Evolución y Figuras Clave de la Ópera: De la Buffa al Verismo


Ópera Buffa

Mientras la ópera seria se extendía por toda Europa, comenzaba a gestarse un nuevo tipo de ópera, la ópera bufa, de gran importancia posterior.

Llamada también Commedia per musica o Dramma giocoso per musica, se trata de una ópera, pero con un argumento cómico. Este tipo de ópera nació en Nápoles en la primera mitad del siglo XVIII y desde allí se exportó a Roma y el norte de Italia.

Este tipo de ópera era mucho más accesible para los músicos y el público, ya que trataba de temas populares que el público corriente podía entender. Este tipo de ópera adopta diferentes nombres según el país.

Orígenes y Expansión

La reacción ante las exageraciones de la ópera seria no se hizo esperar; por toda Europa surgió una especie de «ópera del pueblo» que tomaba diferentes nombres según el país en que nacía. En Francia, la ópera cómica surgió como una parodia de la «gran ópera».

Inglaterra

En Inglaterra, se estrenó con gran éxito la obra The Beggar’s Opera (1728, ‘La ópera del mendigo’) con canciones populares y arias encadenadas que ridiculizan la ópera italiana.

Italia

Pero fue en Nápoles, centro de la ópera italiana de la época, donde se ensayó la fórmula de intercalar en los descansos de las óperas serias pequeños intermedios alegres y divertidos que se cantaban en el dialecto local. Al principio eran obras muy cortas, con dos o tres personajes, pero poco a poco fueron tomando cuerpo hasta convertirse en un nuevo género: la ópera bufa.

Un ejemplo genuino de ópera bufa es La serva padrona (1733), del compositor Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736). Consta de dos actos que, al principio, se representaban en sendos intermedios de la ópera El prisionero soberbio (1733), del mismo compositor. Esta obra consolidó el camino hacia la ópera bufa italiana que, con sucesivas alteraciones, ha llegado hasta nuestros días dejando en segundo lugar a la ópera seria. En La serva padrona (‘La criada señora’) aparece por primera vez el papel de la soubrette, una ingeniosa sirvienta más astuta que su amo. La obra, que obtuvo un éxito sin precedentes en toda Europa, fue el centro de la polémica conocida como «la querella de los bufones», mantenida en París, en 1752, entre los defensores de la tradición lírica francesa (los antibufones) y los partidarios de los «bufos» italianos, a la cabeza de los cuales se hallaban Rousseau y los demás enciclopedistas, que propugnaban la vuelta a la sencillez y a la naturaleza y consideraban la obra de Pergolesi como un emblema libertario, una bocanada de aire fresco opuesta al absolutismo real representado por la tragédie lyrique. El autor del libreto fue Gennaro Antonio Federico. La serva padrona se estrenó la noche del 28 de agosto de 1733 en el teatro San Bartolomeo de Nápoles.

Características y Antecedentes

Antecedentes:

  • Escenas y personajes cómicos en las óperas serias del S. XVII, sobre todo en Venecia.
  • Intermedios: alegres y divertidos se intercalaban en los descansos de la ópera seria.
  • Comedia napolitana con música, en dialecto, con temas cotidianos, personajes de la comedia del arte (teatro de improvisación del S. XVI, con escenas y contenido fijados, pero realización improvisada: los personajes habituales son Pulcinella, Arlequín, Colombina) y parodias de la ópera seria.

Ópera bufa:

  • Carácter burgués y alegre.
  • Utiliza lenguaje cotidiano y ágil parlando.
  • Explotación de la voz del bajo bufo.
  • Finale de conjunto”: Para la conclusión de un acto, saltan gradualmente a escena todos los personajes, mientras la acción proseguía con creciente animación hasta que alcanzaba una culminación en la que participan todos los cantantes del elenco.

