La Generación Poética del 27
La Generación del 27 está formada por un grupo de escritores que publican sus obras entre 1920 y 1935. Sus componentes son: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. El término «Generación del 27» se originó durante la conmemoración del tercer centenario del fallecimiento de Góngora, un evento en el que participaron varios poetas del grupo. Aunque no todos los criterios señalados por los críticos para definir una generación literaria se aplican estrictamente a este grupo, hay similitudes significativas entre los diferentes autores:
- Nacimiento en fechas similares: apenas hay quince años de diferencia entre Pedro Salinas, el mayor del grupo, y Manuel Altolaguirre, el menor.
- Formación parecida: todos tienen estudios universitarios, menos Rafael Alberti, y la mayoría de ellos fueron profesores y críticos literarios de gran prestigio.
- Relaciones personales entre sus miembros: todos eran amigos y tuvieron experiencias vitales similares.
- Participación en actos culturales: además del centenario de la muerte de Góngora participaron en otras celebraciones.
- Identificación con un guía: en la primera etapa tomarán como modelo a Juan Ramón Jiménez, que ya había dejado claro su propósito de renovación del lenguaje y de la forma poética basándose primero en el Modernismo y, posteriormente, en la experimentación y la poesía pura; a partir de 1928, Antonio Machado y Pablo Neruda adoptaron este papel.
- Existencia de un lenguaje generacional y anquilosamiento de la generación anterior: Se oponen estilística y temáticamente al Grupo del 98.
Características de la Generación del 27
- Mezcla de tradición y modernidad: muestra una profunda pasión por la literatura clásica española, reflejada en la influencia del Romancero, la poesía de cancionero y autores como Garcilaso de la Vega.
- Entre la pureza estética y la autenticidad humana: Son evidentes las ansias de belleza en todos ellos. La preocupación por la autenticidad humana irá en aumento, salvo en puntuales ocasiones, la exigencia estética.
- Entre lo minutario y la «inmensa compañía»: Un deseo de selección acerca la poesía a un “arte de minorías”. Alternan hermetismo y claridad.
- Entre lo universal y lo español: Se caracteriza por su conexión con la poesía universal desde sus inicios.
- Cultivo intenso de la imagen y la metáfora: Crean un vocabulario poético que separa la realidad cotidiana de la literaria. La poesía es un don, un impulso cercano a lo religioso.
- Innovación métrica: utilizan el verso libre y el versículo junto a estrofas tradicionales como el soneto, el romance o la seguidilla.
- Variedad de temas: Utilizan temas vanguardistas, relacionados con la técnica, lo moderno y lo intelectualizado, recuperan temas tradicionales o humanizados, como el amor, la muerte, el paisaje, la soledad o la alabanza del mundo.
Etapas de la Generación del 27
Primera Etapa
Abarca los primeros años veinte, bajo la influencia de las vanguardias y de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez. Se caracteriza por la obsesión estética, que pretende conseguir la belleza total del poema, la depuración del lenguaje, la experimentación y la falta de sentimentalismo. Pronto se deja sentir el influjo de las primeras vanguardias: ultraísmo y creacionismo. Gerardo Diego es uno de los poetas más significativos de estos movimientos. En Imagen y en Manual de espumas, compuestos entre 1918 y 1922, encontramos esa poesía de libre imaginación, al margen de toda lógica: una poesía que quiere “crear” una realidad autónoma. A la misma línea vanguardista corresponden la Fábula de Equis y Zeda y los Poemas adrede. En la línea del futurismo están varios poemas incluidos en la obra Cal y canto, de Rafael Alberti; o algunos de los poemas pertenecientes a los primeros libros de Pedro Salinas, Presagios, Seguro azar y Fábula y signo, en los que aparecen temas de raíz futurista: la máquina de escribir, el radiador de calefacción o la bombilla eléctrica. A la vez, el magisterio de Juan Ramón los orienta hacia la “poesía pura”. El gran instrumento de este arte “puro” es la metáfora, con audacias nuevas que han aprendido de Ramón (Gómez de la Serna) o de otros vanguardistas. Se percibe el poso de la lírica tradicional; sobre todo en los primeros libros (Marinero en tierra de Rafael Alberti, Versos humanos de Gerardo Diego, Romancero gitano de Federico García Lorca, etc.), buscan la perfección de los clásicos, en especial de Góngora, que les inspira profundamente durante algún tiempo.
