Evolución del Pensamiento Histórico: De Vico a Toynbee


La Historia como Construcción Social: Vico y la Providencia

Vico concibe la historia como un proceso donde los seres humanos construyen sociedades, incluyendo sistemas de gobierno, pensamiento, leyes y costumbres. Identifica tres principios fundamentales:

  1. Similitudes entre épocas: Épocas históricas distintas presentan semejanzas esenciales, revelando un orden en la sucesión de los períodos.
  2. Ciclo evolutivo: Se cumple un ciclo de seis etapas:
    1. Fuerza bruta.
    2. Fuerza heroica.
    3. Justicia valerosa.
    4. Originalidad deslumbrante.
    5. Reflexión constructiva.
    6. Decadencia.
  3. Evolución, no repetición: El ciclo no es mera repetición, sino evolución. El hombre puede modificar el curso de su nación, y cada nuevo ciclo comienza en un punto más avanzado, reflejando el progreso de la humanidad.

La Providencia, para Vico, es el orden mediante el cual la voluntad divina conserva las cosas. Las sociedades no son producto de la creación espontánea, sino obras de la Providencia a través del hombre. Introduce el concepto de dialéctica en la historia. La Providencia es un sistema ordenado de leyes que rige el acontecer histórico. Es un hecho comprobable, ya que las pasiones humanas, con sus guerras y destrucciones, amenazan la existencia de la sociedad. Sin embargo, la Providencia transforma estas pasiones en elementos positivos para la subsistencia. Dios conserva al hombre mediante su naturaleza social; modifica los impulsos destructivos, fomentando la comunidad y la creación de sociedades. Esta contradicción entre la naturaleza animal del hombre y sus logros es la dialéctica de la historia.

Fichte y la Dialéctica Ideal de la Historia

En su obra «Características de la época actual» (1806), Fichte plantea tres puntos clave:

  1. La misión del historiador no es preservar el pasado, sino comprender su propia época.
  2. Cada período histórico posee un carácter único, resultado del desarrollo de una idea que lo impregna y antecede a los acontecimientos.
  3. Las ideas fundamentales de períodos sucesivos forman una secuencia lógica, donde cada concepto conduce al siguiente en una estructura de tres fases: tesis, antítesis y síntesis. Esta es la dialéctica ideal de la historia.

Fichte describe dos procesos dialécticos:

  1. Primer proceso

    • Tesis: El hombre en estado de naturaleza, con una libertad negativa y natural.
    • Antítesis: La autoridad, que surge como oposición a la libertad negativa.
    • Síntesis: La libertad civil, donde el poder reside en el pueblo, no en un grupo. La autoridad crea el orden jurídico, transformando la libertad natural en una libertad superior.
  2. Segundo Proceso

    • Tesis: La libertad civil, que engendra la idea de que el hombre solo tiene derechos (subjetivismo político).
    • Antítesis: El objetivismo, que implica un sistema de verdades externas al hombre, que se convierten en sus normas de conducta.
    • Síntesis: Un orden terrenal donde triunfa la libertad racional, resultando en una sociedad armoniosa.

Hegel: Razón, Historia y el Fin del Progreso

Para Hegel, el acontecer histórico es un progreso limitado por el presente. Establece cinco principios:

  1. Naturaleza e historia son esferas distintas: La naturaleza se caracteriza por la repetición y leyes cíclicas, permitiendo la predicción. La historia, en cambio, es una sucesión de hechos únicos e irrepetibles.
  2. La historia es el desarrollo de ideas: Estas ideas anteceden a los hechos históricos. El historiador debe investigar los pensamientos y valores que guiaron a los hombres en cada período. El método del historiador implica:
    1. Analizar testimonios y documentos históricos.
    2. Estudiar las ideas subyacentes a esos testimonios.
  3. La razón como motor de la historia: Incluso la pasión, predominante en ciertos momentos, es precedida por un acto de voluntad racional.
  4. El proceso histórico es dialéctico: Se desarrolla en tres etapas (tesis, antítesis, síntesis), con una relación de causalidad y necesidad. Una tesis inevitablemente genera una antítesis. Crítica: Si la historia es una sucesión de ideas, el proceso histórico podría conocerse *a priori*.
  5. La historia ha llegado a su fin: La meta de la historia es que el espíritu alcance el conocimiento de su verdadera esencia y lo manifieste objetivamente. En 1805, los principios de libertad, igualdad y fraternidad, de valor universal, se concretaron. Las generaciones futuras solo deben difundir y desarrollar estos principios.

Hegel distingue entre historia externa (desarrollo de los hechos) e historia interna (estudio de las instituciones que causan esos hechos). Mantiene el concepto lineal de la historia, donde el hombre progresa continuamente. Rechaza la idea de un plan misterioso, afirmando que el propósito del mundo debe ser percibido. El hombre, con sus pasiones destructivas, no se ha destruido, sino que progresa. El «ardid de la razón» utiliza las pasiones para construir en lugar de destruir.