Giovanni Battista Pergolesi (1710-1736)

  • La serva padrona: centro de la “querella de los bufones” entre los defensores de la tradición lírica francesa y los partidarios de los “bufos” italianos.
  • Se trata de un dúo con dos voces contrastantes.
  • El texto trata de asuntos cotidianos, y no tiene nada que ver con personajes mitológicos. Utiliza expresiones coloquiales como «esposita».
  • La música es fresca, con abundantes adornos y repetición de palabras. Se trata de una música más popular, menos «seria». El ritmo ternario contribuye a dar la sensación de música popular.
  • La voz de Uberto es la de un bajo bufo, personaje cómico típico de este tipo de óperas.
  • Diálogo ágil.

Los Castrati

Se prohibía a las mujeres cantar en las iglesias y en los teatros, por lo que la voz aguda corría a cargo de hombres castrados. En efecto, los famosos castrati conservaban la voz aguda de su infancia debido a que se les castraba antes de alcanzar la pubertad. Los castrati tenían voz de contralto o soprano y solían representar tanto papeles masculinos como femeninos. El último castrato fue Alessandro Moreschi, que murió en 1922.

El castrato más importante de la época fue: Carlo Broschi Farinelli (1705-1782). Fue el más célebre de los castrati de todo el siglo. Su voz poseía una sonoridad y una riqueza extraordinarias, lo cual le proporcionó un prestigio indiscutible en toda Europa. Viajó a Madrid y se convirtió en el confidente de Felipe V. Permaneció en dicha ciudad más de 20 años; posteriormente, reanudó sus giras por Europa. En sus últimos años, retirado de la escena, en la que tantos éxitos había cosechado, se dedicó a enseñar canto.

La Ópera en el Clasicismo

Continuando con la tradición heredada del Barroco, los músicos del periodo clásico cultivaron dos tipos de ópera: la ópera seria y la ópera bufa. En general, la ópera de este periodo (que abarca la segunda mitad del siglo XVIII) es menos aparatosa que la barroca, ya que suprime el exceso de florituras y las complicaciones innecesarias en busca de una mayor claridad.

Italia sigue siendo el principal centro operístico; allí se encontraban los mejores centros de enseñanza y la tradición más arraigada. Ciudades como Nápoles, Milán o Venecia dominaban claramente la ópera europea.

El periodo clásico se caracterizó por un cambio importante: la burguesía comenzó a aficionarse a los espectáculos y a reclamar un lugar importante entre el público. Aparecieron las primeras sociedades filarmónicas (de amigos de la música), que ofrecían conciertos en casas particulares o teatros, lo que hacía cada vez menos necesaria la función de los mecenas tradicionales (la aristocracia y la Iglesia). Surgieron asimismo dos figuras nuevas: el aficionado o melómano, que ya no era un aristócrata ocioso sino una persona que disfrutaba realmente con la música, y el virtuoso o profesional, que pretende ante todo el aplauso del público.

Los compositores aspiraban a conseguir éxito y popularidad, y para ello debían tener en cuenta los gustos del nuevo público. La sociedad demandaba obras sencillas de entender en las cuales se viese reflejado su modo de vida. Con la ampliación de los viejos teatros y con la construcción de grandes teatros nuevos, la ópera se proponía llegar a un público mayor, por lo que se hizo necesario ampliar la orquesta, los coros, las coreografías; todo ello propició el nacimiento de la figura del director de orquesta. La vieja aristocracia, sin embargo, continuó en sus capillas y sus teatros en busca de una ópera más tradicional basada en la ópera seria, que en la actualidad recibe el nombre de rococó.

Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Mozart (1756-1791) compuso las óperas más importantes del clasicismo europeo y marcó con ellas un hito en la historia de la música. Destacó en todos los campos teatrales, y se le puede atribuir la creación de la ópera nacional alemana a partir de pequeñas piezas en lengua vernácula llamadas Singspiel.

Sus únicas óperas serias, Idomeneo, rey de Creta (1781) y La clemenza di Tito (1791), constituyen el principio y el fin de su carrera operística.

