Al terminar la Guerra Civil, el teatro español había perdido a los autores más innovadores de la época anterior, como Valle-Inclán, Lorca o Unamuno. Otros muchos estaban en el exilio: Max Aub, Rafael Alberti y Alejandro Casona. La escena española estaba invadida por un teatro burgués convencional destinado a entretener a un público burgués mayoritariamente conservador. Por otra parte, la censura impedía estrenar obras que reflejaran la realidad del país. Así seguiría el panorama hasta 1949, año del estreno de Historia de una escalera, de Buero Vallejo, que inicia un camino hacia la revolución.
Teatro de la Inmediata Posguerra
El teatro de la inmediata posguerra se caracteriza por ser un teatro escapista que triunfa y acoge a dramaturgos como Joaquín Calvo Sotelo, Luca de Tena, Edgar Neville o José López Rubio. El tema principal es la búsqueda de la felicidad, además de otros como:
- La infidelidad y los celos (Celos del aire, de López Rubio)
- El autoengaño para evitar el sufrimiento (La venda en los ojos, de López Rubio)
- Los buenos sentimientos, la ternura y el humor
- Temas históricos
Comedia Innovadora
Al margen del teatro continuista, sobresalen dos figuras que practican una comedia de humor bastante innovadora. Las obras de Enrique Jardiel Poncela (destaca Eloísa está debajo de un almendro) tienen como base la inverosimilitud y lo fantástico para representar la sociedad. Se trata de un humor de raíz intelectual y abstracta.
Miguel Mihura ya rompió los esquemas del teatro cómico en 1932 con Tres sombreros de copa, que se estrenó en 1952. Mihura se burla de los tópicos, de la vida burguesa, la autoridad y las normas sociales. Tras esta comedia, el autor se acomodó a los gustos del público burgués con obras con un humor menos mordaz y crítico, como Melocotón en almíbar.
Dramaturgos en el Exilio
Paralelamente, siguen escribiendo teatro los grandes dramaturgos españoles en el exilio: Max Aub, Rafael Alberti y Alejandro Casona. Sus obras incluyen:
- La tragedia de San Juan, de Max Aub
- El adefesio, de Rafael Alberti
- La dama del alba, de Alejandro Casona
Teatro de los Años 50
En el teatro de los años 50 se sitúan dos autores que llevan al teatro las angustias de la condición humana, el compromiso, la denuncia ante la injusticia y la lucha por la libertad: Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
El teatro de Antonio Buero Vallejo pretende que el espectador tome conciencia de la trágica condición del ser humano. Para ello, en sus obras se lleva a cabo una crítica de la realidad española, marcada por la miseria, la ignorancia y la falta de libertad. Buero estrenó su primera obra, Historia de una escalera, en 1949. Comenzó así su carrera en la que emplea estrategias teatrales.
El teatro de Alfonso Sastre se caracteriza por una actitud de denuncia social e intentos de renovación de técnicas dramáticas. Entre sus obras destaca Escuadra hacia la muerte.
Teatro Vanguardista y Experimental
A mediados de la década de los sesenta, la censura comenzó a relajarse y ello permitió la tímida aparición de un teatro vanguardista, que surge como reacción contra el teatro realista. Sus cultivadores fueron Francisco Nieva y Fernando Arrabal. El teatro de Fernando Arrabal tiene carácter simbólico o alegórico. Su teatro combina situaciones absurdas con un humor negro para mostrar un mundo en el que no hay reglas.
En las obras de Francisco Nieva, los personajes están acorralados por las normas sociales, la moral burguesa y los mandatos religiosos. En su “teatro furioso” incorpora elementos del carnaval, el esperpento o el surrealismo.
Renovación Teatral en los Años 60
Hacia finales de los años 60 aparece un movimiento de renovación caracterizado por su acercamiento a otros teatros europeos y la valoración del “teatro independiente” frente al teatro comercial. Se advierte mucha preocupación por la puesta en escena, de manera que lo literario pasa a un segundo plano.
En los últimos años de la dictadura surgieron diversas compañías teatrales que cambiaron el mundo del teatro en nuestro país y que se engloban bajo la denominación de “teatro experimental”. Entre ellas destacan Els Comediants, La Cubana o el grupo Tábano, entre otros. En las obras de estas compañías es más importante impresionar o divertir que comunicar ideas o experiencias. El texto se suple por efectos sonoros y lumínicos y se incluyen elementos como el guiñol o el cabaret.
No obstante, en este periodo de la transición, pervive un teatro de texto, con un renovado vigor, de autores que evitan el experimentalismo extremo para recuperar la conexión con el público. Los más representativos son:
- José Luis Alonso de Santos (La estanquera de Vallecas)
- José Sanchis Sinisterra (¡Ay, Carmela!)
- Fermín Cabal (Caballito del diablo)
- Fernando Fernán Gómez (Las bicicletas no son para el verano)