Biografía
Friedrich Nietzsche nació en Prusia en 1844 y murió en Weimar (gravemente enfermo) en 1900. Se le vincula, erróneamente, con el nazismo y es uno de los mayores opositores de Platón, pues no creía en el mundo de las ideas. En 1864 cursó estudios de Filología Clásica y tuvo disputas con compañeros (como Richard Wagner). En 1882 pidió matrimonio a Lou Andreas-Salomé, quien lo rechazó. Cabe destacar su precaria salud y que su mayor influencia fue Schopenhauer. Su obra se divide en cuatro periodos: romántico (filosofía de la noche) con El nacimiento de la tragedia, ilustrado (filosofía de la mañana) con Aurora, plenitud (mediodía) con Así habló Zaratustra y crítico (filosofía del ocaso) con La genealogía de la moral. Su filosofía fue una de las mayores críticas a la cultura y el pensamiento occidental hasta entonces. Destruía la ciencia, la metafísica… con su «filosofar a martillazos».
Metafísica
Nietzsche critica el cambio de valores de la cultura occidental, donde la razón y los valores trascendentes son exaltados mientras se menosprecian la vida y los valores inmanentes. Parte de un estudio filológico y filosófico de la tragedia griega, pues esta nos muestra las dos fuerzas constitutivas de la realidad y las bases desde las que se ha construido la cultura occidental.
Las fuerzas apolíneas y dionisíacas
Nietzsche identifica dos fuerzas equilibradas:
- Apolo: Símbolo de razón, equilibrio, armonía y alegría. Lo apolíneo sigue reglas y normas establecidas, mientras que el sujeto interpreta la vida desde el orden, la razón, la medida y su individualidad. En la tragedia griega, se muestra lo apolíneo en las palabras y los personajes.
- Dioniso: El dios ebrio que encarna la oscuridad, la voluntad, el deseo, la juventud, el dolor… Representa la vida en su totalidad y simboliza la perfecta integración del ser humano con la naturaleza. El artista dionisiaco traspasa los límites entre él y el mundo para convertirse en una parte de la naturaleza. En la tragedia griega se manifiesta a través de la música, la danza y el coro.
Con anterioridad solo estaba Apolo, pero por la influencia de Asia se introdujo a Dioniso, contraponiéndose y complementándose entre sí. Para Nietzsche, lo esencial era el fondo dionisiaco con el que el espectador rompía su individualidad.
Decadencia de la cultura occidental
Esta síntesis comienza a destruirse cuando Eurípides le resta importancia al coro (dionisiaco) en sus tragedias para dársela a los personajes individuales. Este es el inicio del triunfo de Apolo sobre Dioniso. La convivencia entre estos dos simbolizaba un equilibrio entre las fuerzas vitales. Para Nietzsche, la negación de lo dionisiaco que comienza Eurípides será culminada por la filosofía de Sócrates y Platón. Esta inversión provocará la decadencia de la cultura occidental. Según Nietzsche, Eurípides marcó el comienzo de la decadencia de la filosofía occidental, seguido por Sócrates y más tarde por Platón. Estas filosofías racionalistas devaluaron y eclipsaron a Dioniso, lo que resultó en el triunfo de la razón sobre la voluntad de vivir.
Sócrates y Platón
Nietzsche considera a Sócrates como un traidor a la vida y un gran adversario de Dioniso. Su filosofía racionalizó y teorizó sobre la vida, alejando al ser humano de la naturaleza y de la fusión con la unidad y el todo originario. En lugar de esto, Sócrates propuso pensar la realidad y la vida en términos de esencias inmutables. La crítica de Nietzsche a Sócrates se centra en dos aspectos principales:
- La búsqueda de una única verdad universal impuesta por Sócrates anula la diversidad de perspectivas y opiniones frente a la realidad. Según Nietzsche, no existe una verdad universal y objetiva, solo hay verdades subjetivas.
- Nietzsche señala que la defensa de los valores universales por parte de Sócrates muestra miedo y debilidad ante el verdadero mundo, que está dominado por los deseos y la voluntad de cada ser humano. Según Nietzsche, estos valores carecen de fundamentos sólidos.
El dualismo metafísico de Platón consolida la inversión iniciada por Sócrates. Según Platón, el mundo verdadero está más allá del mundo sensible y es un mundo trascendente, eterno e inmutable donde residen las Ideas. Nietzsche critica a Platón por enmascarar y desvalorizar la vida, considerando que el único mundo verdadero es el mundo sensible, que está en constante cambio y finito. Afirma que la ilusión de un mundo trascendente de ideas y valores se impone como verdad, anulando con ello el único mundo que existe (sensible).
El mundo sensible: El único mundo verdadero
Nietzsche busca revalorizar las fuerzas dionisíacas para rescatar el único mundo verdadero: el mundo sensible, finito y en constante cambio. Para invertir el platonismo y recuperar este mundo sensible, Nietzsche retoma la noción de devenir de Heráclito. Este mundo sensible debe ser el foco de nuestra reflexión y preocupación vital. Es el mundo verdadero que percibimos a través de nuestros sentidos, un mundo material limitado y cambiante, donde hay diversidad y pluralidad de cosas. La noción de un ser infinito, eterno y universal es simplemente una falsa ilusión. Nietzsche busca restablecer el equilibrio entre las fuerzas apolíneas y dionisíacas invirtiendo los valores del platonismo.
