Exploración de la Realidad, Dios, el Hombre y el Conocimiento en la Filosofía de Tomás de Aquino


El Problema de la Realidad

Los principios fundamentales de la filosofía tomista están tomados de Aristóteles. Una vez conocida la filosofía de éste, gracias sobre todo al magisterio de Alberto Magno en París y Colonia, Tomás de Aquino fue abandonando paulatinamente las influencias platónicas, recibidas en clave agustiniana. Con todo, como veremos más adelante, también se mantuvo fiel a determinadas ideas o principios de esta corriente filosófica.

Actualmente, está fuera de toda duda que Tomás de Aquino fue un pensador original e innovador. Primero porque no aceptó el aristotelismo en su integridad, ya que se opuso a tesis fundamentales de éste (eternidad del mundo, mortalidad del alma, etc…), y, en segundo lugar, porque cuando asume ideas del filósofo griego lo hace con la intención de “compatibilizarlas” con las enseñanzas de la fe cristiana. Para Santo Tomás, la metafísica es la ciencia del «ente en cuanto ente» y, como tal, la ciencia de las primeras causas y principios del ser. Al igual que Aristóteles aceptará, pues, la teoría de las cuatro causas.

Distinción Esencia-Existencia

1º. Distinción esencia-existencia: Es el principio esencial en la ontología tomista, inspirado en la filosofía de Avicena. Aristóteles había establecido dos estructuras fundamentales en la sustancia: materia – forma y acto –potencia. Tomás de Aquino añade una tercera: en todo ser (salvo en Dios) se distinguen realmente (y no sólo conceptualmente) la esencia y la existencia. La esencia es el “conjunto de rasgos que hacen a una cosa ser lo que es y no otra“ (la quidditas), es decir, los rasgos que diferencian a un ente del resto, que le otorgan especificidad.

Los Elementos Platónicos de la Metafísica Tomista

Son tres: el principio de participación, el principio de causalidad ejemplar, el principio de los grados del ser.

El Principio de Participación

1º El principio de participación: Tomás de Aquino recurre a las teorías platónicas de la participación y la causalidad ejemplar: los seres contingentes reciben la existencia de Dios.

El Principio de Causalidad Ejemplar

2º El principio de causalidad ejemplar: La consideración de Dios como causa ejemplar, teorizada por San Agustín, según la cual las Ideas de todas las cosas están en la mente de Dios, es parcialmente aceptada por santo Tomás, a través de su interpretación «analógica» del ser.

El Principio de los Grados del Ser

3º El principio de los grados del ser: La distinción entre la esencia y la existencia parece bastar para dar una explicación jerárquica de la realidad, partiendo de Dios como ser necesario. Sin embargo, Tomás de Aquino recurre a la teoría neoplatónica de los grados del ser, estableciendo una jerarquía que va de los seres inanimados a Dios.

El Problema de Dios: Las Cinco Vías

Como hombre y filósofo cristiano, Tomás de Aquino, al igual que San Agustín, nunca dudó de la existencia de Dios. Para la religión cristiana la creencia en la existencia de Dios es el dogma de fe principal, en el que se basan el resto de creencias y, por eso, el que fundamenta la religión en su totalidad. Sin embargo, para Santo Tomás la frase “Dios existe” aunque es evidente en sí misma, no tiene por qué ser también evidente para la totalidad de los seres humanos.

Tomás de Aquino elaboró cinco argumentos racionales para demostrar la existencia de Dios, que son conocidos con el nombre de las cinco vías. Estas vías son, pues, distintos caminos que, en última instancia, llevan a la misma meta: demostrar la existencia de Dios.

Las cinco vías son argumentos a-posteriori. Un argumento es a-posteriori cuando demuestra algo (en este caso, la existencia de Dios), tomando como punto de partida sus efectos (por ejemplo, el mundo por Él creado). Para Santo Tomás hay que partir de lo más conocible, lo más cercano a nosotros para remontarnos a lo más lejano.

  1. Punto de partida: un hecho empírico, un fenómeno observable a través de los sentidos y que es distinto en cada vía (el movimiento, los grados de perfección…).
  2. Aplicación del principio de causalidad: en un segundo momento, Tomás de Aquino introduce un principio de naturaleza filosófica desde el cual se desarrolla el resto de la prueba: el principio de causalidad, según el cual todo hecho tiene necesariamente una causa (el movimiento ha de tener una causa etc…).
  3. Imposibilidad de series infinitas de causas: todo efecto tiene una causa y ésta, a su vez, remite a otra y así sucesivamente.
  4. Término: la Causa Primera es Dios, luego queda demostrado que Dios existe. En cada una de las vías se atribuye a Dios un atributo distinto.

Primera Vía: Del Movimiento

Es considerada por Tomás de Aquino la vía más clara de todas. Nos consta por los sentidos que hay seres en el mundo que se mueven, pero todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible hemos de admitir la existencia de Dios como causa del movimiento.

