1.1 El Paleolítico y el Neolítico
– Los restos humanos más antiguos encontrados en la península (Atapuerca), datan de hace 800.000 años. El primer homínido que habitó la Península fue el Homo antecessor.
– Durante el Paleolítico, los primeros pobladores de la península eran nómadas, depredadores y su supervivencia se basaba en la caza, pesca y recolección de frutos.
El Paleolítico tiene tres etapas: el Paleolítico Inferior (1.000.000 – 130.000 a.C), en el que vivieron los primeros habitantes peninsulares; el Paleolítico Medio (130.000 – 35.000 a.C), en el que la Península estuvo habitada por el Homo neanderthalensis; y el Paleolítico Superior (35.000 – 8.000 a.C), con la llegada del Homo sapiens a la Península y las primeras manifestaciones artísticas.
– Hacia el 6.000 a.C aparecieron las primeras comunidades neolíticas, en las que se empezó a implementar la agricultura, ganadería y cerámica y, por ende, aparece el sedentarismo.
– La Península Ibérica tiene muchos ejemplos de pinturas rupestres, la mayoría de ellas se encuentran en la zona Cantábrica (Atapuerca), datan del Paleolítico Superior (25.000 – 15.000 a.C).
Se trata de un arte figurativo en el que aparecen animales pintados con una técnica naturalista. Las figuras no forman escenas, aunque presentan efectos de volumen y movimiento. Son pinturas halladas en cuevas y se han relacionado con creencias mágicas. Las pinturas de la zona levantina son posteriores (Mesolítico 8.000 – 5.000 a.C) y se ubican en abrigos rocosos. Pinturas esquemáticas en rojo y negro y que presentan escenas de carácter narrativo con proliferación de figuras humanas.
La Hispania romana
– La conquista de la Península fue un proceso largo que duró del siglo III al I a.C, y se dividió en 3 etapas:
– Uno: Siglo III – II a.C, coincidió con la guerra púnica, los romanos iniciaron la conquista para contrarrestar a los cartagineses y explotar las riquezas de la Península.
– Dos: 155 – 133 a.C, los romanos siguieron conquistando la Península y se encontraron con la resistencia de Numancia y Viriato.
– Tres: 29 – 19 a.C, el emperador Augusto conquistó el norte peninsular, sometiendo a los cántabros y astures.
– La romanización se conoce como la imposición cultural. De los romanos podemos recoger cosas como el cristianismo, el derecho romano y el latín. Y construcciones grandes tales como acueductos, anfiteatros, teatros, puentes y murallas.
1.4 El Reino Visigodo
– El Imperio Romano fue invadido en el siglo V por numerosos pueblos bárbaros. Varios de ellos, suevos, vándalos y alanos, penetraron en Hispania en el año 409. Para frenar este avance, los romanos negociaron con los visigodos quedarse si echaban al resto de bárbaros. Ahí fue cuando se fundó el Reino de Tolosa, que más tarde pasaría a ser el Reino Visigodo de Toledo, debido a que los francos los expulsaron de la Galia.
En el 569 Leovigildo logró la unificación política de toda la Península. La unificación religiosa llegó con Recaredo (589) al convertirse al catolicismo, y la unificación jurídica con Recesvinto, que promovió una única ley para visigodos y hispanorromanos: el Fuero Juzgo.
– La monarquía era de carácter electivo y contaba con el apoyo de dos grandes instituciones: el Aula Regia y los Concilios de Toledo.
En el año 711 la disputa entre el rey Rodrigo y los partidarios de los hijos de Witiza permitió la invasión musulmana de la Península, poniendo fin a la monarquía visigoda.
Con respecto a la cultura, destaca la obra de Isidoro de Sevilla y la utilización del arco de herradura en arquitectura.
Al Ándalus: economía, sociedad y cultura. El legado judío en la Península Ibérica
– Al Ándalus contó con una economía próspera. La agricultura alcanzó un gran desarrollo gracias a la introducción de técnicas de regadío y nuevos cultivos como el arroz, la naranja, la caña de azúcar y el algodón. La sociedad era muy compleja y se fue islamizando con el tiempo.
– La minoría árabe controlaba la riqueza y los cargos políticos y militares. Los beréberes se dedicaban a la ganadería y al ejército. Los muladíes campesinos (cristianos convertidos al islam). Por debajo de ellos estaban los judíos y los mozárabes, que podían mantener su religión a cambio de pagar un impuesto. Los esclavos ocupaban el último escalón social.
– En Al-Ándalus se llevaron a cabo grandes avances en ciencias como la astronomía, la medicina, la botánica y las matemáticas. En letras, el árabe se impuso como idioma y destacaron filósofos como Averroes y Maimónides y poetas como Ibn Hazm. En el campo artístico la principal manifestación fue la arquitectura. Las dos obras más importantes del arte andalusí son la mezquita de Córdoba y la Alhambra, el palacio de los reyes nazaríes de Granada.
4.1 La Guerra de la Independencia: antecedentes y causas. Bandos en conflicto y fases de la guerra
Carlos IV llegó al trono en 1788, con Floridablanca como su mano derecha. Pero al estallar la Revolución, Floridablanca aplicó una política conservadora suprimiendo las Cortes; suspendiendo los Pactos de Familia; y controlando a los pensadores ilustrados. Debido a la oposición que generó esta política, fue sustituido por Aranda en 1792. La situación no estaba a favor de un hombre tan liberal como era Aranda, por lo que Carlos IV le sustituyó por Manuel Godoy.
En política exterior Godoy era partidario de evitar el conflicto con Francia, pero tras la muerte de Luis XVI se ve obligado a intervenir, provocando la ruptura de la alianza con Francia y el inicio de la «Guerra de la Convención». En este contexto España se une a una coalición internacional para acabar con la Revolución Francesa, pero la derrota fue rápida y Francia tomó el País Vasco y Cataluña. A esto, se le une que el Directorio comienza a gobernar en Francia, y se crea una nueva alianza entre España y Francia en la Paz de Basilea (1795) sellándose en el Tratado de San Ildefonso (1796). Esta alianza proporcionó a España grandes victorias, pero también importantes derrotas como la Batalla de Trafalgar (1805) contra Gran Bretaña, suponiendo la pérdida de casi toda la marina.
Tras la batalla de Trafalgar, Napoleón optó por una nueva estrategia; el bloque naval y atacar Portugal (aliado de Gran Bretaña), firmándose el Tratado de Fontainebleau en 1807, en el que España autorizaba la entrada de las tropas francesas.
Mientras tanto, España se deterioraba; pasaba por una crisis económica que necesitaba reformas profundas, las tropas francesas eran vistas como una cesión intolerable, y la monarquía estaba desprestigiada.
Ante esta situación se organiza el Complot del Escorial (1807) que establecía como rey a Fernando VII, finalmente la conspiración fue descubierta. Tras esto la familia real huía a Andalucía para después dirigirse a América, pero solo llegaron a Aranjuez.
En marzo de 1808 estalló el Motín de Aranjuez, que precipitó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando VII, derivando en las Abdicaciones de Bayona, en las que Carlos abdicó en su hijo Fernando VII, este otra vez en Carlos IV, para luego abdicar en Napoleón y este en su hermano José Bonaparte.
La evidente invasión francesa provocó los Levantamientos del 2 de Mayo debido al descontento popular, causando la Guerra de Independencia (1808-1814).
Fue una guerra internacional, patriótica contra el invasor y civil entre afrancesados y antifranceses, que a su vez se dividían en conservadores absolutistas (vuelta al absolutismo) y liberales reformistas (parlamentarismo).
La guerra se divide en tres etapas: en la primera etapa (mayo-noviembre 1808), destaca la victoria de Bailén que obligó a José I a huir a Vitoria; en la segunda (noviembre 1808 – enero 1812), Napoleón se hace cargo de la campaña y España es derrotada frente a la Grande Armée y destaca la guerra de guerrillas; y la última (enero 1812 – agosto 1813) Napoleón empezó a perder y finalmente se expulsó a los franceses. Napoleón devolvió el trono de Fernando VII mediante el tratado de Valençay (1813).
La guerra provocó grandes pérdidas económicas en infraestructuras, ganadería, agricultura y comercio. Además de pérdidas humanas y la ausencia del poder monárquico, dando salida al liberalismo en España.
4.2 Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Tras las abdicaciones de Bayona y el levantamiento del 2 de mayo dejaron un vacío de autoridad que provocó que el pueblo español organizase una resistencia en caso de ser invadido. Para ello crearon las juntas locales y provinciales (primer poder político democrático), para finalmente crear la Junta Central Suprema (septiembre de 1808) presidida por Floridablanca y Jovellanos.
Existía un deseo generalizado de convocar unas Cortes, pero no había un consenso sobre cómo hacerlo; unos querían una Cortes tradicionales, y otros las querían al estilo francés. Debido a esta situación la Junta Central Suprema se ve obligada a trasladarse a Cádiz y es sustituida por un Consejo de Regencia (Cortes unicamerales).
Las Cortes se convocan en 1810, y reunían a todos los estamentos y grupos ideológicos en una misma asamblea.
Por una parte, estaban los absolutistas, que defendían el Antiguo Régimen y a Fernando VII; luego estaban los moderados o jovellanistas, que buscaban limitar el poder del rey; y finalmente los liberales, que defendían el sufragio universal.
Las cortes buscaban acabar con el Antiguo Régimen, y aprobar una constitución que cambiara el régimen político del país. Las principales reformas fueron: la libertad de imprenta, pero no de asociación ni culto; la abolición del régimen señorial, pero sin cuestionar el derecho a la propiedad de la nobleza; la supresión de la Inquisición en 1813 y la donación de sus bienes al Estado; el liberalismo económico;
la desamortización de algunos bienes de los afrancesados, aunque no se llevó a efecto; y la reforma administrativa, eliminado reinos y decretando una nueva división provincial, con el fin de conseguir la uniformidad territorial.
Esta constitución, conocida popularmente como “La Pepa” fue aprobada el 19 de marzo de 1812, estuvo influenciada por la constitución francesa de 1791 y la estadounidense de 1787. Se caracteriza por defender la soberanía nacional a través de la elección de representantes; la monarquía parlamentaria como sistema de gobierno; la división de poderes en: legislativo, depositado en las Cortes, con el rey el cual tenía indicativa legal y voto suspensivo de dos años; judicial, residía en los tribunales, unifican las leyes del territorio; y el ejecutivo, que residía en el rey a través de los ministros que él mismo elegía, pero debían ser aceptados por las Cortes.
Además, se reconocía la igualdad de los ciudadanos ante la ley; defendían la unidad de España y los derechos individuales; el catolicismo era la única confesión religiosa permitida; en cuanto a la organización administrativa, tenían regidores que eran elegidos por los vecinos, y Jefes Políticos que representaban al gobierno central.
Por último, se estableció un ejército permanente controlado por las Cortes, y una Milicia nacional, organizada en provincias.
Para preservar el sistema liberal, jerarquizaron los poderes, predominando el legislativo; quitaron la responsabilidad al rey, pero no a sus ministros; y la Milicia nacional fue destinada a proteger el nuevo régimen.
A pesar de que la Constitución de 1812 fue un texto positivo, frecuentaron los problemas debido a la falta de experiencia. Entre ellos; la división de poderes era muy rígida, lo que provoca el enfrentamiento entre poderes; y tuvo una acogida hostil, ya que para la población era demasiado liberal y afrancesada.
4.3 El reinado de Fernando VII: liberalismo frente a absolutismo
La derrota de Napoleón supuso la llegada de la restauración (Congreso de Viena de 1815), que tenía como objetivo reorganizar el continente, e impedir que sucediese algo como lo ocurrido en Francia, además de afirmar los principios básicos tradicionales.
En 1812 Napoleón se vio obligado a concentrar esfuerzos en el frente oriental y eso suponía abandonar España.
Tras el Tratado de Valençay de 1813, Fernando VII se preparó para volver a un país donde gobernaban unos principios políticos totalmente contrarios a sus convicciones absolutistas. Finalmente, Fernando VII llegó a España en marzo de 1814 y fue recibido por un pueblo lleno de esperanza que depositaba toda su confianza en él.
En abril de ese mismo año, un grupo de diputados absolutistas le presentaron el “Manifiesto de los Persas”, en el que reclamaban la vuelta al Antiguo Régimen. Sintiéndose respaldado en sus ideas políticas, en mayo de 1814 emitió un decreto en Valencia, por el que abolía la constitución de 1812, disolvía las Cortes y restablecía el absolutismo.
Los primeros años de gobierno fueron muy inestables, España quedó marginada de los beneficios que las potencias vencedoras recibieron en la Paz de París y en el Congreso de Viena en 1815, y Fernando VII adoptó una serie de medidas que suponían una vuelta atrás en la política española.
Además, debido al conflicto, las fuentes de ingreso se resintieron, agravando la deuda pública de manera alarmante.
