Evolución de la Literatura Española e Hispanoamericana


Realismo/ Naturalismo

En la segunda mitad del siglo XIX, se produce un cambio literario significativo con la transición del Romanticismo al Realismo, primero en países como Inglaterra y Francia y posteriormente en España alrededor de 1870. Frente a la inclinación romántica por lo excepcional, los realistas, como Dickens, Balzac, y Flaubert, prefieren abordar la realidad cotidiana. En España, Fernán Caballero y Pedro Antonio Alarcón marcan esta transición desde la narrativa romántica.

El Realismo español, liderado por Galdós, Clarín, y Emilia Pardo Bazán, se caracteriza por la primacía de la novela, un intento objetivo de reproducir la realidad con una actitud crítica. El narrador omnisciente y la detallada descripción, tanto del entorno como de la vida interior de los personajes, son rasgos distintivos. Aproximadamente en 1880, el Realismo se enriquece con el Naturalismo, influenciado por Zola, aunque de manera más moderada, destacando los aspectos más sombríos de la condición humana y la influencia del entorno y la herencia biológica.

Entre los destacados del periodo se encuentra Emilia Pardo Bazán, pionera del Naturalismo en España, con obras como «Los pazos de Ulloa» y «La madre Naturaleza». Benito Pérez Galdós, con obras extensas como los «Episodios Nacionales» y «Fortunata y Jacinta», refleja la España del siglo XIX con un estilo experimental y ágil. Leopoldo Alas Clarín, con «La Regenta», es otra figura destacada en la exploración de la condición humana.

En la poesía, Ramón de Campoamor representa el prosaísmo, mientras que Gaspar Núñez de Arce se destaca por un retoricismo grandilocuente centrado en temas cívicos y políticos. En el ámbito teatral, la «alta comedia» moralizante de Manuel Tamayo y Baus coexiste con el drama neorromántico, liderado por José de Echegaray y sus temas cívicos. Galdós y otros intentan revitalizar el teatro con el drama social. Además, la zarzuela, género costumbrista que combina partes recitadas y cantadas, destaca con obras como «La verbena de la Paloma

Gen 98 y Modernismo

A finales del siglo XIX, ante la crisis política y cultural en España, surgieron dos movimientos literarios principales: el Modernismo y la Generación del 98. A pesar de sus diferencias, ambos compartían una visión crítica de la realidad y buscaban superar el realismo estético anterior.

El Modernismo, principalmente presente en la poesía, fue iniciado por el poeta nicaragüense Rubén Darío alrededor de 1880. Se caracterizaba por la búsqueda de la belleza y lo raro, la evasión de la realidad a través de la literatura y la preferencia por el simbolismo. Destacados poetas modernistas incluyen a Rubén Darío, Salvador Rueda, Francisco Villaespesa, Manuel Machado, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. En el teatro, destacaron Eduardo Marquina y Francisco Villaespesa, mientras que en la novela sobresalieron Emilio Carrere y especialmente Ramón María del Valle-Inclán.

La Generación del 98, nombrada así por la derrota española ante Estados Unidos, tenía un enfoque literario más sobrio y antirretórico. Sus autores escribían una literatura de ideas, dándole importancia al ensayo, y reflexionaban sobre España, sus problemas y su historia. Los principales autores de esta generación incluyen a Azorín, Pío Baroja y Miguel de Unamuno. En poesía, Antonio Machado fue el más destacado, especialmente a partir de su obra «Campos de Castilla». En teatro, Unamuno y Azorín también incursionaron, pero el máximo exponente fue Valle-Inclán, especialmente con su obra «Luces de Bohemia».

Rubén Darío, el poeta modernista por excelencia, influenció significativamente la literatura española con obras como «Azul» y «Prosas profanas». Antonio Machado, aunque comenzó con influencias modernistas, evolucionó hacia la Generación del 98 con obras como «Campos de Castilla». Juan Ramón Jiménez también empezó como modernista pero luego influenció a los vanguardistas y la Gen del 27. Valle-Inclán y Unamuno también pasaron del Modernismo a la visión crítica de la España contemporánea Otros autores destacados de la época incluyen a José Martínez Ruiz, «Azorín», conocido por su estilo lírico e impresionista en novelas como «La voluntad»; Pío Baroja, cuya prosa breve y precisa exploró personajes marginales y rebeldes en obras como «La busca» y «Zalacaín el aventurero»;