Ética
Nietzsche critica la moral propagada por la filosofía occidental y el cristianismo, y utiliza el método de la genealogía para analizar el origen y evolución de los valores morales. La genealogía es un estudio del desarrollo histórico de los valores desde su origen hasta el presente, revelando las transformaciones que han sufrido a lo largo de la historia. El objetivo de este método es mostrar la arbitrariedad e historicidad de los valores morales, y Nietzsche comprende que lo que se considera bueno o malo en una época puede ser diferente en la actualidad. Así, los valores morales no son universales ni absolutos, sino que dependen de la cultura y sociedad, siendo relativos, particulares y contingentes. Esto lleva a Nietzsche a proponer la posibilidad de cambiar y fundamentar los valores en la vida y en la voluntad de poder, lo que él llama la transmutación de todos los valores.
Origen de los valores morales
Nietzsche descubrió que, en sus orígenes, los términos «bueno» y «malo» no tenían una connotación moral en la antigüedad. El término «bueno» se refería a características como la fortaleza, nobleza o poder, mientras que el término «malo» describía cualidades de la plebe como la vulgaridad o la simplicidad. Estas concepciones dieron origen a dos formas heterogéneas de moral:
- Moral ascendente: Asociada a los fuertes, se caracteriza por la arrogancia, la fuerza, la fe en uno mismo, la dureza… Valora la juventud, el orgullo y el deseo de dominio, y es individualista.
- Moral descendente: Vinculada a los débiles, se caracteriza por la compasión, la humildad, la resignación, la obediencia y la renuncia. Valora el pudor del cuerpo, la vergüenza, la humildad… Y es colectivista.
Con la tradición judeocristiana, los vocablos adquirieron un sentido moral que resultó en un olvido de su significado original y una inversión en su valoración. Esto llevó a una transmutación de los valores, donde los valores de los débiles y la moral de los esclavos se impusieron sobre los valores de los fuertes y la moral de los señores. Según Nietzsche, en Occidente ha prevalecido la moral de los esclavos, caracterizada por el resentimiento hacia los fuertes. Los débiles, al no poder vengarse directamente, almacenan su deseo reprimido de venganza en forma de resentimiento.
El cristianismo y el resentimiento
Nietzsche argumenta que el cristianismo no es una religión de amor, sino de resentimiento y profundo odio hacia los nobles, los poderosos y los veraces. El resentimiento es considerado por Nietzsche como una forma decadente de la voluntad de poder manifestada en los débiles. Desde su perspectiva, todos los sistemas éticos, religiones y metafísicas desarrolladas en Occidente han sido estrategias para brindar seguridad a los débiles que no pueden aceptar la vida en su incertidumbre y sufrimiento, y necesitan refugiarse en un mundo trascendente.
El superhombre y la transmutación de valores
Nietzsche propone una nueva transmutación de valores, que implica rebelarse contra la servidumbre, la pasividad y la docilidad impuestas por el cristianismo. En su lugar, aboga por la creación de un nuevo ideal: el superhombre, que da prioridad a sus pasiones y exalta su propia individualidad. La muerte de Dios está directamente relacionada con esta transmutación de valores y marca un cambio en el sentido de la existencia. Con el superhombre, se debe determinar nuevamente qué es justo e injusto, qué es bueno y malo, qué es virtud y vicio. Nietzsche defiende una nueva moral y alienta a romper con los antiguos valores para crear nuevos. Además, incita a abandonar el conformismo ante los valores impuestos por la moral judeocristiana. Nietzsche cree que las personas permanecerán dormidas hasta que los dioses y los valores impuestos por los débiles sean derribados. Por lo tanto, considera esencial despertar a las personas, sacarlas de su pereza y empujarlas a crear nuevos valores y escribir nuevas tablas, un nuevo decálogo para darle vida al mundo.
La muerte de Dios
Nietzsche critica no solo la religión y la moral, sino también cualquier forma de valor universal que vaya más allá de nuestra vida en este mundo. Cuando Nietzsche afirma «Dios ha muerto», no se refiere solo al Dios cristiano, sino que implica la desaparición de todo valor trascendente y metafísico. Esta idea se expone en «Así habló Zaratustra«, donde se argumenta que los valores que solían dar sentido a la vida humana son una ilusión y que han sido destruidos. La muerte de Dios es necesaria para dar paso al superhombre. Si Dios ha muerto, es porque los humanos lo han matado, y esto marca el inicio de un cambio que culminará en el superhombre. Nietzsche considera que el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad no es el nacimiento de Cristo, sino la muerte de Dios. Sin embargo, la muerte de Dios deja un vacío que conduce al nihilismo y su superación implica la aparición del superhombre. Al desaparecer los valores trascendentes, Nietzsche destruye el mundo ideal postulado por filósofos como Sócrates y Platón. Ahora solo queda el mundo sensible de la vida. Con la muerte de Dios, Nietzsche logra subvertir el platonismo y la transmutación de valores.