Fernando VII se centró en la represión de los enemigos, entre ellos afrancesados y liberales. Los liberales actuaban a través de pronunciamientos, Espoz y Mina en 1814, Díaz Porlier en 1815, Lacy en 1817, todos ellos fracasaban debido a que eran movimientos de pequeñas dimensiones, hasta que llegó el pronunciamiento de Riego.
Las ideas liberales se manifestaron durante la primera mitad del siglo XIX. En España, el teniente coronel Riego decidió proclamar la Constitución de 1812 y traer de nuevo el sistema liberal. Ante esto, a Fernando VII no le quedó más remedio que claudicar, teniendo que aprobar el nuevo régimen liberal.
Durante el Trienio Liberal (1820-1823) se aplicó y profundizó la obra de Cádiz, con el obstáculo permanente que representaba el rey. En política se repuso la Constitución de 1812 y se elaboró un código penal; económicamente, continuó la modernización del país y el fomento del comercio y agricultura;
y en cuanto a la religión, desarrollaron una política anticlerical y limitaron el poder de la Iglesia en la sociedad.
Sin embargo, el Trienio Liberal supuso grandes problemas, el más importante, la oposición del rey y de absolutistas. Además, los liberales se dividieron en dos grupos: los moderados o doceañistas, cuyo líder era Martínez de la Rosa, reconocían la necesidad de que la corona participase en las labores legislativas y pretendían modificar la Constitución; y los exaltados o veinteañistas, liderados por Evaristo San Miguel, y buscaban la aplicación estricta de la Constitución de 1812 y medidas más revolucionarias.
Por otro lado, los tradicionales no tardaron en organizarse para obstaculizar la labor liberal, surgiendo dos movimientos. El movimiento campesino, debido a la situación precaria del campo y a la dificultad para entender el proyecto liberal, se organizó en el norte de España. Y los movimientos de élite, que fracasaron.
En 1822 Fernando pidió ayuda a la Santa Alianza a través del Congreso de Verona, y en abril de 1823, el ejército francés de los “Cien Mil Hijos de San Luis” conquistó prácticamente el país.
El 1 de octubre Fernando VII recuperó el poder y volvió al absolutismo en España, dando comienzo a la Década Ominosa (1823-1833).
Fue una década de inestabilidad, con una política muy contenida para evitar una reacción liberal. Un factor positivo fue la reforma de la Hacienda, llevada a cabo por López Ballesteros.
Fernando VII no consiguió un gobierno sólido, sino que hubo constantes focos de inestabilidad, como la “revuelta de los agraviados” en 1827 en Cataluña (absolutista) o los intentos de pronunciamientos liberales.
Los últimos años de Fernando supusieron un giro en su política. Por una parte, se fue ampliando la base del liberalismo; y por otra parte, debido a la Ley Sálica, su hija no podrías reinar tras su muerte, y el trono debía pasar a su hermano Carlos María Isidro. Finalmente, para defender la sucesión de Isabel, derogó la ley de la Pragmática Sanción en 1831, e Isabel llegó al trono en 1833.
4.4 El proceso de independencia de las colonias americanas y el legado español
El proceso de independencia de las colonias americanas tiene detrás diversos factores. Entre ellos, fue esencial el creciente descontento de los criollos, descendientes de españoles nacidos en América, que tenían vetado el acceso a grandes cargos políticos en las colonias. Económicamente, las limitaciones al libre comercio y desarrollo económico de América afectaron a la burguesía criolla.
La independencia no supuso que América se librase de los lazos de dependencia, es más, fueron sustituidos primero por los de los ingleses y luego por los de los estadounidenses. Ideológicamente, uno de los debates más polémicos es la base del movimiento americano, ya que tuvo influencia americana, que derivó en la independencia de Haití; influencia francesa, criolla y española.
La clave del proceso de independencia fue la coyuntura política precisa de 1808, la cual es muy compleja.
Por un lado, la invasión napoleónica privó de legitimidad a las autoridades que representaban a la monarquía de José I en las colonias, abriendo el camino a la libertad. Las medidas liberales tomadas es España por las Cortes de Cádiz despertaron unas ideas difíciles de renunciar, y la vuelta de Fernando agravó aún más la situación. Por último, la debilidad del régimen de Fernando provocó la posibilidad de reclamar la emancipación.
El contexto exterior europeo beneficiaba los intereses de Fernando VII, pues las potencias de la Santa Alianza no podían intervenir, y Gran Bretaña y Estados Unidos querían eliminar el control español. En la Doctrina de Monroe de 1823, Estados Unidos reflejó su oposición a la colonización.
La independencia americana fue un proceso rápido, los americanos proclamaron su adhesión a Fernando VII y ya en 1824 se puede considerar que América estaba totalmente libre del dominio español.
La independencia americana se caracteriza por ser un movimiento elitista, no popular; por tener una doble perspectiva de guerra de independencia y guerra civil; la futura importancia del ejército;
la homogeneidad del proceso y la diversidad del resultado.
El proceso de independencia se divide en dos etapas: en la primera (1808-1814), los territorios americanos se declararon independientes de la España napoleónica, pero mantuvieron sus lazos con la península, creando sus propias juntas y mandando representantes a Cádiz. A partir de 1810 algunas ciudades como Caracas y Buenos
Aires se declararon independientes, y en 1811 lo hizo el primer país, Paraguay. Ante la vuelta de Fernando VII todas las colonias, salvo Argentina, volvieron a unirse a la corona; en la segunda (1814-1824), la vuelta al absolutismo provocó revueltas independentistas y contra el poder centralista, por lo que Fernando mandó un ejército a las colonias para retomar el control. Se produjeron una serie de pronunciamientos militares que derivaron en partidos independentistas apoyados por Inglaterra y Estados Unidos, y liderados por Simón
Bolívar y San Martín. Tras esto, diversos países fueron accediendo a la independencia, entre ellos, Argentina (1816), Chile (1817), Colombia, Panamá y Ecuador (1819-1821), México (1820), y Perú y Bolivia (1824).
Solo las islas antillanas de Cuba y Puerto Rico permanecieron unidas a la metrópoli.
A raíz de la emancipación nacen una nueva generación de políticos, que buscaban implantar la modernidad. La economía americana era dependiente, el papel que ocupaba España lo comienza a ocupar Inglaterra. Destaca la deuda debido a la solicitud de préstamos, la cual confiaban en poder devolver, pero la crisis mundial de 1890 supuso una bajada en los precios de las materias primas afectando al sector minero, agropecuario y a la agricultura tropical.
Socialmente el darwinismo estuvo muy presente, comenzaba a llegar mano de obra de países menos poblados, y se demanda población europea que buscase trabajar, emigrando el sur de Europa, Italia, España y Portugal.
Se produjo la abolición de la esclavitud y la creación de grandes latifundios.
Por último, los liberales intentan quitar el poder a la iglesia sobre todo en economía y educación.
Bloque 5
5.1 Isabel II: las regencias. Las guerras carlistas. Los grupos políticos. El Estatuto Real de 1834 y la Constitución de 1837
Ante su muerte, Fernando VII dejó aprobada la Pragmática Sanción, una ley que anulaba la Ley Sálica (que impedía reinar a su hija Isabel), pero, el hermano menor de Fernando VII, Carlos María de Isidro, pensaba heredar el trono, por lo que no reconocía esta ley. En 1833, tras la muerte de Fernando VII, comenzó el reinado no efectivo de Isabel II, con dos regencias: la de su madre, María Cristina de Borbón (1833 – 1840), y del general Espartero (1840 – 1843). En septiembre de 1833 una serie de levantamientos a favor del reinado de Carlos María Isidro llevaron a la primera Guerra Carlista (1833 – 1840).
Los carlistas recibieron el apoyo del País Vasco y Navarra, especialmente en zonas rurales, por su defensa de los fueros. La guerra se desarrolló principalmente en el norte, aunque en otras zonas de España hubo también guerrillas, y consta de tres etapas.
En la primera etapa (1833 – 1835), la guerra favoreció al bando carlista, el general Zumalacárregui formó un ejército que dominó gran parte del País Vasco y Navarra, pero murió al intentar ocupar Bilbao, paralelamente se formaron otros focos rebeldes en el Pirineo Catalán, dirigido por el
general Ramón Cabrera. Durante la segunda etapa (1835 – 1837), los carlistas trataron de organizar una serie de expediciones, cuyo objetivo era Madrid, pero el fracaso hizo que pasasen a una táctica defensiva. Además, fueron derrotados en la Batalla del Puente de Luchana (Bilbao en 1836), acelerando el final del conflicto. En la última fase (1837 – 1840) la desorganización y el agotamiento carlista llevaron al final de la guerra, y en el Abrazo de Vergara (1839) firmado por Espartero y Rafael Maroto se dio por terminada la guerra.
Tras la guerra se diferencian grupos políticos liberales, divididos en progresistas y moderados. Defendían la monarquía constitucional, pero los progresistas apostaban por la soberanía nacional y los derechos individuales. Sin embargo, los moderados defendían el poder de la Corona, los derechos individuales limitados y la confesionalidad del Estado.
Por otro lado, los carlistas eran absolutistas que defendían el Antiguo Régimen y los fueros.
Durante su regencia, María Cristina mantuvo como jefe de Gobierno a Cea Bermúdez, pero la escasez de reformas hizo que fuera sustituido por el moderado Martínez de la Rosa. En 1834 emprendió el Estatuto Real, provocando que se formasen juntas contra el gobierno. Ante esto, María Cristina nombró presidente de Gobierno al progresista Mendizábal, destacando la desamortización de 1836, que perseguía aliviar las arcas del Estado y financiar la guerra carlista. En 1836, el Motín de los sargentos de La Granja, llevó a María Cristina a suspender el Estatuto Real y a reinstaurar la Constitución de 1812. Más tarde, en 1837, se aprobó una nueva constitución, que se caracterizaba por: defender la soberanía nacional, la división de poderes, el amplio reconocimiento de derechos, aunque no recogía la libertad religiosa. El poder ejecutivo recaía en el rey, que nombraba al presidente de Gobierno y los ministros, además de sancionar leyes y convocar o suspender las Cortes. El poder legislativo pertenecía a una Cortes bicamerales divididas en Congreso de los Diputados y Senado. Y el poder municipal recaía en la elección democrática de los alcaldes.
A pesar de las reformas establecidas, los moderados se impusieron en las elecciones y se produjo una gran tensión entre los partidos. La ruptura definitiva se dio con motivo de la Ley de ayuntamientos, que obligó a María Cristina a ceder la regencia a Espartero.
Baldomero Espartero (1840 – 1843) llevó a cabo una política autoritaria y algunas de sus medidas (ley librecambista para el sector textil, que provocó altercados en Barcelona sofocados con el bombardeo de la ciudad) provocaron que los progresistas retiraran su apoyo y marchara al exilio. Ante la falta de un regente, se decidió acelerar la mayoría de edad de la reina, coronando a Isabel II a los trece años.
5.2 Isabel II: el reinado efectivo. Grupos políticos y constituciones
En 1843 Isabel II fue proclamada mayor de edad con 13 años, dando comienzo a un reinado que durará hasta 1868. Esta etapa estuvo marcada por el conservadurismo, reflejado en el constante apoyo hacia los moderados.
Durante la década moderada (1844 – 1854) destacan los gobiernos de Narváez y Bravo Murillo, caracterizados por su conservadurismo y afán centralizador. En 1845 promulgaron una nueva constitución de carácter conservador que defendía la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. A través de medidas como la Ley Electoral (1846) limitaron los derechos individuales, reduciendo el derecho a voto al 1% de la población, o la Ley de Imprenta que restringió la libertad de publicación. Llevaron a cabo la centralización a través de la unificación jurídica (Código Civil y Penal) y fiscal (Reforma fiscal de 1845, llevada a cabo por los ministros Mon y Santillana), además de reservar al gobierno el nombramiento de gobernadores provinciales y alcaldes. En el Concordato de 1851 consiguieron un acercamiento con la Iglesia, en el que, a cambio de reconocer al régimen isabelino, la Iglesia obtenía financiación del Estado y refuerzo de su influencia.
La política de los moderados y el fracaso de la boda entre Isabel II y Carlos VI dieron lugar a la Segunda Guerra Carlista (1846 – 1849) centrada en la zona catalana y basada en una resistencia de tipo guerrillero rural.
En 1848 llegó la última oleada revolucionaria a Europa, y el temor a los levantamientos llevaron a que Narváez obtuviera los poderes de las Cortes y emprendiese una durísima represión en las calles.
El poder cada vez más dictatorial de los moderados provocaron la Vicalvarada (1854), un pronunciamiento militar llevado a cabo por los generales O´Donnell y Serrano. Pese a su fracaso inicial, a través del Manifiesto de Manzanares lograron imponerse formando un gobierno presidido por Espartero, y dando comienzo al Bienio Progresista (1854 – 1856). Durante el gobierno de Espartero se aprobaron importantes medidas como la desamortización de Madoz (1855), la Ley de Ferrocarriles (1855) y la Ley de Sociedades bancarias y crediticias (1856). Además, se redactó una nueva constitución, que finalmente no fue aprobada (1856). Sin embargo, la conflictividad social y la situación económica propiciaron la caída de Espartero, volviendo al moderantismo (1856 – 1868).
