La **unidad clave** de una lengua es la **palabra**. Los **morfemas** son las unidades con las que se forman las palabras, los **grupos sintácticos** son unidades compuestas por palabras, y las **oraciones** están constituidas por ellos. Las **sílabas**, como sonidos, pertenecen al plano fónico de las lenguas. El **fonema** es la unidad fónica o sonido que sirve para distinguir significados. Así, por ejemplo, si se compara *rosa*, *rota* y *ropa* se llega a la conclusión de que, en español, /s/, /t/ y /p/ son fonemas, pues estas tres palabras, que se distinguen gracias a estos sonidos, se refieren a realidades diferentes. Las **sílabas** son combinaciones de sonidos que siguen reglas determinadas en cada lengua. Las lenguas de la Península no permiten comenzar una sílaba con *sp-*, *sc-* o *st-*, por lo que se coloca una vocal inicial *e-* para apoyarse en la pronunciación (ej: *espagueti*). Decimos que la lengua es un **sistema** porque las unidades que en él existen siguen unas reglas determinadas de combinación y se pueden descubrir mediante comparación y contraste. En este proceso, puede haber ligeras variaciones (como *i-*, *im-*, *in-* en *ilógico*, *inútil*, *imposible*) y es necesario que haya una recurrencia para localizar un morfema (no es posible identificar el morfema *-in* en *inundar* porque no incluye el sentido de negación). Por ejemplo, la raíz de los verbos como *mentir* o *soñar* presenta dos formas: con diptongo, cuando recae sobre ella el acento de intensidad (*sueño*, *sueñas*, *sueña*, *sueñan*); sin diptongo, átona (*soñamos*, *soñáis*). Los **morfemas flexivos** aportan información propia de cada categoría gramatical, como el tiempo en el verbo o el género en el adjetivo. Dependiendo de la colocación con respecto a la raíz, los afijos reciben el nombre de:
- Prefijos: se colocan delante y resultan ser siempre derivativos: *descalificar*, *antiarrugas*.
- Sufijos: se colocan detrás y pueden ser derivativos o flexivos. En ocasiones, los sufijos están reforzados por sonidos que se insertan delante de ellos y que reciben el nombre de interfijos: *sol-ec-ito*.
La división de morfemas en una palabra no es fácil, pues a veces se fusionan entre sí. Esto pasa en español y en la mayoría de las lenguas romances, como, por ejemplo, en la *é* de *canté*, *amé*.
El **significado** es la imagen que se asocia a una forma fónica y que nos permite relacionar las palabras con realidades que son, así, evocadas en la mente de los oyentes. El concepto al que remite una palabra es su **significado denotativo**, pero existe también en muchas ocasiones un **significado connotativo**, es decir, asociaciones subjetivas de tipo personal o cultural que, cuando están extendidas y son de uso común, pasan a recogerse en los diccionarios. Si bien existen palabras **monosémicas** (con un solo significado), la mayoría suele tener varios significados relacionados entre sí (**polisémicas**). La **metáfora** y la **metonimia** ilustran esas relaciones y provocan nuevos significados en las palabras. La primera de ellas consiste en una relación de semejanza (*Cambiamos el pie de la lámpara ayer*), mientras que la segunda se basa en una relación de cercanía (como al nombrar un alimento mediante su lugar de origen: *este gruyer está riquísimo*). Un mecanismo claro de cambio de significado es el que se da cuando una palabra se convierte en prohibida o **tabú** por sus connotaciones negativas o porque remite a una realidad desagradable (*ciego*, *morir*); de manera que es sustituida por un **eufemismo** (*invidente*, *irse*).
- Sinonimia: cuando dos o más palabras tienen el mismo significado se dice que son sinónimas, aunque probablemente no sean siempre sustituibles (*He ordenado / colocado los platos, pero Me han ordenado / *colocado que salga*).
- Antonimia: son antónimas las palabras que, teniendo algún rasgo en común, muestran valores opuestos ([temperatura] *fría* / *caliente*).
- Campos semánticos: son agrupaciones de palabras de la misma categoría o clase gramatical que se relacionan por tener algún rasgo en común de significado (*azul*, *rojo* y *amarillo* son hipónimos con respecto a *color*, que es el hiperónimo que los incluye) o por formar parte de un todo (*nariz*, *ojos*, *orejas*… con respecto al holónimo *cara*).
Cuando una palabra posee una raíz léxica, es una **palabra simple**. Frecuentemente, las palabras se crean mediante la adición de afijos derivativos (**palabras derivadas**) o combinando raíces (**palabras compuestas**). Las raíces que forman palabras compuestas pueden pertenecer a la misma o a distintas categorías: *sacacorchos* (verbo + sustantivo), *paticorto* (sustantivo + adjetivo), *verdiblanco* (adjetivo + adjetivo)… Según el grado de fusión de los componentes, pueden escribirse de manera unida en una sola palabra o separada, aunque con unión de significado: *hombre rana*. Estos casos se distinguen de los grupos sintácticos porque hacen el plural añadiendo el sufijo correspondiente solo a una de las raíces: *hombres rana*. Cuando en la creación de una palabra por derivación se añade simultáneamente un prefijo y un sufijo, se habla de **parasíntesis**. Se diferencia de la derivación en que en esta se agregan los afijos de uno en uno.
Locuciones: conjuntos fijados de palabras cuya interpretación no es deducible de la suma de sus partes (*ojo de buey*), necesitan estar recogidas en el diccionario y ser memorizadas cuando se aprende una lengua. Para enriquecer el léxico de las lenguas sin necesidad de formar nuevas palabras, la invención plena de una palabra es poco corriente. Lo habitual es que surja de una derivación o composición creativa. La **eponimia** es la formación de un nombre común a partir de un nombre propio, frecuente a partir de campos de estudio o trabajo científico o artístico, personajes literarios que encarnan un arquetipo o marcas comerciales que, por antonomasia, pasan a designar el tipo de producto.
Préstamos lingüísticos:
- Germanismos (especialmente durante el reinado visigodo): *blanco*, *guerra*.
- Arabismos (durante el periodo de Al-Ándalus, sobre todo): *almacén*, *arroz*.
- Galicismos (principalmente durante la Reconquista): *linaje*, *galán*.
- Helenismos (a partir del Renacimiento): *acrobacia*, *hemorragia*.
- Americanismos (con el descubrimiento del Nuevo Mundo): *tiburón*, *canoa*.
Son también frecuentes los **préstamos**, fruto de la globalización, según ámbitos o materias (inglés: *chat*, sánscrito: *yoga*, japonés: *kimono*). A veces, se usa la lengua propia para reproducir el mecanismo de formación presente en otra. A las palabras creadas por este sistema se las llama **calcos**.