Estructura
En cuanto a la formación de la obra, se presenta dividida en dos partes, subdivididas a su vez en dos cuadros, determinados por el descubrimiento de la realidad, de la presencia del cadáver en la celda al llegar los carceleros para llevárselos. Dada la concentración espacial y el limitado número de personajes que coexisten, la mayor parte del tiempo presenta en escena a los cinco prisioneros juntos. Las únicas alternativas se dan cuando van al locutorio o por la irrupción de las figuras imaginadas por Tomás o de los carceleros.
Desde el punto de vista del desarrollo de la acción, el drama no incluye apenas peripecias. Se trata de un drama de situación, concretamente de situación límite, en el que se avanza gradualmente hacia el descubrimiento de la raíz secreta del drama. Durante la primera parte y casi todo el primer cuadro de la segunda, el centro de atención es el progresivo desmoronamiento del mundo inventado por Tomás. Existe, sin embargo, otro nudo de acción soterrado que aflora por medio de alusiones o indiscreciones.
En la segunda parte, si bien no desaparece el interés por la enajenación de Tomás, el centro de atención se dirige también a ese nudo de acción: el enigmático proyecto de fuga, que debe mantenerse encubierto para ser efectivo. La tensión dramática alcanza su mayor intensidad en el último cuadro, como es habitual en el teatro.
Se da en la obra la unidad de lugar. La escena, aunque varíe paulatinamente por su conversión de habitación confortable en celda de cárcel, es siempre la misma, transcurre en el mismo espacio. Por lo que se refiere al tiempo, no hay indicaciones totalmente precisas, pero el desarrollo de la acción es lineal, sin saltos cronológicos, y el drama total abarca unos cuantos días.
- El primer cuadro tiene lugar una mañana, un poco antes de comer, y termina cuando sirven la comida.
- El segundo cuadro transcurre esa misma tarde, cuando faltan cuatro horas para la cena.
- El cuadro tercero se desarrolla tres días después, cuando los presos acaban de cenar y la noche está cayendo.
- En el último cuadro ha pasado muy poco tiempo, por lo que toda la obra comprende un lapso de tiempo de muy pocos días.
Técnicas de Escenificación
En la obra se utiliza un único espacio escénico en el que transcurre toda la situación. Su tratamiento está al servicio de mostrar la progresiva vuelta a la realidad del protagonista, Tomás, de cuya locura el espectador tomará conciencia a medida que él vaya recuperando la cordura.
En el primer cuadro, el escenario no ofrece la visión real de la sórdida cárcel en la que se desarrolla, sino la de la fantástica Fundación que Tomás imagina. El espectador ve a través de sus ojos. El escenario es el que Tomás tiene en su mente enferma: cómodos sillones, etc. Al igual que el protagonista, no es consciente de que la realidad sea otra.
Buero utiliza desde el primer momento un procedimiento de inmersión: a través del tratamiento del espacio escénico, obliga al público a penetrar en la mente del personaje. Están presentes desde el inicio algunos elementos discordantes, como la taquilla de hierro, la percha y los seis talegos, que no se corresponden con el ambiente.
En el cuadro segundo, las disonancias, al igual que la perplejidad de Tomás, aumentan. Al principio, dos de los cinco sillones son sustituidos por petates enrollados y las sábanas de la cama han desaparecido. La escoba es ya un escobajo sucio. Cuando el mundo imaginario de Tomás se derrumba al reconocer la realidad de la presencia de un compañero muerto, y no enfermo, en la habitación, se produce un cambio en el escenario que muestra dicho derrumbe. La luz, que era clara y daba una tonalidad de irrealidad a la escena, es ahora gris, triste y cada vez más cruda. La vajilla y la cristalería son ahora platos y tazas toscos. La puerta de fina madera pasa a ser de chapa con clavos. La nevera desaparece y la gran estantería está oculta por un lienzo gris de pared.
Al empezar el tercer cuadro, ya no hay ningún sillón. La mesa es de hierro y está anclada al suelo, al igual que la cama en el muro. Los uniformes de los personajes son los típicos de presos, aunque Tomás conserva todavía el traje del principio. La evidencia se va imponiendo en la mente del protagonista y, paralelamente, en el escenario. A continuación, se ve afectado el paisaje: parte de él se transforma en el corredor de la prisión. El cuidado cuarto es ahora un mugriento e insano lugar lleno de humedad y suciedad que Tomás reconoce como tal, al igual que el resto de transformaciones.
Al tiempo que admite su propia realidad de preso político condenado a muerte, antes de caer el telón sin personaje alguno en escena, el escenario se transforma y recobra de nuevo el aspecto de la Fundación, lo que cabe interpretar como un deseo de prevenir contra todo lo que en la realidad enajena, limita, si esa prisión se ha visto descubierta, otras muchas acechan constantemente.
Estos cambios de decorado van acompañados de otros efectos escénicos, sobre todo de luces y de sonido, como la música de Rossini que aparece al principio y luego más tarde desaparecerá para volver a sentirse en ese cambio final del decorado.