los productos básicos, como el trigo. Esto generaba hambre, desnutrición y un aumento de la mortalidad.

Industria Tradicional y Manufacturas

La familia campesina era la unidad de producción básica: se encargaba de trabajar la tierra y elaborar productos de consumo doméstico. En las ciudades existía una producción artesana controlada por los gremios. Su finalidad era la asistencia mutua y el control de las técnicas, la calidad, el volumen y los precios.

El aumento de la demanda de productos a partir de los siglos XVI y XVII estimuló a los comerciantes a buscar nuevos sistemas de producción. Así se empezó a extender el domestic system, que consistía en dar trabajo a domicilio a las familias campesinas. Un artesano-comerciante distribuía la materia prima y facilitaba los instrumentos de trabajo para que los productos se elaborasen en la casa de los campesinos. El comerciante pagaba por pieza elaborada.

En el siglo XVIII aparecieron las manufacturas, establecimientos subvencionados, impulsados por el Estado o por iniciativa privada. Su novedad consistía en que la manufactura concentraba a un número de trabajadores a sueldo bajo el mismo techo, lo que constituye un precedente de la fábrica.

La Insuficiencia de los Transportes

Los medios de transporte eran muy rudimentarios, y resultaba muy costoso mantenerlos en buenas condiciones.

Los vehículos más utilizados eran el carro y la diligencia, movidos por animales de tiro. Los desplazamientos se hacían largos y costosos.

La navegación marítima y fluvial utilizaba la fuerza del viento para desplazarse.

Comercio Interior y Comercio Colonial

Los problemas de la agricultura y del transporte dieron como resultado un limitado desarrollo del comercio interior. Los intercambios se realizaban en ferias y tenían solo un alcance local o comarcal.

A partir del siglo XVI, el comercio colonial, aquel que se realizaba entre territorios separados por el mar, se hizo mucho más frecuente. Se abrieron nuevas rutas marítimas. El comercio colonial proporcionaba materias primas para las industrias y permitía vender objetos manufacturados.

Se produjo un gran crecimiento del mundo de las finanzas.

Los beneficios obtenidos con el comercio colonial eran muy altos, y esta rentabilidad favoreció la proliferación de mercaderes, banqueros y prestamistas, así como un mayor desarrollo de los bancos y de las compañías comerciales (capitalismo comercial).

Las monarquías absolutas de los siglos XVII y XVIII propiciaron, a través de la política mercantilista, la protección de las grandes manufacturas.

La Sociedad Estamental

La sociedad del Antiguo Régimen estaba dividida en tres estamentos: el clero, la nobleza y el estado llano.

La característica principal de la sociedad estamental era su desigualdad civil. Se dividía en dos grupos: los privilegiados y los no privilegiados.

Una Población Estancada

La demografía del Antiguo Régimen, conocida como ciclo demográfico antiguo, se caracteriza por unas tasas de mortalidad y de natalidad muy elevadas, una baja esperanza de vida y un escaso crecimiento de la población.

La subalimentación, la falta de higiene y el atraso de la medicina provocaban una mortalidad muy elevada. Se necesitaban dos nacimientos para conseguir un adulto. Como consecuencia, la esperanza de vida era muy baja, y la media de edad se aproximaba a los 45 años. La natalidad era muy alta, cada mujer tenía una media de cinco hijos.

Los Privilegiados

El clero era el primero de los grupos privilegiados y representaba una parte muy pequeña de la población. No tenía que pagar ninguno de los impuestos, y sus ingresos provenían del diezmo y de su propio patrimonio.

Se podía distinguir entre el alto y el bajo clero. El primero estaba compuesto por abades, obispos y altos cargos, personas que provenían de las clases nobiliarias y vivían en el lujo característico de la nobleza. El segundo grupo era gente de origen campesino y tenía una vida modesta, sin lujos ni privilegios.