Tras la caída progresista la reina depositó su confianza en la Unión Liberal, un espacio de centro entre moderados y progresistas, liderado por O´Donnell. Durante su gobierno (1858 – 1863)
se produjo un progreso económico y se realizaron reformas para modernizar el Estado. Destaca también su activa política exterior (guerra de Marruecos, la expedición a México, y la guerra de la Conchinchina) con el fin de recuperar el prestigio del país. Sin embargo, sus políticas cada vez más conservadoras llevaron a la vuelta de Narváez en 1863.
El gobierno de Narváez fue un periodo de inestabilidad política, deriva autoritaria y mala situación económica. El sistema estaba bloqueado y fue necesario un movimiento desde fuera para cambiar esa situación. En 1865 en la “Noche de San Daniel” se reprimió de forma durísima a los universitarios, y en 1866 hubo dos pronunciamientos fallidos, el de Prim y el del cuartel de San Gil. Esto llevó a la formación del Pacto de Ostende, en el que unionistas, progresistas y republicanos se aliaron para acabar con el reinado de Isabel y el régimen moderado. Finalmente, la Revolución Gloriosa de 1868 ponía fin a su reinado.
5.3 El Sexenio Revolucionario: la Constitución de 1869. Gobierno provisional, Reinado de Amadeo de Saboya y Primera República
El Sexenio Democrático (1868 – 1874) fue una etapa caracterizada por la inestabilidad política y la división entre progresistas, unionistas y demócratas.
El inicio de una crisis económica, la muerte de Narváez y O´Donnell, y la extensión de las ideas democráticas y republicanas, llevaron a la firma del Pacto de Ostende con el fin de acabar con la monarquía borbónica.
Tras varios pronunciamientos fallidos, se produjo en Cádiz en 1868 el pronunciamiento de la flota y de los generales Prim y Serrano. Los sublevados difundieron el Manifiesto de España en el que se pedía que, tras la marcha de la reina, se fundara un nuevo gobierno sin exclusión de ningún partido político. La sublevación se volvió de carácter general, dando lugar a la Revolución Gloriosa de 1868.
Tras la batalla de Alcolea Isabel II huyó a Francia. En España se formó un Gobierno provisional (1868 – 1871), y se aprobó la Constitución de 1869, caracterizada por la soberanía nacional,
la amplia declaración de derechos (derecho de asociación) y la libertad de culto, aunque no se separó la Iglesia del Estado. La monarquía era parlamentaria, bajo el lema de “el rey reina, pero no gobierna”, y las Cortes bicamerales eran elegidas por sufragio universal masculino directo (Congreso) e indirecto (Senado).
Una vez aprobada la Constitución, Serrano pasó a ser regente hasta que el Gobierno, dirigido por Prim, encontrase un en rey que no fuese Borbón, fuese liberal y aprobado por el resto de las potencias. Finalmente se ofreció la Corona a Amadeo de Saboya, hijo de Víctor Manuel II, rey de Italia.
El reinado de Amadeo de Saboya (1871 – 1873) estuvo obstaculizado desde el primer momento ante el asesinato de Prim días antes de la llegada del rey a Madrid. Por un lado, la rebelión independentista cubana (1868 – 1878); por otro lado, la tercera guerra carlista (1872 – 1876) provocada por Carlos VII, que aprovechó el rechazo al monarca para instigar una nueva insurrección. Además, surgió un rechazo al rey, ya que no solo era extranjero, sino que además pertenecía a una dinastía que había sido excomulgada por la Iglesia.
Finalmente, Amadeo I abdicó a principios de 1873 y regresó a Italia.
Sin otra alternativa, las Cortes proclamaron la República el 11 de febrero de 1873, que duraría hasta 1874. Fue un periodo marcado por la inestabilidad, las ideas republicanas tenían escaso apoyo y contaban con la oposición de grupos sociales e instituciones poderosas. La Primera República solo fue reconocida por EE.UU. y Suiza.
Durante el primer Gobierno de la República, Figueras convocó elecciones a Cortes constituyentes, y estas eligieron como presidente el federalista Pi y Margall, que inició el proyecto de una nueva constitución que convertía a España en una república federal. Sin embargo, esta nunca llegó a ser aprobada debido a las nuevas insurrecciones cantonalistas.
Los cantonalistas proponían una república federal “de abajo a arriba”, en la que el Estado se formaba a partir de la unión de municipios. La revolución cantonalista comenzó por una huelga general convocada por la AIT, pero fue duramente reprimida por el ejército.
Pi y Margall se vio obligado a dimitir, y fue sustituido por Salmerón, que renunció poco después. Emilio Castelar fue elegido como nuevo presidente en septiembre de 1873, su gobierno fue conservador, suspendió las reformas sociales y reforzó el poder ejecutivo y el ejército con el gin de acabar con el caos. Sin embargo, en enero de 1874 el general Pavía dio un golpe de Estado, poniendo fin a la república democrática. Tras el golpe, Serrano fue nombrado presidente y gobernó de forma dictatorial para lograr el apoyo de la burguesía.
El sexenio democrático terminó el con el golpe de Estado perpetuado por el general Martínez Campos en Sagunto (diciembre de 1874) y Alfonso XII fue proclamado rey de España.
BLOQUE 6. EL RÉGIMEN DE LA RESTAURACIÓN
6.1: EL SISTEMA CANOVISTA: LA CONSTITUCIÓN DE 1876 Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA OPOSICIÓN AL SISTEMA.
En diciembre de 1874, el príncipe Alfonso publicó desde Gran Bretaña el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo, que defendía el restablecimiento pacífico de la monarquía constitucional.
Sin embargo, días después, el general Martínez Campos dio un golpe de Estado y proclamo rey a Alfonso XII, nombrando presidente a Cánovas, que asentó el sistema de la Restauración con medidas diversas y abarcadoras.
Con el fin de que los progresistas aceptasen a Alfonso XII, Cánovas propuso a Sagasta crear el Partido Liberal. Se logró la pacificación del país, poniendo fin a la Tercera Guerra Carlista (1876), aunque esto llevó a la derogación de los fueros vasco-navarros. Mas tarde estos fueron restablecidos parcialmente por el concierto económico, que otorgaba una fiscalidad propia a la región.
En 1878, mediante la Paz de Zanjón, se consiguió cesar la guerra de Cuba. Para consolidar el poder político, se logró la subordinación del Ejército, situándolo bajo la autoridad directa del rey. Además, en 1876 aprobaron una nueva constitución, que estableció la confesionalidad del Estado, permitiendo la práctica privada de cultos no católicos. También reconoció derechos individuales como la propiedad y la libertad de expresión, y estableció un sistema bicameral con Congreso (sufragio) y Senado.
El turno de partidos, iniciado por Cánovas, fue el método para asegurar la estabilidad política a través de la alternancia en el poder entre el Partido Conservador de Cánovas, apoyado por la aristocracia y alta burguesía, y el Partido Liberal de Sagasta, apoyado por la burguesía industrial y clases medias. Estaba basado en el falseamiento del proceso electoral, los líderes de los partidos negociaban el reparto de diputados y los resultados eran manipulados mediante el caciquismo y el fraude electoral.
En 1885 muere Alfonso XII a los 28 años, lo que planteó un desafío al sistema. Ante la ausencia de un heredero varón, Cánovas y Sagasta firmaron el Pacto de El pardo, comprometiéndose a respetar el turno de partidos y las leyes aprobadas por el respectivo Gobierno. Esto aseguró la continuidad del sistema durante la regencia de María Cristina de Habsburgo hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902.
La oposición al sistema se manifestó en distintos sectores; el carlismo, que evolucionó hacia el parlamentarismo tras el fin de la Tercera Guerra Carlista, se vio limitado por las divisiones internas y el acuerdo del turno de partidos, convirtiéndose en una fuerza residual, especialmente en Navarra.
El nacionalismo catalán y vasco surgieron como movimientos contrarios al centralismo y a la homogeneización cultural. Buscaban una autonomía política que reflejara sus particularidades culturales, lingüísticas e institucionales. El nacionalismo catalán, precedido por la Renaixença, tuvo en el partido Unió Catalanista y en la Lliga Regionalista un fuerte protagonismo. En cambio, el nacionalismo vasco, liderado por Sabino Arana y fundamentado en la existencia de una etnia vasca amenazada por la influencia española, abogaba por una Euskadi independiente y tradicionalista. En Galicia, surgió un movimiento regionalista que no cuestionaba su identidad española, sino que exigía un reconocimiento de su cultura e historia. El movimiento obrero, dividido en socialismo y anarquismo, pasó de ser reprimido a expandirse tras la Ley de Asociaciones de Sagasta (1887). El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la Unión General de Trabajadores (UGT) representaron al socialismo, mientras que el anarquismo se dividió en corrientes sindicales y de acción directa.
Por último, el republicanismo atravesó una crisis tras el fracaso de la Primera República y las divisiones internas en el inicio de la Restauración.
Pero, ganó impulso ante las crecientes guerras coloniales y la crisis nacional provocada por el desastre del 98.
Estos movimientos opositores representaron diversidad de ideologías y reclamaciones que reflejaban las tensiones y demandas no satisfechas por la Restauración.
6.2 LAS GUERRAS DE CUBA, EL CONFLICTO BÉLICO CONTRA ESTADOS UNIDOS Y LA CRISIS DE 1898.
Tras la independencia de las colonias americanas durante el reinado de Fernando VIII el Imperio español quedó reducido a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y varios archipiélagos del Pacífico. Los factores principales de la pérdida del Imperio son: la tardía adopción de reformas políticas, el apoyo de Estados Unidos a los independentistas y la ausencia de aliados.
Cuba era la colonia más importante por su papel en la economía española, pues aportaba productos tropicales baratos y aseguraba un monopolio comercial al cereal castellano y los textiles catalanes. Además, la población en la isla era numerosa.
Las guerras coloniales en un inicio contaron con el apoyo público español y los partidos dinásticos,
pero fueron rechazadas por el republicanismo federal y el movimiento obrero. El apoyo fue disminuyendo por el alto coste humano y el clasista sistema de reclutamiento, que permitía evitar el servicio militar mediante pago.
Estados Unidos apoyó a los independentistas por sus intereses económicos en Cuba y por querer extender su influencia en el pacífico.
La guerra de Cuba se divide en dos etapas. La primera, la Guerra Larga (1868 – 1878) terminó con la Paz de Zanjón (general Martínez Campos), en la que el gobierno se comprometió a otorgar una amplia autonomía a los cubanos y a la abolición de la esclavitud. El incumplimiento de este acuerdo provocó la Guerra Chiquita (1879 – 1880), que culminó con la Ley de Abolición de la Esclavitud (1880).
A pesar del clima de malestar y las paces alcanzadas, los sucesivos Gobiernos españoles no atendieron a las reivindicaciones cubanas debido a las presiones de la oligarquía esclavista y de los sectores textil y cerealístico peninsulares. La consecuencia fue la radicalización del movimiento nacionalista cubano, que a principios de los 90 ya reclamaba la independencia de la isla.
Debido a esto, en 1895 se desencadenó una nueva guerra liderada por José Martí, Máximo Gómez y los hermanos Maceo, con apoyo de la población negra y mulata.
Con el Grito de Baire (1895) comenzó la tercera guerra de independencia de Cuba. Tras el fracaso del general Martínez Campos de sofocar la insurrección, el general Weyler impuso una brutal estrategia represiva basada en las reconcentraciones, que tampoco tuvo éxito. Tras el asesinato de Cánovas (1897), Sagasta cesó a Weyler y ofreció una amplia autonomía política a los territorios coloniales, pero su propuesta fue rechazada. Por otra parte, la guerra en Filipinas comenzó en 1896 con la insurrección de la isla de Luzón. La respuesta española también fue represiva (fusilamiento del líder independentista Rizal por el general Polavieja), pero no pudo contener el avance de los rebeldes.
En 1898 tras la entrada de Estados Unidos en el conflicto, la guerra se decantó por los rebeldes, y Estados Unidos atribuyó el hundimiento accidental del barco acorazado estadounidense Maine a un ataque español.
Los marines desembarcaron en las proximidades de Santiago y derrotaron a los españoles en la batalla de las colinas de San Juan. Poco después la flota americana hundía la escuadra española al mando del almirante Cervera en la bahía de Santiago. Este desastre, junto a la derrota en Cavite de la flota de Filipinas llevaron a Sagasta a firmar la Paz de París (Diciembre, 1898), la cual supuso la independencia de Cuba y la creación de protectorados estadounidenses en Puerto Rico y Filipinas. Además, se entregó la isla de Guam (Marianas) a Estados Unidos, y un año más tarde España vendió a Alemania todas sus posesiones en el Pacífico.
