La Economía Mundial entre 1973 y el Siglo XXI: Fin del Crecimiento Dorado
Población, Energía y Tecnología en el Último Tercio del Siglo XX
1.1. Evolución de la Población Mundial
Entre 1979 y 2000, la población mundial experimentó un crecimiento del 64%, aunque con una distribución geográfica muy desigual. Este fenómeno es resultado de dos fuerzas opuestas.
Primero, la disminución de las tasas de mortalidad (general e infantil) gracias a mejoras en higiene pública, alimentación, educación y, crucialmente, avances en diagnóstico y tratamiento de enfermedades, junto con la generalización de sistemas de salud universales en gran parte del mundo desarrollado.
No obstante, esta disminución oculta diferencias significativas. África presenta la mayor tasa de mortalidad total, superando en dos tercios la media mundial debido a limitaciones económicas para acceder a tratamientos (como el SIDA y vacunas) y la ausencia de sistemas nacionales de salud.
Segundo, la disminución generalizada de las tasas de natalidad, con raíces económicas y culturales. Fue más intensa en Europa y Norteamérica, mientras que África duplica la tasa mundial.
La menor mortalidad ha incrementado la esperanza de vida: más de 75 años para hombres y 80 para mujeres.
La combinación de bajas tasas de mortalidad y natalidad ha provocado un envejecimiento poblacional notable. Europa es el continente más envejecido, en contraste con África.
Esta evolución demográfica influye en el análisis de la renta per cápita, la disponibilidad de mano de obra, los gastos sociales y su proyección futura.
1.2. Recursos Energéticos y su Uso
Entre 1973 y 2000, el consumo mundial de energía aumentó un 80%. El factor principal fue el crecimiento poblacional, pero también hubo una intensificación en el uso de energía, elevando el consumo per cápita mundial un 14%. Existen diferencias geográficas importantes. Los mayores incrementos en consumo per cápita se dieron en las áreas más atrasadas en 1973 (Asia, América Latina y África). Las zonas más desarrolladas superan el doble de la media mundial, lideradas por EE. UU., seguido de Europa y Japón.
La actividad económica mundial es intensiva en energía. La presión sobre los recursos energéticos ha crecido y seguirá creciendo, considerando las diferencias entre el consumo per cápita de áreas con potencial de crecimiento y las economías maduras.
A pesar de la crisis del petróleo, el ahorro energético ha sido moderado. Solo Europa, entre los países desarrollados, lo ha reducido. EE. UU. apenas lo ha hecho y Japón lo ha aumentado.
La diferencia entre productores y consumidores de energía ha generado desequilibrios. Asia (excluyendo Japón), con bajo consumo y alta producción, presenta excedentes, seguida de América Latina y África. Japón depende totalmente de la importación, y EE. UU. ha aumentado su dependencia. Europa sigue siendo deficitaria, aunque ha mejorado su posición relativa por la menor intensidad de su consumo.
Se observa una sustitución de energías primarias derivadas del petróleo por fuentes alternativas, destacando el gas. El peso relativo del petróleo se redujo más del 10%, y el consumo de gas aumentó alrededor del 6%.
1.3. Avances Tecnológicos
Existe consenso en que la innovación y el progreso tecnológico son fundamentales para el crecimiento potencial de la economía. Desde la década de 1970, se produjeron desarrollos significativos en las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC).
Las TIC permiten generalizar procesos de producción informatizados, usando instrumentos de control automático en la producción de bienes y servicios, mejorando su calidad y productividad. Además, posibilitan la prestación de servicios sin presencia física, ahorrando tiempo y reduciendo costes. También hay reducciones de costes en transporte y comunicaciones, aumentando el tamaño de los mercados, modificando la estructura de servicios tradicionales (como el comercio) y facilitando la globalización de la economía mundial, especialmente en los mercados financieros.
El desarrollo de las TIC cambia la cualificación de la demanda de trabajo, sustituyendo mano de obra no cualificada por cualificada. Esto exige mejorar los niveles educativos, impacta en la productividad del trabajo y plantea problemas sociales de reconversión de la fuerza laboral.
Orígenes y Causas de las Crisis Económicas
En 1973, tras dos décadas de expansión, la economía mundial crecía al 6%, con inflación moderada y sin desequilibrios presupuestarios significativos. A finales de año, tras la cuarta guerra árabe-israelí, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), fundada en 1960, subió drásticamente el precio del petróleo. La era de la energía barata terminó a finales de 1973. De octubre de 1973 a enero de 1974, el precio del petróleo se cuadruplicó.
El encarecimiento de una energía no sustituible rompió el precio relativo de todos los bienes y acabó con la estabilidad de precios. Las economías de la OCDE vieron sus tasas de inflación anual pasar del 4% a dos dígitos. Los países importadores de crudo sufrieron déficits en sus balanzas de pagos. En los países en desarrollo, esto aumentó el endeudamiento externo. En los desarrollados, provocó un retroceso productivo, generando estancamiento con inflación (estanflación). El desempleo creció a niveles no vistos desde el período de entreguerras, y la productividad se redujo, cuestionando el crecimiento a largo plazo de la economía mundial.
Esta perturbación y sus efectos cambiaron los fundamentos del crecimiento económico, pero otros dos factores ampliaron los efectos negativos.
Primero, la pérdida de la disciplina monetaria y financiera internacional del sistema de Bretton Woods. En 1971, EE. UU. abandonó la relación fija entre el dólar y el oro por su desequilibrio exterior. La liquidez internacional creció a ritmos altos y no controlables. La flotación de los tipos de cambio favoreció los movimientos especulativos de capital.
El otro factor es político: el fin del consenso entre fuerzas políticas y agentes sociales sobre la consolidación del Estado del Bienestar y la moderación salarial. Se consideraba que el pleno empleo estaba garantizado, por lo que era beneficioso admitir concesiones salariales y reinvertir beneficios a cambio de mayor crecimiento y protección. Estos acuerdos se debilitaron. La creciente movilidad del capital generó dudas entre los trabajadores sobre si los sacrificios salariales mejorarían su productividad y rentas futuras, o si sería más rentable invertir en otros países con costes laborales más bajos.
Este es el marco político institucional en el que se produjo la subida en espiral del precio del petróleo.