Evolución Histórica del Método Comparatista: Un Recorrido por la Literatura Comparada


Evolución Histórica del Método Comparatista

Orígenes del Comparatismo

El origen del comparatismo se sitúa en la relación antigua de Grecia y Roma, una cuestión fundamental en sus inicios. Además, es importante destacar la analogía entre el pensamiento griego y el oriental, que llegó a Grecia a través de Egipto. La actitud intelectual detrás de los estudios comparatistas se encuentra históricamente en el «parangón» greco-latino, ejemplificado en la comparación entre Homero y Virgilio. A partir de este parangón, la literatura comparada se desarrolla en Europa mediante la constante discusión entre antiguos y modernos.

Dionisio de Halicarnaso (60 a.C. – 7 a.C.), considerado el padre de la crítica literaria, ideó el método comparatista en su tratado epistolar Carta a Pompeyo Gémino. Macrobius (último cuarto del siglo IV d.C.) continuó este método en su obra Sobre las diferencias y semejanzas del griego y el latín. Escalígero (1484-1558) escribió Criticus, cuyo libro V se considera el primer tratado sistemático sobre la comparación literaria, describiendo las comparativas entre autores griegos y latinos.

En el siglo XVII, Daniel Georg Morhof (1639-1691), humanista, historiógrafo y filólogo, escribió Polyhistor, un eslabón entre el monografismo comparatista basado en el parangón greco-latino y la obra de Juan Andrés. Morhof estudió la relación de la poesía alemana con el conjunto de las literaturas europeas, convirtiéndose en un antecedente clave de la comparatística moderna.

Desarrollo del Comparatismo en los Siglos XVIII y XIX

En el siglo XVIII, Juan Andrés (1740-1817) escribió la primera historia universal y comparada de la literatura: Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. El siglo XIX presenció el verdadero desarrollo de los estudios comparatistas, gracias a los trabajos de Jean-Jacques Ampère (1800-1864) con su Histoire de la littérature française au moyenâge, comparée aux littératures étrangères (1841) y Abel Françoise Villemain (1790-1870). Sus trabajos analizaban la individualización de temas, motivos, mitos y formas literarias comunes en la cultura europea medieval, destacando las influencias entre las literaturas. Se trataba de una disciplina histórico-positivista centrada en las relaciones internacionales de las literaturas nacionales euro-occidentales.

Direcciones Predominantes a Finales del Siglo XIX

Desde finales del siglo XIX, dos direcciones predominaron en los estudios comparatistas:

  • La escuela francesa: Enfatizaba el elemento histórico, privilegiando las relaciones directas o causales entre obras y autores, la coincidencia en géneros, corrientes y estilos.
  • La escuela estadounidense: Se centraba en el elemento teórico, buscando convergencias en lugar de relaciones, atendiendo a la posible poligénesis de las expresiones literarias sin una relación aparente entre ellas.

Ambas escuelas adolecían de una deficiencia: la omisión de la tradición humanística.

El Comparatismo en el Siglo XX

El siglo XX comenzó con un artículo de Benedetto Croce (1866-1952) titulado «La letteratura comparata» (1903). Este texto, indispensable para la historia de la literatura comparada, criticaba la posibilidad de fundamentar una disciplina solo en la comparación y proponía que la Historia de la Literatura incorporara el comparatismo de forma natural.

El período de entreguerras fue fructífero para la literatura comparada, impulsado por la creencia de que el estudio comparativo podía fomentar el entendimiento entre los pueblos de Europa y evitar otra guerra. Destacan las obras de:

  • Paul Hazard: La crisis de la conciencia europea 1680-1715 (1934)
  • Erich Auerbach: Mímesis. La representación de la realidad en la literatura occidental (1946)
  • Ernst Robert Curtius: Literatura europea y edad media latina (1948)
  • Mihály Babits: La historia de la literatura europea (1935)

Hazard se centró en la historia de la cultura, analizando textos literarios para comprender la civilización occidental. Auerbach estudió el cambio de perspectiva sobre la realidad desde Homero hasta Virginia Woolf. Curtius buscó los cimientos de la literatura europea, descomponiéndolos en géneros, motivos y fórmulas. Babits propuso la existencia de una corriente literaria universal de la que derivan las literaturas nacionales.

Estos autores, aunque no se declaraban comparatistas, incorporaban el comparativismo de forma inevitable, al igual que sus predecesores Scaligero, Morhof y Andrés.

Después de la Segunda Guerra Mundial

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se involucró en el comparatismo, entrando en contacto con las lenguas de Europa, África y Asia, lo que provocó la proliferación de departamentos universitarios de literatura comparada. Este desarrollo se frenó con la Guerra Fría, excepto en los países del Este.

A mediados del siglo XX, la crisis de la Historia de la Literatura afectó a la idea de Literatura Comparada. Se intentó diferenciarla de la Historia comparada de la literatura, considerándose esta última como un paso previo. René Wellek (1903-1995), en su conferencia «La crisis de la literatura comparada» (1958), pidió mayor atención crítica a los textos y menor predisposición al positivismo historicista.

En 1973, tras la crisis estructuralista, se publicó el primer volumen de la Historia comparada de las literaturas de lenguas europeas, un proyecto que incorporaba las ideas de la Estética de la Recepción de Hans-Robert Jauss. Esta nueva historia se centraba en la consideración estética de los términos clásicos de la historia literaria y en la exposición de los cambios de recepción de las obras a lo largo del tiempo.

Nuevo Paradigma y Crisis del Eurocentrismo

En las últimas décadas del siglo XX, surgió un nuevo paradigma que buscaba abandonar la relación genética causal para justificar la prospección comparatista. Se centraba en los hechos en sí, buscando fenómenos similares en diferentes literaturas u órdenes artísticos sin una relación de dependencia, revelando invariantes de la literatura.

En los años noventa, el eurocentrismo inherente al estudio comparado entró en crisis, junto con las categorías tradicionales de la narración histórica y la concepción de la historia de la literatura como un sistema abierto.

El Comparatismo en España

En España, la denominación universitaria de Literatura Comparada (unida a la Teoría de la Literatura) se estableció con la Ley de la Reforma Universitaria en los años 90 del siglo XX. Alejandro Cioranescu, profesor rumano en la Universidad de La Laguna, fue un precursor de los estudios de Literatura Comparada en España durante la segunda mitad del siglo XX. Su manual Estudios de Literatura Comparada (1964) ofrece una interesante exposición histórica de la materia, aunque con una perspectiva parcializada por su adhesión a la escuela francesa.

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