Esta desastrosa situación conocida como “el desastre del 98” provocó una profunda crisis en España en varios sectores: en el económico se perdieron las materias primas tropicales baratas y el mercado colonial, que acentuaron el proteccionismo en el sector textil catalán y el cereal castellano. En política, generó descrédito de los partidos dinásticos y el Ejercito, influyendo en el adelanto de la mayoría de edad de Alfonso XIII. Al mismo tiempo se perdió representación en el ámbito internacional, que se intento paliar con la colonización de Marruecos y el impulso del nacionalismo periférico, provocado por la crisis ideológica, que
se reflejo en una crisis de conciencia nacional, representada en la obre crítica de la generación del 98.
7.1 LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN Y DE LAS CIUDADES. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES
Las características de la evolución demográfica del siglo XIX en España fueron, por un lado, el débil aumento de la población, debido a varios factores. El primero, un régimen democrático anticuado, el crecimiento de la población era muy escaso por culpa de la altísima mortalidad, sobre todo la infantil, que neutralizaba los efectos de una también alta tasa de natalidad, derivado de las crisis de existencia, las epidemias y las enfermedades endémicas, que actuaban sobre una población mal alimentada y falta de atención sanitaria e higiene. Por todo ello, la esperanza de vida no llegaba a los 35 años. El segundo, la emigración exterior, hasta el año 1853 la emigración estaba prohibida, por lo que después, al final del siglo emigró más de un millón de personas. Además, 200.000 españoles debieron exiliarse por motivos políticos.
Por otro lado, la población sufrió una redistribución territorial, produciéndose así el éxodo rural, que provocó:
el aumento de la población urbana, especialmente en capitales de provincia y áreas industriales y mineras (Cataluña y País Vasco); el desequilibrio territorial, ya que todas las regiones del interior, excepto Madrid, perdieron población en favor de las zonas costeras (Cataluña, Valencia, Asturias y Vizcaya); y la arcaica estructura laboral de la población, ya que se mantuvo el predominio del sector primario en un 68% de la población activa, frente al 14% del sector secundario y el 18% del sector terciario. Esta situación se debe a la abundancia de jornaleros, la insuficiente mecanización de las labores agrarias y la lenta industrialización del país.
A pesar del aumento de población urbana, España seguía sin alcanzar los números de otros países europeos. De hecho, a finales de siglo, solo el 35% de la población vivía en municipios de mas de 10.000 habitantes y únicamente Barcelona y Madrid superaban los 500.000. La solución al aumento de vecinos fue la expansión de las ciudades, construyendo los ensanches alrededor del centro histórico, es decir, barrios burgueses de urbanismo planificado, destacando los diseños de Barcelona (Ildefonso Cerdá) y Madrid (Carlos María de Castro). Menos comunes fueron los proyectos de ciudades lineales (Arturo Soria, Madrid).
Así mismo, a principios del siglo XX surgieron zonas de servicios y negocios en las principales ciudades.
Frente a este crecimiento ordenado, los cascos históricos se degradaron y en la periferia surgieron barrios obreros sin planificación ni servicios, no obstante, las ciudades fueron poco a poco mejorando sus infraestructuras básicas con la pavimentación, la iluminación pública, el abastecimiento de agua potable y el alcantarillado, que ayudaron a reducir la mortalidad. Además, la implantación de sistemas de transporte colectivo como el tranvía favorecieron la expansión territorial de las ciudades.
El crecimiento urbano se concentró en ciudades con cierto desarrollo industrial y puerto de mar, como Bilbao y Santander (Cantábrico), La Coruña, Vigo y Cádiz (Atlántico), y Barcelona, Valencia y Málaga (Mediterráneo). La única ciudad interior que ganó población notablemente fue Madrid, importante centro administrativo al ser la capital.
En cuanto a la sociedad, durante el reinado de Isabel II culminó el tránsito de la sociedad estamental a la sociedad de clases liberal,
caracterizada por: la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos frente a los privilegios jurídicos, económicos y políticos de la nobleza y clero en el Antiguo Régimen. Surgiendo nuevas clases sociales frente a los estamentos feudales determinados por el nacimiento, por lo tanto, en el nuevo sistema social existe la movilidad social, permitiendo pasar de una clase social a otra. Pese a esto, la sociedad seguía jerarquizada, sus grupos eran: clase alta, era la minoría, concentró el poder político y económico, estaba formada por la aristocracia que mantenía su prestigio social y también por la alta burguesía de los negocios. En segundo lugar, la clase media urbana, formada
por profesionales liberales, funcionarios, militares de graduación media y pequeños artesanos y comerciantes. La clase media rural solo fue relevante en regiones con propiedades de mediano tamaño (norte). Y las clases populares, cuya situación empeoró con las desamortizaciones, provocando el éxodo rural, a esto se le suma la aparición del proletariado. Las condiciones de vida de esta clase eran muy precarias, aunque gracias a los movimientos obreros, los trabajadores industriales consiguieron pequeñas mejoras.
Este cambió social perjudicó a las élites institucionales, siendo la Iglesia la más afectada a causa de las desamortizaciones. El Concordato de 1851 le permitió mantener su influencia social. Adscribiéndose al liberalismo conservador, en contra partida, surge el anticlericalismo entre la clase media y grupos populares urbanos. El ejército un papel central en la vida política y sus efectivos aumentaron con las numerosas guerras.
7.2 DESAMORTIZACIONES. LA ESPAÑA RURAL DEL SIGLO XIX. INDUSTRIALIAZACIÓN, COMERCIO Y COMUNICACIONES
El asentamiento del liberalismo exigía tanto reformas políticas como económicas. Para ell suprimieron las instituciones del Antiguo Régimen y se reconocieron los derechos de propiedad y libertad de actividad profesional. La primera medida modernizadora fueron las desamortizaciones, cuyo objetivo era: aumentar las rentas del Estado generando ingresos y disminuyendo la deuda pública; asegurar el apoyo social al régimen liberal; y modernizar la agricultura, se pensó que los nuevos propietarios incrementarían la productividad e invertirían en las tierras adquiridas.
Las desamortizaciones más destacadas fueron: la desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836), que afectó a los bienes del clero regular. Se declararon extinguidos los conventos con un número mínimo de monjes y se nacionalizaron sus propiedades. Espartero completó la desamortización en 1841 que afectó a los bienes del clero secular. En 1855 se dio la desamortización civil de Madoz, en la que se concluyó la venta de bienes eclesiásticos y se aprobó la venta de dos tipos de tierras de los Ayuntamientos, los bienes comunales y de propios. Los ingresos fueron destinados a la red ferroviaria.
Las consecuencias de las desamortizaciones no fueron las esperadas. Económicamente, disminuyó la deuda estatal, pero los ingresos no fueron los esperados al autorizarse los pagos con títulos de deuda pública. La productividad agraria creció poco por la falta de mejoras. Socialmente, la venta de tierras en grandes lotes dificultó su adquisición, y el número de jornaleros aumentó. Y en cuanto a la política, se generó un rechazo del campesinado al liberalismo.
El campo español del siglo XIX se caracterizo por: la predominancia económica, las actividades agrarias eran el principal sector productivo en cuanto a aportación de riqueza y población ocupada; su productividad era limitada, debido a la escasez de inversiones dirigidas a la modernización, esto genero la necesidad de importar cereales; la escasez de propietarios, debido a la prohibición de enajenar las tierras en manos muertas primero y la venta de grandes lotes después, lo que impidió que pequeños y medianos campesinos se convirtiesen en propietarios; el éxodo rural, el desempleo, los bajos salarios y las expectativas laborales favorecían la emigración a las zonas urbanas.
La industrialización de España fue tardía, incompleta y limitada a escasas regiones debido a la deficiente red de comunicaciones, la inestabilidad política, el proteccionismo industrial, que conllevaba la escasa competitividad en el mercado internacional de los productos españoles por su mayor precio y baja calidad. Además, hubo que importan algodón y carbón, lo que agravó la perdida de las colonias. A esto hay que sumarle un mercado interior débil, la escasez de capital y la dependencia exterior.
La industrialización provocó desequilibrios territoriales al concentrarse en áreas costeras (Barcelona, Asturias y Vizcaya). Los sectores más importantes fueron: el textil (Cataluña), la siderurgia (Asturias y Vizcaya), la minería, con el carbón en Asturias, el hierro en Vizcaya y el cobre en Huelva, y otros sectores como el naval (Vizcaya), el aceitero (Andalucía) y el vinícola (Castilla y Andalucía).
El comercio exterior creció durante el siglo XIX. España exportaba materias primas e importaba productos industriales. La mayor calidad y menor precio de las materias primas y productos industriales extranjeros favoreció la implantación de una política proteccionista que elevó los aranceles de productos importados. Sin embargo, los comerciantes y consumidores defendían el librecambismo.
La modernización económica exigía una mejora de las comunicaciones que permitiese articular el país y crear un mercado nacional. Por ello, la red de carreteras pasó de 9.000km (1840) a 40.000 (1900), se ampliaron puestos (Barcelona y Bilbao) y se impulsó la creación de empresas navieras vascas. No obstante, lo más significante fue la implantación del ferrocarril,
cuyo inicio fue tardío por la accidentada orografía y la insuficiencia de recursos.
El sector recibió un gran impulso con la Ley General de Ferrocarriles (1855), cuyo fin era planificar la construcción de la red ferroviaria y encontrar inversores. Para ello autorizó la participación extranjera. El ferrocarril se convirtió así en la inversión público-privada española más importante del siglo XIX, no obstante, no impulso la industrialización esperada.
8.1 LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN: INTENTOS REGENERADORES Y OPOSICIÓN AL SISTEMA.
La Restauración sufrió una situación de deterioro entre 1902 y 1923 por diversos motivos. Entre ellos la crisis de los partidos dinásticos, divididos y sin lideres discutibles, finalmente se impuso a Antonio Maura y Eduardo Dato en el Partido Conservador, y a Canalejas y Romanones en el Partido Liberal. Además, los frecuentes cambios de Gobierno provocaron una situación de inestabilidad, y los proyectos regeneradores tanto conservadores como liberales no dieron resultado. El ejército mostró su capacidad de presión con la Ley de Jurisdicciones (1906),
las Juntas de Defensa (1917) y el golpe de Estado de Primo de rivera (1923, que puso fin a la restauración. Por último, el desastre en la guerra de Marruecos (1909 y 1921), y la conflictividad social y político por la falta de integración en el sistema de las fuerzas opositoras.
Conscientes de la crisis del sistema canovista, los partidos dinásticos llevaron a cabo una serie de reformas.
Aprobaron la Ley del Descanso Dominical, crearon el Instituto Nacional de Previsión u reconocieron el derecho a la huelga. Políticamente, aprobaron la Ley Electoral de 1907, que pretendía acabar con el caciquismo, y la Ley de Administración Local, que concedía más autonomía a Ayuntamientos y Diputaciones.
El proyecto regeneracionista de Maura fracasó por la Semana Trágica de Barcelona (1909), que se desencadenó por el envió de reservistas a Marruecos. Los sindicatos convocaron en Barcelona una huelga general que desembocó en una revuelta antimilitar y anticlerical. Maura declaró el estado de guerra y sofocó la rebelión a través de fusilamientos como el de Ferrer i Guardia, lo que motivó fuertes críticas
y una protesta nacional. En consecuencia, Maura dimitió y se reorganizó el movimiento obrero (CNT y Conjunción republicano-socialista).
Canalejas ascendió a la presidencia, y a través de su programa regeneracionista buscó integrar al catalanismo y al movimiento obrero, así como reducir la influencia de la Iglesia. Sus principales medidas fueron la descentralización administrativa, creando la Mancomunidad de Cataluña. Suprimió el impuesto de consumos, y reformó el ejército, estableciendo el reclutamiento obligatorio y la creación de los regulares (desde 1920 la Legión).
La incapacidad de integrar a nacionalistas, republicanos y obreristas en el sistema aceleró la descomposición del régimen.El programa republicano se basaba en el laicismo, la ampliación de derechos, la reforma social y la fe en el progreso s través de la educación. Su apoyo se encontraba en los sectores ilustrados de la clase media y trabajadores cualificados. La formación más importante fue el Partido Republicano Radical, fundado por Alejandro Lerroux, que en su origen fue populista, anticlerical y anticatalanista,
pero tras la acusación de la quema de iglesias en la Semana Trágica de Barcelona evolucionó al moderantismo. Por otro lado, el Partido Reformista de Melquiades Álvarez, fue más moderado y podían admitir una monarquía democrática.
Los nacionalismos periféricos adquirieron mayor protagonismo político. En el nacionalismo catalán, las formaciones catalanistas se unieron a la Liga Reformista (1901) y el Estat Catalá se fundó en 1922 por Francesc Macià. La Lliga reivindicó el autogobierno, la defensa del catalán y el aumento de la influencia catalana en la política nacional. El nacionalismo vasco fue liderado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que tras la muerte de Sabino Arana en 1903 evolucionó al autonomismo, y en 1903 consiguió su primer escaño. Tuvieron menos peso político el regionalismo gallego y el andalucismo.
