Ética y Filosofía: Explorando la Moral, la Felicidad y la Justicia


1. Sabiduría Moral

1.1 Ser Moralmente Sabio

Ser sabio moralmente implica dos cosas: (1) saber ser feliz y (2) saber ser justo.

  1. Saber ser feliz: Para aprender a ser feliz es necesario cultivar una serie de virtudes, la más importante, la prudencia. Es prudente aquella persona que actúa buscando lo que le conviene a largo plazo, en el conjunto de su vida; que sabe encontrar el medio entre el defecto y el exceso, la temeridad y la cobardía, el despilfarro y la avaricia…; aquella que aprecia la amistad, la lealtad, el cariño y no se deja engañar por las falsas amistades y el éxito fácil.
  2. Saber ser justo: Es ser capaz de tener en cuenta los intereses de todos, no solo los de una persona o grupo. Consideramos justo aquello exigible a cualquier ser racional que quiera vivir moralmente. Existen criterios morales universales para la justicia (lo justo), pero no para la felicidad (lo bueno), pues esto varía de persona a persona.

1.2 ¿Es Posible una Ética Cívica Democrática?

Sí, lo es, gracias a la articulación de las éticas de justicia (éticas de mínimos) y las éticas de la felicidad (éticas de máximos). Una ética cívica democrática consistiría en un gobierno regido por los mínimos que los ciudadanos comparten y alimentada por los máximos que estos profesan.

2. Éticas de la Felicidad

También llamadas éticas de máximos, son aquellas que ofrecen ideales de vida buena. Aconsejan seguir su modelo y pretenden orientar la conducta, pero en ningún momento son exigibles.

2.1 Sócrates (Felicidad como Conocimiento)

Considera la sabiduría como la virtud por excelencia. Sostiene que la felicidad viene dada por el conocimiento y no por la voluntad, según el siguiente razonamiento:

Partimos de que todos queremos ser felices y una actitud de búsqueda de la verdad (verdad ≠ dogmatismo) > medios para descubrir la verdad: reflexión y diálogo > método: mayéutica > los conceptos morales descubiertos por este método valen para todos los hombres > para ser feliz es necesario obrar bien, para obrar bien hay que saber hacerlo > sabiduría, felicidad y virtud (medio para conseguir la felicidad) se identifican > no se puede obrar mal a sabiendas, el que lo hace mal es por ignorancia (INTELECTUALISMO MORAL).

2.2 Aristóteles (Felicidad como Autorrealización)

Entiende la felicidad como el fin último, un bien perfecto y suficiente por sí mismo, es decir, que alcanzar la felicidad es una acción que se realiza por sí misma, no como medio. Opina que hay dos formas de adquirir la felicidad:

  1. A través de la actividad teórica: La vida contemplativa (sabiduría).
  2. Ejercitando nuestro intelecto práctico: Dominar las pasiones para alcanzar la felicidad. Para esto último son indispensables dos elementos: (1) la virtud de la prudencia (que nos ayuda a deliberar bien, mirando por el conjunto de nuestra vida) y (2) una sociedad con leyes justas y buenas.

2.3 Cínicos (Felicidad como Autosuficiencia entendida como Libertad Radical)

Opinan que el hombre es bueno por naturaleza y, por tanto, es más sabio aquel que vive de acuerdo con ella, es decir, el hombre ha de tener libertad radical frente a todas las normas e instituciones sociales, despreciar las convenciones sociales, valorar la libertad de acción y palabra, el esfuerzo, la austeridad, someter todo a crítica, rechazar los placeres y las instituciones políticas.

2.4 Estoicos (Felicidad como Autosuficiencia entendida como Paz Interior)

El verdadero sabio es aquel que se percata de que todo está en manos del destino, por lo que se procura la paz interior: se hace insensible al sufrimiento y a las opiniones ajenas, domina sus emociones y no se hace ilusiones con respecto al futuro. Las únicas fuentes reales de felicidad son la serenidad y la imperturbabilidad.

2.5 Hedonistas (Felicidad como Placer)

El hombre busca el placer y huye del dolor, por lo que la felicidad está en conseguir el mayor placer posible. La inteligencia nos sirve para calcular los medios más adecuados para alcanzarla (INTELECTO CALCULADOR).

