GIRO COPERNICANO: siglos XVII y XVIII la filosofía se cuestiona cómo es posible alcanzar un conocimiento seguro de la realidad.
Kant trata esta problemática desde una visión distinta a la de sus predecesores, oponiéndose a la filosofía clásica y al Realismo ingenuo. Primeramente, para explicar este cambio se hace una analogía comparativa entre Kant y Copérnico. En efecto, Kant revoluciona las teorías del conocimiento en relación a la posición y el papel que desempeña el sujeto cognoscente y el objeto conocido. Por ello, denominamos a esta transformación giro copernicano
. Desarrollando esta analogía, es relevante observar como ambos autores se oponen al sentido común. En efecto, Copérnico niega el geocentrismo para establecer el heliocentrismo; mientras que Kant se enfrenta al Realismo y a su sujeto cognoscente pasivo, léase facultades cognitivas, las que construyen la percepción que obtenemos de la realidad. Para Kant la realidad en sí, el noúmeno, es incognoscible y a partir de nuestra mente generamos una realidad fenomenológica (la única a la que tenemos acceso). Esta Teoría epistemológica la expone en su obra Crítica a la Razón Pura, que está dividida en el estudio las que según él son las tres facultades cognitivas del ser humano: sensibilidad, entendimiento y razón.
Describe que en primer lugar, percibimos a través de las formas a priori de sensibilidad, tiempo y espacio, realidad. En un segundo momento, a partir del entendimiento conceptualiza dicha percepción sensible por medio de sus categorías (causalidad, unidad, pluralidad, etc.). Por último, opera la razón realizando un trabajo de síntesis y unificador.ILUSIÓN TRASCENDENTAL: En su obra Crítica a la Razón Pura, Kant estudia las tres facultades cognitivas, 1->la Facultad de la Razón. Una vez que la realidad es filtrada por la sensibilidad y categorizada por entendimiento, la razón lleva a cabo una labor de síntesis a través del cuál se generan conceptos cada vez más amplios. Dicho trabajo de generalización culmina con la obtención de tres “conceptos metafísicos” sintetizan alma, Dios y mundo. No obstante, desde una visión epistemológica, defiende que los conceptos metafísicos no pueden ser considerados objetos de conocimiento (no provienen de la experiencia sensible). Por ello, este filósofo concluye que la metafísica es una ciencia imposible (no se puede extraer episteme). Sin embargo, el ser humano presenta una tendencia natural a cuestionarse sobre ellos, pretendiendo alcanzar algún tipo de respuesta sobre ellos.
Llamamos a esta tendencia inevitable de la razón humana Ilusión Trascendental. Kant, les otorga una función, epistemológica y ética.
En primer lugar afirma que son motor del conocimiento (impulsan el deseo de obtener un conocimiento sobre la realidad). Por otro lado, en el plano ético les otorga un uso regulador (fundamentan los tres postulados de la Razón Práctica:
libertad, inmortalidad del alma y existencia de Dios). IMPERATIVO CATEGÓRICO: En sus libros Crítica a la Razón Práctica y Fundamentación de la metafísica de las costumbres, se centra en cómo debe comportarse el ser humano, adentrándose en el plano ético. Primeramente debemos tener en cuenta que la ética kantiana quiere garantizar que la acción humana se fundamenta en la buena voluntad. De esta forma Kant se opone a las éticas anteriores (materiales, pues estarían basadas en la existencia de lo que él mismo denomina imperativo hipotético). Efectivamente, dichas éticas son en las que la elección de la conducta se somete a una condición (dependen de algo externo al sujeto). Tal y como ocurre con la Idea de Bien en Platón o con el concepto de felicidad en Aristóteles. Por ello, Kant reniega de ellas, clasificándolas de heterónomas y no universales. Por el contrario, apuesta por una ética formal, fundamentada en el deber, y que se caracteriza por ser universal, buscar la autonomía del individuo y garantizar la libertad. El el objetivo no imponer normas o perseguir algún fin como es el caso del eudemonismo y la felicidad, sino guiarla a través de un imperativo categórico. Este no se encuentra sometido a ninguna condición. De esta manera Kant consigue fundamentar una ética universal y autónoma. LIBERTAD: Este cuestionamiento ha dividido a los filósofos en dos bandos: los deterministas (dictaminan que la libertad es una mera ilusión) y los defensores del libre albedrío. Kant va a aportar su propia visión del problema. Como ya sabemos, los conceptos metafísicos que surgen a partir de la razón no son fuentes de conocimiento y Kant afirma que cuando la razón trata de conocer cuestiones que rebasan la experiencia surge lo que denominamos antinomias, paradoja o contradicción irresoluble. De este modo, tal y como escribe en su obra Crítica a la Razón Pura, la cuestión de la libertad es la tercera antinomia. Con la finalidad de enfrentarse a dicha antinomia, Kant emite dos tesis en respuesta a la pregunta: “¿Hay causas libres en el universo o son todas las causas mecanicistas y necesarias?”. La primera defiende que deben haber causas libres o incausadas. Por otro lado, la segunda establece que el universo no comprende causas libres o incausadas (la causalidad forma parte de nuestras estructuras mentales y no podemos deshacernos de ella). Reuniendo ambas tesis, Kant concluye que mientras que la libertad es propia del noúmeno, el determinismo marcado por nuestras estructuras cognitivas innatas, es lo propio fenómeno. No obstante, desde un plano ético y político la cuestión de la libertad cobra un nuevo rol. Kant afirma que el ser humano no puede considerarse un sujeto determinista ya que si nuestro pensamiento estuviera condicionado y determinado careceríamos de autonomía. La libertad es un postulado de la razón práctica. Desde un aspecto moral la voluntad humana es libre, autónoma y el imperativo categórico posee una vocación universal. Por último, en política, la libertad es un derecho natural.
