Textos Humanísticos: Un Acercamiento Profundo
Lo humanístico abarca las materias de filosofía (pensamiento), psicología (mente), semiología (comunicación); historia, arte, literatura (pasado) y sociología (individuo y sociedad).
Existen dos tipos de textos humanísticos recurrentes: los expositivo-argumentativos y los ensayos:
Tienden a tratar temas relevantes al ser humano, pero empleando métodos de ciencia convencional, relacionándose con ciencias sociales como la economía o la demografía. Ahora bien, estos textos suelen interpretar la realidad desde el plano de la hipótesis no demostrable empíricamente. En eso, por mucho que su estructura sea la misma que la de los textos científicos, su lenguaje poético y su subjetivismo los delatan.
¿Cómo se organizan los textos humanísticos?
Planteamiento: El autor describe el tema que se tratará a continuación.
Análisis: Es la exposición de una serie de cuestiones o ideas que serán tratadas sucesivamente.
Conclusión: En ella, el autor del texto finaliza la argumentación iniciada con anterioridad.
Para dividir tales partes se emplea de forma muy estricta la unidad del párrafo.
Las ideas se dividen en principales y secundarias o subordinadas, dándose en primer lugar la idea 1º seguida de la 1º subordinada, para pasar a la idea 2º y su correspondiente, así sucesivamente.
Se emplearán diversos elementos de cohesión, ya sea repetición de ideas ya mencionadas, anticipación de otras, uso reiterado de marcadores discursivos para marcar el ritmo de la argumentación (por tanto, de esta forma), dar aclaraciones (es decir, al igual que) o para finalizar (en definitiva, en conclusión).
Características de los Textos Humanísticos
En el plano fónico
La entonación suele ser enunciativa, se utiliza también la interrogativa (interrogación retórica) para buscar la complicidad del receptor. La exclamativa es más frecuente en el ensayo.
En el plano morfológico
- Sustantivos abstractos.
- Empleo de la primera persona (en verbos, determinantes, pronombres…).
- Adjetivación predominantemente explicativa, incluso con empleo de epítetos embellecedores. Adjetivos valorativos.
- En el indicativo domina el uso del presente, con matices muy diversos: el atemporal (o gnómico) por su valor para indicar verdades universales, el durativo (tiempo de presente que mantiene lo dado con el tiempo) y el presente histórico (uso desplazado del verbo presente para cubrir eventos pasados).
- Si aparecen como formas de elocución la narración o la descripción (siempre complementarias, no olvidemos que las propias son la exposición y la argumentación), aparecerán el pretérito perfecto y el imperfecto.
- Formas de subjuntivo y condicional en el planteamiento de hipótesis, puntos de vista y planteamientos personales.
- Uso frecuente de perífrasis verbales (la unión de dos o más formas verbales que funcionan como un todo, por ejemplo »debes llegar antes»).
En el plano sintáctico
Los períodos sintácticos son amplios y encadenados, en ellos es posible cualquier tipo de relación entre proposiciones, sobre todo la subordinación causativa necesaria para el desarrollo de razonamientos y argumentaciones. El predominio de la subordinación es la norma, en la coordinación sólo la adversativa es frecuente. Aparición frecuente de formas de pasiva refleja e impersonal refleja.
En el plano léxico-semántico
Abundan los términos abstractos, se debe a la utilización de ideas y conceptos más que a hechos concretos. Este vocabulario abstracto hace que deban explicarse con frecuencia los términos; para ello se recurre a la paráfrasis, la analogía para ejemplificar y la metáfora.
Léxico altamente valorativo con connotaciones frecuentes.
Tecnicismos propios de cada ciencia humanística, con frecuencia aparecen sinónimos ya que cada escuela crea su propia terminología: Por ejemplo, en el campo de la sintaxis: Complemento directo, Objeto directo (ambos términos se refieren al mismo concepto), en el de la morfología: morfema desinencial, flexivo, gramatical, gramema…
Polisemia (múltiples significados de los términos).
Predominio de la derivación como forma de construcción de palabras: nombres abstractos derivados de adjetivos (inmediatez) aparición masiva del sufijo -ísimo
Los géneros humanísticos: el ensayo
El ensayo, a medio camino entre la prosa literaria y la de investigación, es un género literario muy cultivado en todo el mundo. Se trata de un escrito en el que el autor presenta con originalidad un tema cualquiera, destinado a lectores no especializados, en un espacio normalmente abarcable en una sola sesión de lectura. Frecuentemente breve, puede constar también de varias páginas. Sus canales ordinarios de difusión son las revistas especializadas y la prensa diaria. Muchos de los artículos que aparecen en los periódicos, incluso algunos editoriales, pueden considerarse ensayos. Se publican también en libros que reúnen un cierto número de ellos. Cualquier tema puede ser objeto de un ensayo, incluso los más científicos o filosóficos. Muchas veces los autores utilizan el ensayo para divulgar hallazgos, invenciones, doctrinas, conclusiones, a que van llegando los investigadores y los pensadores. Abundan los ensayos críticos, políticos, sociológicos, históricos y biográficos. El tono adoptado suele ser serio, pero también los hay humorísticos y hasta satíricos. Un buen ensayista expone y argumenta de un modo personal. Su actitud no tiene que ser la misma que la del científico, el jurista o el filósofo, en cuyos tratados debe predominar el discurso objetivo y racional. En el ensayo, puesto que se dirige generalmente a lectores no especializados, es frecuente el empleo de recursos literarios: imágenes, tropos, repeticiones, estructuras con intencionalidad estética… Por ser un género casi literario, sus autores prestan habitualmente una atención especial a la forma.
Características del Ensayo
Amplitud temática. Frente a la limitación al terreno de lo científico, propia de la prosa de investigación, el ensayo se caracteriza por su amplitud temática: cualquier tema es adecuado para un ensayo.
Falta de exhaustividad. El ensayista trata los temas con cierta profundidad y rigor, pero sin intentar agotarlos, como hace, por ejemplo, el redactor de una tesis doctoral.
Subjetivismo. La objetividad propia de la prosa de investigación pura se sustituye en el ensayo por un cierto subjetivismo: interesa el punto de vista personal, los datos que se desprenden de las experiencias del autor: por ese motivo podemos encontrar en el ensayo impresiones u opiniones cuya inclusión en un texto estrictamente científico sería inadmisible. En las argumentaciones que se incluyen en los ensayos es frecuente utilizar argumentos de la experiencia personal, que en otro tipo de textos no tienen cabida.
Utilización de recursos estilísticos. Ese subjetivismo provoca un interés del autor por la forma de expresión, que lo lleva a cuidar su propio estilo, a buscar una cierta originalidad en el enfoque de los temas e, incluso, a utilizar recursos estilísticos, tales como comparaciones, imágenes, personificaciones…