En el siglo XVIII, la influencia de la ópera italiana era irresistible; en Alemania y Austria vivían y componían numerosos autores italianos, y eran sus obras (escritas en italiano) las que se estrenaban. Mozart rompió esta tradición con el estreno de El rapto del serrallo, una ópera escrita en alemán y estrenada en Viena en 1782. Este estreno supuso un acontecimiento muy importante, ya que abrió una nueva línea de teatro musical alemán que condujo a las óperas de Wagner, en el siglo XIX. La trama recoge las aventuras de un rescate en un ambiente oriental muy de moda en el siglo XVIII. Los elementos populares presentes en El rapto del serrallo permiten considerar a Mozart el fundador de la ópera alemana. Como único precedente, Mozart contaba con el Singspiel, una representación escénica con texto alemán y canciones, a medio camino entre la comedia y la ópera, y similar a la ópera bufa italiana o la ballad opera inglesa.

La obra maestra de Mozart en el campo del Singspiel es La flauta mágica (1791), una obra sublime repleta de símbolos y elementos populares, si bien resulta muy difícil diferenciarla de una ópera tradicional.

Por lo que respecta a la ópera bufa, las obras más importantes de Mozart son, sin duda, Las bodas de Fígaro (1786), Don Giovanni (1787), en la que todas las características del donjuán están perfectamente dibujadas, y Così fan tutte (1790), la cima del humorismo, la música alegre y la fantasía.

  • Voz de una soprano.
  • Recursos técnicos: staccatos con recorrido hasta agudo.
  • Estructura AA’.
  • Apoyo de orquesta.

La Reforma de Christoph Willibald Gluck (1714-1787)

Como hemos visto, la ópera bufa prosperó, en parte como forma de protesta por los abusos de la ópera seria. Pero también hubo intentos por parte de algunos compositores de reformar la ópera seria desde dentro, es decir, de acabar con las exageraciones a las que habían tendido las arias da capo de la ópera heredada del Barroco y devolver la importancia debida a los recitativos, a los coros y, sobre todo, al argumento dramático.

Fue Christoph Willibald Gluck (1714-1787) quien, de forma paralela a las insuperables creaciones de Mozart, llevó a cabo dicha tarea. La reforma de Gluck se fundamenta en las siguientes bases:

  • El texto tenía que ser muy cuidado y la palabra debía ser exaltada por el canto y no al revés; por ello, se suprimieron todos los adornos vocales, el ritornello y el aria da capo.
  • Los recitativos se integraron dentro del drama, sentando un precedente para las óperas de Wagner.
  • Importaba la verdad dramática, a la cual se supeditaban las pretensiones de los cantantes.
  • Se concede gran importancia al coro, que recobró el protagonismo.
  • Se eliminaron todas las arias superfluas.
  • La orquesta adquirió gran importancia, pues acompañaba todos los fragmentos.

Todos estos rasgos caracterizan las obras de Gluck a partir de Orfeo y Euridice (1762), la primera ópera «reformada». En el prólogo de Alceste (1767), el autor explica las bases de su reforma. Gluck acabó su producción con las óperas en francés Iphigénie en Aulide (1774) e Iphigénie en Tauride (1779).

  • La primera parte es un recitativo.
  • Cambio en la orquestación, con característica más melódica.
  • La belleza y simplicidad del texto, sencillo y fácil de declamar; no es complicado ni retórico.
  • La melodía no tiene adornos ni trinos innecesarios; es sobria y sencilla.
  • La orquesta acompaña la melodía y la refuerza.
  • Estructura: ABA’CA’’.

La Ópera Italiana en el Romanticismo

  • Era menos susceptible que los países septentrionales a las seducciones del movimiento romántico.
  • La ópera fue el único género italiano importante en este periodo.
  • La única cuestión romántica que afectó mucho a la música italiana fue el nacionalismo.

