El Régimen Demográfico Antiguo: Hasta Principios del Siglo XX
En España, el régimen demográfico antiguo se mantuvo hasta principios del siglo XX. Se caracterizó por altas tasas de natalidad y de mortalidad y por un crecimiento natural bajo.
Causas de la Alta Natalidad
Economía y sociedad agrarias: Los hijos ayudaban desde muy pronto en las labores del campo, eran baratos de mantener y aseguraban el porvenir de sus progenitores, ante la inexistencia de seguros de accidentes, enfermedad o jubilación.
Falta de sistemas eficaces para controlar la natalidad: La única posibilidad era retrasar el matrimonio en las coyunturas de crisis, para acortar el periodo fértil de la mujer y reducir los nacimientos.
Elevada mortalidad infantil: Obligaba a tener muchos hijos para poder conservar unos pocos.
Causas de la Alta Mortalidad
Dieta alimenticia escasa y desequilibrada: La baja productividad agraria provocaba una dieta escasa, con falta de proteínas. El pan era el alimento básico y escaseaban la carne, la leche y los huevos. Como consecuencia, la mayoría de la población estaba malnutrida y debilitada.
Enfermedades infecciosas: Las enfermedades infecciosas transmitidas a través del aire (tuberculosis, bronquitis, pulmonía, gripe) o del agua y los alimentos (diarreas, cólera) tenían alta incidencia. A ello contribuían el atraso de la medicina, el desconocimiento de las vías de transmisión de las enfermedades, y la falta de higiene privada y pública (tardío establecimiento de servicios de agua potable, alcantarillado y recogida de basuras).
Mortalidad catastrófica: A la elevada mortalidad general se sumaban momentos de mortalidad catastrófica causada por epidemias, guerras y malas cosechas de cereales, que provocaban la subida del precio del grano y el hambre y la muerte de quienes no podían pagarlo.
Mortalidad infantil: Tanto la neonatal (en las cuatro primeras semanas) por defectos congénitos y problemas en el parto, como la posneonatal (entre las cuatro semanas y el año) por desnutrición e infecciones.
Baja esperanza de vida: Debido sobre todo a la elevada mortalidad infantil y materna en el parto o en las complicaciones posteriores.
La Transición Demográfica: 1900-1975
La transición entre el régimen demográfico antiguo y el actual tuvo lugar entre 1900 y 1975. En comparación con otros países de Europa occidental, se inició más tarde, pero duró menos y fue más intensa. Se caracterizó por una disminución suave de la natalidad, un brusco descenso de la mortalidad y, en consecuencia, un elevado crecimiento natural.
Descenso de la Natalidad
1900-1920: La natalidad descendió al iniciarse el control voluntario de los nacimientos mediante sistemas tradicionales. En ello influyeron una mayor supervivencia de los hijos al reducirse la mortalidad infantil; y las desfavorables repercusiones de la Primera Guerra Mundial, durante la cual la exportación de productos a los países beligerantes motivó una fuerte subida de los precios para la mayoría de la población.
Década de 1920: La natalidad se recuperó gracias a la prosperidad económica.
1930-1956: Se reanudó el descenso. Las causas fueron la crisis económica de 1929 y la inestabilidad política de la Segunda República (1931-1936); la Guerra Civil (1936-1939), que ocasionó subnatalidad; y la situación de la posguerra (1940-1955), marcada por el exilio de miles de personas y por graves dificultades económicas derivadas de la política autárquica y del bloqueo internacional. Todo ello impidió la recuperación de los nacimientos que suele seguir a las guerras. La política pronatalista de Franco, que instituyó premios de natalidad y prohibió los anticonceptivos, no compensó esta tendencia.
1956-1965: Tuvo lugar una recuperación de la natalidad que algunos demógrafos interpretan como el baby boom posbélico retrasado. Se debió al desarrollismo económico que siguió al final del bloqueo internacional y de la autarquía.
