Filosofía de San Agustín: Relación entre Razón, Fe y la Existencia de Dios


Epistemología: La Relación entre Razón y Fe

La filosofía de San Agustín, perteneciente a la filosofía medieval, se centra en la relación entre razón y fe, y cómo ambas nos acercan a Dios y al mundo. Dios, como creador y causa de la existencia del mundo, es un tema fundamental. Mientras San Agustín recibe influencia de Platón, Santo Tomás la recibe de Aristóteles.

San Agustín sostiene que la razón nos acerca de manera natural a la experiencia, mientras que la fe implica un acto de revelación e iluminación por parte de Dios. Aunque puede haber contradicciones entre razón y fe, la fe siempre tiene prioridad. Como él mismo afirma: «Cree para comprender y comprende para creer».

El amor, no egoísta, nos impulsa a conocer una verdad única y eterna, similar al ser de Parménides y al concepto del bien en Platón. Esta verdad se corresponde con la idea de Dios. San Agustín distingue tres grados de conocimiento:

  • Primer grado: Se parte de la experiencia, del conocimiento sensible. El objetivo es avanzar hacia nuestro interior, ya que el conocimiento sensible no garantiza la certeza y podría llevarnos al escepticismo.
  • Segundo grado: Se alcanza el conocimiento discursivo a través de la razón y la búsqueda interior. A partir de la razón, se puede crear ciencia.
  • Tercer grado: Partiendo de la ciencia, trascendemos para alcanzar la verdad inmutable, solo posible mediante la iluminación divina.

La iluminación, de carácter intelectual, requiere la colaboración entre filosofía y teología. Nos permite entender la necesidad de una instancia superior que da sentido a todo. La duda, surgida de la experiencia, nos lleva a la autoconciencia. La idea de perfección, que no nos pertenece, ha sido puesta en nosotros por un ser perfecto: Dios.

Ontología: Dios y el Mundo

La epistemología se conecta con el problema de Dios. En la Edad Media, la verdad es única, alcanzable mediante la colaboración entre razón y fe. Para negar el escepticismo, San Agustín recurre a la autoconciencia de la duda: «fallo, me equivoco, luego existo» (fallo ergo sum). Esta idea será fundamental para Descartes en su concepto de sustancia.

La conciencia del error revela la imperfección de nuestro conocimiento, lo que nos lleva a la idea de perfección y a las verdades eternas, alcanzables mediante la iluminación divina. El conocimiento último nos conduce a la felicidad, que consiste en el contacto con Dios. La idea de perfección es inmanente a la razón, puesta en nuestra mente por Dios.

Argumentos para Demostrar la Existencia de Dios

San Agustín ofrece varios argumentos para demostrar la existencia de Dios:

  • Consenso universal: La mayoría de la gente admite la existencia de Dios o entiende su significado. Sin embargo, San Agustín critica este argumento, ya que la mayoría no puede servir como principio de autoridad.
  • Existencia del mal: San Agustín se pregunta cómo es posible que exista el mal si Dios es bueno. A diferencia de la filosofía antigua, que relacionaba el mal con la ignorancia, en la Edad Media se habla de pecado, un daño a la conciencia. El mal surge del mal uso de la libertad, un don divino, por parte del hombre.
  • Argumento cosmológico: Se basa en la relación entre el mundo y Dios, similar a la contingencia y la necesidad. El mundo es contingente, depende de una instancia superior para existir. Dios, como causa eficiente y final del mundo, es necesario.

La causalidad en San Agustín difiere de la de Platón. No hay una copia del mundo de las ideas, sino que Dios crea el mundo a partir de su entendimiento, depositando «razones seminales» en la materia, que darán lugar a los distintos seres. Tanto el mundo como el tiempo han sido creados por Dios.

Antropología: El Hombre como Criatura de Dios

Influenciado por Platón, San Agustín concibe al hombre como una criatura de Dios, compuesto de cuerpo y alma de forma dualista. El alma, inmortal, gobierna el cuerpo y nos permite percibir objetos no corpóreos. El alma, dotada de razón, inteligencia, memoria y voluntad, nos conecta con el conocimiento superior.

Características del Alma

El alma es inmortal, eterna, inmutable y está ligada a Dios. Su objetivo es contemplar a Dios. San Agustín se plantea el problema del origen del alma individual, utilizando los términos «trasducionismo» y «generacionismo» para explicar si el alma surge independientemente en cada nacimiento o se transmite de padres a hijos. Este problema busca conciliar la herencia del pecado original con la existencia de un alma única, creada por Dios.

Ética: La Búsqueda del Bien y la Virtud

La acción humana debe seguir normas eternas e inmutables, cuyo fundamento es Dios. La ética de San Agustín es intelectualista, ya que se trata de conocer a Dios. Actuar según el «orden amoris», por amor a Dios, nos lleva al bien. El amor, como en Platón, nos conduce a Dios.

El principio básico de la ética agustiniana es «Ama y haz lo que quieras». Amar a Dios implica respetar el bien y ser virtuoso. La virtud es un acto de voluntad, de elección libre y responsable. La libertad, don divino, es fundamental para la existencia de Dios y el fundamento de la virtud, llevándonos a la felicidad eterna en contacto con Dios.

Política: La Ciudad de Dios y la Ciudad Terrena

En «La Ciudad de Dios», escrita tras la caída de Roma, San Agustín reflexiona sobre la sociedad y la política. Los paganos culpaban a los cristianos del desastre, argumentando que el abandono de los dioses tradicionales había debilitado a Roma.

Las Dos Ciudades

San Agustín divide a la humanidad en dos grupos, según el uso de la libertad: los que «se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios» (ciudad terrena) y los que «aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos» (ciudad de Dios). Aunque se puede identificar la ciudad terrena con el estado y la ciudad de Dios con la iglesia, la teoría agustiniana es más compleja. Ambas ciudades están mezcladas en la historia, y la separación definitiva solo ocurrirá al final.

San Agustín afirma que ningún estado puede realizar la justicia sin los principios morales del cristianismo. Su teoría puede interpretarse de dos maneras:

  1. Como una fundamentación de la primacía de la iglesia sobre el estado, que debe conformar moralmente al estado. Esta visión predominó en las relaciones iglesia-estado durante la Edad Media.
  2. Como una minimización del papel del estado, reduciéndolo a un mero organizador de la convivencia y el bienestar temporal. San Agustín buscaba refutar la idea de que el estado era un instrumento esencial de los planes divinos.

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