Filosofía y Saberes Dogmáticos
Los saberes vulgares y dogmáticos se basan en creencias tomadas de la tradición o en dogmas revelados. Las tradiciones y los dogmas son considerados indiscutibles, justificados por la autoridad sagrada de los antepasados o de los dioses. Son saberes vulgares porque no ofrecen pruebas racionales de sus afirmaciones y son dogmáticos porque aceptan sin discusión las narraciones supersticiosas de hechiceros o mitos. Estos saberes admiten la existencia de entes sobrenaturales que actúan a su capricho y provocan fenómenos naturales. La filosofía griega, desde sus inicios, se caracteriza por la crítica de los mitos, que son propios de cada comunidad y apelan a fuerzas sobrenaturales. La filosofía excluye la intervención de entes sobrenaturales, así como las explicaciones que no estén basadas en leyes invariables.
Límites del Conocimiento
Existen tres teorías fundamentales:
Dogmatismo
Se corresponde con la «edad infantil» de la razón humana, según Kant. Es la postura intelectual de quienes creen que la razón humana puede conocer todas las leyes de la naturaleza y descifrar todos los enigmas, ya que su capacidad de conocer no tiene límites. El dogmático cree que la ignorancia es provisional y desaparecerá cuando los hombres alcancen la omnisciencia.
Escepticismo
Se define por la disposición a investigar hasta encontrar una prueba indudable de la verdad de los enunciados. Acepta que nuestro conocimiento tiene límites y pone en duda cualquier enunciado sobre el cual no haya certeza absoluta. El escepticismo suspende el juicio sobre la verdad o falsedad de los enunciados hasta el momento en que se descubra una prueba indudable, practicando la epojé o suspensión del juicio, evitando pronunciarse sobre enunciados que no resultan evidentes.
Criticismo de Kant
Admite que hay conocimiento científico, pero también que la razón humana tiene límites. Dado que hay ciencia, será posible estudiar las condiciones de posibilidad del conocimiento científico. Dichas conclusiones determinan los límites del conocimiento humano. Kant afirma que la ciencia natural solo puede tratar los fenómenos o hechos de experiencia y, por lo tanto, no puede haber conocimiento de aquello que supera la experiencia humana. El criticismo es una postura intelectual intermedia entre el dogmatismo y el escepticismo, resumiéndose en la afirmación de que la razón humana solo puede conocer los fenómenos.
Positivismo y Pragmatismo
Positivismo
Augusto Comte fundó un sistema filosófico denominado positivismo. Se trata de una teoría del conocimiento que señala límites claros para la razón humana. Acepta que la experiencia sensible es la única fuente de conocimiento y que la inducción nos permite descubrir leyes universales y necesarias. Rechaza cualquier saber de carácter metafísico, es decir, que no se refiera a hechos de experiencia. Según Comte, la ciencia suprema es la física social, cuyo objetivo es descubrir las leyes que regulan los hechos sociales y determinan el orden y el progreso. Esto implica una interpretación de los saberes denominada cientificismo, que afirma que el único saber válido es el saber positivo, aquel que emplea el método experimental.
Pragmatismo
Propone que las teorías científicas deben valorarse por su utilidad para la resolución de los problemas sociales. La ciencia no puede proponerse descubrir las leyes objetivas que regulan los hechos, pero sí elaborar teorías científicas que se vean confirmadas por experimentos. Rechaza el supuesto clásico de que las teorías verdaderas describen la realidad, afirmando que no hay prueba de ello. Rechazan la concepción tradicional de la verdad y proponen la teoría pragmatista de la verdad, según la cual las teorías preferibles son las alternativas más útiles.
Hegel
Hegel fue un filósofo idealista alemán que afirmaba que la realidad es plenamente racional. La realidad procede de lo que Hegel llama Espíritu absoluto, una entidad inmaterial que gobierna la naturaleza y la historia. Afirma que todo lo real es racional, puesto que procede del Espíritu absoluto, y que lo racional es real, en el sentido de que las instituciones humanas son cada vez más racionales y justas. Defiende el progreso histórico y, según Hegel, la «astucia de la razón» hace que la humanidad progrese indefinidamente, utilizando incluso medios insospechados, como las guerras. Hegel tiene una confianza absoluta en la capacidad de la razón humana porque la realidad es racional. Su teoría del conocimiento puede considerarse dogmática.