1965-1975: Disminuyó de nuevo el tamaño familiar. La causa fue la reducción del valor económico de los hijos al consolidarse un modo de vida industrial y urbano, con graves problemas de vivienda, y extenderse los seguros laborales y de vejez.
Descenso de la Mortalidad
Descenso acusado de la mortalidad general: Excepto en dos momentos de mortalidad catastrófica: la gripe de 1918 y la Guerra Civil.
Mejora de la dieta: El incremento del nivel de vida se manifestó en la mejora de la dieta, que durante la década de 1960 superó la malnutrición y la escasez de la posguerra; y en el crecimiento del nivel educativo y cultural.
Avances médicos: Los avances médicos más destacados fueron las vacunas y la comercialización de los antibióticos, que eliminaron la mortalidad catastrófica por epidemias a partir de la de gripe de 1918 y redujeron la incidencia de las enfermedades infecciosas. También tuvieron efectos positivos la generalización de los nacimientos en clínicas, que disminuyó la mortalidad materna; y la extensión de la sanidad pública (seguridad social). Los avances sanitarios consistieron en la mejora de la higiene privada y pública: servicios urbanos de agua potable, alcantarillado y recogida de basuras.
Descenso de la mortalidad infantil: Sobre todo la posneonatal causada por infecciones y desnutrición, gracias a las mejoras de la pediatría, la alimentación infantil y el cuidado materno.
Elevación de la esperanza de vida: Primero, por la reducción de la mortalidad infantil y materna; y desde mediados del siglo XX, por el descenso de la mortalidad en la edad adulta.
Consecuencias
Como consecuencia, el crecimiento natural de la transición fue alto. Desde 1965, el crecimiento se recortó, al estabilizarse la mortalidad en cifras bajas y restablecerse el descenso de la natalidad.
El Régimen Demográfico Actual: A Partir de 1975
El régimen demográfico actual se extiende desde 1975 hasta nuestros días. Se caracteriza por bajas tasas de natalidad y de mortalidad y por un crecimiento natural muy reducido o negativo.
La natalidad descendió a partir de 1975:
• Entre 1975 y 1998 tuvo lugar un brusco descenso de los nacimientos. Así, en 1981, el índice sintético de fecundidad alcanzó la cifra de 2,1 hijos por mujer —el límite que permite reemplazar a la población— y continuó decreciendo hasta alcanzar su valor mínimo en 1998 (1,15 hijos por mujer). Las causas han sido los cambios económicos y socioculturales sucedidos en estos años.
– La situación económica retrasó la edad del matrimonio, con el consiguiente acortamiento del periodo fértil de la mujer. Primero, como resultado de la crisis de 1975, que disparó las cifras de paro. Y desde 1980 por la precariedad laboral y el alto precio de compra y alquiler de vivienda, que dificulta la emancipación de los jóvenes, y prolonga su formación y permanencia con los padres. Además, la liberalización de las relaciones familiares favorece la permanencia de los hijos con los padres.
– La sociedad española ha experimentado cambios de mentalidad y de valores desde la transición a la democracia (1975) que han colaborado en el descenso de la natalidad.
–Ha disminuido la influencia religiosa.
–Se han despenalizado y difundido los anticonceptivos, usados primero para dejar de tener hijos a cierta edad y reducir el tamaño familiar; y luego para programar el momento de la concepción, lo que contribuyó a retrasarla y a aumentar la edad media de la maternidad.
–Se han legalizado el divorcio y el aborto en ciertos supuestos.
–Las mujeres se han incorporado de forma creciente al trabajo fuera del hogar y retrasan la maternidad hasta consolidar su situación laboral, de modo que la mayoría de los nacimientos se producen en el grupo de los 35-40 años. Además, muchas tienen dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, dada la escasez de guarderías a precios asequibles y el mantenimiento de comportamientos sexistas en el reparto de tareas domésticas y en el cuidado de los hijos.