La nobleza era el segundo estamento privilegiado. Sus efectivos eran escasos. La base de su riqueza era la propiedad territorial. Gozaba de una serie de condiciones honoríficas, económicas y fiscales. También se dividía en dos: la nobleza de la corte y la nobleza de provincia.

Los No Privilegiados

El tercer estamento estaba representado por la inmensa mayoría de la población y agrupaba sectores sociales muy diferentes. Al final del Antiguo Régimen los unía un interés común: su oposición a los privilegios sociales y al mantenimiento del régimen feudal, así como la reivindicación de la igualdad civil.

Hay tres grupos entre los no privilegiados: la burguesía, las clases populares urbanas y los campesinos.

La burguesía constituía la clase predominante dentro del tercer estado. Era el grupo económico más dinámico de toda la sociedad y, en los últimos siglos, su riqueza había aumentado notoriamente. Dentro de este grupo se puede diferenciar entre la burguesía rentista (que vivía de sus rentas), la financiera, la manufacturera o industrial y la pequeña burguesía (artesanos, pequeños comerciantes y profesionales liberales).

Las clases populares urbanas agrupaban a una multitud de trabajadores manuales, incluyendo a los artesanos, los obreros, el personal doméstico y los pequeños oficios de las ciudades. Durante el siglo XVIII, sus condiciones de vida empeoraron debido al aumento de los precios y al crecimiento de la población.

El campesinado era el grupo más numeroso de la población. Su condición variaba en función de la situación jurídica de las personas y del reparto de la propiedad.

Los campesinos libres podían ser arrendatarios o propietarios de tierras. Sus condiciones de vida eran duras. La subida de los precios del siglo XVIII les dificultaba aún más la subsistencia. Sobre ellos recaían la mayoría de los impuestos. La abolición de las estructuras feudales era una reivindicación unánime del campesinado.

El Absolutismo Monárquico

El tercer componente del Antiguo Régimen era el absolutismo monárquico.

La Monarquía de Derecho Divino

La estructura piramidal y jerarquizada de la sociedad estamental tenía su cúspide en el monarca absoluto. El eje central del sistema político del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho divino, según la cual la autoridad del monarca provenía de Dios. El monarca poseía el poder absoluto: nombraba a los magistrados, administraba la justicia y dirigía la política exterior. El ejemplo más completo y conocido de monarquía absoluta es la monarquía francesa de los Borbones.

Aunque todo el poder residía en el monarca, en la práctica estaba auxiliado por unas instituciones que lo asesoraban y ejecutaban sus mandatos. El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado. La complejidad de los asuntos de gobierno hizo que se subdividiera en secciones especializadas: Consejo de Finanzas, de Justicia, de Guerra, etc.

La administración local estaba en manos de gobernadores o intendentes. Estos cargos dependían del monarca y eran revocables a su voluntad.

Una legión de funcionarios y burócratas se encargaban de ejecutar las órdenes reales, de administrar justicia, de recaudar los impuestos, etc.

El poder del soberano estaba restringido por la ley divina, a la que estaba sometido como cualquier otro, y por el derecho natural de cada reino.

Los Límite de la Autoridad Real: El Modelo Inglés

En el siglo XVIII, Inglaterra, y también Holanda, constituían una isla en la Europa absolutista. La revolución del siglo XVII había creado una monarquía con poder limitado. En primer lugar, se asentó el principio de la libertad individual, que garantizaba que nadie podía ser detenido ni inculpado sin ser puesto a disposición judicial al cabo de 72 horas de haber sido retenido. Se ponía así freno a la arbitrariedad del poder y se institucionalizaba una justicia independiente que garantizaba la libertad de los ciudadanos.

En 1689, el Parlamento inglés obligó al nuevo rey a jurar la Declaración de Derechos, que limitaba los poderes del monarca y sometía algunas de sus decisiones al Parlamento. A lo largo del siglo XVIII, se fue asentando el principio de la separación de poderes: la elaboración de leyes quedaba en manos parlamentarias, el poder judicial era independiente del Gobierno y el monarca dirigía el ejecutivo.

