Evolución de la Narrativa, Teatro y Ensayo en España


3. Narrativa. Poco a poco, los novelistas van abandonando los postulados realistas del siglo XIX y buscan nuevas formas de construir la novela. Estas nuevas tendencias narrativas se caracterizan por el **subjetivismo** en la representación de la realidad. Se alejan de la PRESENTACIÓN objetiva de las estructuras y relaciones sociales para centrarse en las vicisitudes interiores de los protagonistas, quienes suelen ser personajes conflictivos que van evolucionando a lo largo de la obra. Por otro lado, reaparece una mayor libertad en la estructura narrativa: el narrador omnisciente del Realismo cede el protagonismo a los personajes, quienes expresan sus emociones a través de **vivos diálogos** o **monólogos reflexivos**. El estilo narrativo está muy cercano a la poesía y de nuevo se deja ver la tendencia **impresionista** ya presente en la lírica. Destacados novelistas de este momento son:

  • Pío Baroja. Este narrador vasco es célebre por sus novelas cargadas de aventuras y ACCIONES. Más allá de la visión sobre una sociedad concreta, Baroja centra sus relatos en la evolución de un protagonista individual en busca de la felicidad, que acaba revelando una actitud pesimista y desengañada de la vida. Ejemplos de esto son El árbol de la ciencia, Zalacaín el aventurero o La busca.
  • José Martínez Ruiz “Azorín”. En sus obras se aprecia el gusto por dilatarse en las descripciones detalladas, en las que aflora el punto de vista subjetivo cargado de emotividad. Sus personajes suelen desconfiar del éxito de la lucha SOCIAL, y al igual que los artistas, busca la salida a un mundo hostil en la belleza que proporciona el arte. Algunas de sus obras más renombradas son Antonio Azorín o La voluntad.
  • Miguel de Unamuno. Catedrático de Griego en la Universidad de Salamanca, se preocupa por el fondo y la forma de la novela. Denomina a sus relatos largos “nivolas” en alusión al origen del género y las utiliza para plantear sus inquietudes filosóficas y existenciales: la búsqueda de la inmortalidad, la fe, la libertad, el destino y la muerte, la dificultad de la comunicación entre los seres humanos, etc. En sus obras, estas cuestiones filosóficas se tratan a menudo en forma dialogada, rememorando las conversaciones SOCRÁTICAS. Entre sus obras cabe destacar: Niebla, Abel Sánchez o San Manuel Bueno, mártir.
  • Ramón María del Valle-Inclán. Sus Sonatas son demostración de una narrativa decadente en torno al decrépito Marqués de Bradomín. Su trilogía La guerra carlista muestra las historias cotidianas en un país asolado por la guerra civil. Con Tirano Banderas inaugura las novelas cuyo protagonista es un dictador hispanoamericano. En esta última se aprecian los postulados de Valle-Inclán, como es la narración simultánea, la alternancia de voces narrativas, los elementos maravillosos y la deformación grotesca de la realidad que él bautiza como “esperpento”.

4. Teatro. Algunos autores establecen la distinción entre el que denominan teatro “integrado”, aquel que llegó a representarse con éxito de público y crítica, y un teatro “marginal” promovido por los autores que pretendían una renovación radical del espectáculo teatral y que se transmitió fundamentalmente a través de la LECTURA. Dentro de los autores que gozaron del beneplácito del público destaca Jacinto Benavente, que elabora la llamada comedia de salón (Rosas de otoño), que se construye sobre la base del humor ingenioso combinado con la enseñanza moral; de la escena se eliminan la violencia y las declamaciones altisonantes. De igual MODO, cultiva el drama teatral en el que se representa lo bárbaro de los pueblos de ESPAÑA, penetrando en la psicología de los personajes (La malquerida). Su obra más conocida, Los intereses creados, pertenece al subgénero de la farsa. El teatro de humor continúa cosechando éxitos, en especial el sainete ambientado en Madrid o Andalucía. En él se aprovechan las costumbres y peculiaridades lingüísticas de estos lugares para provocar la risa en EL PÚBLICO. En este tipo de teatro destacan los hermanos Álvarez Quintero (Serafín y Joaquín) con piezas andaluzas como El patio o El traje de luces. También se aplica al sainete Carlos Arniches, quien logra el éxito con tragedias grotescas cargadas de un humor negro que intenta denunciar el atraso de la sociedad ESPAÑOLA (La señorita de Trevélez). Pedro Muñoz Seca crea el subgénero del astracán que parodia los tópicos de la sociedad y el teatro (La venganza de don Mendo). Encontramos además un teatro histórico de lenguaje muy artificioso. También se intentó el teatro simbolista, en el que personajes simbólicos plantean temas existenciales o religiosos con abundancia de diálogos reflexivos. Dentro de este teatro simbolista encontramos a Unamuno con Fedra o Azorín con Brandy, mucho brandy.

Valle-Inclán, con su producción teatral, influirá de manera decisiva en todo el teatro español del siglo XX, especialmente en el teatro de tendencia existencialista. Comienza con obras de línea simbolista (El marqués de Bradomín) y evoluciona hacia la crítica social de la Galicia rural en las Comedias bárbaras. Crea unas farsas muy personales protagonizadas por personajes caricaturescos hasta que llega al esperpento, el cénit de su creación dramatúrgica enclavada en una España desmembrada y degradada, donde los personajes son meros espectros que mueve el destino (Luces de bohemia).

5. Ensayo. En esta época, termina de definirse el género ensayístico moderno en España. Contribuyen a esta configuración definitiva Unamuno con Del sentimiento trágico de la vida o La agonía del cristianismo; y Azorín con su ensayo Castilla.

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