–Los hijos ya no se consideran un seguro de los padres en la vejez, ante el progreso de la protección social, sino que se aprecia su formación y bienestar, por lo que se prefiere tener menos y atenderlos mejor. Además, los gastos y la dedicación que requieren compiten con el deseo de los padres de disponer de más ingresos para el consumo y de más tiempo libre para el ocio.
–Por otra parte, han ganado importancia las relaciones de pareja sobre las reproductoras y de cuidado de los hijos; y aparecen formas familiares distintas del matrimonio y menos prolíficas (cohabitación, hogares monoparentales de divorciados, maternidad en solitario).
• Desde 1998, la natalidad se mantiene baja:
– Entre 1998 y 2008, la natalidad experimentó una ligera recuperación motivada por la favorable coyuntura económica; los nacimientos aplazados de las generaciones más numerosas del baby boom; y la inmigración extranjera. Esta última contribuye al aumento de la natalidad sobre todo por el incremento de mujeres en edad fértil, que inicialmente tenían también una fecundidad más alta que las mujeres españolas (2,3 hijos por mujer en 1996).
– La crisis de 2008-2013, ocasionó un nuevo descenso de la tasa de natalidad. Las familias sufrieron un enorme incremento del paro, flexibilización laboral, reducción salarial y dificultades para acceder al crédito. Además, la inmigración disminuyó. Se redujo la fecundidad de las mujeres extranjeras dado que las familias numerosas son generalmente incompatibles con el objetivo de la mayoría de los inmigrantes —mejorar la situación económica—, con las dificultades que encuentran para conseguir trabajo, y con el tipo de condiciones laborales habituales. Y tuvo lugar un incremento de las mujeres procedentes de Europa centro-oriental, con tasas de natalidad muy bajas.
– Desde 2014 a 2020, el inicio de la recuperación económica y el aumento de la inmigración extranjera no supusieron una elevación de la tasa de natalidad. Entre la población joven en edad de procrear persisten el alto riesgo de pobreza, los bajos salarios y la inestabilidad laboral; y además, una parte antepone otros objetivos a la formación de una familia, como estudiar, formarse, o viajar. Y entre muchas mujeres que desean tener más hijos, actúan como freno las razones económicas y las dificultades de conciliar la vida familiar y laboral.
– Desde 2020, la pandemia de la COVID-19, generadora de una nueva crisis económica y laboral, ha repercutido negativamente en la tasa de natalidad.
Lamortalidad general se mantiene baja, ascendiendo levemente desde 1982 por el envejecimiento de la población debido al aumento de la esperanza de vida.
Las causas de la mortalidad general han cambiado. Disminuye la importancia de las enfermedades infecciosas y predominan las llamadas tres «C»: enfermedades cardiovasculares, cáncer y accidentes de carretera.Además, crecen las enfermedades ligadas al envejecimiento —Alzheimer— y a ciertos hábitos sociales —alcoholismo, tabaquismo y drogadicción.
La mortalidad infantil es hoy muy baja y principalmente neonatal por complicaciones en el parto o malformaciones congénitas.
La esperanza de vida ha aumentado debido a los progresos médicos. No obstante, presenta diferencias por sexo, edad y estatus social.
• Por sexos, la esperanza de vida femenina es más alta. Las mujeres tienen mayor fortaleza biológica por motivos hormonales e inmunológicos.En cambio, los hombres han tenido tradicionalmente un estilo de vida con mayor riesgo, menor cuidado por su salud; y más accidentes en la carretera. En los últimos años, la aproximación del estilo de vida entre los dos sexos reduce la diferencia de esperanza de vida entre ambos.
• Por estatus social, la esperanza de vida es más alta para las profesiones más cualificadas, con menor mortalidad laboral; y las clases más adineradas, que pueden pagar más servicios sanitarios y de mayor calidad.