Vanguardias

Las Vanguardias, o Ismos, fueron movimientos artísticos y literarios que surgieron entre las dos guerras mundiales, buscando revolucionar las formas artísticas y literarias. Estos movimientos abogaron por el antirrealismo, la autonomía del arte, la libertad creativa, lo ilógico, la metáfora y la importancia de los sueños.
En Europa, los principales Ismos fueron el Cubismo, Futurismo, Dadaísmo, Expresionismo y Surrealismo, este último influido por las teorías de Freud. Autores como James Joyce, William Faulkner, Virginia Woolf, Franz Kafka, Bertolt Brecht y T. S. Eliot participaron en la renovación vanguardista.
En España, Ramón Gómez de la Serna fue un pionero de la Vanguardia, con el apoyo de José Ortega y Gasset. El Creacionismo, iniciado por Vicente Huidobro, y el Ultraísmo, impulsado por Guillermo de Torre, fueron movimientos propios en España e Hispanoamérica. El Surrealismo también tuvo impacto, influyendo en autores de la Generación del 27 como Lorca, Aleixandre, Cernuda y Alberti, así como en el poeta chileno Pablo Neruda.
En poesía, destacan Juan Larrea, Guillermo de Torre y el primer Gerardo Diego. En narrativa, Benjamín Jarnés, Enrique Jardiel Poncela y Ramón Gómez de la Serna fueron relevantes. En teatro, obras como «Tres sombreros de copa» de Miguel Mihura, «Así que pasen cinco años» y «El público» de Lorca, Ramón Gómez de la Serna y Enrique Jardiel Poncela mostraron tendencias vanguardistas, aunque a menudo no fueron comprendidas en su época debido al conservadurismo teatral.
Ramón Gómez de la Serna, pionero de la Vanguardia en España, destacó en novelas, obras teatrales y creó las famosas greguerías. Juan Larrea, Gerardo Diego y Guillermo de Torre contribuyeron significativamente a la poesía vanguardista. Enrique Jardiel Poncela, novelista y dramaturgo, se distinguió por su tono humorístico y la «estética del absurdo».

Novecentismo

El Novecentismo, también conocido como Generación del 14, surge como un movimiento literario entre el Modernismo y las Vanguardias, con una preocupación por la regeneración española. Aunque no hay una conciencia de grupo, comparten rasgos como la formación intelectual, europeísmo, liberalismo, elitismo estético e intelectual, y un experimentalismo formal.

José Ortega y Gasset, destacado filósofo, es clave en este movimiento, proponiendo que la literatura debe ser intelectual y antirrealista. Los ensayistas más importantes son Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón, y Manuel Azaña. El ensayo, género especulativo, alcanza gran altura.

Gregorio Marañón, médico y ensayista, se destaca en biografías con enfoque en personajes históricos y literarios, como «El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar.»

En la novela novecentista, Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala son prominentes. Características incluyen distanciamiento de la realidad, cuidado formal, y relegación de elementos narrativos. Miró es conocido por novelas líricas como «Las cerezas del cementerio» y «El obispo leproso». Pérez de Ayala sobresale por su cuidado formal y visión crítica, con obras como «Berlamino» y «Apolonio y Tigre Juan».

En la poesía novecentista, Juan Ramón Jiménez, inicialmente del Modernismo, evoluciona hacia el Novecentismo. Su obra se divide en etapas: la intelectual (1916-1936), con influencia en Vanguardias y Generación del 27, destaca con «Eternidades»; y la etapa suficiente (1936-1958), en el exilio, con obras como «Animal

de fondo» y la práctica del verso libre. Juan Ramón Jiménez, premio Nobel de Literatura en 1956, es uno de los grandes renovadores de la poesía española del siglo XX

