Los Novísimos (1970)
En 1970, José María Castellet editó la antología Nueve novísimos poetas españoles, un hito en la evolución de la lírica española. Esta obra recogía nombres como:
- José María Álvarez (Museo de cera)
- Guillermo Carnero (El sueño de Escisión)
- Félix de Azúa (El velo del rostro de Agamenón)
- Vicente Molina Foix (Los espías del realista)
La intención de este volumen era presentar a la Generación del 68, que irrumpía con una nueva forma de hacer poesía, rompiendo con la tradición anterior e insertándose en la línea de la poesía experimental. Estos poetas, ya no veían la poesía como vehículo de comunicación, abandonando el tono intimista y autobiográfico de la década anterior para llevar a cabo una renovación total del género. Nacidos tras la Guerra Civil, con una educación católica, sentían fascinación por los medios de comunicación. Fueron la primera generación de poetas que viajó al extranjero, simpatizó con los movimientos hippies de Mayo del 68 y reivindicó la cultura beat, el pop y el rock and roll.
Sus temas poéticos eran variados, desde algunos más frívolos con influencia norteamericana, hasta otros más sociales, sin olvidar el amor o el erotismo. Todos ellos, muy alejados de la realidad cotidiana del lector. Para engarzar materiales de procedencia tan diversa, recurrieron a técnicas como el pastiche o el collage, mezclando en sus versos tipografías diversas o palabras en varios idiomas. La libertad formal era total, afectando al verso, la puntuación y la disposición gráfica del texto.
Dentro de esta generación, coexistían dos tendencias:
- Una que arrancaba de la cultura popular, rechazaba los valores sociales establecidos y reivindicaba el uso de materiales tradicionalmente considerados «no poéticos», como frases hechas, refranes o versos de coplas.
- Otra más culturalista, de lenguaje más artificioso y preciosista (la de poetas como Pere Gimferrer o Guillermo Carnero).
Simultáneamente, un grupo de poetas leoneses reaccionó contra el movimiento novísimo, acusando a sus autores de neodecadentistas y burgueses catalanes, proponiendo una poesía neomarxista y reivindicando a autores como Bertold Brecht o Luis Cernuda, y la poesía social.
La poesía postnovísima (1980)
El excesivo formalismo de los 70 dio paso a una poesía más interiorizada y de temas cotidianos. En 1980, con la publicación de la antología Las voces y los ecos, se comenzó a hablar de poesía postnovísima. Sus características generales incluían la recuperación del realismo, el alejamiento de la experimentación y la vuelta al concepto de poesía como comunicación. En sus poemas, se observa una mayor presencia del humor, la ironía y los temas íntimos. Sin embargo, la década se define por su variedad de tendencias:
- Neosurrealismo: Corriente que entronca con el surrealismo de la Generación del 27. Composiciones apasionadas, con imágenes innovadoras, destacando la fuerza del yo poético y la irracionalidad del lenguaje.
- Neorromanticismo: Representada por Antonio Colinas. Poesía de temas recurrentes como la noche, el misterio de la naturaleza o la muerte.
- Neorruralismo o poesía épica: Reflexión sobre grandes temas (el paso del tiempo, la soledad, la muerte) en un tiempo remoto y un espacio rural mítico.
- Sensualismo o poesía erótica: Erotismo desde el punto de vista femenino, con motivos como la noche, el cuerpo o el mar (Ana Rosetti y Aurora Luque).
- Decadentismo y culturalismo: Poesía refinada, culta y decadente (Luis Antonio de Villena).
- Minimalismo o poesía conceptual: Poesía abstracta y libre de artificios, heredera de la poesía pura de los años 20, también llamada «poesía del silencio». Sus precursores, asociados con el grupo de los 50 (como Antonio Gamoneda o Ángel Valente), evolucionaron hacia una poesía menos directa y más sugerente.
- Poesía de la experiencia: Lírica de temas cotidianos y urbanos, con cierta narratividad y una visión desencantada de la vida. Tono coloquial y lenguaje sencillo y conversacional. Autores principales: Javier Egea y Luis García Montero.
Poesía de los 90 y principios del siglo XXI
En los 90 y principios del nuevo milenio, se agudizó el contraste entre la poesía de la experiencia y la poesía del silencio. A finales de los 90, un grupo de poetas reaccionó contra el predominio de la «poesía mediática», dando lugar a la poesía de la diferencia. Esta corriente, representada por Antonio Rodríguez Jiménez, propugnaba la libertad creativa individual y acusaba a los poetas de la experiencia de una relación «clientelista» con los poderes públicos.
El panorama actual es complejo. Se puede señalar, como característica generalizada, el cambio en los canales de comunicación poética que supuso la popularización de Internet y el florecimiento de un nuevo género: la micropoesía, pequeñas píldoras poéticas de consumo rápido.