Exploración de la Literatura del Siglo XVII: Barroco y sus Maestros


Los Géneros Literarios del Siglo XVII

En este siglo, la lírica prolonga la calidad alcanzada en el siglo XVI, pero desarrolla artificios y temáticas más complejos, gracias a tres genios: Lope de Vega, Góngora y Quevedo.

La narración experimenta un gran auge. Las novelas de caballerías desaparecen tras el éxito del Quijote, pero se siguen escribiendo novelas pastoriles, moriscas, novelas cortas, bizantinas y picarescas.

En el género didáctico, destaca la figura de Baltasar Gracián, cuyas obras alcanzaron gran difusión europea.

El género que llega a su esplendor es el teatro, gracias a la fórmula de la comedia española creada por Lope de Vega y adoptada por sus discípulos.

Autores barrocos

Luis de Góngora y Argote (Córdoba 1561-1627)

El carácter desabrido de Góngora, su incisividad satírica y la arrogancia con que se comportó como artista, le originaron abundantes enemistades, la más resonante fue la de Quevedo, de lo que queda constancia gracias a los versos que crearon para la ofensa mutua.

Ya se expusieron en la lección anterior los rasgos principales del culteranismo. En realidad, no se opone al conceptismo, sino que constituye una solución diferente a un mismo problema estético. Porque ambas escuelas pretenden forjar conceptos.

El concepto se producía mediante el ingenio para evitar el nombre de las cosas, designándolas mediante rodeos o alusiones inesperadas, o poniéndolas en relación con otras, mediante símiles o metáforas. Y ello, con abundancia de hipérboles o exageraciones.

Góngora y sus seguidores expresan los conceptos con suntuosos alardes ornamentales. Quevedo y los conceptistas usan un lenguaje más llano, pero hacen difícil su estilo por la concentración de significados.

Las dos épocas de Góngora

La primera época (antes de 1610) fue siempre muy elogiada por la crítica, sus rasgos culteranos son mucho menores.

La segunda época (después de 1610) fue rechazada por la crítica. El autor acentúa grandemente su hermetismo. Esta segunda época fue rescatada por los jóvenes poetas de la generación del 27, a partir de ellos se reconoce la inmensa calidad lírica de los poemas más difíciles del poeta cordobés (Soledades y Polifemo).

Desde 1610, Góngora decide concentrar los artificios que desde su juventud había ido ensayando y emprender obras de gran aliento y extensión.

Su inspiración se orienta hacia dos polos opuestos: humorístico o burlesco, por un lado, y de refinada idealización por otro. Ambas direcciones se entremezclan en obras fundamentales, como la Fábula de Píramo y Tisbe.

Sus obras maestras, aparte de la ya aludida, son Soledades y Fábula de Polifemo y Galatea.

Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid 1580-Villanueva de los Infantes 1645)

Francisco de Quevedo es uno de los más grandes escritores españoles, como lírico, escritor político y severo moralista.

Compuso abundantes poesías, serias y burlescas, recogidas póstumamente en el libro El Parnaso español. Una novela picaresca: Vida del Buscón, prosa satírico burlesca Sueños, una fantasía satírico moral La hora de todos, obras ascéticas y políticas, y otras muchas que aquí no reseñamos.

Quevedo es, junto a Calderón y Gracián, el ápice del conceptismo barroco. Este estilo procede de una condensación del pensamiento y elabora conceptos con un lenguaje aparentemente llano. Porque muchas veces las frases tienen dos o más sentidos.

El pesimismo acerca del hombre, la desconfianza acerca de él, el rencor contra la vida, característicos del siglo barroco, son comunes a Góngora, Quevedo, Calderón y Gracián, junto con una tendencia a la misoginia o aborrecimiento del amor y de la mujer. Lope en poco se pareció a ellos.

Baltasar Gracián (Belmonte 1601-Tarazona 1658)

Gracián es el principal escritor didáctico de nuestra literatura. Toda su obra, compuesta en prosa, se orienta a perfeccionar la calidad mundana y espiritual del hombre, en los niveles más altos de la sociedad. A tal fin escribe los siguientes tratados:

  • El héroe
  • El discreto
  • El político don Fernando
  • Oráculo manual y arte de prudencia
  • Agudeza de arte e ingenio

Habiendo desarrollado este enorme programa didáctico, Gracián concibe un proyecto de máxima envergadura: una obra que muestre a los hombres cuál es su paso por la tierra y cuál es su feliz destino final. Esta epopeya en prosa se tituló El Criticón.

El conceptismo llega en Gracián a su más alto punto. Escribe sentenciosamente, aforísticamente, con enorme concentración, empleando normalmente frases breves, con escasos nexos, haciendo que los pensamientos se opongan con antítesis frecuentes y gran energía. Todas las palabras están en mutua tensión, obligadas muchas veces a funcionar con dos significados simultáneos.

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