Gioacchino Rossini (1792-1868)

Gioacchino Rossini (1792-1868) fue el protagonista indiscutible de la ópera italiana del primer tercio del siglo XIX. Escribió más de 40 óperas que alcanzaron un gran éxito. Son característicos de su técnica los sorprendentes ostinati y crescendi. Entre sus numerosas obras, podemos destacar El barbero de Sevilla (1816), pura música chispeante; La Cenerentola (1817), una versión del cuento de Cenicienta; y Guillermo Tell (1829), que constituye su última gran ópera. Cabe resaltar también sus célebres oberturas, de gran valor orquestal; se trata de piezas independientes con un tratamiento muy cuidado de los timbres orquestales. Siendo todavía muy joven, Rossini se retiró y se dedicó a la composición de pequeñas piezas para voz o piano.

  • Principal representante de la ópera italiana del primer tercio del S. XIX.
  • Tenía grandes dotes para los efectos escénicos y congeniaba bien con la ópera cómica.
  • Destacan sus oberturas: piezas independientes con tratamiento orquestal muy cuidado.
  • Fuera del repertorio operístico: piezas para voz y piano, y su Stabat Mater.
  • Óperas destacadas: El barbero de Sevilla.

Vincenzo Bellini (1801-1835)

El bel canto continuó en las obras de Vincenzo Bellini (1801-1835), que prescindió definitivamente del recitativo seco todavía usado por Rossini y consiguió una sublime inspiración melódica en obras como Norma (1831), La sonnambula (1831) o I puritani (1835).

  • Utiliza la melodía levemente acompañada como elemento fundamental para la expresión dramática.
  • Prescindió definitivamente del recitativo seco.
  • Obras destacadas: Norma, La sonnambula, I puritani.

Gaetano Donizetti (1797-1848)

Gaetano Donizetti (1797-1848) afianzó definitivamente el bel canto. Supo combinar la delicadeza de la ópera napolitana con la elegancia del estilo francés. Sus óperas más importantes son Don Pasquale (1843), L’elisir d’amore (1832) y Lucia di Lammermoor (1835). Su aportación a la ópera francesa la constituye su obra La hija del regimiento.

Giuseppe Verdi (1813-1901)

Giuseppe Verdi (1813-1901) fue el compositor más importante del romanticismo italiano. Al contrario que Wagner, Verdi desarrolló todos los aspectos técnicos de la ópera sin pretender llevar a cabo ninguna revolución musical; sin embargo, sus innovaciones constituyeron una referencia obligada para los compositores posteriores. Estas innovaciones consistieron, fundamentalmente, en dotar a las óperas de intensidad emocional por medio de la caracterización de las melodías. Verdi convirtió la ópera italiana en una entidad musical dramática coherente y unificada. Sus obras se encuentran entre las más representadas actualmente.

Primera Etapa

Sus primeras óperas importantes fueron Nabucco (1842), cuyo coro de los judíos se convirtió más tarde en el himno nacional italiano, y Ernani (1844). Ambas obras presentan un vigor dramático y rítmico sin precedentes en el campo operístico.

Diez años más tarde compuso la llamada «trilogía central», formada por sus obras más populares: Rigoletto (1851), Il trovatore (1853) y La traviata (1853). Los personajes de estas óperas, aparentemente mundanos, sufren una gran tragedia interior. Las obras se inician con escenas animadas y numerosos actores en el escenario, y terminan centrándose en personajes solitarios y atormentados.

Segunda Etapa

A mediados del siglo XIX, Verdi era ya un compositor de fama internacional. Sus obras más importantes de este periodo son Un ballo in maschera (1859), La forza del destino (1862) y Aida (1871), que compuso para conmemorar la apertura de la ópera de El Cairo y la inauguración del canal de Suez. En estas óperas, Verdi mezcla con maestría el esplendor visual que proporciona la gran ópera (luces, trajes, decorados, tramoyas) y la intimidad musical de una trágica historia de amor.

