Denominamos proceso histológico a una serie de métodos y técnicas utilizados para poder estudiar las carácterísticas morfológicas y moleculares de los tejidos. Hay diversos caminos para estudiar los tejidos, es decir, series de técnicas que se utilizarán dependiendo de qué carácterística deseemos observar.En el siguiente esquema se muestran los métodos y técnicas comúnmente empleados para el procesamiento de los tejidos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que existen muchas variantes a estos «caminos» y su elección dependerá del resultado final que queramos obtener. El proceso histológico comienza con la obtención del tejido objeto de estudio. Los fijadores, mantienen las estructuras celulares y moleculares en sus posiciones iniciales durante el procesamiento posterior. También podemos fijar las moléculas de los tejidos por congelación rápida. Fijar un tejido es como si hiciésemos una fotografía del tejido que se mantendrá hasta su observación.Tras la fijación se procede a incluir el tejido para posteriormente obtener secciones. Cuanto más delgada queramos que sea nuestra sección más tenemos que endurecer nuestra muestra. Esto se consigue embebiendo el tejido con sustancias líquidas que posteriormente polimerizarán (resinas) o se volverán consistentes (ceras).Los medios de inclusión son normalmente no hidrosolubles por lo que tenemos que sustituir el agua de los tejidos por solventes orgánicos liposolubles y posteriormente añadir el medio de inclusión.
Tras la inclusión o la congelación se procede a cortar los tejidos. Existen diferentes aparatos de corte que permiten conseguir secciones ultrafinas (del orden de nanómetros), semifinas (de 0.5 a 2 µm), finas (entre unas 3 y 10 µm) y gruesos (mayores a 10 µm).Normalmente las secciones se tiñen con colorantes que son hidrosolubles, por lo que hay que eliminar el medio de inclusión para que los colorantes puedan unirse al tejido. Las secciones, secciones ultrafinas, que se observan con el microscopio electrónico se pueden contrastar con metales pesados, opacos a los electrones, sin eliminar la resina. Los tejidos procesados se observan con los microscopios.
Existen dos tipos básicos de microscopios: electrónico y óptico. Los primeros permiten un gran poder de resolución, pudiéndose observar carácterísticas ultraestructurales, mientras que los segundos, con menor poder de resolución, ofrecen una gran versatilidad en cuanto a modos de observar los tejidos: fluorescencia, contraste de fase, polarización o contraste de interferencia diferencial.
Fijación:
Todos los tejidos, cuando se extraen del organismo o el organismo muere, sufren dos tipos de procesos degradativos: autolisis (acción de enzimas intracelulares, es decir, autodigestión) y putrefacción (acción bacteriana). Además, el procesamiento histológico posterior del tejido para poner de manifiesto y observar determinadas estructuras supone una metodología que puede degradar las estructuras tisulares. Fijar un tejido es preservar sus carácterísticas morfológicas y moleculares lo más parecidas posibles a las que poseía en estado vivo. Los fijadores deben proteger frente a ataques bacterianos, evitar autolisis, insolubilizar elementos solubles que se quieren estudiar, evitar distorsiones y retracciones tisulares, prenetrar y modificar el tejido para poder llevar a cabo tinciones específicas posteriores, si es necesario, etcétera.
No existe un fijador universal, ni un método de fijación único. Incluso podemos usar varios fijadores secuencialmente según nuestras necesidades. La elección depende de las carácterísticas fijadoras que necesitemos. La fijación: Es un procedimiento cuya finalidad, al aplicarlo es: Detener la vida de las células e impedir las modificaciones postmorten que pueda sufrir la célula (procesos autolíticos), manteniendo la estructura morfológica de células y tejidos sin que ocurran cambios notables en ellos. Esto se consigue inmovilizando (por coagulación o precipitación) las moléculas proteínicas e inhibiendo principalmente las enzimáticas haciéndolas insolubles. Esta acción garantiza la integridad de las células y tejidos; se efectúa por mediante agentes químicos denominados fijadores. Otros fijadores actúan por deshidratación o mediante la formación de uniones entre las moléculas tisulares. La acción oxidante o reductora de los fijadores le confieren a las células ciertas condiciones que posibilitan una mejor aplicación de las sustancias colorantes, por ejemplo: el alcohol etílico absoluto conserva el glucógeno. El bicloruro de Mercurio provoca que las anilinas coloreen de manera más brillante a las fibras colágenas. El bicromato de potasio facilita la coloración de las mitocondrias. El ácido acético permite una mejor tinción de los núcleos. El cloruro de calcio conserva e insolubiliza parcialmente a los lípidos. Los fijadores se clasifican en dos grandes grupos: a) Oxidantes: el tetraóxido de osmio (ácido ósmico), el bicromato de potasio, ácido crómico, bicloruro de Mercurio o “sublimado corrosivo”, ácido pícrico, ácido acético. b) Reductores: el formaldehído, el glutaraldehído, el alcohol etílico, el alcohol metílico.