Marx: La Dialéctica Materialista y la Lucha de Clases

Marx (1867) invierte la dialéctica hegeliana. Afirma que las realidades materiales generan las ideas, no al revés. Las ideas son producto de circunstancias, siempre económicas. La dialéctica de la historia es el antagonismo entre clases sociales, debido a las diferencias en su relación con los medios de producción. Toda la sociedad está inmersa en esta lucha, que culmina con la dictadura del proletariado, abriendo paso a la verdadera libertad del hombre en una sociedad sin clases: la sociedad comunista. Las máquinas, como dominio natural, permiten a los dueños oprimir a los proletarios. Estas masas se unirán al adquirir conciencia de su fuerza y de ser mayoría. Esta toma de conciencia es crucial en la dialéctica marxista, siendo posterior a las circunstancias económicas que la provocan.

Toynbee: El Desafío y la Respuesta en el Desarrollo de las Civilizaciones

Toynbee considera a las sociedades como los objetos de estudio histórico y las células básicas de la historia universal. Identifica cinco sociedades vivas (cristiana occidental, ortodoxa, islámica, hindú y extremo oriental), originadas en sociedades anteriores a través de un proceso repetitivo.

a) Génesis:

El problema es determinar qué impulsa a una civilización, transformándola de una sociedad primitiva a una civilizada. La dinámica de la historia se ejerce a través de desafíos y respuestas. Una fase de acción y reacción suficientemente vigorosa da origen a una civilización, que se mantiene viva mientras responda adecuadamente a los desafíos. Los estímulos incluyen:

  1. Geografías difíciles: Ejercen una fuerte presión. Las civilizaciones surgen cuando el hombre controla la tierra y el agua.
  2. Tierras nuevas: El estímulo de un suelo nuevo es mayor que el de uno previamente utilizado.
  3. Derrotas militares: Un revés puede duplicar las fuerzas.
  4. Presiones exteriores: La presencia de enemigos en las fronteras.
  5. Penalizaciones: La presión de fuerzas políticas dominantes sobre grupos sometidos.

El juego de estímulo y respuesta no es una ecuación matemática. Un estímulo puede superar la capacidad de reacción de una civilización, o una presión deficiente puede no generar respuestas.

b) Crecimiento:

No todas las sociedades crecen. Algunas se estancan debido a estímulos demasiado fuertes o débiles, convirtiéndose en ‘civilizaciones fosilizadas’. Las civilizaciones en desarrollo determinan su dirección, logrando la autodeterminación. La eterealización implica que los individuos se interesen más en aspectos teóricos o espirituales que en lo material. La retirada y retorno ocurre cuando minorías creadoras se disocian de la sociedad para buscar respuestas eficaces, regresando para guiar al resto. Los liderados deben tener la capacidad de mimetismo, imitando a la mayoría que los lidera.

c) El Ocaso:

Una civilización declina por su incapacidad para enfrentar nuevas exigencias. Esto se manifiesta en:

  1. Mecanicidad de la mímesis: La capacidad de las masas para imitar a las minorías creadoras se pierde, volviéndose rígida y mecánica. Las minorías se mantienen en el poder por la fuerza.
  2. Rigidez de las instituciones: Similar al proceso anterior, pero referido a hábitos y costumbres. La rigidez impide enfrentar nuevos desafíos.
  3. Némesis de la capacidad creadora: La sociedad, satisfecha con sus respuestas pasadas, se idolatra y establece arquetipos inamovibles.

d) La Desintegración:

El signo de la desintegración es el ‘cisma en el cuerpo social’:

  1. La minoría dominante, proveniente de la minoría creadora, exige obediencia por la fuerza.
  2. El proletariado interno, formado por grupos dentro de la sociedad, ya no se siente parte de ella.
  3. El proletariado externo, formado por grupos periféricos atraídos durante el desarrollo, se separa y ataca a la sociedad.

La minoría dominante crea el estado universal, el proletariado interno crea la iglesia universal y el proletariado externo crea bandas de guerra. La sociedad se encierra tras una frontera rígida, que al ser penetrada, cae. La iglesia universal puede ser clave para la supervivencia, dando origen a nuevas civilizaciones. Toynbee también analiza el ‘cisma en el alma’, la desintegración de los individuos, que adoptan dos actitudes:

  • Actitud pasiva: Abandono a los estímulos sensoriales y placeres (hedonismo). El individuo deja de ejercer las respuestas necesarias para el avance de la sociedad.
  • Actitud activa: Exceso de respuesta, dominio estricto de sí mismo (estoicismo, mártires).

Los dirigentes en la época de desintegración suelen usar la fuerza, orientándose a perpetuar formas de vida y pensamiento del pasado (arcaísmo). Otra actitud salvadora es un proceso revolucionario que se desliga del pasado (futurismo).

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