  • Fue más experimental.
  • Los solistas, conjuntos y coros están más libremente combinados.
  • Las armonías son más atrevidas.
  • La orquesta está tratada con más cuidado y originalidad.
  • Óperas más destacadas: Un ballo in maschera.
  • Mezcla el esplendor de la Grand Opéra con la intimidad musical de una trágica historia de amor.
  • Emplea la recurrencia de uno o varios temas por motivos distintos para producir unidad.

Tercera Etapa

El último periodo verdiano es un homenaje a Shakespeare; sus dos últimas óperas, Otello (1887) y Falstaff (1893), que compuso a los 80 años, adaptan los textos de Shakespeare al escenario de la ópera mediante una continuidad musical semejante a la realizada por Wagner.

El Verismo (Segunda Mitad del Siglo XIX)

Después de Verdi, la ópera italiana siguió dando frutos. Cabe recordar a Amilcare Ponchielli (1834-1886), célebre por su ópera La Gioconda, inspirada en una obra de Victor Hugo. Arrigo Boito (1842-1918), además de músico, también fue literato y escribió algunos libretos para sus contemporáneos; hoy se le recuerda sobre todo por su ópera Mefistofele. Alfredo Catalani (1854-1893) enlazó el Romanticismo con el incipiente verismo (que estudiaremos a continuación); sus dos óperas más importantes son Lorelei (1890) y La Wally (1892).

En la segunda mitad del siglo XIX, sobre todo en pintura y literatura, se desarrolló el realismo, que tendía a oponer al pensamiento romántico (ideales, sentimientos, etc.) una visión real y directa de los caracteres exteriores de los personajes o situaciones. Los continuadores de Verdi no tardaron en adaptar sus obras a la corriente realista, que constituyó lo que se ha dado en llamar verismo (de vero, ‘verdadero’), en un intento de eliminar la inverosimilitud habitual de las obras de la época.

La tragedia campesina Cavalleria rusticana (1890), de Pietro Mascagni (1863-1945), se considera la primera ópera verista. Su estreno causó un gran impacto por su realismo. En ella aparecen escenas de adulterio, celos, venganzas, etc.; la novedad consiste en que las pasiones que describe no van ligadas a personajes nobles o mitológicos, sino a la gente sencilla y corriente del campo.

  • Visión real y directa de los caracteres exteriores de los personajes o situaciones.

Giacomo Puccini (1858-1924)

Pero, sin duda, el verdadero heredero de Verdi fue Giacomo Puccini (1858-1924). En su primera obra importante, Manon Lescaut (1893), ya muestra sus dotes como hombre de teatro. La bohème (1896) narra las pasiones de una costurera en un ambiente parisino. Tosca (1900) es una historia de intrigas con melodías realmente memorables. Madame Butterfly (1904) presenta una acción contemporánea que se convierte en una historia de amor imposible.

Esta obra no gustó en su estreno en la Scala de Milán; revisada más tarde por Puccini, sí obtuvo un gran éxito. En la actualidad, se ha adaptado al cine y su reposición en los teatros sigue siendo muy bien acogida por el público.

Su fama le llevó a América, donde recibió encargos que resolvió con gran maestría, como La fanciulla del West (1910) o Il trittico (1918). Turandot es una obra póstuma, terminada por Franco Alfano en 1926 y estrenada en la Scala de Milán.

El melodismo y los elementos líricos de Puccini han conseguido que sus óperas hayan alcanzado una gran popularidad, no solo entre el público aficionado, sino también entre el más exigente.

  • Sus óperas contienen momentos de enorme arrebato emocional y destacan por sus grandes melodías.
  • Por la verosimilitud dramática: el recitativo será reemplazado por un estilo vocal fluido y melodioso.
  • Óperas veristas: Manon Lescaut, La bohème, Tosca.
  • Madame Butterfly: adquiere carácter exótico por medio de escalas de tonos y una sutil orquestación que se sirve de orquestas japonesas.
  • La fanciulla del West, Il trittico.
  • Turandot.

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