Segunda Etapa: De 1927 a la Guerra Civil
A partir de 1928, las circunstancias históricas de España llevan a la mayoría de los autores a intervenir en política; algunos se unieron a partidos políticos y colaboraron con iniciativas culturales de izquierda. Se inicia así un proceso de rehumanización que intensifica el compromiso social de los poetas de la Generación del 27 y hace que se interesen por la lírica de Antonio Machado, alejándose de la obra minoritaria y hermética de Juan Ramón Jiménez. Esto coincide con la irrupción del surrealismo, se utilizan temas propios de este “ismo” (la libertad, el amor, los sueños, la angustia existencial…) y se elaboran imágenes insólitas. Dentro de la estética surrealista situamos Pasión de la tierra de Vicente Aleixandre, Sobre los ángeles de Alberti, Un río, un amor y Los placeres prohibidos de Luis Cernuda o La voz cautiva y Andando. La influencia directa de Pablo Neruda, fue relevante en el cambio de actitud de la generación. Aprovechó los acontecimientos políticos de España para apoyar, en su revista Caballo verde para la poesía. Publica en la revista un manifiesto a favor de una “poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición y actitudes vergonzosas…”.
Tercera Etapa: Después de la Guerra
Tras la Guerra Civil, el grupo se dispersa. Algunos poetas han muerto (García Lorca), otros permanecen en España (Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego), otros se exilian (Rafael Alberti, Luis Cernuda, Pedro Salinas…) y reflejan en sus obras la nostalgia de una tierra perdida y lejana. La evolución personal de cada uno les encamina hacia estéticas muy distintas, todos coinciden en retomar los temas humanos, ahora agudizados por el sufrimiento de la guerra y sus consecuencias inmediatas (exilio, censura, miseria). En el exilio, el mismo Guillén, iniciará en 1950, con Clamor, un nuevo ciclo poético, atento al dolor humano. En él y en otros poetas hay imprecaciones contra los vencedores. Con el tiempo, la nota dominante en ellos será la nostalgia de la patria perdida. En España, la poesía deriva hacia un humanismo angustiado, cuya muestra más intensa es Hijos de la ira de Dámaso Alonso, escrita en 1944. Poco después, Vicente Aleixandre comienza a escribir Historia del corazón. Todos ellos siguieron en plenitud creadora hasta edad avanzada. La concesión del Premio Nobel de 1977 a Aleixandre fue, la confirmación de la importancia de todo un grupo que ha dado a la lírica española una nueva Edad de Oro.
Miguel Hernández (1910-1942)
Pertenece por edad a la Generación del 36, pero a causa de su prematura muerte y de sus afinidades personales y poéticas con algunos autores del 27, puede ser incluido junto a ellos. Nació en Alicante en una familia humilde dedicada al pastoreo. Estudió solamente dos años en el colegio Santo Domingo, porque tuvo que ayudar a su padre con el rebaño de cabras. Aun así, siguió leyendo y formándose por su cuenta. Decidió marcharse a Madrid para probar suerte como poeta. Allí conoció a los autores del 27. Su primer hijo murió al poco de nacer. Tuvo otro hijo al acabar la guerra, pero Miguel Hernández fue encarcelado. Murió de tuberculosis en la cárcel en 1942. Desde joven, Miguel Hernández fue conocido como el pastor-poeta, aunque poco a poco se fue ganando la admiración y el respeto de todos. En 1933 publica su primera obra, Perito en lunas. En 1936 llega El rayo que no cesa, formado en su mayoría por sonetos vitalistas y amorosos. El autor muestra ya un gran dominio de la técnica y una asimilación de las influencias recibidas. Además, el libro incluye la gran Elegía a Ramón Sijé, dedicada a su amigo fallecido. Comienza la Guerra Civil y el autor se alista voluntario en el Quinto Regimiento. Su lenguaje se vuelve más sencillo y accesible para todo el mundo. Publica Viento del pueblo (1937), de temática social y El hombre acecha (1939). En la cárcel compone el Cancionero y romancero de ausencias (1938-41), donde se rebela contra la injusticia. Son poemas intimistas y conmovedores.
Miguel Hernández es el primer poeta del siglo XX en España que se ocupa de temas sociales en su poesía.
Obras:
- Pedro Salinas: Presagios (1923), Seguro azar (1929), Fábulas y signo (1931)
- Jorge Guillén: Clamor (1950)
- Gerardo Diego: Manual de espumas (1924), Versos humanos (1939)
- Vicente Aleixandre: Pasión de la tierra (1928), Historia del corazón (1954)
- Luis Cernuda: Donde habite el olvido (1934), Un río, un amor (1929), Los placeres prohibidos (1929)
- Dámaso Alonso: Hijos de la ira (1944)
- Rafael Alberti: Sobre los ángeles (1928), Cal y canto (1926), Marinero en tierra (1924)
- Federico García Lorca: Poeta en Nueva York (1930), Romancero gitano (1928)
- Emilio Prados: La voz cautiva (1932), Andando, andando por el mundo (1932)