Contrastes Filosóficos: Ética, Conocimiento y Libertad en Kant, Aristóteles y Hobbes
Aristóteles y Kant difieren significativamente en su enfoque sobre el cumplimiento de la ley moral. Para Kant, este cumplimiento es intrínsecamente valioso, siendo un fin en sí mismo y no un medio para alcanzar algún otro objetivo. En cambio, para Aristóteles, la felicidad, que es el bien supremo, solo se logra a través de la virtud. Esta discrepancia refleja una distinción fundamental entre una ética material, como la de Aristóteles, que se centra en el contenido de las acciones virtuosas, y una ética formal, como la de Kant, que prioriza el cumplimiento de la ley moral por encima de cualquier resultado concreto como la felicidad.
Según Aristóteles, el fin último de las acciones humanas es la felicidad, o eudaimonía, que se alcanza mediante la práctica de la virtud y el autocontrol. Las virtudes, para él, implican el desarrollo de hábitos que guían el comportamiento hacia un fin deseado, en contraste con simplemente cumplir normas externas.
Kant, por otro lado, sostiene que la conducta humana es moralmente buena cuando está basada en principios universales y racionales, independientemente de las consecuencias. Para él, la moralidad reside en la voluntad de cumplir con deberes y obligaciones éticas, sin importar el resultado final.
A pesar de estas diferencias, tanto Kant como Aristóteles coinciden en la importancia de la reflexión y el conocimiento humano para comprender las acciones y sus implicaciones éticas. Ambos filósofos enfatizan la necesidad de examinar críticamente nuestras acciones y sus consecuencias para tomar decisiones éticas informadas.
El Estado de Naturaleza y el Contrato Social
Kant y Hobbes tienen puntos de vista divergentes sobre el estado natural de la humanidad y la razón por la cual los seres humanos deciden salir de ese estado.
Hobbes describe el estado de naturaleza como un estado de guerra constante, donde cada individuo lucha por su propia supervivencia y donde prevalece la ley del más fuerte. En este contexto, los seres humanos deciden abandonar este estado para escapar de la miseria y el caos de la guerra.
Por otro lado, Kant concuerda con Hobbes en la descripción del estado de naturaleza como un estado de guerra y conflicto, pero difiere en cuanto a la motivación para salir de ese estado. Para Kant, es un deber moral que impulsa a los seres humanos a salir del estado de naturaleza. Este deber moral se fundamenta en la necesidad de establecer un orden moralmente justo y racional, donde la libertad y la igualdad sean respetadas.
En cuanto al contrato social, Kant defiende un modelo republicano basado en el respeto a la libertad individual y en la participación ciudadana a través de la representatividad y la separación de poderes. Esto contrasta con la propuesta de Hobbes, quien aboga por un soberano absoluto con autoridad para mantener el orden a través del uso de la fuerza, y también difiere de la visión de Rousseau, quien promueve una democracia directa donde todos los individuos participan en la toma de decisiones legislativas.
Racionalismo, Empirismo y la Síntesis Kantiana
Kant propuso una síntesis entre el racionalismo y el empirismo para abordar la cuestión del conocimiento humano. Mientras que el racionalismo sostiene que el conocimiento proviene principalmente de la razón, y el empirismo argumenta que proviene de la experiencia sensorial, Kant sugiere que ambos elementos son necesarios para alcanzar un conocimiento completo y significativo.
Según el racionalismo cartesiano, todo nuestro conocimiento se origina en la razón, y se cree que mediante el uso de la metafísica y un método adecuado, es posible aspirar a conocer todos los aspectos del mundo. Por otro lado, los empiristas argumentan que el conocimiento se limita a lo que podemos experimentar a través de los sentidos, y algunos, como Hume, incluso cuestionan la validez de la metafísica y consideran que las leyes de la física son solo creencias contingentes.
La solución propuesta por Kant implica combinar ambos enfoques. Argumenta que el conocimiento humano requiere tanto elementos racionales como empíricos. Es decir, la experiencia sensible proporciona los datos brutos o materiales del conocimiento, mientras que la razón proporciona la estructura y el marco conceptual mediante los cuales organizamos y comprendemos esos datos. En otras palabras, la experiencia sensorial por sí sola no puede proporcionar un conocimiento completo y significativo, ya que requiere de la actividad y estructura racional de la mente para ser interpretada y comprendida.
La Libertad como Postulado de la Razón
La libertad se considera un postulado de la razón por Kant, considerándola un requisito de la moral. Para el filósofo, la libertad, por tanto, es una creencia fundamental que se deriva del imperativo categórico. Esto significa que la libertad es una creencia necesaria sin condiciones ni alternativas. La libertad no solo consiste en actuar sin restricciones externas, sino que es la capacidad de ser autónomo y determinar nuestras acciones. Kant opinaba que la libertad, como forma parte de los postulados de la razón, es una característica intrínseca de la naturaleza humana y que todos los seres humanos tienen la capacidad de serlo. Para el filósofo, la libertad se podría definir como la capacidad de actuar de acuerdo con la razón y la ley moral. La libertad no está limitada por las leyes físicas o por las leyes sociales y políticas, sino que es una libertad moral que nos permite actuar de acuerdo con la ley moral. Esta ley no puede ser violada, incluso si nos proporciona una ventaja personal.
La Revolución Copernicana de Kant
La Revolución Copernicana se ha utilizado para referirse al cambio radical de perspectiva que supone el planteamiento general de la filosofía de Kant con respecto a la filosofía tradicional. Incluso, el filósofo hace mención de ello en su Crítica de la razón pura. El cambio, que conscientemente lleva a cabo Kant, es similar al Giro Copérnico, que supone que es el espectador el que gira en lugar de las estrellas. Así, El giro copernicano de Kant crea la idea de que la filosofía debe hacer lo que Copérnico hizo en la astronomía: Kant afirma que solo podemos tener un verdadero conocimiento de las cosas, un conocimiento universal e imprescindible, si el objeto depende del pensamiento, para ser conocido, y no a la inversa. Esto quiere decir que, según Kant, en el conocimiento, lo que se intuye sobre un objeto depende del sujeto y no del objeto. Esto contesta al problema de conocimiento universal, haciéndolo posible. Asimismo, Kant afirma que nunca podríamos conocer la cosa en sí, el noúmeno, solo la experiencia que proporciona el objeto.
La Ilusión Trascendental
Existe una tendencia inevitable en la razón que le hace pretender alcanzar el conocimiento de las cosas en sí mismas o noúmeno, de lo que está más allá de la experiencia. Kant denomina a este error ilusión trascendental, que consiste en el uso indebido de las ideas de la razón o la aplicación inadecuada de las categorías, que no se dan en la experiencia y por lo tanto son incognoscibles. Si se cruzan las fronteras de la experiencia en busca de lo incondicionado y lo absoluto, la razón es un meramente puede ayudar a universalizar y unificar el conocimiento ya disponible, pero no para conseguir nuevos. Por ello es que Kant no considera la metafísica una ciencia. Las ideas de la razón se consideran las que engloban todas las experiencias existentes y se dividen en tres grupos: el mundo externo, que unifica y abarca todas nuestras experiencias externas; el alma, que hace lo mismo con nuestras experiencias internas; y Dios, que crea un punto de convergencia entre los otros dos. Estas ideas solo tienen usos relativos y no poseen valor en el mundo de los fenómenos. Cuando la razón considera estas ideas como objetos reales, está cayendo en el error de la ilusión trascendental y confunde lo pensado con lo real.