NOV 1939-75 :
Durante el periodo de 1939 a 1975, la novela española se caracterizó por una dicotomía entre la narrativa escrita en el exilio y la producida en España. Entre los autores exiliados destacan figuras como Rosa Chacel, Francisco Ayala, Arturo Barea, Manuel Andújar, Ramón J. Sender y Max Aub, todos ellos pertenecientes al bando perdedor en la Guerra Civil.
En el territorio español, la narrativa de los años 40 se ve limitada por la censura, sin espacio para reflejar completamente la realidad de la época. Sin embargo, surgen narradores significativos como Cela, Torrente Ballester y Delibes. Dos tendencias principales caracterizan este periodo: las novelas que exaltan los ideales del bando vencedor y la novela tremendista, marcada por la representación cruda y violenta de la realidad, con ejemplos destacados como «La familia de Pascual Duarte» de Camilo José Cela y «Nada» de Carmen Laforet.
En los años 50, con la apertura gradual de España, surge la novela social, que ofrece una visión crítica de la realidad bajo el régimen de Franco. Autores como Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Juan Goytisolo abordan temas sociales y adoptan una narrativa objetiva.
En la década de los 60, se inicia una etapa de renovación con la llegada de la novela experimental. Autores como Luis Martín Santos, Juan Benet y Juan Marsé incorporan las innovaciones de los grandes escritores occidentales del siglo XX, como la ruptura del relato lineal, el monólogo interior y el fluir de conciencia. Sin embargo, hacia los años 70, la experimentación excesiva lleva a una reacción, y la novela tradicional resurge con obras como «La verdad sobre el caso Savolta» de Eduardo Mendoza.
La narrativa española experimentó una rica diversidad de estilos y enfoques a través de figuras literarias destacadas. Entre estas, Gonzalo Torrente Ballester se distinguió por su obra variada y llena de ironía intelectual, destacando en particular la trilogía de Los gozos y las sombras, Don Juan y La saga/fuga de JB. 
Camilo José Cela, premio Nobel en 1989, dejó una huella significativa con obras como La familia de Pascual Duarte, La colmena y San Camilo 1936, reflejando diversas etapas de la novela española durante el franquismo. El estilo sobrio y antirretórico de Miguel Delibes se evidenció en novelas como El camino, Las ratas y Cinco horas con Mario, abordando temas como Castilla, el progreso y la dignidad humana. 
Carmen Laforet, con su obra emblemática Nada, capturó la miseria material y moral de la España de Franco. Ignacio Aldecoa, representante de la tendencia realista de los años 50, destacó con Gran Sol y Con el viento solano. Rafael Sánchez Ferlosio, a través de Industrias y andanzas de Alfanhuí y El Jarama, fue un pionero en la tendencia realista de la novela franquista. 
Juan Goytisolo, inicialmente ligado al realismo social, se sumó a la corriente experimental con obras como Duelo en el paraíso y Señas de identidad. Carmen Martín Gaite evolucionó desde la novela social de los 50 hacia planteamientos más pesimistas con obras como Entre visillos y El cuarto de atrás. 
Luis Martín Santos inició la renovación de la novela social española con Tiempo de silencio, utilizando nuevas técnicas narrativas. Juan Benet, con obras como Volverás a región y Herrumbrosas lanzas, buscó incorporar la novela española a las tendencias occidentales, mientras que Juan Marsé reflexionó sobre la Barcelona de la posguerra en obras como Últimas tardes con Teresa y Rabos de lagartija.


LITE.HISPANOAMERICANA:  La poesía hispanoamericana después de las vanguardias experimentó una evolución significativa con destacados poetas y movimientos. Tras el período vanguardista, la poesía rehumanizó su enfoque, a menudo asociado con compromisos políticos. Algunos poetas destacados de este periodo incluyen a Pablo Neruda, César Vallejo, Mario Benedetti, Ida Vitale, Nicanor Parra, Ernesto Cardenal, Jorge Luis Borges y Octavio Paz.
Pablo Neruda, reconocido con el Premio Nobel de Literatura, es uno de los líricos más célebres del siglo XX. Comenzó con un postmodernismo neorromántico y luego se adhirió a la estética surrealista, destacando con obras como «Residencia en la tierra» y «Canto general», donde su poesía adquirió un carácter comprometido y político. Por su parte, Octavio Paz, también Premio Nobel, mantuvo una esencia surrealista y simbolista a lo largo de su carrera, influido a veces por el pensamiento oriental, con libros notables como «Vuelta» y «Piedra de sol», además de ensayos destacados como «El laberinto de la soledad».

En las últimas décadas del siglo XX, la poesía hispanoamericana experimentó una renovación formal, aunque sin tendencias generales definidas. Autores como Juan Gelman y Álvaro Mutis continuaron produciendo obras de gran valor, consolidando así la diversidad y riqueza de la poesía en esta región. En el siglo XXI, surgieron nuevas voces femeninas en la «Generación del 2000», como Gema Santamaría y Alessandra Tenorio, quienes abordaron temas desde una perspectiva femenina e indigenista, con un lenguaje a veces transgresor y antiacademicista

La novela hispanoamericana desde los años 20 ha experimentado una diversidad de tendencias y evoluciones significativas. En sus inicios, surge la novela regionalista, donde cada autor, desde una perspectiva realista, retrata el paisaje, tipos humanos y conflictos sociales de una región específica. Esta corriente incluye la novela de la tierra, como en «Doña Bárbara» de Rómulo Gallegos, la novela indigenista, como «El mundo es ancho y ajeno» de Ciro Alegría, y la novela de la revolución, como «Los de abajo» de Mariano Azuela.

A partir de 1940, se inicia una renovación narrativa con autores como Jorge Luis Borges, Miguel Ángel Asturias, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti, Ernesto Sábato y Adolfo Bioy Casares. Estos escritores modernizan las técnicas narrativas y exploran el «realismo mágico», una fórmula literaria que integra elementos maravillosos en el contexto narrativo sin generar extrañeza.

