Las virtudes se desarrollan en sociedad ya que el ser humano es considerado un ser social por naturaleza. El gobierno debe pensar en el bien común y conseguir la justicia social. El orden perfecto de la sociedad se generará con el desarrollo de la virtud carácterística de cada hombre, según qué alma predomine más en ellos, para así proceder después a la división social en la ciudad y el puesto que cada uno ocupará en ella. La educación es por ello muy importante para descubrir el alma propia de cada individuo y guiar su desarrollo.
Platón distingue tres funciones sociales de acuerdo al predominio del alma y que jerarquizan la sociedad: el gobernante, en el que predomina la facultad racional y que debe ser el filósofo que tiene la episteme y la virtud de la sabiduría, cuya función será gobernar; el guerrero, con predominio del alma irascible y cuya virtud es la valentía encargándose de defender la ciudad; y el pueblo, con predominio del alma concupiscible, cuya virtud es la templanza, que proveen a la ciudad de las necesidades económicas o materiales.
Para Platón la mejor forma de gobierno es la Aristocracia, el gobierno de los mejores que son los filósofos, que poseen la episteme y por tanto la verdad. Después, y por orden descendente, se encuentran la Timocracia, gobierno de los honorables, la Oligarquía, gobierno de los ricos, la Democracia, gobierno del pueblo que implica la perversión del orden, y por último, la Tiranía, que surge como respuesta al desorden democrático.
El hombre es un ser social por naturaleza, un zoon politikon, y en su esencia se encuentra implícita su sociabilidad, posee el logos que le permite comunicarse racionalmente con los demás seres racionales lo que posibilita el desarrollo del conocimiento y la racionalidad misma. La sociedad, pues, no es producto de la convencíón sino que forma parte de la concepción teleológica de ser humano, pues es la polis el fin último de todo desarrollo humano y a su vez éste sólo es posible dentro de una sociedad.
La felicidad humana sólo se puede conseguir, así, dentro de una sociedad cuyas leyes posibiliten el desarrollo de las virtudes éticas en todos los ciudadanos. Por esto el legislador o el político debe ser alguien que no sólo tenga conocimientos teóricos, sino que debe haberse habituado a la aplicación práctica de su intelecto, ser prudente. La Justicia social se da cuando el gobierno no busca intereses particulares y posibilita la realización de la virtud en todos los ciudadanos.
Aristóteles distingue tres formas justas de gobierno, frente a sus respectivas corrupciones: la Monarquía, el gobierno de uno solo, su corrupción es la Tiranía; la Aristocracia, el gobierno de los mejores, frente a Oligarquía; y la Democracia, considerada la mejor por Aristóteles, es el gobierno del pueblo, su corrupción es la Demagogia.
EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD O POLÍTICA
Agustín de Hipona es el primer pensador que analiza el sentido de la historia humana según una finalidad, y la concibe como el escenario donde Dios se manifiesta al hombre y donde se produce la salvación. Así, la historia es lineal teniendo un principio, la creación, y un fin, el Juicio Final, y adquiriendo un significado global en ese final de los tiempos. La historia avanza así hacia una meta final que, defiende Agustín de Hipona, será la vuelta de Jesucristo y la definitiva instauración del Reino de Dios en la tierra para los justos.
En este desarrollo histórico, S. Agustín distinguirá dos grandes grupos humanos según sea el objeto de su amor: los que se aman a sí mismos por encima de todo, que conforman la Ciudad terrenal, y los que aman a Dios por encima de todo, que constituyen la Ciudad de Dios. Estas dos ciudades están mezcladas en cualquier sociedad a lo largo de la historia, manteniendo una lucha ética entre sus componentes. La historia humana avanza hacia el triunfo y salvación de los integrantes de la Ciudad de Dios que se dará al final de los tiempos.
EL PROBLEMA DE LA MORAL O ÉTICA
Tomás de Aquino defiende una concepción teleológica del ser humano según la cual con el desarrollo perfecto de nuestra alma conseguimos la felicidad que es la finalidad última a la tendemos. Esta felicidad perfecta solo se conseguirá de forma plena con la contemplación de Dios en la otra vida.
Aquino afirma la existencia de la ley natural, la forma moral en que Dios ha impuesto en el alma humana la ley eterna respetando su libertad. La ley natural tiene varios preceptos que se fundamentan en uno: el deber de desarrollar la esencia humana realizando el bien y evitando el mal. De éste se derivan tres preceptos primeros en relación al desarrollo de las facultades del alma: el deber de conservar la vida, que desarrolla la facultad vegetativa; el deber de procrear y educar a los hijos, que desarrolla la facultad sensitiva; y el deber de respetar la justicia social y de buscar la verdad (el conocimiento de Dios) desarrollando así la facultad racional.
Para Sto. Tomás, los preceptos de la ley natural son evidentes, todos podemos conocerlos por estar en nuestra alma, universales, válidos igualmente para todos los seres humanos, e inmutables, no cambian nunca por estar implícitos en la esencia humana. Los seres humanos tienen una capacidad natural para descubrir y tender al cumplimiento de la ley natural de forma espontánea, denominada sindéresis. Igualmente, a través de la conciencia podemos deducir de estos preceptos generales unos preceptos secundarios, concretos para las distintas situaciones cotidianas, que sí pueden admitir excepciones.
EL PROBLEMA DE LA SOCIEDAD O POLÍTICA3
El alma humana tiene tres facultades, pero estas facultades del hombre sólo pueden desarrollarse correctamente en sociedad por lo que el hombre es para Sto. Tomás un ser social por naturaleza. Este desarrollo de la esencia humana se realiza siguiendo la Ley Natural dada por Dios. Pero los preceptos de la ley natural son demasiado generales y deben ser concretados mediante la ley positiva, las leyes que rigen una sociedad concreta. Las leyes positivas son convencionales y deben ser una prolongación de la ley natural y respetarla, ya que si no es así serán injustas y existe el derecho a desobedecerlas. La búsqueda de la justicia es el punto de uníón entre la moral y el derecho. Las mejores formas de gobierno, para Sto. Tomás son la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia siempre que respeten la ley natural al hacer sus leyes positivas.