Definición de evaluación:
La evaluación es el último principio instruccional que cierra el proceso enseñanza-
aprendizaje
Compara los objetivos educativos propuestos con los resultados del aprendizaje escolar obtenidos en el proceso enseñanza-aprendizaje.
Es un proceso, no un acto puntual. Ha de implicar a todos los miembros de la comunidad educativa (padres, profesorado y alumnado).
El propósito de la evaluación no es sólo la previsión, sino la mejora futura del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Funciones de la evaluación
Es incuestionable que debemos evaluar todo lo que se anotó en el proyecto curricular de centro y de aula:
Entre las funciones que cumple la evaluación, tenemos las siguientes:
a) Permitir detectar las deficiencias del aprendizaje
B) Proporcionar un conocimiento de lo que el alumno ha rendido
C) Averiguar qué objetivos prefijados han sido cumplidos o no
D) Proporcionar información acerca de las causas del incumplimiento de los objetivos de aprendizaje
E) Tomar decisiones acerca de la desviación en el logro de los objetivos propuestos
F) Evitar caer en el futuro en un mismo error
G) Favorecer el agrupamiento correcto de los alumnos
H) Permitir el conocimiento inicial de las capacidades de los alumnos
I) Asignar calificaciones de forma objetiva
J) Asignar un puesto a cada alumno
K) Servir de instrumento de investigación y reflexión
Las técnicas de evaluación podrán ser muy variadas, pero en ningún caso deben penalizar, sino proporcionar medios de detección y superación de las dificultades en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
La evaluación inicial
Es la que se realiza antes de comenzar la actividad docente, al principio del curso, con el objetivo de adecuar los proyectos curriculares a las necesidades reales.
Se trata de una serie de pruebas cuya finalidad es conocer el punto de partida de los alumnos para poder predecir los resultados y seleccionar, de forma realista, los objetivos más adecuados que los alumnos deberán de alcanzar al final del curso. Se destacan dos tipos de diagnóstico inicial:
- Diagnóstico cognitivo: Permite conocer el perfil instructivo y madurativo de los alumnos, señalándose las deficiencias más destacadas.
- Diagnóstico de aptitudes: Con él, se conocen las posibilidades reales de los alumnos para la adquisición de nuevos aprendizajes. Se basa esencialmente en la medida de la inteligencia (cociente intelectual).
A partir de estos dos diagnósticos, se suelen predecir los rendimientos con muchas posibilidades de acierto y, por lo tanto, introducir las correcciones necesarias en la programación docente para hacer posible el éxito final de todos los alumnos (teniendo en cuenta el esfuerzo individual que cada uno deberá poner para acceder a los niveles exigidos).
Formación continua, formativa o de proceso:
Una vez que se ha evaluado inicialmente al alumno y se le ha establecido en el nivel correspondiente, se debe elaborar un pronóstico de resultados previsibles y por tanto empezará a estar sometido a un continuo estudio valorativo por parte del profesor; es lo que tradicionalmente se ha llamado “evaluación continua”.
Este tipo de evaluación se basa en la programación de una serie de actividades que hagan posible la consecución de los objetivos que hayamos establecido previamente.
Para llevar a la práctica la evaluación continua con carácter formativo del proceso de enseñanza-aprendizaje, es necesario determinar unas pautas o unidades de observación. Se entiende por esto los aspectos de la conducta del alumno que han de ser observados, para ver si sufren alteraciones con respecto a situaciones de observación anteriores, y que serán distintas según el área de conocimiento de que se trate.
En un proceso de evaluación continua o formativa, las actividades de los alumnos deben ser observadas y evaluadas continuamente. La clase se convierte en una actividad orientada a la consecución de objetivos que se hacen explícitos en la actividad misma. Si a esto aplicamos unos criterios de observación, la evaluación se hace continua con la misma actividad. A la hora de otorgar una calificación, el profesor contará con el resultado de alguna prueba de control y con las observaciones del progreso del alumno a lo largo de todo el proceso de adquisición. Así, aprendizaje, evaluación y recuperación son tres manifestaciones de una misma realidad.
Formación final, sumativa o del producto:
Con este modelo conocemos los resultados de un proceso de aprendizaje prolongado, en el aspecto cognoscitivo y del rendimiento. Sólo se preocupa fundamentalmente del control de los resultados del aprendizaje, es decir, sólo se controla la consecución de los objetivos previstos.
Conlleva el peligro de no poder introducir modificaciones en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Se toman como niveles comunes a todos los alumnos, hablándose de “aprobado” o “suspenso” según se supere o no la cota mínima exigida.
Para determinar si este tipo de evaluación es buena o no, debemos observar las circunstancias que rodean al hecho evaluador. En una sociedad basada en la competitividad, la evaluación sumativa, realizada correctamente, puede ser la más adecuada, ya que su única finalidad es clasificar objetivamente a los sujetos, sin importar las causa o situaciones que han provocado los resultados. Pero en un sistema escolar en el que sí debe importar la orientación del aprendizaje, el sistema de evaluación final será el menos indicado, porque no proporciona los datos suficientes para reorientar el proceso.
Autoevaluación y heteroevaluación, individual y en grupo
La heteroevaluación consiste en la valoración del rendimiento escolar por parte de personas ajenas al propio alumno. Es la forma más aceptada, practicándose desde el mismo momento en que surge la escuela como institución. Admite dos modalidades:
- individual: cuando el profesor evalúa a cada escolar uno por uno;
- colectiva (en grupo): cuando se aplican instrumentos de medida de resultados de todo el grupo al mismo tiempo.
Más novedosa es la modalidad de la autoevaluación, que consiste en la valoración del rendimiento obtenido por el propio alumno. También puede ser individual o en grupo:
- individual: se da cuando el alumno evalúa su trabajo de forma independiente;
- en grupo: se da cuando el profesor proporciona las respuestas válidas de un determinado ejercicio simultáneamente a todo el grupo para que los alumnos se auto-corrijan.
Teniendo en cuenta que el juicio de los alumnos puede ser subjetivo, se hace necesaria la orientación del profesor para obtener una mayor precisión valorativa.
Las escalas de calificaciones:
En ellas el observador el observador registra la presencia o ausencia del rasgo observado, así como emite un juicio de valor sobre el mismo, mediante una escala de gradación, apreciando la intensidad de la presencia de dicho rasgo.
Las normas para su realización serían:
- Las características a observar serían unívocas, de forma que todos los profesores entendieran lo mismo tras su enunciado.
- Las características a observar deben ser observadas con claridad en la vida escolar.
- La escala a emplear debe ser acordada entre los profesores del equipo docente del centro.