El movimiento obrero estuvo dividido en socialista y anarquistas. El socialismo se agrupaba en torno al PSOE y el sindicato UGT, su escaso peso político se debió a su radicalismo, que lo alejaba de la clase media.
El PSOE promovió una alianza electoral con los republicanos, que le llevaría a conseguir su primer diputado, Pablo Iglesias.
En 1921 se produjo una escisión que dio lugar al Partido Comunista de España (PCE). Por último, el anarquismo se dividía en: grupos de acción directa, cuya estrategia era la violencia contra las élites política; y el anarcosindicalismo, que fundó la CNT (1910) sindicato que lideró el movimiento obrero español.
Fue duramente perseguido, por su participación en las huelgas generales de 1909 y 1917, y el aumento de la conflictividad en Barcelona (pistolerismo) y Andalucía (Trienio Bolchevique)
8.2 EL IMPACTO DE LOS ACONTECIMIENTOS INTERNACIONALES: MARRUECOA, LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y LA REVOLUCIÓN RUSA.
Las potencias europeas, reunidas en 1906 en la Conferencia Internacional de Algeciras, acordaron dividir Marruecos en dos áreas, la española al norte y la francesa al sur. Con la colonización de Marruecos España buscaba asegurar la posesión de Ceuta y Melilla, y recuperar el prestigio de la Corona y el Ejército. Sin embargo, el Marruecos español iba a destacar por la rebeldía de sus habitantes, organizados en cabilas (tribus).
En 1909, tras el ataque de cabileños a las explotaciones mineras españolas, se produjo la guerra de Melilla, que se saldó con su victoria en el Barranco del Lobo, y el Gobierno de Maura se vio obligado a reclutar reservistas, provocando la Semana Trágica de Barcelona.
En 1912 se formó un protectorado franco-español debido al caos que vivía la región, lo que desencadeno un aumento de la resistencia local contra la presencia española. En 1921 el general Silvestre planificó una ofensiva contra los rifeños, liderados por Abd el-Krim, que respondieron con una emboscada que ocasionó más de 13.000 muertos y la pérdida de la mayor parte de la región. La derrota, conocida como el desastre de Annual, provocó la indignación de la opinión pública, exigiendo responsabilidades al Gobierno, el Ejército y
al rey Alfonso XIII por alentar el avance de Silvestre, lo que llevó a las Cortes a formar una comisión investigadora que inicio el Expediente Picasso. La reacción del ejército fue inmediata, alentando el Golpe de Estado del general Primo de Rivera, quien archivó la investigación y reestableció el control español del Rif (1925).
Tras el asesinato de Canalejas la decadencia de los partidos dinásticos se acentuó, ni conservadores ni liberales llevaron a cabo las reformas necesarias para frenar la descomposición del sistema. La situación se agravó especialmente en 1917, cuando se desencadenó un triple conflicto: la crisis militar, en 1916 se crearon Juntas de Defensa, asociaciones corporativas que reclamaban mejoras salariales y rechazaban la política de ascensos por méritos de guerra, y la propuesta de una reforma militar. Debido a la presión militar, Alfonso XIII sustituyó el Gobierno Liberal por una presidido por el conservador Eduardo Dato, evidenciando la intromisión de la Corona en los Gobiernos. La crisis social, en la que UGT y CNT convocaron una huelga general revolucionaria con el finde conseguir mejoras laborales y políticas, en la que Dato, con ayuda del Ejército desató una dura represión. Y la crisis política, en la que, para denunciar la falta de representatividad del turnismo, Cambó solicitó convocar las Cortes con el fin de reforma la constitución de 1876. Ante la negativa de Dato, Cambó convoco en Barcelona la Asamblea de parlamentarios.
La Asamblea pidió un cambio de Gobierno y Cortes constituyentes que estableciesen un Estado democrático y descentralizado. La Asamblea fue disuelta por la Guardia Civil por orden gubernativa.
Aunque la Restauración sobrevivió la crisis de 1917, el deterioró del sistema era evidente y se complico por la crisis económica debido a la Primera Guerra Mundial y las expectativas revolucionarias creadas por le Revolución Soviética. La conflictividad aumentó, y para hacerle frente se crearon Gobiernos de concentración en los que participaron conservadores, liberales y la Lliga Regionalista. Os gobiernos aprobaron leyes sociales con el fin de evitar una insurrección revolucionaria, pero no consiguieron impedir la confrontación.
Las mayores tensiones se produjeron durante el Trienio Bolchevique (1918-1920/21) en el campo andaluz, por reivindicaciones de jornaleros; y en el sector industrial catalán. En Barcelona la conflictividad llevó al Gobierno y la patronal a impulsar el pistolerismo a través de sindicatos amarillos y la Ley de Fugas para neutralizar la huelga dominada por la CNT, a lo que los anarquistas respondieron con atentados. Durante estos años se sucedieron los asesinatos de obreros, empresarios y políticos.
Finalmente, el general Primo de Rivera, aprovechó la inestabilidad social, el temor al auge del catalanismo y la indignación contra el Ejército y la Corona, para justificar el golpe de Estado de septiembre de 1923, liquidando el sistema político de la Restauración.
8.3 LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y EL FINAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII La crisis de la Restauración se aceleró por varios factores que explican el golpe de Estado de Primo de Rivera en septiembre de 1923, entre ellos la prolongada inestabilidad político debido a los fallidos Gobiernos, la división de los partidos y el auge de los movimientos de oposición. La conflictividad social debido a una crisis económica y a las expectativas generadas por la Revolución Soviética. Y los reveses militares en Marruecos por el rechazo a la guerra y el Expediente Picasso.
En septiembre de 1923 el capitán general de Cataluña, Primo de Rivera, perpetró un Golpe de Estado como intento de solucionar los problemas del país mediante una dictadura temporal. El golpe tuvo el apoyo del ejército y la burguesía, y la pasividad del Gobierno y las organizaciones sociales.
La dictadura se divide en dos etapas, el Directorio Militar (1923-1925), gobernado exclusivamente por militares, y en el que se puso fin a la Restauración. Se anuló el parlamento, se suspendió la Constitución y se llevó a cabo la centralización del Gobierno y la represión del catalanismo. Primo de Rivera consiguió un importante apoyo social gracias al restablecimiento del orden público, ilegalizando las organizaciones anarquistas (CNT) y prohibiendo las huelgas y manifestaciones; y la victoria en la guerra de Marruecos ante Abd-el-Krim, el cual atacó el Protectorado francés, lo que hizo que Primo de Rivera variase su política, acordando una acción política conjunta. El desembarco de Alhucemas (1905)
permitió recuperar los territorios perdidos en el desastre de Annual y pacificar el Protectorado. En la segunda etapa, el Directorio Civil (1925-1930), Primo de Rivera intento perpetuarse en el poder constituyendo un Gobierno formado por civiles (José Calvo Sotelo). Persiguió tres grandes objetivos: la paz social, creando paritarios de patrones y trabajadores para resolver los conflictos laborales; la prosperidad económica, imponiendo una política económica intervencionista, basada en el proteccionismo arancelario,
los monopolios estatales en sectores estratégicos y la construcción de infraestructuras. Sin embargo, estas medidas provocaron un aumento de la deuda pública; y la institucionalización del régimen mediante la creación del partido Unión Patriótica, y la Asamblea Nacional Consultiva, que debía elaborar una nueva constitución, el resultado fue un fracaso.
La conflictividad aumentó a partir de 1928 desencadenando el final de la dictadura. Los conservadores y liberales exigieron elecciones, y los republicanos formaron la Alianza Republicana con el apoyo de intelectuales de la época como Ortega y Gasset. Además, la crisis económica provocó un incremento de la conflictividad social, el anarquismo recuperó fuerzas y la UGT puso fin a la colaboración con el régimen. El ejército sufrió una división, y se llevó a cabo una revuelta universitaria.
Ante la pérdida de apoyos, Alfonso XIII forzó la dimisión de Primo de Rivera (enero, 1930), y nombró presidente a Berenguer con la misión de volver a la Restauración, pero fue incapaz, dando lugar a la conflictividad social y la movilización de los partidos republicanos
(Acción Republicana de Manuel Azaña, el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux y la Derecha Liberal Republicana de Niceto Alcalá Zamora).
La oposición antimonárquica firmó el Pacto de San Sebastián y se creó un Comité Revolucionario, para preparar la proclamación de la República mediante un pronunciamiento militar. Ni el pronunciamiento, iniciado en Jaca, ni la huelga general respaldada por la CNT fueron secundados. Pese al fracaso, la causa republicana siguió ganando adeptos. Un grupo de intelectuales, entre ellos Ortega y Gasset, crearon la Asociación al servicio de la República.
En febrero de 1931 el almirante Aznar sustituyó al general Berenguer como jefe de Gobierno, y convocó elecciones municipales. Aunque los republicanos obtuvieron menos votos, ganaron en la mayoría de las ciudades, lo que aprovecharon para proclamar la Segunda República el 14 de abril de 1931. Ante la situación, Alfonso XIII partió al exilio poniendo fin a su reinado.
9.1. LA PROCLAMACIÓN DE LA SEGUNDA REPÚBLICA, EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DE 1931. EL SUFRAGIO FEMENINO
La proclamación de la Segunda República estuvo precedida por una serie de acontecimientos que tuvieron lugar tras la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930. Alfonso XIII nombró jefe de Gobierno al general Berenguer con el objetivo de volver al sistema constitucional anterior a la dictadura, sin embargo, no contó con el apoyo de conservadores ni liberales debido a la identificación del rey con la dictadura.
En agosto de 1930, republicanos y nacionalistas catalanes y gallegos firmaron el Pacto de San Sebastián con el fin de derribar a la monarquía e instaurar un régimen democrático. Para ello formaron un Comité Revolucionario dirigido por Alcalá-Zamora, el cual estimó que la mejor manera era llevar a cabo un pronunciamiento militar secundado por una huelga general. Sin embargo, fracasaron tanto la sublevación iniciada en Jaca, como la huelga.
La causa republicana siguió ganando adeptos, y un grupo de intelectuales (entre ellos Ortega y Gasset) crearon la Asociación al servicio de la República, con el fin de visibilizar el rechazo cultural al rey. En Cataluña, Francesc Macià y Lluís Companys fundaron Esquerra Republicana, contrario al colaboracionismo de la Lliga Regionalista con la monarquía.
En Febrero Alfonso XIII sustituyó a Berenguer por el almirante Aznar, que convocó elecciones municipales para abril de 1931. La votación se celebró el 12 de abril, y aunque los partidos monárquicos obtuvieron más votos, la coalición republicano-socialista ganó ampliamente en las ciudades. Antes estos resultados, Alfonso XIII marchó al exilio. Así el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República. Al mismo tiempo, Francesc Macià autoproclamó unilateralmente la República Catalana Independiente.
Tras la marcha de Alfonso XIII se constituyó un Gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora, que contaba con representantes del Pacto de San Sebastián: republicanos moderados (Partido Radical, Alejandro Lerroux) y de izquierdas (Acción Republicana, Manuel Azaña), socialistas (Largo Caballero) y nacionalistas catalanes y gallegos
(Casares Quiroga).
Aunque el principal proyecto del Gobierno provisional era la redacción de una nueva Constitución y organizar las elecciones a Cortes constituyentes, llevaron a cabo numerosas reformas como: la reforma militar, en la que Manuel Azaña aprobó un Decreto que exigía a los oficiales jurar que servirían fielmente a la República, y aquellos que se negasen pasarían a la reserva por la Ley de Retiro de la Oficialidad. La reforma agraria, en la que se prohibió poner fin a los contratos de arriendo, se fijaron salarios mínimos, se estableció una jornada laboral de 8 horas y la obligación de cultivar las tierras si era posible. Se aprobó la Ley de los Jurados Mixtos, y en sus respectivos territorios los Estatutos de autonomía del País Vasco y Cataluña.
Los partidos republicanos, el PSOE y los nacionalistas periféricos obtuvieron una amplia mayoría en las elecciones de junio de 1931, y en diciembre de ese mismo año aprobaron una nueva constitución. Esta se caracterizaba por la defensa de España como una “república democrática y de trabajadores”; el reconocimiento de la conciencia y la libertad de cultos.
Asimismo, como la separación Iglesia-Estado; el presidente de la República era elegidos por seis años por las Cortes y un número de compromisarios igual al de diputados, que no podían ocupar cargos militares, religiosos ni pertenecer a la familia real; el poder ejecutivo recaía en el Gobierno, y el legislativo en el Parlamentos.
