Fenómeno y Noúmeno: Los Límites del Conocimiento según Kant


Metafísica: Fenómeno y Noúmeno

Distinción entre Fenómeno e Noúmeno

En la filosofía kantiana, el noúmeno representa un concepto problemático que se refiere a un objeto no fenoménico. Es decir, un objeto que no pertenece a la intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible.

El término fenómeno adquiere un significado especial en la filosofía de Kant, ya que se contrapone al concepto de noúmeno. Los fenómenos constituyen el mundo tal como lo percibimos, en oposición al mundo tal como existe independientemente de nuestra experiencia, lo que Kant denomina «la cosa en sí misma» (Das Ding an sich). Según Kant, el ser humano solo puede conocer las cosas tal como las experimenta, no las cosas-en-sí-mismas. Por lo tanto, la filosofía debe centrarse en comprender el proceso de la experiencia.

Este concepto dio lugar a la corriente filosófica conocida como Fenomenología, con figuras destacadas como Hegel, Husserl, Heidegger y Derrida.

La perspectiva kantiana de los fenómenos también ha influido en el desarrollo de modelos psicodinámicos en psicología, así como en teorías sobre la interacción entre cerebro, mente y mundo exterior.

Por otro lado, el término fenómeno también se ha utilizado para referirse a las cosas en sí mismas, es decir, la cosa en su existencia pura, independiente de cualquier representación.

Limitación del uso teórico de la razón a los fenómenos

La «ciencia teórica de la razón» se refiere a todo conocimiento construido en la razón y verificado en la experiencia, como las matemáticas puras (aritmética y geometría) y la física teórica. Estos conocimientos se consideran infalibles.

La proposición matemática 2 + 2 = 4 es apodíctica. Aunque parezca un juicio analítico, donde el concepto de 2 + 2 contiene el concepto de 4, esto es falso. Al pensar en 2 + 2, solo pensamos en un número como resultado de la suma, no necesariamente en 4. Por lo tanto, la proposición es un juicio sintético, ya que 4 es un conocimiento nuevo. Un ejemplo más complejo, como 25164 + 59468 = ?, ilustra mejor esta idea. Intuimos que el resultado es un número, pero no sabemos cuál es ese número antes de realizar la operación. Por lo tanto, la proposición es sintética, ya que el resultado es un conocimiento nuevo.

Sin embargo, este juicio sintético (25164 + 59468 = ?) también es a priori, ya que el resultado siempre es necesariamente el mismo, lo verifiquemos o no.

«Las proposiciones matemáticas son siempre juicios a priori, no empíricos, ya que llevan consigo la necesidad, que no puede derivarse de la experiencia».

Antes de realizar la suma, no sabemos el número concreto que obtendremos, pero sabemos que siempre será el mismo. La operación solo lo «descubre».

La geometría también se construye con juicios sintéticos a priori. «La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta que los une» es un juicio sintético, ya que el concepto de línea recta no implica magnitud (la más corta). Sin embargo, también es a priori, ya que es un juicio necesario y universal. Del mismo modo, «la suma de los ángulos internos de un triángulo es igual a 180 grados» es un juicio sintético a priori, ya que el concepto de «suma de los ángulos internos» no contiene el número 180, pero el resultado es necesariamente 180 para todo triángulo. Los principios de la geometría que permiten el avance de esta ciencia son juicios sintéticos a priori.

La física (ciencias naturales) estudia las leyes dinámicas que determinan todas las cosas:

«Naturaleza es el ser de las cosas, en tanto que está determinado por leyes naturales generales. Si la naturaleza significara el ser de las cosas en sí mismas, no podríamos conocerlas jamás, ni a priori ni a posteriori. A priori no, pues ¿cómo podríamos saber lo que corresponde a las cosas en sí mismas, ya que esto no puede verificarse por descomposición de conceptos (proposiciones analíticas)? No queremos saber lo que está contenido en nuestro concepto de una cosa (su ser lógico), sino lo que se añade a ese concepto y determina la cosa misma en su ser, fuera de nuestro concepto».

Si estas leyes estuvieran en las cosas en sí mismas, no podríamos conocerlas por la experiencia, ya que esta solo nos da ejemplos aislados, de los que no podemos obtener una ley universal y necesaria. Tampoco podríamos conocerlas a priori, pues necesitamos la experiencia para obtener al menos un dato de las relaciones entre las cosas.

La física se basa en las matemáticas (construidas por juicios sintéticos a priori) y en conceptos (que son analíticos).

La fórmula de la velocidad (v = d/t) es una proposición sintética, ya que el concepto de velocidad no está contenido en el concepto de multiplicación de «distancia por tiempo». También es a priori, ya que es necesaria: si un automóvil viaja a 50 km/h, en una hora habrá recorrido 50 km.

Si las leyes físicas no pertenecen a los objetos en sí mismos (lo que impediría su formulación como ley universal) y son juicios sintéticos a priori (construidos antes de la experiencia), ¿cómo pueden determinar la experiencia concreta?

La validez universal de las proposiciones teóricas de la razón pura (matemáticas y física) se explica porque no determinan la experiencia en sí misma, sino la experiencia posible:

«Para que un conocimiento tenga realidad objetiva, es decir, se refiera a un objeto y le dé significado y sentido, el objeto debe poder ser dado de alguna manera. De lo contrario, los conceptos son vanos y, aunque pensemos, no conocemos nada; solo jugamos con representaciones. Dar un objeto, si no se entiende solo mediatamente, sino como exponerlo inmediatamente en la intuición, es referirse a su interpretación (real o posible). La posibilidad de la experiencia es lo que da a nuestros conocimientos a priori realidades objetivas».

Con el concepto de «experiencia posible», Kant define los límites de la razón teórica: esta no puede conocer nada de los objetos en sí mismos, sino solo como objetos de una experiencia posible.

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