2.6 Epicureísmo (Individualista)

Entiende la felicidad como el goce bien calculado. Mediante nuestro intelecto calculador organizamos los placeres en base a cuáles son los más intensos y duraderos y cuáles tienen consecuencias menos dolorosas, distribuyéndolos a lo largo de la vida para alcanzar así la felicidad.

2.7 Utilitarismo (Social)

Los hombres tenemos sentimientos sociales, por tanto, nuestra meta moral es alcanzar la mayor felicidad para el mayor número de personas posible. Dentro de esto hay dos filósofos importantes:

  1. Jeremy Bentham: Supone que todos los placeres son iguales en cualidad y comparables entre sí.
  2. John Stuart Mill: Distingue entre placeres superiores (intelectuales y morales) e inferiores.

3. Éticas de la Justicia

También llamadas éticas de mínimos, son aquellas que son exigibles a cualquier ser racional. Son universalizables.

3.1 Kant (Formalismo)

Kant basa su ética en el hecho de que el móvil de la conducta no debe ser alcanzar un fin, sino el respeto al deber que nos imponemos a nosotros mismos. Critica a las éticas anteriores, a las que llama “materiales de bienes” (identifican la materia, el contenido de lo bueno) por ser heterónomas, ya que identifican lo moralmente bueno con un fin que la voluntad humana no se da a sí misma, sino que le viene dado. Él se centra en que lo importante es la forma y no el contenido de las normas por las que nos regimos (deberes que, en conciencia, consideramos universales). Utiliza los imperativos categóricos para enunciar estos deberes morales, que tienen las siguientes características:

  1. Obligan de forma universal e incondicional: (Obra según una máxima que puedas querer que se torne ley universal).
  2. Manda sin condiciones ni promesas a cambio: (Debes/no debes hacer x).
  3. No cumplirlos no es propio de personas: (Obra de manera que trates a la humanidad como un fin y no como un medio).
  4. Tienen rasgos formales que proceden de la razón.

3.2 Habermas y Apel (Ética Procedimental)

Defienden que una sola persona no puede determinar qué es o no es universalizable, ha de compararlo con los afectados por ello usando procedimientos racionales: el discurso (situación ideal de habla). Las personas argumentamos sobre las normas que nos rigen y queremos averiguar cuáles son las moralmente correctas; para ello, debemos cumplir varios puntos:

  1. Que tomaremos el diálogo en serio, preocupándonos por el problema y queriendo saber si podemos entendernos.
  2. Presuponemos que el interlocutor es válido y lo tratamos como tal.
  3. Solo un diálogo regido por ciertas normas (llamado discurso) permitirá determinar si la norma es correcta. Para que el discurso sea ideal y se celebre en una situación ideal de habla debemos regirnos por dos principios:
    1. De universalización: Una norma será válida cuando todos los afectados por ella puedan aceptar libremente las consecuencias y efectos secundarios que se seguirán, previsiblemente, de su cumplimiento general para la satisfacción de los intereses de cada uno.
    2. De ética del discurso: Solo pueden pretender validez las normas que encuentran aceptación por parte de todos los afectados como participantes de un discurso práctico.

3.3 Universalismo y Comunitarismo

Disputas entre los defensores de las éticas comunitaristas y los de las éticas universalistas:

  1. Los comunitaristas abogan que los principios universales alejan al individuo de la comunidad en la que adquiere su identidad, lo que le lleva, por tanto, a ignorar las virtudes que debe cultivar para hacerla próspera. La pérdida de esta dimensión comunitaria produce que los individuos sean desarraigados, no tengan vínculos fuertes (como los que da la familia, la comunidad religiosa, etc.). Consideran urgente reconstruir comunidades en las que las personas aprendan a ser morales y tengan a la vez cariño a sus leyes e instituciones.
  2. Los universalistas, en contraposición a ellos, dicen que la solidaridad que proponen es meramente grupal, que la que vale realmente es la solidaridad universal y que las personas puedan sentirse miembros de una comunidad universal. “Somos humanos y nada de lo humano puede resultarnos ajeno”.

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