Por primera vez, se establecía el derecho de voto de la mujer en noviembre de 1933. Defendía la descentralización territorial, reconociendo el derecho de autonomía de las regiones, dentro de un Estado integral. Se creó el Tribunal de Garantías Constitucionales, que velaba por la constitucionalidad de las leyes. Y el derecho a la educación, a través de la financiación del Estado de la educación primaria universal y la creación de un nuevo modelo de enseñanza: pública, laica y mixta. Aprobada la Constitución, Niceto Alcalá-Zamora se convirtió en presidente de la República, y Manuel Azaña en presidente del Gobierno y ministro de la Guerra.
9.2 EL BIENIO REFORMISTA: REFORMISTA ESTRUCTURALES Y REALIZACIONES SOCIALES, CULTURALES Y TERRITORIALES. REACCIONES DESDE LOS DIVERSOS POSICIONAMIENTOS.
El primer gobierno de la República, dirigido por Azaña, estaba compuesto mayoritariamente por republicanos de izquierdas y socialistas, y se encargó de desarrollar un amplio programa de reformas.
El 14 de abril de 1931 Francesc Maciá proclamó la República Catalana, y en la constitución de 1931 se reconoció el derecho de autonomía de las regiones, el vasco fue rechazado pero el Estatuto de Cataluña fue aprobado concediéndose amplias potestades de autogobierno. En cuanto al ejército, el objetivo era crear un ejército profesional y democrático. Para ello crearon la Ley de Retiro, en la que se redujeron los efectivos y de oficiales, eliminaron su fuero especial y aseguraron el sometimiento al poder civil. Como reforma religiosa se estableció la libertad religiosa, laicidad del Estado (legalización del matrimonio civil y del divorcio) y prohibición de la enseñanza para las órdenes. Además, la Ley de Congregaciones de 1933 limitó el número de bienes de las órdenes y preveía su disolución en caso de peligro para el estado.
En la agricultura, se aprobó en 1932 la Ley de Bases para la Reforma Agraria, que implicaba la expropiación de latifundios a los grandes propietarios con el finde asentar en ellos a pequeños campesinos sin tierras, logrando una mejor explotación de la tierra. Para llevar a cabo esta política se creo el Instituto de Reforma Agraria (IRA), a pesar de lo ambiciosa que era esta reforma, sus logros fueron limitados, se expropió mucho menos de lo que se pensaba por la complejidad de la ley y los trámites a seguir. Por último, se llevaron a cabo reformas sociales y culturales, como las laborales de Largo Caballero entre las que se encuentra la Ley de Contratos de trabajo para regular la negociación colectiva, o la creación de seguros sociales y el reforzamiento de sindicatos agrícola.
La oposición a la República se hizo muy intensa. Los grupos monárquicos de derechas se dividieron en dos vertientes, una que buscaba acabar con el régimen y otra que prefirió seguir con el juego político y cambiar el sistema desde dentro. El partido Acción Española estuvo encabezado por José María Pemán y Ramiro Maeztu, era de derechas y monárquicos. Acción Nacional, posteriormente Acción Popular, era un partido liderado por Ángel Herrera Oria en el que destacaba José María Gil Robles.
En 1933 se creó la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) que tenía como objetivo agrupar a los conservadores, católicos y tradicionalistas, y estaba dirigido por José María Gil Robles. El grupo Renovación Española dirigido por Calvo Sotelo, defendía la vuelta de Alfonso XIII y la necesidad de un golpe de estado que devolviera la estabilidad del estado. Comunión Tradicionalista era un grupo creado por Carlistas que se unió con los alfonsinos. Las Juntas de Ofensiva Nacional- Sindicalista (JONS) fue un grupo fascista fundado en 1931 liderado por Ramiro Ledesma Ramos, era de carácter totalitario, antidemocrático, corporativista y católico. La Falange Española, fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, era un partido fascista.
En el ejército se creó un malestar, sobre todo en la Guardia Civil, lo que llevó al golpe en Andalucía que pudo ser controlado rápidamente ya que no logró extenderse a Madrid. El General Sanjurjo fue encarcelado y condenado a muerte, pero esta pena se cambió por cadena perpetua. En 1933 se creo la UME (Unión Militar Española) organizado por aquellos
que se solidarizaban con Sanjurjo y rechazaban la República. A este grupo pertenecían Mola y Fanjul, pero no participó Franco.
La República provocó una alta conflictividad obrera. La CNT se dividió en moderados o treintistas, que mostraban cierto apoyo a la República y creían que la revolución llegaría gracias a la concienciación de masas. Y la FAI, Federación Anarquista Ibérica, liderada por Juan García Oliver, Buenaventura Durruti y Francisco Ascaso, defendían que el régimen republicano era el paso previo a la verdadera revolución social. Los comunistas con José Díaz como secretario general y Dolores Ibárruri, también se lanzaron contra una República insuficiente.
Aumentaron las insurrecciones, las ocupaciones de tierras y las huelgas. Las revueltas más importantes ocurrieron en Barcelona, Valencia y Andalucía en 1932, más tarde, en 1933 llegó la matanza de Casas Viejas, en la que murieron 22 personas, tiroteados y quemados dentro de sus casas.
La matanza supuso un escándalo de grandes dimensiones, sobre todo porque el Gobierno de Azaña respaldó las acciones de las fuerzas en un primer momento. esto provocó dudas por parte de los socialistas, la CNT recrudeció sus ataques y la derecha aprovechó para atacar el gobierno, dando pie a Lerroux para comenzar una campaña con el fin de tomar el poder. En septiembre de 1933 se llevaron a cabo unas elecciones, y la CEDA y el Partido Radical lograron una clara victoria, provocando la dimisión de Azaña en noviembre de 1933 y la convocatoria de elecciones.
9.3 EL BIENIO DE LA CEDA Y DEL PARTIDO RADICAL. EL FRENTE POPULAR. DESÓRDENES PÚBLICOS. VIOLENCIA Y CONFLICTOS SOCIALES.
En septiembre de 1933 una serie de sucesos hicieron que Azaña dimitiera, entre ellos: la pérdida de apoyo por su política de reformas, ya que la izquierda creía que los cambios emprendidos por el gobierno de Azaña eran insuficientes, lo que los llevó a una situación de descontrol, y a la convocatoria de elecciones en noviembre de 1933.
En las elecciones, las izquierdas se presentaron profundamente divididas. Por el contrario, las derechas se unieron en lo que se llamó la Unión de Derechas y Agrarios, en la que se integraron la CEDA, el Partido Agrario, Renovación Española y Comunión Tradicionalista. Estos partidos se pusieron de acuerdo en tres puntos clave:
revisar la Constitución para eliminar elementos laicistas y socializantes; suprimir la reforma agraria; y la amnistía para los delitos políticos. Por último, el Partido Radical de Lerroux se presentó como una opción de centro. Estas elecciones fueron las primeras en las que votaron las mujeres, y el partido más votado fue la CEDA de Gil Robles, seguida del Partido Radical y la Izquierda Republicana. La victoria de las derechas provocó levantamientos anarquistas en distintas partes de España.
Tras las elecciones comenzó el Bienio Radical Cedista (1934 -1936). Los dos primeros gobiernos fueron presididos por miembros del Partido Radical debido a que Niceto Alcalá Zamora, como presidente, ejerció su papel moderador eligiendo a los radicales por ser la opción de centro en el espectro político español. Estos gobiernos llevaron a cabo una labor “restauradora”.
Aprobaron la Ley de Amnistía, en la que los sublevados contra la II República en 1932, dirigidos por Sanjurjo, fueron amnistiados. Llevaron a cabo una contrarreforma agraria, reduciendo el presupuesto del IRA y lo sueldos de los jornaleros. Intentaron recortar la autonomía catalana y el gobierno de la Generalitat, dejando claro que el gobierno radical-cedista no seguiría el proceso de autonomía política. Por último, en defensa del catolicismo, devolvieron a la Iglesia su protagonismo en la vida española,asegurando su actividad docente y el cobro de dinero público.
Sin embargo, la oposición de izquierdas veía insuficiente la República y buscaban que estallase una revolución social. En octubre de 1934 la CEDA se negó a apoyar a un gobierno en el que no tenían representación, y en consecuencia se creó un nuevo ejecutivo con Lerroux como presidente, el cual incluía tres ministros cedistas en Agricultura, Trabajo y Justicia. La revolución llevaba preparándose desde la victoria de las derechas en las elecciones de 1933, sin embargo, todo se precipitó cuando se creó un nuevo gobierno que permitió la entrada de la CEDA.
Los socialistas y la UGT iniciaron una huelga general, lo que degeneró en una insurrección popular en muchos sitios de España, entre ellos Barcelona y Asturias. El gobierno envió topas que venían de Marruecos, y la revolución asturiana se saldo con miles de muertos, heridos, detenciones y algunas condenas a muerte.
En mayo de 1935 se creó un nuevo gobierno con cuatro ministros de la CEDA, incluyendo a Gil Robles como ministro de Guerra. Se llevaron a cabo cambios en el ejército, Franco pasó a ser Jefe del Estado mayor y Mola jefe de Ejército de África. También se hizo una contrarreforma agraria con la Ley Agraria de 1935, lo que llevó a la convocatoria de una huelga general por parte de los sindicatos. Y se intentó reformar la Constitución de 1931, sin embargo, era necesario que pasasen cuatro años para poder modificarla. Además, una serie de escándalos (el escandalo de estraperlo y el asunto Nombela) llevaron a la caída del Gobierno de Lerroux, Gil Robles pidió ser nuevo jefe de gobierno, y ante la negativa de Alcalá Zamora se convocaron elecciones para febrero de 1936.
En estas elecciones, la izquierda se presentó junta formando el Frente Popular, y la derecha separada. La campaña electoral fue muy violenta, España se lo jugaba todo y eso se notó en la altísima participación. Finalmente ganó el Frente Popular, y se formó un gobierno con Alcalá Zamora como presidente de la República y Azaña como presidente del Gobierno. Este gobierno concedió la amnistía a los represaliados en la revolución del 34, restauró el Estatuto de Cataluña, llevó a cabo la expropiación de tierras y su adjudicación a campesinos, y alejaron a los militares sospechosos. En la primavera de 1936 Alcalá Zamora fue destituido, y Azaña pasó a ser presidente de la Republica con Casares Quiroga como presidente de Gobierno.
Sin embargo, la tensión era enorme en las calles, y el Ejército consideraba que era su responsabilidad encontrar una solución para España. Mola, Franco, Varela y Orgaz se reunieron el 8 de marzo de 1936 para planear el golpe de estado para el 20 de abril. Orgaz y Varela trataron de llevarlo a cabo, pero fueron detenidos, ante esto Mola envió las “Instrucciones militares reservadas nº1”.
El 13 de junio Calvo Sotelo fue asesinado y el 17 de junio los militares de Marruecos se sublevaron, dando comienzo a la Guerra civil.
BLOQUE 10. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
10.1 LA GUERRA CIVIL. DESARROLLO DE LA GUERRA Y CONSECUENCIAS.
Los preparativos de la sublevación empezaron en marzo de 1936. El general Mola fue encargado de coordinar el levantamiento y de buscar apoyo económico y político. Pero el golpe carecía de un líder y de un programa concreto más allá del restablecimiento del orden y la sustitución del régimen republicano por una dictadura militar.
Los conspiradores eran conscientes de la dificultad del triunfo del golpe debido a la división del ejército y a la fuerza de las asociaciones obreras y campesinas, bien organizadas y dispuestas a defender al Gobierno del Frente Popular. El asesinato de José Calvo Sotelo el 13 de julio como represalia por la muerte de Castillo, precipito los acontecimientos, y el 17 de julio se inició la rebelión en el protectorado marroquí extendiéndose el 18 por todo el país.
El Golpe de Estado fracasó por la acción conjunta de militares, guardias civiles y de asalto, y de las organizaciones obreras, que impidió que los sublevados se hicieran con el Gobierno tomando Madrid. No obstante, los golpistas se hicieron con Marruecos, Canarias, Baleares, Galicia, Álava, Navarra, Castilla-León y parte de Aragón y Andalucía.
España quedó totalmente dividida. Económicamente, los golpistas controlaron las principales zonas agrarias, mientras que la República mantuvo las zonas mineras e industriales, así como el Banco de España. en cuanto a lo social, los sublevados tuvieron el apoyo de la oligarquía, los campesinos propietarios de tierras del norte de España, parte de la burguesía urbana, la Iglesia y los partidos de derechas. La República, fue secundada por las clases populares y parte de la burguesía urbana, además de los partidos de izquierdas y nacionalistas.
Militarmente, los golpistas contaron con las tropas de África, la mayoría de lo oficiales y suboficiales, gran parte de la Guardia Civil y las milicias de voluntarios falangistas y carlistas. Mientras que los republicanos contaron con la Marina, la Aviación, la Guardia de Asalto y parte de la Guardia Civil y del Ejército, además de milicias obreras y campesinas.
