Siglo XIX al XX: Inconformismo y Renovación
Desde fines del siglo XIX, surgen en España corrientes de tipo inconformista o disidente. En la literatura, se traducen por impulsos renovadores, a menudo opuestos a tendencias anteriores, como por ejemplo el realismo.
En un principio, se llamó modernistas a los más jóvenes, pero más adelante se reservó esa palabra para los autores que buscaban la belleza a través de su descontento.
Aquí aparece la Generación del 98, que da importancia a los problemas del momento: decadencia, miseria social, pesimismo.
Novecentismo y Vanguardia: La Generación del 14
A partir de 1914 hay nuevos aires literarios, y Ortega y Gasset, cuya revista España acoge el reformismo liberal, cobra especial relevancia. Tienen importancia nuevos novelistas como Gabriel Miró o Pérez de Ayala. Se bautizan las nuevas tendencias como Novecentismo o Generación del 14.
Dentro de esa generación, Ramón Gómez de la Serna introduce el vanguardismo europeo. La literatura de vanguardia irá cogiendo importancia y tendrá su máximo ímpetu hacia 1925.
Del Vanguardismo al Realismo Social
Después del vanguardismo, y enlazado con otras corrientes, se halla el grupo poético del 27, formado por unos diez poetas, con los cuales se alcanza el segundo siglo de oro de la lírica española.
Hacia 1930, las circunstancias políticas favorecerán una nueva literatura, y hablaremos de novela social.
Después de la guerra, con el exilio de muchos autores españoles, la literatura vive unos años de búsqueda.
Es en 1955 cuando un buen número de escritores parece encontrar un camino: el realismo social. Una literatura que intenta denunciar, o al menos dar testimonio de miserias e injusticias. Destacan poetas como Otero, Celaya, Delibes, Goytisolo. Se dijo que el precursor de esta novela fue Camilo José Cela con La Colmena, pero esto ha sido muy discutido. El realismo social sufre un cambio, ya que muchos autores buscan nuevas formas de literatura. La fecha clave es 1962, cuando se publica Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.
A partir de 1975, y en los años 80, las tendencias se diversifican. Hay nuevas búsquedas, pero también un retorno a líneas más tradicionales.
La Novela Española hasta 1936
Este periodo es uno de los más fructíferos de la literatura española. En el 98 se obtienen cotas difíciles de alcanzar, con Baroja como referente, y se intenta luchar contra el realismo y el naturalismo. Hay una nueva narrativa. En principio, los autores buscan una prosa de arte. Sin embargo, tres novelas: La Voluntad de Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno y Sonatas de Valle-Inclán, presentan una ruptura con la novela realista.
- Azorín rompe el límite entre novela y ensayo, y quita importancia al que era el eje fundamental de la novela, el argumento.
- Unamuno crea la novela de ideas, novelas llenas de diálogos y monólogos, así como de reflexiones angustiosas y debates morales y filosóficos, con un primer narrador existencialista.
- Valle-Inclán escapa del realismo con las memorias del marqués de Bradomín. En esta huida del realismo, crea una estética, el esperpento, que es una visión amarga y desrealizadora de una realidad que considera absurda.
- Baroja, el novelista por antonomasia de la literatura española, refleja la sensibilidad y el ambiente espiritual de su generación, un género que lo abarca todo, la novela abierta.
Paralelamente a los autores de los que hemos hablado, hubo otra generación de autores regeneracionistas en el estilo, pero estilísticamente continuadores del realismo tradicional.
Novecentismo y Vanguardia: Superación de los Patrones Narrativos
Ni siquiera con las nuevas vanguardias desaparece el realismo. Muchos narradores reflejan los conflictos de la colectividad, para ello, se vuelve a una versión anterior de novela que se ajusta más a la época. La vanguardia lo que hace es enriquecer las limitadas variedades estructurales del relato tradicional.
Aparece un nuevo arte minoritario y antipopular, un arte que se valora por su calidad estética y formal, y que relega las emociones humanas.
Los novelistas de esta novela tendrán en común la superación de los patrones narrativos: Gabriel Miró mediante la novela lírica, Pérez de Ayala con la novela intelectual, Gómez de la Serna con la novela deshumanizada, y Wenceslao Fernández, con humor e ironía.
La Generación del 27 y la Prosa
La generación del 27 cultiva esencialmente la poesía; sin embargo, suelen incluirse también en esta generación algunos prosistas contemporáneos.
En esta época, la evolución de la prosa sigue un rumbo paralelo al de la poesía. Frente a la influencia del arte puro inicial y del magisterio de Ortega, la prosa se abre hacia la rehumanización y el compromiso.
La novela inicialmente sigue la estela del arte deshumanizado propuesto por el Novecentismo y las primeras vanguardias. En estas obras es frecuente la concepción de la literatura como un juego, la innovación estructural y estilística, así como la presencia del humor y la metáfora.