El punto culminante llega en la década de 1960 con el «boom» de la narrativa hispanoamericana, donde se rompe con el aislamiento localista y se incorpora plenamente a la modernidad literaria occidental. Autores emblemáticos de este período incluyen a Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, entre otros, quienes produjeron obras de gran calidad y complejidad narrativa, influyendo significativamente en la identidad cultural de Hispanoamérica. Posterior al «boom», la narrativa hispanoamericana continúa evolucionando con un enfoque experimental y un retorno a los grandes mitos americanos. Destacan escritores como Manuel Puig, Isabel Allende, César Aira, Ricardo Piglia, Álvaro Enrigue y Roberto Bolaño, este último reconocido por obras como «Los detectives salvajes» y «2666».

Los narradores principales desde los años 20 son:
Jorge Luis Borges: Destacado por su obra cuentística, Borges exploró temas metafísicos y la naturaleza del conocimiento en obras como «Ficciones» y «El Aleph».
Juan Rulfo: Autor de «El llano en llamas» y «Pedro Páramo», Rulfo introdujo técnicas vanguardistas en la narrativa hispanoamericana.
Julio Cortázar: Conocido por su concepción única de lo fantástico, Cortázar desafió convenciones narrativas en cuentos como los de «Bestiario» y su novela experimental «Rayuela».
Mario Vargas Llosa: Ganador del Nobel, Vargas Llosa se distingue por su realismo en obras como «La ciudad y los perros» y «La fiesta del Chivo».
Gabriel García Márquez: Famoso por su realismo mágico, García Márquez es autor de «Cien años de soledad» y otras obras icónicas como «El coronel no tiene quien le escriba».
Carlos Fuentes: Su narrativa, centrada en temas políticos y sociales, destaca en obras como «La muerte de Artemio Cruz»


NOV 1975-… : La novela española a partir de 1975 experimentó una notable renovación, influenciada por dos fenómenos clave: la desaparición de la censura y la emergencia de una narrativa más diversa y centrada en las individualidades, en contraposición a las tendencias globales. A pesar de la transición política, autores destacados de generaciones anteriores como Miguel Delibes, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Juan Benet, Juan Goytisolo y Juan Marsé continuaron produciendo obras significativas.
En la segunda mitad d los años 70, hubo una crisis en la novela experimental y un retorno hacia una narrativa más clara y clásica, influida por la novela negra estadounidense y «Cien años de soledad» de Gabriel García Márquez. «La verdad sobre el caso Savolta» (1975) de Eduardo Mendoza se destacó como una obra representativa de esta tendencia.
Durante los años 80, se consolidó la decadencia del experimentalismo y se fortaleció la importancia de la novela negra, con autores como Manuel Vázquez Montalbán y Juan Madrid. Simultáneamente, surgieron nuevas figuras en la narrativa democrática, incluyendo a Julio Llamazares, Luis Mateo Díez, Soledad Puértolas, Ignacio Martínez de Pisón, Almudena Grandes, Andrés Trapiello, Juan José Millás, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Rafael Chirbes, Luis Landero y Javier Cercas.
En ls años 90, destacan cuatro fenómenos principales en la literatura española: el crecimiento d la narrativa comercial, el aumento de la importancia de la novela histórica, el afianzamiento de la novela negra y el surgimiento de la autoficción. Estas tendencias se consolidan en las primeras dos décadas del siglo XX, donde también se observa un florecimiento de la novela realista que analiza críticamente la realidad española, desde la Transición hasta el Franquismo. Autores como Rafael Chirbes, Almudena Grandes, Fernando Aramburu, Edurne Portela y Sara Mesa son representativos de esta corriente realista.
Eduardo Mendoza: Con un estilo lúdico y sarcástico, ofrece una visión crítica de la realidad en obras como «La verdad sobre el caso Savolta» y «La ciudad de los prodigios».

Javier Marías: Reconocido por su estilo personal que combina narración con pasajes especulativos, destacando obras como «Corazón tan blanco» y la trilogía «Tu rostro mañana».

Antonio Muñoz Molina: Influido por Marcel Proust, aborda temas como el destierro y la identidad personal en una realidad hostil en obras como «El jinete polaco» y «Sefarad».

Rafael Chirbes: Su obra examina la historia de España desde la Guerra Civil hasta la actualidad, destacando por su crítica de los efectos políticos y económicos en los individuos, con novelas como «La larga marcha» y «Crematorio».

Luis Landero: Con un estilo ágil y lírico, sus obras como «Juegos de la edad tardía» y «Lluvia fina» destacan por sus personajes sólidos.

Javier Cercas: Con obras como «Soldados de Salamina» y «Anatomía de un instante», explora la relación entre los hechos históricos y el individuo.      Sara Mesa: Con un estilo depurado y frecuentes elementos poéticos, aborda temas como la libertad y las relaciones cotidianas conflictivas en obras como «Cicatriz» y «La familia».

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