La guerra se divide en tres etapas. La lucha por Madrid (julio, 1936 – marzo, 1937) en la que los alzados se dispusieron a tomar Madrid para dar rápido fin al conflicto, sin embargo, Mola fue frenado por las milicias en la Sierra de Guadarrama, y Franco cruzó el estrecho en aviones alemanes e italiano para asegurar el control de Andalucía, conquistando Extremadura y avanzando hacia Madrid, pero al desviarse hacia el Alcázar de Toledo dio tiempo a las Juntas de defensa a mejorar la defensa de la capital con las Brigadas Internacionales y los asesores y el armamento soviético. Tras los intentos fallido en noviembre de 1936, y febrero y marzo de 1937 (batalla del Jarama y Guadarrama), Franco decidió pasar a una guerra de desgaste. De abril a octubre de 1937, se da la campaña del norte, este concentraba gran parte de la producción industrial republicana. El avance de los sublevados contó con el apoyo alemán e italiano. Las ofensivas republicanas fracasaron (batallas de Brunete y Belchite) y finalmente Bilbao cayó en junio, Santander en agosto y Asturias en octubre, este hecho mermó las posibilidades de éxito de la república. Finalmente, de octubre de 1937 a abril de 1939, se dio la campaña del Mediterráneo y la caída de Madrid. Los republicanos trataron de tomar la iniciativa conquistando Teruel.
Sin embargo, Franco lo recuperó en febrero de 1938, y aprovechó para avanzar hacia el Mediterráneo (toma de Vinaroz, abril 1938) aislando Cataluña del resto de la República. El general Rojo planteó una ofensiva total republicana en la batalla del Ebro (julio-octubre, 1938), pese al éxito inicial, se impuso el bando sublevado perdiendo los republicanos la moral y gran parte de sus tropas. Cataluña cayó en febrero de 1939, lo que provocó el exilio de miles de refugiados a Francia. Por último, el general Casado dio un Golpe de Estado en Madrid contra el Gobierno de Negrín para negociar la rendición. Franco rechazó la propuesta y el 1 de abril de 1939 la guerra terminó con el triunfo de los sublevados.
La guerra provocó el establecimiento de un sistema político dictatorial con una feroz represión. Además, una crisis demográfica, debido a la muerte de unas 300.000 personas y el retroceso de la natalidad, así como el exilio de medio millón de españoles. También generó una crisis económica por la destrucción de infraestructuras y reducción de la producción agrícola e industrial. La reconstrucción fue lenta debido a la deuda del Estado, dando lugar a una profunda crisis económica.
El coste económico de la guerra se cuantificaba en el 25% de la riqueza nacional. La política represiva de la dictadura impidió la reconciliación entre vencedores y vencidos, que no llegó hasta 40 años después con la muerte de Franco. Por último, provocó el aislamiento del país por el rechazo internacional a la dictadura franquista, y el atraso culturas y científico por el exilio de intelectuales y científicos, que apoyaron a la república.
10.2 EVOLUCIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA EN LAS DOS ZONAS. LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO.
La república tuvo que hacer frente a dos problemas durante el primer año de guerra. Por una parte, la falta de un mando militar unificado, ya que cuando estalló el Golpe de Estado el Gobierno armó a los militantes izquierdistas, disolvió las unidades del Ejército y dejó a las milicias el peso de la lucha.
Los milicianos carecían de preparación militar y unidad de mando, lo que facilito el rápido avance de los rebeldes. Esto fue corregido con la creación del Ejército Popular de la República en abril de 1937.
Por otra parte, la falta de unidad política ante la división de la República entre partidarios de concentrar todos los esfuerzos en ganas la guerra (republicanos, socialistas y comunistas) y los que pretendían hacer una revolución (anarquistas y POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista).
La convivencia de las ideologías explica la sucesión de los Gobiernos dentro de la República. El primer Gobierno, fue el de Giral (julio-septiembre, 1936) estaba compuesto solo por republicanos. Tras el desconcierto inicial del 18 de julio, Azaña encargó a Giral (Acción Republicana) formar un gobierno.
Se formaron juntas y comités revolucionarios que practicaron una violencia indiscriminada contra rebeldes, derechistas y religiosos. La falta de preparación militar, la inexistencia de un mando militar único y los desórdenes sociales favorecieron el avance de los sublevados.
De septiembre de 1936 a mayo de 1937 estuvo el Gobierno de Largo Caballero, un gobierno de unidad nacional con ministros de todas las ideologías antifascistas. Consiguió recuperar el control de la calle y creó el Ejército Popular, además, aprobó el Estatuto de Autonomía Vasco.
En mayo de 1937 Azaña sustituyó a Largo Caballero por Negrín por los fracasos militares y los Sucesos de mayo de Barcelona. Esto dio lugar al tercer Gobierno dirigido por Negrín (mayo, 1937 – marzo, 1939) en el que aumentó el protagonismo de los comunistas por la dependencia de suministros de la URSS. Negrín fortaleció la disciplina del Ejército y el orden público, sin embargo, las derrotas militares, los fracasos de paz y la imposición de la política de resistencia dividieron a los republicanos y provocaron rechazo hacia el presidente. En febrero de 1939 Azaña dimitió y Negrín fue destituido. Finalmente, el coronel republicano Casado dio un golpe de Estado contra Negrín en marzo de 1939 y intentó negociar la rendición, la cual fue rechazada por Franco acelerando el fin del conflicto, que tuvo lugar el 1 de abril.
La economía republicana estuvo al servicio del esfuerzo bélico, el Gobierno nacionalizó empresas estratégicas y las tierras de los golpistas.
El fallecimiento accidental de Sanjurjo (20 de julio, 1936) que dejó a los rebeldes sin líder y el fracaso del golpe de Estado llevaron a los rebeldes a crear Juntas de Defensa Nacional con sede en Burgos.
La necesidad de unidad llevó al nombramiento de Franco como jefe de Gobierno y del Ejército el 1 de octubre de 1936. Durante la guerra Franco reforzó su posición asumiendo el poder absoluto a través de la creación del partido único FET (Falange Española Tradicionalista), mediante el Decreto de Unificación (abril, 1937) que impulsó la fusión de carlistas y falangistas; y a través de la concesión a Franco de la jefatura de Estado y de la potestad de dictar leyes. La unidad del mando político y militar fue decisiva en el triunfo rebelde. Además, contaron desde el inicio con el apoyo de la Iglesia. El nuevo régimen ilegalizó sindicatos y partidos (salvo FET de las JONS), derogó la legislación republicana e impuso un férreo control social. El resultado fue un Estado autoritario, centralizado, confesional y militarizado.
La Guerra Civil dividió a la población y Gobiernos del mundo, y fue la antesala de la 2ª Guerra Mundial. Gran Bretaña y Francia acordaron no intervenir para tranquilizar a la Alemania Nazi (política de apaciguamiento), y para ello crearon el Comité de No Intervención.
El bando sublevado tuvo el apoyo de Alemania e Italia, que enviaron unidades (la Legión Condor alemana y el Cuerpo de Tropas Voluntarias italiano) y vendieron armamento, su apoyo fue decisivo. Además, también fue apoyado por Portugal que envió la División Viriato, y por empresas estadounidenses. El republicano fue apoyado principalmente por la URSS, enviando asesores militares y vendiendo material de guerra. El Gobierno lo pagó con las reservas de oro del Banco de España. además, acudieron 40.000 voluntarios antifascistas, en su mayoría comunistas agrupados en las Brigadas Internacionales
BLOQUE 11.
11.1 EL FRANQUISMO. FUNDAMENTOS IDEOLÓGICOS DEL RÉGIMEN FRANQUISTA EN EL CONTEXTO HISTÓRICO EUROPEO.
El resultado de la Guerra Civil española fue la consolidación del régimen dictatorial que los sublevados habían construidos desde octubre de 1936. El régimen perduró hasta la muerte del dictador en 1975, y se mantuvo siempre como una férrea dictadura que reprimía a sus opositores.
El franquismo instituyó un Estado legitimado tan solo por la victoria en la Guerra Civil y caracterizado por: el totalitarismo, fue una dictadura inspirada en el modelo fascista italiano, se suprimió la constitución de 1931 y todas las libertades individuales y colectivas, se clausuró el Parlamento, se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos; el caudillismo de Franco, investido por el título de Caudillo de España, era el Jefe de Estado y durante muchos años también el Presidente del Gobierno, además, era Generalísimo de todos los ejércitos y jefe nacional del Estado; la concepción unitarista y centralista del Estado, el franquismo abolió los estatutos de autonomía y fomentó la españolización de la población y de los territorios nacionalistas; la represión de toda la oposición en la que se persiguió a todos los simpatizantes de la causa republicana; y el control de los medios de comunicación, que estaban sujetos a una rígida censura y eran utilizados como un aparato de propaganda franquista.
Franco decretó la unificación de sus seguidores en un único partido, no obstante, hubo varias corrientes ideológicas llamadas “familias políticas”: los militares, que fueron el apoyo más destacado del régimen.
El ejército se configuró como el instrumento básico de la represión a través de la extensión de la jurisdicción militar a la población civil y participó activamente en el poder. Los falangistas, que era el partido único denominado Falange Española Tradicionalista y de las JONS, se encargó de dotar alrégimen de sus bases ideológicas y de suministrar los cargos de la administración. El partido estaba formado por: el Frente de Juventudes, dedicado a adoctrinar a la juventud; la Sección Femenina, para formar a la mujer con valores tradicionales y cristianos; el Sindicato Español Universitario (SEU), para el control de los universitarios; y la Organización Sindical Obrera (OSE), que integraba a patrones y trabajadores. Los católicos, la Iglesia tuvo un papel importante en la legitimación del régimen que se definí como un Estado confesional católico. La Iglesia obtuvo la financiación pública, el control casi exclusivo del sistema educativo y el predominio de los valores y la moral católica. Esta imbricación dio lugar al nacionalcatolicismo y a la creación de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, que junto al Opus Dei fueron importantes grupos de presión dentro del régimen. Por último, estaban los monárquicos, que tuvieron menos peso en el régimen, y se dividían en:
Juanistas, buscaban la restauración en el trono de Don Juan de Borbón, el cual intentó atraerse al apoyo internacional con el Manifiesto de Lausana (1945). Franco, con la Ley de Sucesión del Reino (1947) pretendía la restauración de la monarquía tras su mandato, y acordaron la sucesión de Don Juan Carlos; y los Carlistas, partidarios de Don Javier de Borbón.
Según el marco de crisis del sistema parlamentario liberal y auge de los totalitarismos de izquierda y derecha, el franquismo se postuló ideológicamente en: el nacionalcatolicismo, combinación del nacionalismo españolista en el que se rechazó los nacionalismos periféricos y se limitó el uso de otras lenguas, y el catolicismo de tipo integrista, sin libertad de culto y con una visión tradicional de la familia basada en el patriarcado; el nacionalsindicalismo, que propone un sistema totalitario que defiende el corporativismo por el que los trabajadores y empresarios se integren en una misma organización sindical; el militarismo, con el que se pretendía exaltar los valores militares;
el antiliberalismo o antiparlamentarismo, que rechazaba un sistema democrático por considerarlo fuente de anarquía y de caos; el anticomunismo, ya que se consideraba maligno desde el punto de vista religioso; y la antimasonería, que eran asociaciones secretas que defendían diversas formas de liberalismo.
11.2 INSTITUCIONALIZACIÓN DEL RÉGIMEN. RELACIONES INTERNACIONALES Y ETAPAS POLÍTICAS
El franquismo fue un régimen político no democrático y de carácter dictatorial, el cual pretendía dar una imagen de legalidad promulgando una serie de leyes fundamentales que ocupaban el lugar de una Constitución inexistente y creando unas Cortes que daban apariencia de sistema parlamentario. Esto fue apodado como “democracia orgánica”, que toma el modelo del estado corporativo. Dicho modelo establa tres unidades de participación popular: la familia, el municipio y el sindicato, por encima de los partidos políticos.
Las Leyes Fundamentales del Franquismo son: el fuero del trabajo (1938), el cual articulaba las relaciones del mundo del trabajo y los fundamentos sobre los que se organizaría la economía,
triunfaron los tradicionalistas y sindicalistas frente a los nacionalsindicalistas; la ley constitutiva de cortes (1942), que establecía unas Cortes con función legislativa limitada; el fuero de los españoles (1945), una declaración de derechos y deberes, en la que los derechos no tenían ninguna garantía para poderlos ejercer; la ley de sucesión en la jefatura de estado (1947), en la que España era un Estado católico, social y representativo, que se declaraba Reino, y Franco era jefe vitalicio del Estado y se le reservaba el derecho a nombrar sucesor; la ley de principios del movimiento nacional (1958), que establecía los principios ideológicos fundamentales; y la ley orgánica del estado (1967) que pretendía ser una refundación del franquismo.
Las diferentes etapas políticas de la dictadura franquista estuvieron condicionadas por la situación internacional.