Sin embargo, solo el 15% de la población tenía derecho a voto; los habitantes de las colonias no estaban representados en el Parlamento, y la esclavitud seguía siendo comúnmente aceptada. El ejemplo inglés constituyó un modelo de inspiración para numerosos pensadores críticos con el absolutismo y con la sociedad del Antiguo Régimen. El pensamiento ilustrado recogerá en sus fórmulas políticas gran parte de las ideas del modelo inglés.

La Crisis del Antiguo Régimen

El Antiguo Régimen entró en crisis en el último tercio del siglo XVIII. El desarrollo de las nuevas formas productivas y la expansión del comercio colonial dieron lugar a un enorme crecimiento del capital y, por tanto, a la pujanza de la burguesía, dejando obsoleto un sistema económico y social basado en la propiedad territorial.

Las ideas ilustradas ayudaron a socavar los fundamentos del Antiguo Régimen.

El Espíritu de la Ilustración

Durante el siglo XVIII, un grupo de pensadores elaboró un cuerpo doctrinario que sirvió a la burguesía para expresar el modelo social y económico que deseaba. El primer mensaje de la Ilustración era una fe absoluta en la razón, es decir, en la inteligencia humana. Los nuevos filósofos se enfrentaron a la concepción medieval del mundo basada en la tradición y en el teocentrismo. Los ilustrados eran deístas, creían en una religión natural que aceptaba la idea de Dios, pero rechazaban la superioridad de cualquier religión. Voltaire fue el gran defensor de la libertad de conciencia.

Creían que la naturaleza era una fuente de justicia y bondad, y pensaban que el ser humano nacía para ser feliz. Afirmaban que las relaciones humanas debían basarse en la tolerancia entre los hombres y entre las ideas. Profundizaron y reflexionaron sobre los pilares fundamentales del Antiguo Régimen.

  • La sociedad estamental: Se opusieron a un sistema que organizaba la sociedad basándose en la pertenencia a un grupo social por nacimiento. Defendieron la movilidad social, la igualdad, la valía y la inteligencia de cada uno. Proclamaron que nadie podía heredar ni gozar de honor, prestigio o privilegios en nombre de sus antepasados.

  • El poder económico: Las nuevas ideas procedían de los llamados fisiócratas y de toda la corriente del liberalismo económico inglés. Se oponían al mercantilismo y a la necesidad de un Estado intervencionista que regulase las actividades económicas y garantizase los objetivos previstos. Los fisiócratas afirmaban que la agricultura y las actividades productivas eran la principal fuente de riqueza. Lucharon contra toda reglamentación y defendieron la libertad económica.

  • El poder político: Criticaron el absolutismo imperante y configuraron las bases de una nueva doctrina política, el liberalismo. Basándose en las ideas del siglo XVII de Locke, defendieron la necesidad de un contrato entre gobernantes y gobernados que garantizase los derechos básicos del individuo. Montesquieu propugnó la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) y puso énfasis en la independencia del poder judicial. Rousseau defendió el contrato social y formuló el principio de la soberanía nacional, según el cual el poder emana del libre consentimiento de todos los ciudadanos mediante el voto.

El Despotismo Ilustrado

Algunos soberanos intentaron experiencias reformistas que pretendían unir la autoridad real con las ideas de progreso de la Ilustración. La conocida frase “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” hace referencia al despotismo ilustrado.

En Europa aparecieron monarcas ilustrados, como Carlos III de España o Gustavo de Suecia. Como rasgos comunes de la actuación de estos monarcas se pueden citar el absolutismo centralizado, la racionalización de la administración, el fomento de la educación y la búsqueda de la modernización económica. Todos ellos promovieron programas de desarrollo agrícola e industrial y facilitaron la libertad de comercio.

Las posibilidades de esa experiencia resultaron muy limitadas, ya que no era posible aceptar solo una parte de la Ilustración sin alterar las bases del Antiguo Régimen.

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