Empirismo-Racionalismo: La teoría del conocimiento de Kant sintetiza el Racionalismo y el Empirismo. Por un lado, defiende que el conocimiento viene siempre determinado por la experiencia y que marca su propio límite. En efecto, existe una realidad a la que no podemos acceder, el noúmeno, y a partir de nuestra percepción sensible, fuente de conocimiento, una realidad fenomenológica. En cuanto al Racionalismo, el Idealismo trascendental difiere con esta corriente cuando le otorga fe ciega al poder de la razón para acceder a un conocimiento sin límite alguno de la realidad. En efecto, la experiencia marca el límite de lo que podemos conocer y el noúmeno apunta a una realidad en sí que es incognoscible. Ahora bien, Kant defiende que existen unas estructuras cognitivas a priori –la sensibilidad, el entendimiento y la razón- que permiten crear y conocer la realidad fenomenológica. Finalmente, tanto el Racionalismo como el Idealismo trascendental de Kant, caen en el dualismo ontológico. Mientras que la primera corriente diferencia la realidad percibida por los sentido de aquella a la que se accede por medio de la razón; la segunda distingue entre el noúmeno y la realidad fenomenológica. ARISTÓTELES: En primer lugar, debemos tener en cuenta que el fundamento de la ética de Kant es la voluntad. Ahora bien, para ambos autores la razón y racionalidad juega un papel fundamental en el sujeto ético. En efecto, la razón para Aristóteles permite alcanzar la felicidad y, en el caso de Kant permite seguir el dictamen del imperativo categórico. En segundo lugar, la ética aristotélica posee una dimensión política: relacionado con la perfección del ser humano en la polis. Para Kant, estas dos ramas están más separadas (otorga a la ética una dimensión subjetiva e individual). Así, para el filósofo griego, el ser humano tiene como finalidad alcanzar la perfección moral y convertirse en un ciudadano virtuoso. Objetivo que solo se consigue en la polis. En cambio, la ética kantiana está fundamentada en el deber o deontología, en concreto en el imperativo categórico. Observamos como para Kant la sociabilidad no es natural sino por interés, tal y como ocurre con el resto de contractualistas. A su vez, sabemos que la ética aristotélica, según Kant, es una ética material basada en imperativos hipotéticos (no es universal). Por el contrario, está supeditado a algo externo y subjetivo: la felicidad. La ética kantiana es formal y universal y se consigue gracias al imperativo categórico.
Se trata de una máxima que pretende constituirse como un principio para guiar nuestra conducta y garantizar nuestra buena voluntad y que podemos formular comportándote de tal manera que tú acción se fuera a convertir en ley universal de la moral. Kant-Nietzsche: Nietzsche es un revolucionario en cuanto a la filosofía y se opone a los filósofos anteriores. Ambos poseen ideas distintas que analizaremos a través del eje: ontológico, epistemológico y ético. En primer lugar, en cuanto a la ontología para Kant, la realidad se divide entre el noúmeno, la realidad en sí, y la realidad fenomenológica que conocemos gracias a nuestras facultades cognitivas, es decir, la sensibilidad, el entendimiento y la razón. En cambio, Nietzsche rechaza la idea de un dualismo ontológico y defiende la existencia de una sola realidad. Para él, el ser humano debe asimilar la inocencia del devenir (asumir una realidad que está en continuo fluir sin recurrir a la invención de otra realidad). En segundo lugar, en la epistemología, Kant indica que el ser humano puede alcanzar un conocimiento universal de la realidad fenomenológica, de la realidad aprehendida por sus facultades cognitivas (la sensibilidad, entendimiento y razón). Nietzsche, en cambio, apuesta por el arte como vía de conocimiento, apostando por la verdad como interpretación y el relativismo epistemológico y renunciando. En tercer lugar, en ética, Kant la fundamenta a partir de la racional del ser humano que permitiría fundamentar los postulados de la razón práctica (Dios, Alma, Mundo) y el imperativo categórico y garantizar la buena voluntad del ser humano, es decir, alejar la ética de los intereses y pasiones individuales. En cambio, Nietzsche niega la universalidad moral y apuesta por una ética basada en las pasiones. A su vez, observamos como la trascendentalidad en la filosofía de Kant está aún presente en el plano ético, mientras que Nietzsche renuncia totalmente a ella. Sintetizando, tal y como Nietzsche plantea en Historia de un error, Kant es un filósofo que contribuye en el plano ontológico y epistemológico a eliminar o difuminar el dualismo ontológico y epistemológico que caracteriza a los filósofos dogmáticos idealistas de corte platónico. En efecto, esto se debe a que su idealismo trascendental está filtrado por el escepticismo y el Empirismo. No obstante, su ética y moral está fundada en una trascendentalidad, que Nietzsche rechaza categóricamente en favor de lo corporal y la voluntad de poder.