Durante la Segunda Guerra Mundial España fue neutral en un principio por su agotamiento posbélico, sin embargo, luego pasó a ser no beligerante como paso previo a su entrada como aliado de Alemania. En octubre de 1940 se llevó a cabo la entrevista de Hendaya entre Franco y Hitler.
En ella Franco se mostró conforme a entrar en la guerra, pero le pidió a Hitler recursos y territorios coloniales franceses considerados por Franco como su “espacio vital” (el protectorado de Marruecos, Orán y parte del Golfo de Guinea). Hitler se niega debido a que no quiere enfrentarse a la Francia de Vichy. A pesar de no entran en la guerra, Franco envió la División Azul para ayudar en la invasión de la URSS y vengarse por su ayuda a los republicanos. España volvió a ser neutral en 1943 ante la decadencia alemana, y tras la victoria aliada en 1945 Franco intentó un acercamiento a democracias echando a falangistas del gobierno, quitando el saludo fascista y con nuevas leyes.
De 1945 a 1950 se produjo un aislamiento diplomático como castigo, la ONU en 1946 aprobó una resolución condenando a Franco y recomendando la retirada de embajadores. Por la misma razón España no recibió ayudas económicas del plan Marshall algo que si recibieron otras dictaduras (Grecia y Portugal). Por otro lado, las instituciones republicanas intentaron sin éxito, desde su exilio, la intervención militar en España para restaurar la democracia.
Entre 1953 y 1959 Estado Unidos rompió el aislamiento por la Guerra Fría ya que le interesaba tener bases militares en España. en 1950 establece relaciones diplomáticas y la ONU anula el aislamiento, se dan los primeros créditos y comienza la recuperación económica. En 1953 se firma un nuevo concordato con el Vaticano, y los Pactos de Madrid, acuerdos militares con EE.UU. en los que España obtiene dinero a cambio de cuatro bases militares y derecho de paso nuclear americano. En 1955 España entra en la ONU y EE.UU. le obliga a ceder su Protectorado al nuevo Marruecos independiente (1956).
De 1959 a 1973 ocurre el desarrollismo, se concede libertad a tecnócratas del Gobierno para aplicar el Plan de Estabilización (1959). Los tecnócratas favorecieron la recuperación económica del país, aunque estos cambios no afectaron a la política del régimen que culminó con la Ley Orgánica del Estado (1967). En 1969 Juan Carlos de Borbón es elegido sucesor y se mejoran las condiciones del país.
Por último, de 1973 a 1975 ocurre la crisis del franquismo, el asesinato de un inspector de policía a manos del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota) desata una oleada de detenciones.
Franco designa como presidente del Gobierno a Carrero Blanco, y se crean dos tendencias dentro del régimen: los aperturistas, partidarios de reformas; y los inmovilistas, contrario s a cualquier cambio y concesión a la oposición. Carrero Blanco fue asesinado por ETA meses después de su nombramiento y fue sustituido por Arias Navarro, cuyo Gobierno permitió cierto aperturismo controlado. La Revolución de los Clavales en Portugal animó a la oposición al franquismo, creándose la Junta Democrática y la Plataforma de Convergencia Democrática. El final del franquismo se vio caracterizado por la aprobación de la Ley de Asociaciones Políticas, la actividad terrorista, la Ley Antiterrorista y la ejecución de terroristas de ETA y el FRAP, y la presión internacional. Marruecos aprovechó la situación delicada de España para movilizar a la población, y en 1975 se firmo el Tratado de Madrid, que sigue pendiente de resolverse actualmente. Finalmente, el 20 de noviembre de 1975 murió Franco.
11.3 TRANSFORMACIONES SOCIALES Y ECONÓMICAS
Tras la Guerra Civil el panorama económico español era devastador. El régimen optó por la autarquía económica, prescindiendo de las relaciones económicas con el exterior y utilizando los recursos del país para buscar la autosuficiencia económica, todo ellos debido a razones ideológicas, como por la ausencia de reservas de oro y la imposibilidad de obtener créditos como consecuencia de la 2º Guerra Mundial. El Estado comenzó una política intervencionista que facilitó el control de la economía, pero retraso la recuperación económica: se limitaron las importaciones y se estableció un tipo de cambio que encarecía los productos que había que importar; el Instituto Nacional de Colonización promovió infraestructuras hidráulicas y poblados para promover la agricultura de regadío; se fijaron los precios de los productor agrarios y se centralizó la producción y comercialización de cereales; por último, se creo el Instituto Nacional de Industria (INI) en 1941, para impulsar la industrialización mediante la creación de empresas públicas de sectores básicos.
Esta política provocó carencia de alimentos y productos, dando lugar a los “años del hambre”, en los que se impuso hasta 1952, la cartilla de racionamiento como medio de distribución de los artículos de primero necesidad. Los productores tenían que vender toda su producción el Estado a un precio fijado, y luego el Estado los vendía a los consumidores a un precio establecido. Debido a esto se creo “el estraperlo”, un mercado negro en el que se vendían a un precio rea productos fuera del control estatal y que fue el origen de considerables fortunas. El resultado fue el estancamiento económico, el retraso industrial por la falta de materias primas, el aumento de la inflación, el descenso de la renta per cápita y la emigración de las ciudades al campo. Las dificultades aumentaron tras el aislamiento internacional del país en 1945.
El fracaso de la autarquía y el final del aislamiento internacional supusieron un giro económico al comenzar los años 50. Se inicio una lenta recuperación con los créditos norteamericanos. A partir de 1952 se permitieron las importaciones, se terminaron los racionamientos y se rebajó el intervencionismo.
En 1957 Franco hico una remodelación ministerial entregando la dirección económica a los “tecnócratas” vinculados al Opus Dei, que aplicaron el “Plan de Estabilización” de 1959, diseñado por el FMI y el Banco Mundial. Se trataba de liberalizar la economía facilitando la entrada de capitales y mercancías, para lo que se devaluó la peseta y se fijó el tipo de cambio. Se limitaron los salarios y los créditos, se redujo el gasto público y se aumentaron los impuestos. En un primer momento se consiguió frenar la inflación y reducir el déficit. Se pusieron en marcha tres planes entre 1964 y 1975, y se creó la Comisaría del Plan de Desarrollo con López Rodó, y los Polos de Desarrollo para reducir los desequilibrios regionales.
De 1961 a 1973 se produce un crecimiento económico, “El desarrollismo”, provocando: una acelerada industrialización por la entrada masiva de capital extranjero atraído por los bajos salarios, esto permitió una bajada de los precios, una subida de los salarios y el aumento de las exportaciones. El boom de la construcción estuvo vinculado al exilio de millones de personas del campo a la ciudad.
Por otro lado, se produjo una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las ciudades que tuvo consecuencias como la mecanización en las tareas agrarias. Además, el desarrollo del sector terciario provocó un proceso de urbanización, la mejora de los transportes y el turismo. La balanza de pagos dejó de ser deficitaria debido en parte a las aportaciones de los emigrantes. El PIB creció a una tasa media del 7% anual, y España se integró en la economía occidental, los niveles de bienestar y consumo aumentaron evitando tensiones sociales y asegurando la continuidad del régimen Pero este crecimiento económico presentaba deficiencias como la dependencia de las tecnologías y capitales extranjeros, los desequilibrios regionales, la expansión urbana desordenada o el deterioro ambiental. La subida de los precios del petróleo en 1973 detuvo bruscamente ese crecimiento y puso de manifiesto las deficiencias. Aprovechando el crecimiento económico, los gobiernos franquistas aumentaron el gasto social para intentar corregir los desequilibrios sociales, se invirtió en infraestructuras de vivienda mediante planes de construcción de viviendas de protección oficial; y en servicios sociales con la Ley de Bases de la Seguridad Social (1963) y la Ley General de la Seguridad Social (1967).
El aumento de la natalidad (baby boom) en los años 60, permitió establecer la educación obligatoria hasta los 14 años, esto se hizo en 1970 con la Ley General de Educación.
Se produjo un éxodo rural de dos tipos: la migración interior, del campo a las ciudades, que crecieron de forma desordenada; y la migración exterior a otros países europeos. La clase media aumentó hasta convertirse en la más numerosa, aumentando también el porcentaje de mujeres trabajadoras.
Por último, en el Concilio Vaticano II la Iglesia Católica se modernizó, y los sectores más aperturistas comenzaron a convivir con otros más conservadores que reclamaban la vuelta a los fundamentos
11.4 LA REPRESIÓN, EL EXILIO Y LOS MOVIMIENTOS DE PROTESTA CONTRA LA DICTADURA. LA CULTURA DURANTE EL FRANQUISMO EN ESPAÑA Y EN EL EXILIO.
Desde el final de la guerra, la oposición interior fue prácticamente eliminada a través de normas como la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la Ley para la Represión de la Masonería y el Comunismo (1940), la Ley para la Seguridad del Estado (1941)
y la Ley de Represión del Bandidaje y el Terrorismo (1947), que llevaron a la cárcel a miles de personas. El maquis, guerrillas de excombatientes republicanos fue aniquilada por la Guardia Civil en 1952 y los grupos clandestinos comunistas, anarquistas y socialistas fueron encarcelados y ejecutados. Las protestas debido a las duras condiciones de vida fueron duramente reprimidas en Madrid y Barcelona. En 1944 el Partido Comunista intenta una operación de invasión desde el Valle de Arán que fracasa, y se organiza clandestinamente dentro de España a partir de 1948.
En el exterior, los partidos y organizaciones intentaron reorganizarse, esperando la caída de la dictadura de Franco. Por una parte, los monárquicos, en el Manifiesto de Lausana (1945) en el que Don Juan exigió la Restauración monárquica en su persona, pero Franco creó la Ley de Sucesión y negoció en 1948, que su hijo fuera educado en España. por otra parte, el gobierno republicano en el exilio estaba desunido y carecía de representatividad por lo que no llegó a constituir una verdadera oposición.
En los años 50, los opositores en el exilio vieron con frustración la consolidación del régimen franquista tras los acuerdos con EE. UU. A finales de la década se produjeron huelgas por motivos salariales y las primeras revueltas estudiantiles, lo que provocó que el régimen endureciera la represión.
A partir de la década de los 60 se consolidaron importantes movimientos de oposición de carácter interno: en el ámbito laboral, los conflictos se multiplicaron y apareció un sindicalismo clandestino. En 1962 surge Comisiones Obreras. La Ley de Convenios Colectivos de 1958 permitió la infiltración de este grupo como enlaces sindicales, y éxito de las elecciones sindicales de 1966 hizo que fuera declarado ilegal. En el mundo universitario se creó el Sindicato Democrático de Estudiantes (1966) frente al SEU del régimen, los disturbios llevaron al cierre de Facultades. En la Iglesia, después del Concilio Vaticano II, parte de la jerarquía católica (cardenal Tarancón o el arzobispo de Bilbao, Añoveros) se alejaron del franquismo y formaron organizaciones católicas obreras como la Hermandad de Obreros de Acción Católica o La Juventud Obrera Católica. Resurgieron los movimientos de oposición en Cataluña (Asamblea de Cataluña, 1971)
y País Vasco, y el partido hegemónico siguió siendo el PNV, pero su conservadurismo propicio la radicalización de algunos nacionalistas, creándose en 1959 Euskadi Ta Askatasuna (ETA) cuyo primer atentado fue en 1964. Por último, el desarrollo de la oposición política, principalmente el Partido Comunista Español (PCE), el PSOE que apenas tuvo presencia real hasta los 70, y en el ámbito universitario los anarquistas, maoístas y trotskistas. Se formó también una oposición moderada de carácter demócrata-cristiano con figuras como Ruiz Jiménez, que en 1962 participó en una Reunión en Múnich en la que reivindicaron el establecimiento de un régimen democrático al hilo de la solicitud de ingreso de España en la CEE. En los años 70 se crearon varias agrupaciones de cara al final de franquismo como la Junta Democrática (1974).
El cambio de mentalidad se inicia en los 60 debido a la modernización y europeización de la sociedad española, cambiando los valores e ideas sobre la vida familiar, el papel de la mujer y la educación. La secularización se fue imponiendo, disminuyó la asistencia a las misas dominicales y el número de vocaciones religiosas. El régimen franquista cada vez era más anacrónico.
El franquismo impuso un dominio absoluto de la vida cultural para adoctrinar a la población. El exilio de los intelectuales dejó un inmenso vacío cultural frente al cual el franquismo propició una cultura de masas. La censura eclesiástica y política se estableció sobre cualquier manifestación cultural ajena al régimen. La educación, fue controlada por la Iglesia. Sin embargo, desde los años 50, apareció una cultura no oficial, y desde finales de los 70, con la Ley de Prensa de 1966, se permitió la publicación de autores prohibidos como Antonio Machado, surgiendo toda una generación de nuevos novelistas. El control de la enseñanza se fue diluyendo (Ley General de la Educación) y en los últimos años del régimen existía una nueva culta alternativa influida por corrientes europeas contemporáneas. El mayor fracaso del franquismo fue en el campo de la cultura.