Segunda Vía: Causalidad Eficiente

Al igual que el movimiento, también nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas eficientes, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa causa incausada es Dios.

Tercera Vía: Contingencia

Hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no son necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría ninguno, pero existen, por lo que deben tener su causa, pues, en un primer ser necesario, ya que una serie causal infinita de seres contingentes es imposible. Y este ser necesario es Dios.

Cuarta Vía: Grados de Perfección

En el mundo empírico observamos distintos grados de perfección en los seres (bondad, belleza…), y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser supremo es Dios.

Quinta Vía: Finalidad

Observamos que tanto todos los seres que existen, tanto los vegetales como animales e incluso los seres inorgánicos, actúan persiguiendo un fin; pero al carecer de conocimiento e inteligencia sólo pueden tender a un fin si son dirigidos por un ser inteligente. Luego debe haber un ser sumamente inteligente que ordena todas las cosas naturales dirigiéndolas a su fin. Y ese ser inteligente ha de ser Dios.

El Problema del Hombre

La concepción del ser humano tomista está directamente influida por las ideas aristotélicas. El ser humano es un compuesto sustancial de alma y cuerpo, representando el alma la forma y el cuerpo la materia de dicha sustancia. Frente a la afirmación de algunos de sus predecesores de que existen en el ser humano varias formas sustanciales, como la vegetativa y la sensitiva, Santo Tomás afirma la unidad hilemórfica del ser humano, que constituye una unidad en la que existe una única forma sustancial, el alma racional, que informa inmediata y directamente a la materia prima constituyendo el compuesto «hombre». Del mismo modo que Aristóteles había concebido la existencia de un solo alma en el ser humano, que engloba las funciones vegetativa y sensitiva, santo Tomás afirma que ese único alma es el que regula todas las funciones del «hombre» y determina su corporeidad.

El alma se sigue concibiendo, pues, como principio vital y como principio de conocimiento, pero se rechaza la interpretación platónica de la relación entre el alma y el cuerpo, en el sentido de que Platón había atribuido al alma, y no al ser humano, esas funciones vitales y cognoscitivas, mientras que la interpretación hilemórfica de santo Tomás le llevará a atribuir esas funciones al «hombre»: santo Tomás afirmará que en ella existen ciertas facultades que le pertenecen como tal y que no dependen para nada de su relación con el cuerpo. Otras pertenecen al compuesto «hombre» y no pueden ser ejercidas, por lo tanto, sin el cuerpo. En sus funciones vegetativas el alma se ocupa de todo lo relacionado con la nutrición y el crecimiento. En sus funciones sensitivas el alma regula todo lo relacionado con el funcionamiento de los sentidos externos, así como la imaginación y la memoria. Frente a los averroístas latinos, Santo Tomás defenderá la inmortalidad individual, apoyándose en su inmaterialidad, (el alma es inmaterial, luego no es corruptible, luego es inmortal, un argumento similar al que ya había utilizado Platón en el Fedón…), y en el ansia de inmortalidad del «hombre»: un deseo de inmortalidad implantado por Dios que no puede ser vano.

El Problema del Conocimiento

Relaciones entre la Fe y la Razón

El “descubrimiento” de la filosofía de Aristóteles en la Europa del siglo XIII, obligó a Tomás de Aquino a replantear el problema de las relaciones entre la razón y la fe partiendo de bases diferentes a las agustinianas.

a) Distinción entre la fe y la razón como facultades de conocimiento: la razón natural conoce a partir de los datos empíricos (influencia de la gnoseología aristotélica), por eso tiene unos límites evidentes.

b) Contenidos comunes de la razón y la fe: el problema surge porque existen una serie de verdades que son comunes a ambas facultades, es decir, que pueden conocerse por la razón y también por la fe. A estas verdades, Tomás de Aquino las denomina preámbulos de la fe. La existencia de estas verdades comunes a la razón y a la fe, planteaba algunas consideraciones de interés acerca de su propia existencia.

c) No contradicción entre razón y fe: Las verdades naturales y los artículos de fe no plantean problemas pues son accesibles sólo por un camino: la razón y la fe respectivamente. En conclusión, puede afirmarse que el planteamiento tomista de las relaciones entre la razón y la fe supuso un intento de mantener la autonomía de la razón, sin llegar a los excesos del averroísmo latino, corriente filosófica de origen árabe que apoyándose en el pensamiento aristotélico proclamó la autonomía de la razón respecto de la fe. Ciertamente, dicha autonomía, vista desde una posición moderna, puede parecer insuficiente, pues la razón sigue subordinada a la fe, que la limita y corrige. Santo Tomás se refiere a ella todavía como la «criada» de la teología. Pero, estrictamente hablando, la posición de santo Tomás supondrá el fin de la sumisión de lo filosófico a lo teológico. Esta distinción e independencia entre ellas se irá aceptando en los siglos posteriores, en el mismo seno de la Escolástica, constituyéndose en uno de los elementos fundamentales para comprender el surgimiento de la filosofía moderna.

b)

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