Feminismo: Desafiando la Subordinación y Reconstruyendo la Identidad Femenina


Teoría Feminista

El gran problema tratado por la crítica feminista es la subordinación de la mujer en una sociedad patriarcal. Desde el siglo XIX en adelante, la mujer ha emprendido un camino hacia el equilibrio con la posición masculina (derecho a voto), que son victorias parciales. Sin embargo, hasta hoy nos encontramos con un problema del tipo discursivo. Si se quiere mejorar la posición de la mujer en la sociedad, lo primero que se debe hacer es cambiar la producción de discursos sobre la mujer en la sociedad. La mujer era una «ciudadana de segunda categoría».

La crítica feminista apuntó a que la mujer enfrentaba una exclusión histórica y cultural en Occidente. Por ejemplo, cuando se produce durante la Inquisición una contraposición entre la mujer ideal y la mujer real: la mujer ideal, vista como la madre fiel y pura, contrapuesta con la imagen de la “mujer bruja”, imagen categorizada en las fronteras del mal, quienes merecieron la quema pública por incursionar en prácticas médicas, libertad erótica y los rituales de lo divino.

La Biblia establece que la mujer (Eva) surge de la costilla de Adán y, en consecuencia, es un suplemento del hombre. A raíz de esa inferioridad, le debe obediencia a su marido. La mujer es “propiedad” del hombre: “parte” del hombre. Textos como el de San Pablo no hacían sino sacralizar la inferioridad de la mujer.

Ahora bien, una de las estrategias empleadas para garantizar la sujeción de la mujer fue emplear una serie de eufemismos capaces de embellecer la situación de la mujer (el ángel del hogar, la virgen María).

Virginia Woolf (1882-1941)

En Un cuarto propio (1928), la inglesa asume una posición crítica respecto de la búsqueda de la verdad y la posición central de esta en las actividades de los hombres. Asimismo, aborda la problemática de la mujer como escritora. Así, Woolf establece que la mujer siempre ha sido dicha por los hombres, quienes han construido un imaginario en el cual se destaca su posición devaluada. Por cierto, la posición devaluada de la mujer permite que el hombre se constituya en un sujeto de poder.

La gran queja de Woolf, entonces, es que la mujer no ha tenido la posibilidad de ser dicha por sí misma: de pensarse y construirse a sí misma. La mujer está inmersa en un territorio masculino desprovisto de valores y de discursos que correspondan a la mujer misma.

Simone de Beauvoir (1908-1986)

El segundo sexo (1949)

Es la primera mujer que analiza la problemática femenina desde la filosofía, ámbito que, hasta ese entonces, era exclusivamente masculino. Para Beauvoir, la alteridad de la mujer proviene de un sistema axiológico que le asignó más importancia al sexo destinado a matar y competir que a aquel que se hizo cargo del cultivo de la tierra y de los niños (limitada al papel de madre y esposa). En suma, la posición subordinada de la mujer proviene de la implantación de valores patriarcales fundamentados en la fuerza física, el falo y el artefacto manufacturado.

Bajo esta lógica, mientras la práctica del hombre, en el mundo de afuera, guiada por un conjunto de metas y proyectos significativos, el hacer de la mujer, en su papel doméstico, permanece en los márgenes de los movimientos de la historia. Masculino: trascendencia / Femenino: inmanencia.

Su dependencia económica y legal implica su subordinación en una estructura patriarcal. En suma, la mujer solo apunta a cumplir la meta del amor y del matrimonio. Para eso, su lugar es la casa.

En ese contexto, el hombre se delinea como el sujeto y el absoluto, y la mujer como lo inesencial, lo incidental, el otro. En definitiva, la mujer, como segundo sexo, no tiene otra alternativa más que sumirse en lo absoluto que está fuera de ella misma. Al igual que Woolf, Beauvoir sostiene que, al ser el hombre el poseedor de la palabra, es él quien asigna una identidad a la mujer a través de un imaginario en el cual el sujeto masculino transfiere sus temores, sus aspiraciones y sus vivencias de lo divino.

Beauvoir sostiene que no se nace mujer, sino que se llega a serlo: «Beauvoir define el cuerpo como una situación de doble significado. Si por una parte ese cuerpo constituye una realidad material que ha sido ubicada y definida por un contexto social específico, este cuerpo es también el sitio cultural que está sujeto a nuevas interpretaciones y reinscripciones que permiten trascender los límites de lo puramente anatómico para convertirse en los umbrales liberadores de la autonomía (puede cambiar), es el desdecir de los atributos asignados por el pensamiento patriarcal para reconfigurarse y traspasar las fronteras de los atributos asignados por el pensamiento patriarcal».

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